Docentes jubilados en Cantabria
El pasado viernes, 29 de enero, tuve la feliz oportunidad de participar en un doble homenaje. Uno de carácter genérico, ya que se celebraba el día del Docente en la Comunidad cántabra y otro más específico, ya que en el mismo acto se rendía tributo de gratitud y felicitación a los docentes que se jubilan en el presente curso, casi doscientos, aunque no todos presentes.

La Consejería de Educación, Cultura y Deportes, responsable de la iniciativa y de su desarrollo institucional. tuvo el enorme acierto de elegir el Parlamento de Cantabria como escenario del acontecimiento. No había, a mi juicio, un lugar mejor. El Gobierno y el Pueblo tienen allí su epicentro democrático.
La Consejería de Educación, Cultura y Deportes, responsable de la iniciativa y de su desarrollo institucional. tuvo el enorme acierto de elegir el Parlamento de Cantabria como escenario del acontecimiento. No había, a mi juicio, un lugar mejor. El Gobierno y el Pueblo tienen allí su epicentro democrático.
La autoridades políticas (Consejero de Educación que presidió el acto, Vicepresidenta del Ejecutivo y Presidenta del Parlamento), en su papel de representantes del pueblo, respaldaron con su presencia el acto y le imprimieron ese sello que la autoridad confiere a las actividades en las que cree. He visto muchas ausencias significativas y muchas presencias fugaces y meramente protocolarias. En una ocasión vi a una autoridad ¿educativa? dirigir a los presentes unas palabras de Clausura para un Congreso que se encontraba en el acto de Apertura. Las buenas y las malas actitudes se huelen. Algunas veces apestan. Dos presentadoras hilvanaron las diversas partes con soltura, eficacia y simpatía. La cultura de los detalles es fundamental en educación.
Los docentes jubilados eran protagonistas. Durante el acto se proyectó un interesante documento con testimonios autobiográficos de algunos homenajeados. La Consejería les hizo entrega de una bolsa con los correspondientes regalos y yo tuve el honor de añadir el minúsculo obsequio de un libro que publiqué el año pasado en la Feria Internacional del Libro de Guadalajara (México) y que lleva por título “El Arca de Noé. La escuela salva del diluvio”. Dice García Márquez que un libro no se acaba de escribir hasta que no se dedica. Por eso escribí en la primera página: “A los docentes jubilados este año en Cantabria: Enseñar no es solamente una forma de ganarse la vida es, sobre todo, una forma de ganar la vida de los otros”. Les dije que ellos habían salvado muchas vidas surcando el océano proceloso de la cultura neoliberal, que habían sorteado muchos escollos y atravesado olas gigantescas, consiguiendo que la frágil barca de la escuela no zozobrase. En ella habían salvado del diluvio de la ignorancia, de la insolidaridad y de la desigualdad a miles y miles de alumnos. ¿Cómo no sentirse orgullosos de ellos? ¿Cómo no expresarles gratitud después de tantos años de esfuerzo y de valerosa y hábil navegación?
Hablaron las autoridades con palabras certeras y sentidas. Uno nota con facilidad si los discursos están huecos o si, por el contrario, están llenos de sinceridad y de hondura. Uno nota si quien habla se cree lo que está diciendo.
Hubo también música. Excelentes interpretaciones del Dúo ARtCOS que arrancaron aplausos entusiastas. Es bueno que se mimen estos actos, que se ponga en ellos alma, que se elijan interpretaciones de calidad, que se de realce y visibilidad a lo que se hace. Los destinatarios y la causa lo merecen.
Y más música. Ahora de otro tipo. Música arraigada en la tierra cántabra, con guitarra y rabel de Chema Puente. Y el broche de una habanera que aspira a convertirse en himno de la bella ciudad de Santander y cuya estrofa central estuve tarareando el resto de la jornada. (¿Cómo era, cómo era, me pregunto ahora?). Hermosa canción, magníficos artistas.
En la Comunidad es ya una tradición este homenaje. Y lo es también la edición de un libro de hermoso título: “Vidas maestras”. Ya van 11 años. 11 ediciones. Se trata de una obra en la que se invita a participar a los jubilados. Los interesados escriben una breve biografía de su trayectoria profesional. Todas hermosas. Cada una peculiar. Es muy buena la idea de escribir. Porque ese pensamiento caótico y errático que tenemos sobre la educación, a la hora de escribir, tiene que ser disciplinado. Hay que poner unas cosas delante de otras, hay que estructurar, ordenar, explicar, argumentar… Y eso ayuda a comprender. Y, por supuesto, otros pueden leer. El libro está primorosamente editado con pastas y hojas de calidad y numerosas fotografías que encarecen y a la vez engrandecen la edición. Es hermoso leer esas trayectorias vitales. Ese tránsito del comienzo ilusionado hasta el final que acaban de tocar con la mano. Es hermoso compartir la experiencia.
Me concedió el Consejero veinte minutos. Sé lo cuidadoso (casi obsesivo) que es con el respeto de los tiempos. Y me dije: ni un minuto más, ni uno menos. Mi tarea consistió en cantar las excelencias de la profesión docente, en mostrar su decisiva importancia en la sociedad y, también, en hacer patentes las dificultades que sin duda existen. Y, cómo no, en agradecer y felicitar a los jubilados y jubiladas por el largo y decisivo trabajo realizado. No me cabe la menor duda de que Cantabria es hoy mejor por la tarea educativa que han realizado estos profesionales. Lo hice sustentando la alabanza en cuatro pilares fundamentales. Diré algo en cada uno que allí no pude decir, a causa de los límites de tiempo.
Ser docente es difícil. Porque la presión social es cada día mayor, esperándose de él, y exigiéndole incluso, que responda a todas las necesidades de formación: para la paz, para el consumo, para las nuevas tecnologías, para la imagen, para al seguridad vial, para el medio ambiente, para la sexualidad, para la convivencia, para los valores… Con parecida formación, peores condiciones y el mismo sueldo.
Ser docente es importante. Porque trabaja con “materiales” delicados, complejos, de altísima fidelidad, como son las ideas, las expectativas, las emociones, los sentimientos, las concepciones, las actitudes, los motivos, los valores… En otros trabajos, el mejor profesional es el que mejor manipula los materiales, en ésta es quien más y mejor los libera. De esa tarea depende el futuro de los individuos y de la sociedad.
Ser docente es hermoso. Porque su tarea se destina a personas y se realiza en equipo, hecho que enriquece a sus miembros y multiplica la eficacia. No hay niño que se resista a diez profesores que estén de acuerdo. Esta es la tarea más importante que se le ha encomendado al ser humano en la historia: trabajar con la mente y el corazón de las personas.
Ser docente es ser inmortal. Presenté algunos botones de muestra sobre las repercusiones beneficiosas de la tarea docente. Ahora añadiré otro que me brinda mi médica de familia en una carta que dirige a su profesor de Lengua y Literatura, recientemente jubilado. Una hermosa carta de la que extraigo este párrafo: “Porque aprendimos de él que una palabra es correctamente usada cuando comunica, dice, reclama, critica, apoya, consuela, discrepa argumenta enamora o maldice, como reconocimos en tantos textos que nos hizo desmenuzar como un azucarillo de café, para después beberlos a sorbitos durante el resto de nuestra vida”.
Hice una propuesta al final: que en la ciudad de Santander hubiese una CALLE DE TODOS LOS MAESTROS. Los que han sido, los que son y los que vendrán. Luego departimos animadamente al buen sabor de unos aperitivos y de un vino español. Honor, admiración y gratitud eterna a los docentes jubilados este año en Cantabria.