Fin de fiesta

22 Ago

La feria acabó y la polemica del botellón quedó. Esta vez incluso por vía judicial. Una parte de los comerciantes y vecinos del Centro se han agrupado con el fin de denunciar lo que para cualquiera es una salvajada, grupos de personas que se juntan bajo la ventana, frente al portal o ante el escaparate de cualquiera para beber, vociferar y orinar durante una semana. Este hecho ni admite disculpa ni justificación. Unos ciudadanos pretenden divertirse y otros disfrutar en paz de sus casas. Un derecho, el del descanso y tranquilidad que cualquier vecino debe tener, prevalece, eso está claro, pero también hay que tener en cuenta que los espacios urbanos adquieren sus dinámicas y eso no cambia de un día para otro. Con todo el respeto para los creyentes no me gusta la Semana Santa. En los barrios periféricos al Centro, se aparca los coches sobre las aceras, los procesionantes y juerguistas en retirada forman jaleo y, además, vivo en la zona de Calle de la Victoria donde tienen su sede unas cuatro o cinco cofradías que yo recuerde. Comparo la feria y Semana Santa sólo desde el punto de vista de congregación de ciudadanía. Los malagueños que viven en los alrededores del Cortijo de Torres que son muchos miles de familias que habitan distritos densamente poblados soportan el ruido directo de las atracciones de la feria y de la música de las casetas porque el Ayuntamiento no vigila los decibelios. Esta ciudad, salvo pocas calles, se construyó sin tener en cuenta que sería una ciudad y así carece de espacios donde los malagueños se puedan congregar para cualquier acto ciudadano como por ejemplo sucede en Sevilla donde la abundancia de plazas calculadas desde hace siglos para el encuentro facilita cualquier concierto o mitin en pleno Centro, rodeado por edificios con usos administrativos donde las molestias son mínimas. Málaga es un poblachón con unas características muy determinadas y sobre eso hay que trabajar, no se puede demoler. Pero en esta ciudad tiene que quedar espacio para todos los gustos y para todo tipo de eventos con un poco de paciencia, efectividad organizativa y civilidad por parte de todos. Por más que el alcalde diga lo orgulloso que está de la feria, no es una feria para estar orgulloso de ella. Son días en que parte de los malagueños y de los visitantes muestra al salvaje e incívico que habita dentro de cada uno.

Después de años de polémica, el Ayuntamiento debería de plantearse introducir con seriedad medidas civilizatorias dentro de este desmán colectivo sólo controlado por la eficacia y la presencia policial. En efecto, tan fácil es contemplar a gentes orinando por las esquinas como tan difícil econtrar un urinario público. Se invita a que miles de personas acudan a la ciudad a gastar, pero no se dota a las calles de una infraestructura mínima, al menos de aquella que no asegure unos ingresos directos como el autobús. Es decir, se promociona la llamada feria del Sur de Europa para que lleguen euros desde todos los destinos del aeropuerto, pero el Ayuntamiento olvida que eso exige también gastos que ahora en tiempos de crisis -y de pésima gestión previa- no está dispuesto a afrontar. La feria del Centro existe y existirá la feria del Centro de los jóvenes que quieren hacerla a su modo, con una reunión callejera por el simple hecho de que sale mucho más barata y es más agradable que estar dentro de un bar donde no se cabe y sale la hora a 18 euros. El problema de la basura que generan se soluciona con contenedores y servicios, pagados con los sellos de Hacienda que cierran cada botella comprada en el súper. Esto exige que se concentre el botellón en una determinada calle, en una plaza o en una zona. Ya que no se puede controlar a la multitud, al menos que queden controlados sus efectos. El responsable de la contradictoria concejalía de ferias y cultura, Damián Caneda, antes que soltar la ideita de feria en septiembre con lo bien que eso viene para los niños y el cole, podría reflexionar sobre cómo conjugar esas dos partes de su departamento por si pudiera darle a la feria un barniz, si no culto, al menos algo más civilizado. Mucho pido.

5 respuestas a «Fin de fiesta»

  1. Es una pena lo que esta pasando con la feria de Málaga y el desrecio para sus señas de identidad que se ve a cada paso,a menos que tomemos por na seña de identidad la vulgaridad y el incivismo,perece que en la Feria de Sevilla todos son “un poco mas” y aqui se complecen en ser un poco menos.Es tristisimo lo del btellon,pero de alguna anera es inevitable.La Feria del Centro deberia hacerse una feria maritima desplazando a los que no quieran ir al Cortijode torres a las playas cercanas al fin del Paseo Maritimo de Poniente,y alli organizar feria algusto de los Jovenes de hoy.

  2. si, pero esto no es nuevo llevamos muchos años advirtiendolo, es increible un ciudad que vive del turismo no cuide estos detalles…me pongo en la piel del guiri que nos visita…ni vuelvo ni recomiendo

  3. Tenéis razón los 3, pero quisiera decir que como asiduo visitante (mi novia es de alli) a la tan señorial feria de Sevilla, que sí, que mantienen la tradición de los trajes de flamenca y los hombres de corto o con traje de chaqueta… pero que allí también hay botellón, peleas, borracheras y orines por el suelo, etc.

    Que hay que cambiar el macro-botellón en que se ha convertido la feria de Málaga? Está clarísimo. Que en cualquier parte donde se reúnan millones de personas ocurren esas cosas? También.
    Pensad en lo que son las fallas, San Fermines, etc.

    ¡Un saludo!

  4. El problema está en la gente, no estamos concienciados con lo que significa la feria. Pocas personas van ataviados con los trajes tipicos para la afluencia que se congrega en las calles de Málaga. Es para que la mayoría y no unos pocos se vistiese de corto y flamenca. No estamos concieniados y a parte en Málaga hay mucha chusma. Yo soy malagueño y me duele reconocerlo, pero es así.

  5. Aparte de la chusma autóctona, también tenemos la chusma que nos quiere imponer otras costumbres, otras ideas y otro sistema que no es el nuestro. Nosotros somos Mediterraneos y nuestra feria se celebra en pleno verano, entonces lo normal es que la gente vaya cómoda y en chanclas o como le salga del arco del triunfo ( eso no tiene nada que ver con la educacion o el saber estar ) y no que vengan cuatro, no se con que intereses ocultos a decirnos lo que tenemos que hacer y como tenemos que vestir los malagueños. O no tenemos bastante con el Canal Sur y la Junta sevillana para estar hartos de todo lo que huela a Guadalquivir

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