Predicciones

15 Ago

Cada agosto saca a relucir el aburrimiento general de la humanidad. De la desarrollada, claro; la del tercer mundo está muy entrenida dando sepultura a sus muertos por hambre, enfermedades o violencia. Tampoco le va mal en ese sentido a los ocultos en el cuarto mundo con su constante revolver en nuestra basura y localizar cajeros automáticos donde dormir. Agosto es un mes en el que proliferan las llamadas serpientes de verano, informaciones que brotan, revuelven el gentío y caducan a mayor velocidad que la del medio donde fueron vistas. También agosto rima con el acoso de la especulación a los mercados financieros amparada por las vacaciones e indolencia de dirigentes políticos y técnicos reponsables de frenar los desmanes pecuniarios que acaban afectando a una sociedad entera. Este agosto ha sido prolífico en serpientes de verano sobre el mundo de la economía y más aún en movimientos especulativos de esos que ocasionan que de un rato para otro, sin saberlo ni berbérselo en el chiringuito, cada español o italiano deba a no se sabe quién un montón más de millones de euros que impiden su inversión en pensiones, colegios, carreteras o en Portugal. Hasta en la cola de la chacutería la clientela ya discute sobre el maremágnum financiero internacional con una soltura y términos que uno se cree rodeado de brokers neoyorkinos comprando chopped. En cualquier cenáculo de bar ya se habla del sabor de los churros y de la prima de riesgo o del rating bancario con igual preocupación y casi autoridad. Cada español siempre ha vociferado su propia selección nacional de fútbol, su propia receta para la paella y, ahora, su propia fórmula para salir de este déficit que tanto nos está asustando en este agosto. Recesión global, indicios del mayor desastre económico que la humanidad, la desarrollada claro, ha conocido, y una profunda brecha en la producción de bienes y servicios tintan de negro sobre negro los titulares de este agosto y, por esto, porque los malagueños estamos de feria, semana abierta en cierto modo a lo insólito y a lo espectacular, voy a escribir aquí mis previsiones de futuro en plan vidente televisivo con túnica y turbante sobre lo que nos aguarda, no ya en meses sino en los próximos años, al margen de estas fastidiosas y picantes viborillas veraniegas.

Mirando un billete de 500 € que me han prestado para mis profecías, afirmo rotundo, que él y los suyos nunca cambiarán de manos. El dinero de verdad es siempre fiel a los mismos y en contra de lo que parece jamás se fue con cualquiera. Ya con los ojos cerrados me viene a la mente una persona sin rostro, un salvador que librará de la crisis al planeta porque ya conviene a los que siempre tienen los dineros que el resto empecemos a creernos que poseemos algo y así comencemos a gastar de nuevo y endeudarnos otra vez para hipotecar una casa mediocre, un coche mediocre y unos cruceritos mediocres que nos permitan soñar que habitamos otras clases sociales más rosáceas y almibaradas. Las bolsas subirán cuando tengan que subir y de esta crisis saldremos cuando tengamos que salir. Aquí se condensa mi sólida visión para el futuro. No toda la ciudadanía está perdiendo en estas circunstancias tan crueles para tantas familias. El comercio de automóviles y de objetos de lujo no ha descendido una décima en décadas, al contrario ha aumentado en los últimos años. Lo que se explica por ese convencimiento mío en la fidelidad que el dinero de verdad tiene a su gente, eso sí, la de toda la vida, que muchos se consideraron sus elegidos en los últimos tiempos y no, ya han visto que no. Respecto al tercer y cuarto mundo, no siento ningua vibración cuando acaricio este billete. Interpreto que seguirán igual dado que empeorar en su caso es imposible. Por tanto, en líneas generales, veo el futuro cercano igual que el pasado próximo, un retorno a que las mismas fortunas quedarán en iguales manos y quienes ganan el pan con el sudor de su frente también se quedarán con eso, con pan y sudor y quizás desodorante o un pañuelo en la frente. Yo, por lo pronto, tengo que devolver este billete al que tanto cariño le he pillado en tan pocos minutos aunque él me desprecie con su porte aristocrático y algo chulesco. También lo veía venir.

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