Vota… Vota, por favor… Vota, coño

26 Abr
Yorokobu.
Yorokobu.

Pedro Sánchez aparcando su Peugeot 407 para subirse a otro, un Audi A8 L Security de 2017, vehículo oficial perteneciente al Parque Móvil del Estado, fingiendo una seriedad impostada, aparcando automáticamente, de oído, mientras en el radio-cassete suena Rosalía: “Por la noche, la sali’a del Bagdad, Pelo negro, ojos oscuros, Bonita pero apena’, Senta’ita, cabizbaja dando palmas…” y él, Pedro, sorprendido, tarereando el final de la copla.

A estas horas, las cartas están dadas. No hay mucho margen para la influencia. Se ve la luz al final del túnel. En este instante, su voto, amigo lector, espero que esté asegurado. Sin duda, espero y deseo que voten, sea lo que sea, pero que voten. Votemos todos -ES LA FIIESTA DE LA DEMOCRACIA- porque los cambios deben de producirse desde las urnas.

Pablo Casado frente a una pintura al estilo de Francis Bacon, abigarrada, exiliada en el sur, una pintura de colores pastel y ocre, un lienzo que se acerca al motivo desde distintos ángulos pero siempre manteniendo la unidad, generando una sensación de ambiguedad, en especial, la boca y la mirada… Pablo frente a la obra, mudo, sin saber que la obra es él mismo, como un espejo, en cualquier momento.

Votar, votar, votar… Todos debemos acudir a votar, es nuestra obligación moral, porque han sido muchos los que han luchado para que, ahora, mañana, podamos votar, y fueron muchos los que sin tener nada consiguieron que tuviéramos mucho, casi todo, mucho más de lo que ninguna generación tuvo, incluso algunos de ellos murieron por defender nuestra libertad. La única forma de mejorar nuestra vida es votar y hacerlo con sentido común, ahuyentando fanatismos y estultas cegueras, es lo mejor.

Pablo Iglesias patinando, preparándose para Pekín 2022, licra, velcro y cuchillas, sobre su piscina helada, frunciendo el ceño, melena al viento, tirando octavillas en las que se puede leer: “fin de la tierra cultivable”, “os extraño tanto”y “Karma Police”. Al fondo de la escena, una decena de acólitos aplauden satisfechos.

Votemos y, después, justo después, comencemos primero a exigir los espacios comunes en los que todos estamos de acuerdo: 2% del PIB para I+D+I, dentista gratis, ayudas a los autónomos, mejora de las pensiones, esfuerzos reales por combatir el odio, sostenibilidad medioambiental, una factura de la luz más barata… Compromisos que todos los grandes partidos llevan en sus programas electorales. Exijamos que esos programas sean de obligado cumplimiento.

Albert Rivera en una rave tocando el chelo, con mil bolas de luces de colores, pantallas LED gigantes y memes que bailan sobre el filo de su propia sombra, como un sueño juzgado, sin cuidado, esperando la próxima cita.

Sostiene el politólogo, David Runciman, de la Universidad de Cambridge, que “cuando los ciudadanos no se ocupan de la política que rige sus vidas, siempre hay otros interesados en hacerlo”. La abstención provoca que las opciones votadas sean menos representativas de la sociedad que las elige. La abstención es enemiga de la democracia. La abstención da huecos a las ideas extremas.

Santi Abascal convertido en una estatua de mármol níveo de Macael, recitando, en silencio y en bucle, a Dionisio Ridruejo, hasta la eternidad: ““Bajo la sola estrella, te he encontrado, soledad luminosa, estatua fría del mundo destruido, atardecía para siempre jamás, cerca del Prado, para siempre jamás”.

No nos queda otra: votemos. Votemos porque nadie nos va a sacar de esta trampa, nadie nos aliviará sino sólo nosotros mismos, con el paso corto y la vista larga y toda nuestra intención, porque solo nosotros, usted y yo, y usted también, sólo nosotros, digo, podremos hacer algo mejor, juntos y mejor. Votemos, votemos, por favor, votemos, coño.

Una respuesta a «Vota… Vota, por favor… Vota, coño»

  1. Buen artículo Roberto, que nos recuerda nuestra responsabilidad como ciudadanos demócratas, más aún en momentos como estos, en los que prolifera lo mejor y lo peor de nosotros.

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