El centro imposible sobre baldosas amarillas

11 Ene
Un camino de baldosas amarillas.
Un camino de baldosas amarillas.

El universo se expande, si te quedas quieto retrocedes. Si el universo se expande, y parece que así es, todo lo que flota en el universo está en constante movimiento. Encontrar un punto fijo, un centro digamos, entre dos instantes, en un segmento escogido al azar del espacio, por ejemplo, es imposible. El centro es una entelequia, un sueño, el sueño de una niña que vive en Kansas con sus tíos.

El centro político es una entelequia, una figura retórica, una expresión, a veces un meme. El centro es la equidistancia, un concepto espacial, un punto borroso, algo virtual, puede que nada. El centro es un acto de fe, una ilusión, un proceso, un camino de baldosas amarillas. “Si caminas lo suficiente, alguna vez, llegarás a alguna parte”, decían en El Mago de Oz.

Durante la transición española, recuerdo que hablábamos de esto en la universidad, con el primer gobierno de Aznar también, digo que durante aquellos tiempos se entendía la idea de que en el centro político estaba la victoria. “Quién ocupe el centro, quién atraiga a esos votantes, ganará El Tesoro de Cisne Negro”, decíamos arrogantes. El centro era, de alguna manera, la mayoría social.

Después llegaron otros momentos, quizás a partir de la segunda legislatura de Aznar, en los que se olvidó el centro político y se comenzó a buscar la polaridad. “Estás conmigo o estás en contra mío”, bramaban desde sus escaños unos y otros, alejándose, ajenos a lo propio que es lo común. Desde allí hasta llegar a Trump, como uno de los paradigmas de la extremo enfermo, en forma, a día de hoy, por poner un ejemplo, así hemos vagado.

En Andalucía, este laboratorio de España, las cosas están cambiando rápidamente y nos hemos polarizado en un pestañeo. PP, Cs y Vox suman mayoría absoluta en el Parlamento de Sevilla. La izquierda parece estar desaparecida. El acuerdo final es, en realidad, el acuerdo de un principio. Gobernarán PP y Cs gracias a los 12 votos de Vox, y no va a ser fácil. Las ideas se van a estirar, sostengo, como una goma elástica, hacia los laterales y veremos mucha retórica, lenguaje orweliano y justificaciones. Moreno Bonilla será presidente, Juan Marín vice, y Vox les está esperando en cada votación.

Volvamos al inicio, al tema que nos ocupa: el centro, como El Mago de Oz, es un acto de fe, una ilusión, un proceso quizás, un camino de baldosas amarillas, la imprescindible necesidad de buscar espacios comunes. Quizás no sea nada, solo algo virtual, un cuento para niños, pero no estar en ese camino, no estar en la búsqueda de los consensos, de lo que nos une, no estar en la búsqueda de ese paradigma, nos llevará hacia los extremos y, a continuación, a un enfrentamiento estéril e ineficiente.

Los populismos o se combaten o se contagian. Los partidos políticos no pueden extremarse o desaparecer. Estamos cabalgando sobre días históricos y se necesitan luces largas, altura de miras y mucha intención. Hay que dejarse de lenguaje orweliano, de retorcer las palabras, de esa retórica vacua que pretende justificarse. Habrá que ponerse a caminar, sobre baldosas amarillas, hacia ese centro imposible, cada uno con sus ideologías, con sus propuestas y sus intenciones, pero cada uno con todo el ahínco real de trabajar por el bien común.

Como Dorothy, en El Mago de Oz, habrá que caminar sobre baldosas amarillas, sí, con todo lo necesario -ella lo hizo con mentalidad, corazón y valor- hasta Ciudad Esmeralda y buscar un centro, aunque resulte imposible, algo a lo que agarrarnos, volver a casa, como Dorothy con el espantapájaros, el hombre de hojalata y el león. Que cada uno coja su disfraz y empiece la obra. Nos jugamos mucho, en verdad, nos jugamos todo.

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