Carta de un chica de 17 que quiere tener un león

4 Feb
Camino de grava, en medio del campo.
Camino de grava, en medio del campo.

Deseaste desde niño tener un león, y esperas, y esperas, y esperas, y el león nunca llega, y un día llega una jirafa, y puedes estar solo o estar con la jirafa. Yo he decidido estar sola y esperar al león.

Os escribo esta carta desde la cafetería de un centro comercial. Finjo que espero a una amiga porque no tengo dinero para un café. Veo pasar a la gente, absorta, en sus cosas que, en verdad, son sus compras. Miro a toda esa gente y veo que no es nuestro futuro. No es el tiempo de mi generación: cuando pasen cinco o diez años, quién sabe, cuando tengo 22 o 27, nosotros no estaremos ahí porque para nosotros todo va a ser mucho más difícil.

Yo voy a crecer, mis compañeros del insti también, y mis amigos de la urba, y todos los que nacimos en el 98. Creceremos y tendremos menos oportunidades que nuestros padres, y que los padres de nuestros padres. Es así.

Finjo también que todo me da igual pero no es verdad. No, me niego. No nos convertiremos en esos tipos con pinta de universitarios que hablan, ríen y toman cervezas en la mesa de al lado, ni en esas madres hacendosas que apuran su café antes de recoger a sus hijos en la academia de idiomas, ni en mi padre que viene ahora del trabajo a recogerme. Ni falta que nos hace.

No, no quiero ser como vosotros. No quiero tener vuestras mismas mierdas, ni vuestras casas dúplex, ni vuestros coches en la puerta, ni nada de eso. No quiero ser como vosotros porque, si lo fuera, a lo mejor terminaba aceptando que este mundo no está tan mal. A veces es bueno que te empujen, que te despierten, pero yo he decidido esperar, estar sola y esperar al león. !!Yo quiero tener un león!!

Lo malo de todo es que aunque fuésemos otra cosa, aunque creciésemos y cambiásemos, y nos convirtiéramos en todos vosotros, daría igual. En verdad sería peor pero igual. Empezaríamos a trabajar antes, vendiendo líneas de móvil en el pasillo de este centro comercial, o de teleoperadores en una planta de un edificio moderno, o nos iríamos de casa alguna vez, o seríamos otros parados y deberíamos seguir en casa con nuestros padres… Es como un camino de grava, en medio del campo, un lugar tranquilo, árido, incluso bello, un camino que no lleva a ningún sitio. En fin, que da igual.

Lo siento pero no. Nuestros sueños no caben en vuestras urnas. Me da igual si formáis gobierno, o si mañana no hay periódicos,  o si descubren vida en el espacio exterior. Me da igual porque yo ya no quiero una jirafa, quiero un león o estar sola. No hay opción.

A veces, se lo digo a mis amigos: “tenemos que salir a la calle”. Sí, salir, salir más, para que no nos entierren con sus gobiernos, ni con sus portadas de periódicos, ni con la remota posibilidad de que haya vida más allá. Tenemos que salir porque  de lo contrario, no nos quedará nada, nos habrán robado los sueños,  nos convertiremos en uno de vosotros: esos que han aceptado la propina y se resignan con jirafas y han olvidado que aún quedan leones.

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