Resumen de un año metido en una maleta

29 Dic
El niño de ocho años que viajaba en una maleta. / GUARDIA CIVIL
El niño de ocho años que viajaba en una maleta. / GUARDIA CIVIL

Suena Susie Suh, I do, en mi reproductor; frente a mí, en la cocina, divertidas, juegan y cocinan mis chicas: masa pastelera para una tarta de manzana; fuera, justo en el alféizar de la ventana, Copito, el gato níveo del vecino, al que hemos adoptado oficiosamente, acaricia el vidrio húmedo y pide entrar… Toca hacer resumen del año.

Un grupo de inmigrantes llega a las costas de Europa. 3 de enero de 2015: son sólo unos cientos en un barco atestado, abandonados a su suerte por la tripulación; sí, son sólo unos cientos frente a la gran ola que está por llegar. Días después, ‘Charlie Hebdo‘, y entiendo que el problema de hoy no es ya tanto la persistencia de riesgos sino la diferente percepción de los mismos según los países, las culturas y religiones, y sus intereses puntuales. Es el “choque de civilizaciones”, anticipado por Huntington.

Triunfa Birdman en los Oscars 2015, mes de febrero. Con unos amigos, iniciamos unas tertulias de cinefilia PIB. Nos juntamos los sábados por la tarde, cada semana uno propone una peli, y nos pegamos horas charlando sobre cine y sobre nosotros. Al final, concluyo que todo lo que no se pueda contar en 90 minutos, no debería ser contado.

La imagen de un niño en una maleta en mayo. Es Abou, un chaval de 8 años, que pretendía encontrarse con su padre en España. En su momento, quise escribir un artículo sobre ello. Recuerdo que busqué documentación al respecto y me topé con una publicidad de American Airlines que ofertaba billetes para los que viajaban con menores. Miro a mi hija Ana, de 6 años, que aún cocina tarta de manzana frente a mí, y pienso en el azar, la injusticia, las paradojas de la vida, la complejidad de todo y lo inútil de las palabras.

Más dramas en el anuario. El problema, cuando se acumula, pierde sustancia. A la espera de rescate, un camión congelador con decenas de cadáveres, la imagen de otro niño muerto en las costas turcas, el éxodo de migrantes cruzando Europa, la zancadilla al refugiado… La más importante lección de la historia es que no aprendemos de la historia.

Año de elecciones de cambios, de fuerzas emergentes y nuevos aires. Tonos distintos y algunos delirios. En 2011, visité la Puerta del Sol de Madrid con motivo del 15-M, y me dio la impresión de que España empezaba a cambiar. La sensación de vértigo…, entre aquellos que no tienen que elegir: cerilla o gasolina.

La Infanta pierde el título de duquesa, el Barça gana la Liga, Rato es introducido en un coche de policía, Mas convoca, otra vez, elecciones… Leo la prensa. El “esplín” (spleen), término hoy en desuso, pero que fue lo más, denotaba el hartazgo, tedioso y melancólico, experimentado por el hombre culto [véase Baudelaire]. En este año, volvió a triunfar el empacho. En definitiva, un esplín postmoderno.

Hay noticias buenas. Diciembre de 2015: Carlos Aguilera, el paciente que tocaba el saxofón mientras le extirpaban un tumor cerebral, se recupera en casa. Carlos vuelve a hacer música, una música que resuena desde Málaga a todo el mundo, y que entra por mi ventana, ahora,como un ejemplo junto a Copito, el gato níveo del vecino, al que hemos adoptado, y se mezcla con el aroma a tarta de manzana y las risas de mis niñas que me llaman: “Papá, nos vamos”. Hay que vestirse para otra comida familiar. Próxima estación: Plutón.

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