Bares burbuja

5 May

El Observatorio de Medio Ambiente Urbano (OMAU) ha indicado que el Centro de Málaga está sufriendo un grave deterioro como espacio donde vivir a causa de la proliferación sin control de establecimientos hosteleros. Este nuevo fenómeno económico-social podría producir una nueva burbuja, ahora de bares, que arruinaría por exceso de competencia y falta de rentabilidad a un buen número de negocios. Y en nuestra Málaga ya vamos bien de burbujas. La eclosión de establecimientos hosteleros llega de la mano de la ruina en los sectores de la construcción que ha ocasionado que muchas familias usen sus indemnizaciones por desempleo para abrir un negocio relacionado con la cocina. Así, ante la atracción de los nuevos museos y la llegada de turistas en cruceros, el Centro ha pasado a convertirse en un territorio para explorar y explotar como lo fue California cuando la fiebre del oro. Si uno lee los entresijos históricos de aquel episodio social quien más perdió fue el campesino y ganadero allí establecido al que los aventureros destrozaron pastos, aguas y huertos. Los vendedores de víveres, herramientas y sueños se enriquecieron. La naturaleza humana persigue humo y quimeras; de otro modo aún estaríamos en lo alto de un árbol. Pero se puede aprender del pasado. Con este nuevo rumbo que emprende el Centro de Málaga, quienes más pierden son los vecinos y quienes más ganan son las pocas familias o compañías que poseen los locales de la zona. Los vecinos, en parte libres de los locales nocturnos masivos, se encuentran ahora con los diurnos en una cantidad, en efecto, abrumadora que está dando a zonas como Calle Granada el aspecto de un espacio comercial, más que el de una ciudad con habitantes de verdad y gentes que pasean. Un crecimiento desmesurado de bares dibuja un escenario más que un ambiente y aleja la paz y la tranquilidad de las casas. Vivir en el Centro hoy significa tener una muchedumbre perpetua metida en el salón o en el dormitorio.

El Ayuntamiento ha tenido el Centro abandonado hasta hace bien poco. Las zonas nuevas ingresaban en las arcas municipales euros con mayor rapidez que si se hubiera abordado una remodelación del casco histórico y de la degradación en la que se sumieron, y aún siguen sumidas, muchas de sus calles. El Centro sin embargo, ha reclamado el papel que ejerce cualquier centro en su ciudad, esto es, de eje vertebrador además de escaparate. Nadie aterriza en una ciudad y se dedica a visitar sus afueras o a nadie se le ocurriría situar un museo de tronío en los barrios residenciales. Los centros recogen los bandazos históricos de las urbes que merecen esa calificación; el Centro de Málaga, hasta hace pocos años, lo único que reflejaba era la miseria en la que lo habían sumido diferentes gobiernos municipales ayudados por diferentes circunstancias económicas. Mientras ciudades como Sevilla o Córdoba construyen y toman medidas que siempre miran en primer lugar a sus ciudadanos, las decisiones de Málaga siempre se toman en función de otros intereses que suelen dejar a los malagueños en un segundo plano. Ahora el Centro se ve como un filón de euros y quien viva allí que se aguante. A partir de los informes emitidos por el OMAU, el Ayuntamiento estudia vigilar no sólo la estética y el cumplimiento de las normativas, sino decretar una moratoria en la concesión de permisos de apertura de establecimientos hosteleros en el Centro. Bienvenido el informe del OMAU, pero sólo había que darse un paseo por las calles del Centro y comprobar que el paseante se tiene que quedar parado y hacer turnos de paso en calles peatonales donde las sillas y mesas se han hecho las dueñas del espacio y han convertido a los camareros en policías de tráfico. Mientras el Ayuntamiento ha permitido esta situación, estudia incrementar el IBI de los pisos vacíos en el Centro en vez de ordenar las calles para que sean habitables incluso por personas, además de por los ruidos y las cucarachas.

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