Amantes de los animales

4 Mar

Cuando escribo estas líneas, la Guardia Civil busca un caimán o cocodrilo en varias lagunas artificiales de Mijas. Dado que no es un bicho que ande por nuestros bosques, ni suele tener tarjeta de crédito propia para comprar pasajes en avión, hay que deducir que, una vez más, alguien lo ha traído a esta Málaga, donde proliferan boquerones e incluso ratas y buitres que hasta aquí arribaron al socaire de los diversos pelotazos ocasionados por la especulación urbanística sobre la que esta Costa se asienta y hasta respira. Pero no, lagartos, hasta hace muy poco, no. Ha debido ser un amante de los animales quien lo haya acercado hasta esas charcas. Recuerdo la captura de un barano del Nilo por la zona de Cerrado de Calderón hace meses. De vez en cuando también surge alguna alarma por serpientes en el Guadalhorce. Nadie cree que en Málaga existan culebras bastardas de dos metros, yo me encontré con una y puedo testimoniar que no es nada agradable, ni es un animal que incite al cariño, sino a todo lo contrario, sea eso lo que fuere. Jamás la habría invitado a mi casa. El cine ha hecho mucho daño con la difusión de ciertos elementos estéticos que quedan bien en una pantalla, pero en la realidad sólo confirman la magia de la fotografía en movimiento. Y muy mago hay que ser para que la influencia de no me acuerdo qué película pusiera de moda la adopción de cerdos vietnamitas que uno veía ir por la Alameda como perrillo pequinés. Y es verdad que se trata de un agradable mamífero pero al horno, no para que habite un piso. Huele como un cerdo y defeca como tal. Las modas se idearon para renovar los elementos industriales, los manufacturados, los del universo circunscrito al hombre. Cuando las tendencias interfieren con el mundo natural, mal va la cosa. Uno de los resultados de esta crisis económica que padecemos en la provincia ha sido el abandono de caballos. La estampa histórica del señorito andaluz sobre montura, llevó a mucho neófito a comprar un equino como si fuera una bicicleta que se guarda en el desván. Al final, en esos abandonos, el resto de la ciudadanía ha podido comprobar que nadie se convierte en caballero por montarse en una silla. Para eso no hacen falta ni las riendas; se cultiva con una actitud de respeto constante ante la existencia. Ni por título, ni por cuenta corriente.

El ser humano además de erectus y, en ocasiones, sapiens, es poseedor. Culo veo, culo quiero, podría ser el lema común de nuestro género. Desde el neolítico nos hemos hecho dueños de la tierra, del agua, de nuestras propias hembras y de nuestros semejantes. Ahora, en Málaga, donde hasta hace poco ni podíamos dar de comer a los gatos en las corraletas, como nuevos ricos de medio pelo, hay que poseer seres vivos, sea ello prudente o no. Antes se hacía pasear a la legítima, y si podía ser a la de estarperlo, con un visón sobre el cuerpo por Calle Larios, aunque fuese junio. Ahora no se va a conformar más de uno con un vulgar hámster o el jilguero de siempre. Poseer exige ciertos sacrificios, todo ha de ser a lo grande. Y mientras más raro y caro, mejor. Así los árboles están aquí llenos de cotorras, a la vez que desaparecen por captura masiva especies de loros en su hábitat amazónico. El galápago que finaliza sus días en los pantanos y arroyos cuando el nene ya no le hace caso, no es más que un depredador que arrasará con sus competidores en el biotopo. Un animal no es un juguete, pero en muchos hogares aún se ve así. Por tierra, mar y aire, nos rodean dos tipos de amantes de los animales. Unos los quieren tanto que, como los malos novios, prefieren verlos muertos y disecados sobre las paredes de sus casas, antes que libres por ahí. Otros no son felices si no pueden exhibir su poderío personal y, de paso, su podredumbre ética, mediante la posesión de especies prohibidas, aunque esta actitud acabe con la propia especie y con otras muchas. A la naturaleza le sucede como a las mujeres maltratadas. La quieren más de la cuenta. Como en la canción de Doña Concha Piquer, ojalá no la quisieran tanto.

Una respuesta a «Amantes de los animales»

  1. Pues sí, toda la razón del mundo y tan bien escrito como siempre. A mí me ha recordado tambiéna otra cación, la de Malevaje que dice “no me quieras tanto, quiéreme mejor”.

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