Ricos

5 Jul

ricosLo malo de ser pobre es que la vida se te pasa según el compás de las deudas. Con el almanaque todo el día, comprobando vencimientos de hipotecas, créditos, pagarés y toda esa serie de cárceles donde uno queda atrapado con el reclamo de una existencia más cómoda. Además, el calendario tampoco se desprende de la mano a la espera de ingresos extraordinarios, devolución de impuestos y otras pequeñas recompensas que permitan alguna expansión o libertad condicional financiera, en una hamburguesería multinacional y con gasolina de alta gama para el coche. Cuando uno es pobre envejece antes por mera conciencia del rápido transcurrir de los meses. Llega el quince y ya anhelo el próximo día uno. La paga de julio, y ya calculo gastos con la de diciembre. En enero tacho semanas para que invoquen la presencia de marzo, y al final de cada jornada de ocio ya sueño con la próxima. Disfruto la suerte del que trabaja y por eso se endeuda. Cierto que las necesidades se las impone uno mismo, pero de otro modo nuestra presencia en el planeta se asemejaría peligrosamente a la de un anacoreta y, por suerte para mi banco, no me va ese rollo de alimentarme en el desierto con saltamontes, a los que la Biblia con ironía llama «langostas»; prefiero nutrirme con colas de langosta envasada a las que los japoneses sin ningún humor llaman «surimi», o pasta de pescado.
Lo bueno de ser rico es que uno se orienta en el decurso temporal mediante aniversarios y fiestas, lo que relaja los músculos faciales y de ahí que el aspecto juvenil y lustroso del hombre acaudalado sobrepase en muchos enteros al del menesteroso, siempre con la mandíbula prieta y los labios sumidos en un constante rictus de preocupación que produce arrugas y desmanes en el aparato digestivo al que, en contra de lo que nos dicen las autoridades sanitarias, le sienta de maravilla el alcohol bien destilado, los vinos de gran reserva, el tabaco de Virginia o cualquier otra chica que amanezca en la cama, las grasas poli-insaturadas y la langosta que ni sea saltamontes, ni una masa recompuesta de organismos pelágicos. Les dejo que me voy a hacer cuentas.

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