Ni mujer ni con estudios

15 Dic

Las cifras que el sindicato Comisiones Obreras ha publicado sobre el empleo, o desempleo, en Málaga dibujan el rostro de la parada por excelencia dentro de nuestras pequeñas fronteras: Mujer, cualificada y de la costa oriental. Ya sólo falta asignarle un número de DNI, una foto y ya tenemos la ficha completa de una intransferible tragedia personal de esas que duelen mucho pero de puertas hacia adentro, como la pérdida de un ser querido o el descenso de la autoestima bajo la sospecha de que uno, o una, mejor dicho, se ha equivocado en el camino que eligió. La crisis está provocando que los puestos laborales que se ofertan exijan poca cualificación, incluso no exijan nada, pero nada de nada, ni contrato de duración razonable, ni horario completo o ajustado, ni sueldo que permita afrontar una existencia que se considere digna para un trabajador en estas tierras. Esto para los oficios que requieran sólo la voluntad de realizarlos, por paradojas inimaginables lo peor viene para quienes acompañan las ganas de trabajar con un currículum donde figuren estudios superiores o ya simples estudios. Leí hace poco unas declaraciones de una chica con doctorado que se planteaba engañar cuando acudiese a una entrevista de empleo y cometer faltas de ortografía escandalosas que camuflasen su cultura.

     Tiempos extraños; antes se decían mentirijillas sobre el buen nivel de inglés para meter el pie en la puerta de la empresa; ahora se falsifica la propia existencia intelectual pero a la baja. Nadie contratará una licenciada en química, por ejemplo, para ejercer como camarera; o a una matemática como secretaria. Las empresas, sobre todo las serias y solventes, han practicado esta política de selección del personal porque pretendían operarios satisfechos con sus cometidos y que permanecieran en ese puesto durante una cantidad de años que, claro está, aportase beneficios a la entidad contratante. La experiencia se consideraba un modo de inversión a largo plazo; ahora, cuando un contrato se firma con el mismo vencimiento que las letras de un frigorífico, la nueva doctrina sobre recursos humanos para un buen número de negocios parece ser la de ni permanente, ni con estudios. A los que podríamos añadir: ni mujeres, ni con derechos. Comprobamos que los “ninis” no sólo se encuentran en el ámbito doméstico; se expanden por todo el entramado social como esos malos refranes de “ni amor obligado, ni zapato ajustado”, o el de “ni sirvas a quien sirvió, ni pidas a quien pidió” que parece adecuarse mejor para estas relaciones entre patronos y obreros.

     La pregunta brota inevitable ¿Entonces qué bondades aporta la reciente reforma laboral para el trabajador? ¿Y para la trabajadora? Que según los datos, tenemos que discriminar. Aunque para discriminación la que se efectúa en nuestra jungla laboral malagueña y en crisis. Se permiten contratos temporales bajo la filosofía de que el empresariado pueda responder a las demandas ocasionales; se permiten contratos por horas para que no se comprometa la jornada completa; se minimizan las cargas sociales para que el paro se ponga en movimiento y aún así, nada. No surgen contrataciones, lo que demuestra que no se debe renunciar a ninguna conquista de los trabajadores porque el empresariado en general deja muy claro en sus balances que no constituye ninguna ONG. Todo lo que puede empeorar, empeora, expresa un refrán no canónico aunque sabio. El Gobierno va a modificar la fortuna de 486 euros que se entregaba a los parados de larga duración, con el fin de que se cobre a cambio de formación ocupacional. Un error para buscar trabajo en Málaga, la de las mil tabernas y el empleo con baja cualificación. Si nuestros gobernantes no quieren seguir añadiendo obstáculos a las mujeres para que se integren en la actual vida laboral que se permitan por ley las falsedades sobre la formación personal en el currículum. Parece que una mujer bien preparada asusta en bastantes empresas. Tanto cerebro intimida.

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