¿Qué ruido?

29 May

Me parece que ya hemos cumplido con todas nuestras obligaciones electorales para los próximos tres o cuatro años. No sé qué va a ser de la sexta noche. Me produce cierta lástima lo que pueda ocurrir ahora con los datos de audiencia de ese tostón de programa, porque comparto con Isabel Díaz Ayuso la teoría de que lo feo es entrañable. Algún día revelaré, con parecido absurdo, mis nostálgicos atascos echados de menos, que también los tengo biensufridos, sobre todo atravesando Córdoba en los setenta y pocos, camino de otro agosto en Málaga. Ay, Málaga, qué bonita eras también así, pobre y achicharrada al sol de mis coquinas. Ay, más fuerte y otra vez suspirando. Ay.

Alquitranes aparte, más que la suerte que pueda correr Iñaki López, que no lo conozco personalmente, por haber llegado a este fin de ciclo electoral, lo que más me preocupaba del abismo sin programa -que ver en la tele o que leer en la web de los partidos- era la peor fortuna que podrían haber corrido los residentes del centro histórico por causa del resultado, reiterativo, de las elecciones municipales. Yo que soy de barrio, personalizaba el sufrimiento ajeno del residente hastiado en mi amigo Rafael, de buena familia arruinada por la filoxera en los tiempos de maricastaña. Hago un paréntesis para aclarar que los pobres no podemos arruinarnos nunca, una ventaja que tenemos. Volviendo al bueno de Rafa y salvando el escollo de la ruina vieja del tatarabuelo, su familia sigue siendo más adinerada que la mía de aquí a Lima. Y que la tuya también. Y, consuetudinariamente, ¿mal?vive en una perpendicular a calle Larios, en un segundo piso de techos altos con vistas lejanas a un piquito de la catedral.

Siempre que quedamos se queja del ruido de la noche del centro. Del poco sitio que le dejan las terrazas de los bares para acceder sin dificultades a su portal. De que en el primero le han puesto un apartamento turístico para despedidas de soltero de oficinistas de Valladolid. De que sus tíos se han tenido que ir a La Cala del Moral a vivir porque no resisten más el escándalo de la continua parranda que organiza el Ayuntamiento en la almendrita. Que si tiene que ir lejísimos a tirar la basura. Que si han cerrado todas las tiendas tradicionales donde siempre había ido a comprar. Que si el centro se ha convertido en un parque temático para turistas…

Digo que me preocupaba por los vecinos del centro, En pasado. Porque el domingo por la noche vino a mi casa pobre de barrio pobre sin problemas de ruido -tal vez sea el único problema que no tenemos- muy contento de que todo siguiese igual en el gobierno local. ¡Con una banderita del PP! Puestos a festejarlo, claro, lo celebramos juntos, que con los amigos hay que ser solidario. No sé si hicimos mucho ruido al pasar por calle Álamos de vuelta, a las tantas. Espero que no, rogando perdón y persignándome.

Con todo el follón del ZAS, con la de páginas que se han llenado en los periódicos con las justas reivindicaciones de los residentes del Centro Histórico, con la lata que se ha dado en los medios por la supuesta dejadez municipal y a pesar de que los responsables del Partido Popular ni siquiera respondieron -tampoco los del PSOE ni Ciudadanos- al cuestionario que les envió la Asociación de Vecinos Centro Antiguo de Málaga para saber cuáles eran sus planes para mejorar la situación del Centro y de sus vecinos, brindamos con champán del barato.

En una encuesta de febrero realizada por Metroscopia para el PP de Málaga se afirmaba que los problemas más importantes que señalaban los malagueños eran la limpieza de la ciudad (35%), el paro (31%), asuntos relacionados con el urbanismo (24%), el tráfico (15%), gestión del Ayuntamiento (8%), la inseguridad (7%), la pobreza (4%)… ¿Dónde está el ruido? Muy lejos. Sólo el 1% de los encuestados se quejaba del ruido.

El PP ha ganado las elecciones municipales en Málaga con el 39,62% de los votos. En el Centro ha conseguido el 58,96%. ¿Ruido, qué ruido? Me parece que los residentes del Centro Histórico están contentos como están. Los del ruido hacen demasiado ruido. Y esto, ya no es un sondeo.

Una respuesta a «¿Qué ruido?»

  1. Tengo yo un amigo de juventud (que sigue siendo mi amigo), que ha llegado a buenos puestos en su empresa. Se ha vuelto muy de derechas él.
    Resulta que ahora le encanta tocarme las pelotas por whatsapp con cosas políticas. Le divierte restregarme la victoria cuando ganan los azules y no los rojos. Y le encanta mandarme noticias de la casa de Pablo Iglesias, de que han pillado a un rojo comiendo cigala en un restaurante de postín, y de cosas de esas.
    No sé que le ha pasado, y por qué le divierte tanto esto.
    Tampoco sé si tu amigo es así.
    En fin.

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