La reciente gala de los Oscar (y antes la de los Goya, celebrada en mi ciudad) nos ha metido de lleno en el mundo del cine. Hay muchas personas a las que les gusta el cine y que, incluso, se sienten apasionadas cinéfilas. Pero una cosa es ver cine y otra cosa es hacer cine y saber de cine. Voy a hablar de lo segundo. De querer, saber y poder hacer cine. Desde hace mucho tiempo pienso que la mayoría de los mensajes nos llegan a través de las imágenes fijas y secuenciadas. Pero somos analfabetos en ese lenguaje en el que otros nos transmiten ideas y sentimientos con un pericia cuyos intríngulis desconocemos.
Del lado del emisor hay un pequeño grupo de expertos, publicistas y cineastas, que se las saben todas sobre el lenguaje visual. Saben lo que quieren y cómo pueden conseguirlo. Lo que quieren puede ser vender o conseguir transmitir determinados mensajes. Del lado del receptor estamos millones de personas que consumimos anuncios, series y películas casi sin cesar, pero que no manejamos los códigos de la comunicación lingüística visual. Hasta decimos: “es una película de Nicole Kidman o de Brad Pitt”. Pero no tenemos ni idea de quién es el director.
Nos preocupa mucho que, a través del lenguaje verboicónico, se transmita a las personas contenidos indeseables. Pero no se debe censurar hasta el extremo de eliminar todo lo que pueda ser nocivo. La solución es que ante las pantallas estén personas inteligentes y bien formadas que sepan discernir cuándo llega un mensaje tramposo y cuándo un mensaje honesto. Cuándo hay calidad en el discurso visual y cuándo hay solo basura. Porque si el espectador valora cono deseable la basura seguirán ofreciéndonos más y más. “Es lo que pide el público”, dicen los productores de imágenes. Porque lo que quieren es audiencia.
Durante tres años cursé una Diplomatura en Cine que ofertaba (y creo que sigue ofertando) la Universidad de Valladolid. Me llevó a ella la inquietud por la educación cinematográfica. Después realicé mi tesis doctoral sobre connotación y denotación en la lectura de mensajes verboicónicos estáticos. Fruto de aquella investigación publiqué el libro “Imagen y educación” (Editorial Anaya de Madrid y luego Editorial Magisterio del Río de la Plata de Buenos Aires).
En aquella diplomatura teníamos asignaturas como teoría y técnica del cine, géneros cinematográficos, dirección, guión, montaje, historia del cine… Estudiábamos planificación, angulación, movimientos de cámara… Veíamos mucho cine y analizábamos muchas películas. Recibíamos la visita de directores, actores y actrices, iluminadores, montadores, críticos… Teníamos con ellos sesiones verdaderamente interesantes. Para cerrar la diplomatura teníamos que hacer una tesina que yo dediqué al estudio de “La Diligencia” de John Ford, que es para mí en el cine lo que el Partenón es para la arquitectura.
Cuando fui Director de un Colegio en Madrid hace ya muchos años (experiencia a la que me he referido en otras ocasiones) organizamos un amplio programa de actividades. Más de cincuenta. Algunas relacionadas con el cine. Por ejemplo, un cine club por etapas (pequeños, medianos, mayores). Pero había una actividad especialmente significativa que era un taller de cine. Se hacían películas. Los chicos escribían un guión literario y el director de la película hacía el guión técnico. Había productores, secretarias de rodaje, directores de sonido y efectos especiales, montadores, actores y actrices, etc. Daba gusto acercarse al taller y ver cómo planificaban y preparaban la filmación. Y cómo rodaban. Las películas se proyectaban para todos los alumnos y alumnas, una vez terminadas.
Recuerdo que me pasé una tarde por el taller y vi lo que estaban haciendo. Estaban terminando un guión. Y discutiendo el final. La historia era sencilla y divertida. Alguien tenia muchas ganas de orinar. Se le veía impaciente esperando que alguien saliera del water. Luego se iba a un descampado y aparecía una señora en una ventana. Cada vez estaba más angustiado y nervioso. Luego corría hacia un jardín y al levantar la cabeza veía una estatua de algún personaje que le intimidaba… ¿Cómo terminamos? Las respuestas eran múltiples. A cuál más creativa. Después de enconadas discusiones del equipo prevaleció la idea del director de la película: el personaje va corriendo desesperado, ve una fuente, se mete vestido, se sienta en medio del agua y la cámara enfoca en primerísimo plano su cara aliviada y sonriente. El director pasaba luego el guión literario al guión técnico que servía de guía para la filmación. Pasaba la narración literaria a narración cinematográfica. Ahí radicaba la clave. Conocer el lenguaje cinematográfico.
En otra ocasión hicieron una película en la que criticaban las interminables esperas en los restaurantes. Se veía a un comensal sentado en la mesa y las sucesivas tomas iban reflejando cómo las flores aparecían primero frondosas, luego marchitas y al final muertas, mientras el rostro del personaje iba adquiriendo tonos de cansancio y de inanición. Había gestos desesperados del actor mirando el reloj, pero poco a poco iba perdiendo las fuerzas. Se iba debilitando por el hambre y la espera. Y acababa muriendo de viejo en la silla delante del plato todavía vacío.
La pretensión era que supiesen narrar con imágenes, que superan plasmar las ideas en un lenguaje diferente al que habitualmente utilizaban. Después de contar la historia en imágenes, procedían a hacer el montaje. Obsérvese que, habitualmente, cuando queremos que los alumnos que nos cuenten algo les damos un bolígrafo o un ordenador, pero no una cámara.
Los miembros del taller recibían clases de cine. Sabían lo que era un primer plano, un plano en contrapicado o un travelling de retroceso. Sabían como mezclar palabra, sonido e imagen y sabían cómo se montaba la película. (En una ocasión les pidió que hiciesen el guión técnico de una pequeña historia. Tenían que hacerla planificación y, al lado, colocar diálogo y sonido. Recuerdo que uno solo presentó la secuencia de imágenes. Cuando le pregunté por la banda sonora me dijo que se trataba de una película de cine mudo. Vivir para ver).
Hace años (de ello hablé en este mismo espacio) creé un Cine Club para los alumnos y alumnas del Instituto en el que impartía clases de Filosofía en la ciudad pontevedresa de Tuy (ahora Tui). Todos los alumnos y alumnas se hicieron socios y disponían de su carnet (probablemente el primero de sus vidas). Sé que algunos lo conservan como un hermoso recuerdo. Cada viernes, al terminar las clases, nos dirigíamos al cine YUT, en el que presentaban la película y, después de la proyección, la comentaban y analizaban en debates apasionantes.
Tengo en casa los libros de la colección “Cine para leer” Editorial Mensajero), cuyo primer número es de 1972. He conseguido hasta la fecha que no me falte ninguno. Desde el año 2000, la Editorial publica 2 tomos cada año: “Cine para leer” (enero-junio) y “Cine para leer” (julio-diciembre).
Hace unos años dirigí la tesis a Raúl Rojano. El tema era sugerente: ¿Cómo se utiliza el cine en la Facultad de Ciencias de la Educación? El doctorando leyó mi libro “Imagen y educación” y me dijo que sus tesis seguían teniendo plena vigencia en nuestros días. Es que hemos avanzado muy poquito desde entonces. De hecho, según descubrió en su exploración, en la Facultad se utiliza el cine como un auxiliar didáctico, pero no se trabaja el cine como un lenguaje que nos permite comunicarnos. Hago votos por una rigurosa y atractiva formación cinematográfica. Siempre estamos a tiempo.
Cámara y acción…
Una parte muy importante de la formación del pensamiento crítico debe ser la enseñanza y el aprendizaje del lenguaje cinematrográfico o televisivo, el del mundo de la imagen publicitaria, el de la información periodística, el uso de las tic,… Es decir, el desciframiento de la información que nos proporcionan los medios de comuniciación de masas audioviales y escritos. Ya va siendo hora de dejar de perder el tiempo con equinodermos, artrópodos, anélidos, moluscos,… Pocos llegarán a ser ornitólogos, veterinarios o biólogos. Y suma y sigue con otros conocimientos absurdos para un niño o niña.
Corten…. 😉
Buena semana….
Querido Juan Carlos:
Si no estamos formados en esos códigos de transmisión seremos fácilmente engañados.
Por otra parte, no sabremos distinguir cuándo nos presentan un mensaje con calidad y cuándo nos ofrecen basura.
Si la película más vista por los españoles hace años fue No desearás al vecino del quinto, pues lo lógico es que hagan otra con el vecino del sexto y del séptmo y del octavo…
Gracias, amigo.
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Querido Maestro!
Le debo de confesar que me gusta ver cine pero nada experta en conocer sus entresijos.
Me ha llamado poderosamente la atención que como usted hace años, hace solo unos meses, visité la ciudad Pontevedresa de Tui y debo decir que me encantó.
¡Una ciudad de cine y de ensueños!
La vida es a veces como una película, y depende de cómo la vivas puede ser una comedia, un drama o una simbiosis de las dos.
La cámara son los ojos, el visor que recorre el mundo en blando y negro o en color.
El argumento está escrito en la manera en cómo te desenvuelve y afrontas los desafíos de vivir.
La trama, son los pequeños esfuerzos que hacemos, por hacer de la vida un sueño y disfrutar de los pequeños placeres de lo cotidiano.
Y el desenlace, el final siempre está sujeto a las interpretaciones subjetivas que hacemos de la acción.
No que decir tiene que a mi ne gustan las películas con final feliz.
De todo se aprende y le aseguro que intentaré, cuando vea una película, ir más allá e interesarme en conocer no solo los protagonistas sino también las sutilezas del director.
Bendito el poder del cine que nos abre los ojos a un atractivo mundo lleno de sorpresas e imaginación .
Silencio, empieza la acción!
El final será algunas veces fruto de tu imaginación.
¡Nos veremos en la próxima sección!
Querida Loly:
Qué hermoso comentario.
Sí, la vida es de película. Y cada uno es el director de su historia. Ojalá tenga final feliz, como dices.
Yo veo muchas veces las películas pensando dónde está la cámara, desde dónde y cómo se está filmando.
Pues sí,cada director tiene su estilo y su ideología. Te voy a poner un ejemplo. No sé si has visto LA LEY DEL SILENCIO. La dirige Elia Kazan. La protagoniza Marlon Brando.
Quien no sepa nada del Director puede pensar que la película nos propone un tema social. Pero tiene una tremenda trampa. Es una huelga portuaria en Nueva York. Kazan presenta a los trabajadores como cobardes, insolidarios, silenciosos… Un héroe (Marlon Brando) salva a la gente. Es decir, un héroe, una persona solitaria… Pero la vida no es así. No es un obrero heroico aislado el que salva. Es la solidaridad y la valentía de TODOS. Pero Elia Kazan era un traidor y un cobarde que, en la caza de brujas, denunciaba a sus compañeros… ¿Cómo iba a hacer una película aleccionadora socialmente?
Muchas gracias por tu comentario.
Besos.
Te esperamos el próximo sábado.
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Gracias, una vez más, por sacar el tema. Si no estamos educados y avisados en el lenguaje de las imágenes, nos la pueden dar y además peligrosamente. Solo recordar cómo las imágenes tienen mucho pode, incluso en la más sencilla y elemental información. Siempre me acordaré de unas noticias políticas que nos dan como si todas fueran igual de generosas y no muy diferentes e intencionadas. Observé, hace algún tiempo,que incluso en la Sexta, nos metieron una secuencia, en la que, tras hablar directamente al espectador el Sr.Rivera, la siguiente secuencia era una marcha de componentes de Podemos que marchaban todos aplaudiendo, sin solución de continuidad. Para muestra, un botón, pero hay que tener cuidado con los botones, porque nos los pueden hacer tragar y varias veces al día.
Un abrazo.
Querido josem:
No voy a entrar en el espinoso tema de la percepción subliminal, tan traída y llevada.
Vox hizo un vídeo en el que se veía a los parlamentarios del PSOE aplaudiendo la intervención de la portavoz de Ezquerra cuando habían aplaudido a Batet. Pero hay muchas trampas en el montaje y el discurso visual.
Y, además, hay que saber apreciar la calidad de las películas y de las series.
De lo contrario nos seguirán atiborrando de lo que nos gusta.
Graciaa por tu participación.
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Querido Miguel Ángel, el cine forma parte de mi historia personal, nací impregnada por esta legua familiar, ya que como recordarás el cine Yut de Tui, pertenecía a mi familia. En casa también empecé muy pronto a ver el llamado cine clásico en compañía de mis padres cuando solo existía una cadena de televisión.
Pero tu llegada a nuestra ciudad y con la creación de lo que para mí era un cine forum me abrió otra visión del cine, nos enseñaste a ver el cine con otros ojos, con otra mirada, desde cómo eran los planos hasta los movimientos de la cámara…y por supuesto los directores, los guionistas, por primera vez nos hablaste de la caza de brujas en USA…” Un tranvía llamado deseo”, “Esplendor en la hierba” y cuántas otras. Cuántas tardes hablando de cine, de un cine desconocido para nosotros chicos y chicas en el despertar de la primavera a los que nos invitabas a pensar. No se me olvidarán nunca las primeras películas de Bergman, Truffaut, Jhon Ford, Elia Kazan y cuántos otros. Si el amor al cine estaba incrustado en mi ser tu transmisión fue una experiencia maravillosa cuyas marcas siguen presentes.
Mis hijos, jóvenes actuales también aman el cine, saben que aunque ficción, en efecto como parte de nuestra vida en la que vamos escribiendo el guión con nuestros avatares, encuentros y elecciones, el cine nos nos cuenta historias que son muchas veces universales, porque abordan lo humano. ¡ Cuántas veces me dejó seducir por sus sugerencias!
Larga vida a los maestros que aman el cine y lo transmiten ! Larga vida al cine!
Un abrazo muy fuerte Mabel Alonso
Querida Mabel:
Qué enorme alegría me has dado con tu magnífico comentario.
Me acuerdo muy bien de tu padre, de tu preciosa hermana, del cine Yut y de nuestras sesiones de lis viernes.
Me acuerdo cómo íbamos del Instituto San Pelayo al cine caminando por la ciudad.
Lo que no sé si sabrás es que el comisario de policía me recriminaba que pusiera películas prohibidas. Aun recuerdo la bronca por Dulce pájaro de juventud, que tenía la calificación de 4 Gravemente peligrosa…
Qué alegría saber de ti, de tu amor al cine, de la importancia de tus recuerdos, del amor al cine de tus hijos…
Nada, que me has llenado el corazón de emociones.
GRACIAS.
Y que me escriba Rosa.
No sabes cómo recuerdo aquellos años.
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Saludos Dr. Miguel Ángel, a sus lectores y a los comentaristas. Una reflexión admirable, que permita encontrar nuevas vías para que las y los estudiantes aprecien aquello que realmente necesita saber y de la forma más adecuada al tiempo. Porque como señaló en una entrevista para un periódico en México -“no se puede hacer una buena formación en aulas masificadas, con exclusivo componente teórico… La evaluación tiene un componente importante que es el de comprobación. “Eso que tenían que aprender, ¿lo han aprendido?”. “Esas competencias que tenían que adquirir, ¿las han adquirido?”. “Esas actitudes que tenían que poseer, ¿realmente las poseen?”. No es nada fácil comprobar con rigor…”-. Retomando las palabras de su entrevista y articulando la reflexión inspiradora del artículo… tiene razón si la estrategia del cine se usa en la docencia para tener una idea más ajustada de lo que tienen por comprensión del tema los y las estudiantes, sería una evaluación más ajustada para apoyar en el proceso al saber y la evaluación sería más auténtica y menos ansiosa, eso creo. Gracias Dr.
Querida Lourdes:
Me alegra mucho recibir comentarios desde tan lejos en el espacio pero desde tan cerca en el pensamiento.
Merece mi gratitud el saber que, una vez más, has dedicado tu tiempo a leerme y a realizar un comentario interesante que jo solo tiene en cuenta el artículo sino otros textos como es el caso de la entrevista que me hicieron en México.
Suelo decir que una evaluación pobre genera un proceso de enseñanza y aprendizaje pobre.
El cine puede ser un elemento interesante para la enseñanza, pero también puede ser objeto de enseñanza.
Besos y gracias.
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He leído el artículo, los comentarios y la respuesta a los comentarios. Yo solo puedo decir que veo cine con poca frecuencia en las salas, con algo más de frecuencia a través de la TV.
Consideró de máxima importancia el saber leer en ese libro audiovisual. Hoy en día estamos inmersos en ese mundo, entenderlo lo considero vital. Conocer el director de la película, no sólo el nombre, que de poco vale, sino su trayectoria vital nos ayudará a comprender lo que realmente nos quiere comunicar.
Personalmente rechazo montones de películas de hoy en día por mí y, aún más, por mi esposa. Tanta violencia, tantos puñetazos, tantos tiros, tantas cosa macabras. En fin, no vemos películas que nos dejen mal sabor de boca. Hay películas violentas con un gran guión y vale la pena verlas.
Cuando se hacen películas terroríficas con el único fin de aterrorizar es porque tienen clientela, pero yo me pregunto, ¿qué nos ofrecen?
Hay muchas terroríficas, por ejemplo, de las dos guerras mundiales. Esos libros visuales vale la pena leerlos y sacar conclusiones.
Esto que digo, pone en más importancia el conocimiento e interpretación del lenguaje cinematográfico del que como entre otras muchas cosas eres experto, Miguel Ángel.
En mi casa, ahora de dos, el criterio que tenemos respecto a los programas es: lo que nos altera psicológicamente para el que lo quiera. Buscar la atención por violencia gratuita, es rechazale.
Gracias por este otro artículo que nos invita a pensar. Extiendo esa gratitud a los comentaristas.
Querido Joaquín:
Me parece un criterio sensato y responsables que utilizas Ana Mari y tú. ¿Por que ver lo que te daña e incomoda?
Sois dueños de vuestras decisiones.
Yo me quedo muy fuera de la película y no me meto excesivamente en la historia. Pienso que ese actor que ha muerto se irá a cenar tranquilamente cuando termine el rodaje.
Y pienso muchas veces dónde está la cámara y qué movimientos está haciendo. Acaso eso me saque un poco de la intriga.
Tenemos algunos problemas con Carla que quiere verlo todo…
Me alegro mucho de haber hecho aquella diplomatura. Lo pasamos muy bien, vimos mucho cine y nos abrió mucho los ojos.Nos impresionaron mucho las investigaciones sobre el lenguaje subliminal. Vimos ejemplos importantes. Metían fotograbamos que no se “veían” pero que hacían su efecto. Por ejemplo: publicidad de palomitas (y aumentaba su consumo), “llaman a la puerta” y se levantaba la gente pensando que alguien había llamado, fotograbas con imágenes de terror y la gente se asustaba… Las imágenes eran leídas solo por el subconsciente.
Recuerdo que participé en una gran campaña que lleva a por título OJOS NUEVOS PARA EL CINE.
En Francia, hace años, hubo un movimiento que se llamó EL LENGUAJE TOTAL.
Considero muy importante la formación para el mundo dela imagen..
Un gran abrazo.
Y gracias por pu paciente participación de cada semana.
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Qué maravilla el cine. A me encanta. Soy una cinéfila empedernida. Pero tengo que reconocer que no tengo mucha formación y que aplico a las películas un criterio muy superficial de análisis. Me gustan o no me gustan.
El artículo me ha hecho pensar en lo necesario que es tener una información sobre el lenguaje cinematográfico. De esa manera podría discernir mejor cuándo una película es realmente buena o mala, más allá de mis gustos.
Gracias por el artículo
Querida Marta:
Hay quien dice que una película es buena si te gusta y mala si no te gusta… Pero no es tan así. Porque si a alguien le gusta una película de Santiago Segura como Torrente mas quevuna película de Amenábar es que algo falla en el análisis.
Es como si a alguien le gusta más un cuadro de unos ciervos del salón de su casa más que un cuadro de Monet.
Hay que tener formación.
Hay que tener criterios bien fundados.
Besos y gracias.
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Miguel Ángel.
No estoy de acuerdo del todo en tu respuesta a Martan. Se puede disfrutar de una película sin tener conocimientos cinematográficos, al igual que se puede disfrutar de la música sin saber solfear, o se puede disfrutar de muchas otras cosas sin ser un experto, simplemente por la emoción o sentimientos que produce en el expectador.
Otra cosa distinta es cuando se refiere a desentrañar mensajes que producen manipulación o engaños. Ahí está el conocer y entender estos lenguajes. Esa es la línea de argumentación de tu entrada de esta semana y en la que yo coincidía en mi primer comentario. Pero habrá que tener en cuenta otro puento de vista… Voy a intentar ilustrar mi comentario con un ejemplo. Es curioso ver en una corrida de toros de un pueblo (no desvirtuemos el ejemplo con toros si o toros no, solo es un ejemplo…) cómo los espectadores se lo pasan muy bien y se divierten con “cualquier” cosa que hace el torero, y cómo, en cambio, en plazas como la de Madrid, dificilmente los espectadores se divierten intentado ver la pureza del toreo. Al contrario abuchean, pitan y muestran su disconformidad con las mayoría de los actos que realizan toreros, banderilleros, picadores,…
Con ello quiero indicar que hay muchos aspectos de la vida que solo cabe disfrutar de ellos, sin más, “con un criterio superficial”, tal y como afirma Marta, sin tratar de discenir o analizar esos aspectos. Cuando comemos un comida que nos gusta disfrutamemos de ella sin más, no es necesario saber los ingredientes ni el proceso de elaboración, aunque si tienes interés puedes llegar a concerlos. Te imagino respondiendome “y si te echan cualquier sustancia tóxica a la comida…. Tendrás que educar el paladar…” 😉
Ya ves que sigo leyendo durante la semana, cuando puedo…
Querido Juan Carlos:
Ya veo que sigues el artículo a través de los comentaristas y de las respuestas que les voy dando. Admirable. Y de agradecer.
Aquí tenemos una cuestión interesante.
Es cierto que si una obra te gusta es que te gusta. Pero, ¿cuáles son los criterios por los que gusta o no gusta?
Ahí tendríamos una primera cuestión: Muchas personas no sabrían explicar por qué.
No es igual que te guste un Renoir que un cuadro hecho por un principiante que no conoce casi nada de las claves de la pintura.
Tú mismo lo dices respecto a las corridas. Una cosa es saber y otra no saber de toros.
Ahí está la clave de mi artículo. Es necesaria una formación para que una película mala no te pare<ca una obra de arte.
Un cordial saludo.
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Hay que escribir despacio y corregir para evitar que el corrector del móvil te juegue una mala pasada. Ahí está el problema. Ay qué dolor me da ver la falta que he cometido en el comentario anterior!!!
No creo que los del tendido siete de las ventas analicen mensajes extraños durante la corrida. No todo se puede analizar, algunas cosas con la intuición es suficiente… No podemos ser expertos en todo.
Querido Juan Carlos:
La vi y pensé en la corrección pero, como el comentario era largo, se me fue el santo al cielo al terminar la lectura. A todos nos puede pasar. Verás que está solucionado. NO hay que darle tres cuartos al pregonero.
Y, sí, tienes razón en buena parte. No hace falta saber de cine para disfrutar de una buena película.
Digan lo que dicen los críticos, a uno le puede gustar una película sencillamente porque sí.
Saludos.
MÁS
La formación del espectador no es solo buena para él sino para mejorar la calidad de la producción. Porque el cine, además de un arte es un negocio. Y no van a hacer los directores y directoras un cine que no vaya a ver la gente.
Si lo gusta es el cine de calidad, se hará más cine de calidad. Y si lo gusta son películas como Torrente, se hará Torrente I, II, II, IV, V….
Es muy importante la formación cinematográfica.
Gracias por el artículo. Me ha parecido estupendo.
Querida Natalia:
Esa es mi tesis. Esa es mi propuesta.
Y por eso puse en marcha las iniciativas de las que hablo en el artículo.
Creo que muchos espectadores no tienen en cuenta NADA más que sus gustos para el análisis: no saben quién es el director ni qué pasa con su vida, ni analizan nada de la técnica o del montaje, ni piensan en la lógica de la narración… Cuando vi la película El golpe, me di cuenta de que el director había engañado a los espectadores. Porque les hizo creer que los actores no sabían nada entre ellos de lo que sucedía, pero no era así. Hitchcock nunca hubiera hecho eso.
Hay quien se deja influir demasiado por lo que dicen los demás. “Esa película es maravilloso” porque lo ha dicho Fulanito o Fulanita. ¿Y tú qué piensas?
A mí me gusta leer la opinión de los críticos porque suelen ser personas bin formadas e informadas en cine.
Saludos y gracias.
MÁS
Buenos días a todo el mundo.
“Todos somos contingentes, Sr. Guerra, pero tú eres necesario.
Que tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
La frase de la película “Amanece que no es poco” dirigida al alcalde, del recientemente fallecido Cuerda, es un buen homenaje al cine.
Pero ni en aquel caso, ni en este, ni en ningún otro es una frase certera.
Un cordial saludo.
MÁS
Que maravilla del cine, lo veo una forma de evadirme de los problemas y de la sociedad que nos rodea.
Querida Celia:
A mí también me encanta, pero hay que ir un poco más allá para que podamos comprender bien los mensajes y apreciar su calidad.
Sería estupendo también saber expresarse en ese lenguaje.
Tengo una colección de libros titulada CINE PARA LEER. Empezó en 1972 y se cerró en 2018. Yo los tengo todos. Estoy muy satisfecho de no haber perdido ni un solo año. Desde 2000 se publicaron dos por año.
Me gusta que disfrutes con el cine.
Gracias por leerme.
MÁS
El cine es una estrategia que es bastante buena para que los estudiantes se sientan más motivados y puedan hacer algo interesante y diferente a lo que están acostumbrados. Ahora bien, debemos estar avisados del lenguaje de las imágenes y de los contenidos que pueden ver los alumnos ya que a veces puede ser peligrosa. Las imágenes tienen mucho poder y hay que saber qué mostrar para que esté bien dentro del ámbito educativo.
Me encanta el cine y este Blog que he podido ver, espero que el cine siga prosperando y saquen muchas más innovaciones a lo largo del tiempo, por que es algo al que asisten muchas personas hoy en día y está muy bien valorado.
Querida Rocío:
Lo ideal sería que estén frente a la pantalla espectadores inteligentes capaces de detectar los engaños y de valorar la calidad.
Para saber ver cine no hay falta solo abrir los ojos, es preciso tener la mente preparada.
Es bueno el cine como auxiliar didáctico, pero creo que hace falta ir un poco más allá.
Gracias por leer y por escribir.
Saludos cordiales.
MÁS
Querido Miguel Ángel, y queridos lectores:
soy un apasionado del cine, como tantos, y efectivamente comparto la necesidad de enseñar el lenguaje del cine. Hace años que se habla de la AMI (Alfabetización Mediática e Informacional), y dentro de ella, el lenguaje del cine. Mucho se ha escrito desde que en la década de los ochenta Miguel Ángel Santos publicara su tesis Imagen y educación, y efectivamente poco se ha avanzado al respecto.
Actualmente existe un programa de innovación educativa que lleva por título Aula de cine, cuya finalidad básica es “promover la alfabetización audiovisual del alumnado y el profesorado andaluz”. Este sería el enlace: http://www.juntadeandalucia.es/cultura/auladecine/
Cualquier centro educativo puede participar en el programa. Y una de las posibilidades del mismo es desarrollar con el alumnado la alfabetización audiovisual.
Sin embargo, uno de los argumentos más extendidos que l@s docentes esgrimen respecto al uso del cine en la educación es la rigidez del currículo. L@s profesor@s se deben al currículo. El tiempo es un bien escaso y los contenidos son amplios. Hay educadores que quisieran extenderse más en estas lides, sin embargo se encuentran con diversos problemas. Y todos los problemas derivan de un único hándicap: el tiempo es un bien escaso. El reloj no da tregua. Frente a esta carestía intrínseca a los seres vivos nos encontramos con una burocratización creciente de la labor educativa. Todo ello confluye en que el cine sea considerado un recurso más al servicio de unos contenidos. Dejando de lado la posibilidad de tratarlo como un fin en sí mismo.
Por otro lado, comparto con Rocío el anhelo de que el cine siga prosperando. Aunque nada indica lo contrario. Todo apunta a que el cine gozará de una longevidad envidiable. Nació como un fenómeno con vocación de masas y después de un siglo sigue siendo un fenómeno de masas. Es un negocio muy rentable, y mientras siga generando beneficios seguirá prosperando. La cuestión es qué cine se produce y para qué espectadores. Más aún, qué papel debe jugar la escuela en la alfabetización audiovisual, o incluso si la misma se estima necesaria. En este sentido, no parece descabellado mantener que dicha alfabetización resulta relevante en esta iconosfera reinante.
Saludos cordiales.
Querido Raúl:
Ya he visto que te has decidido a enviar el comentario. Era una pena que se quedase guardado en un calorcito de tu ordenador.Tienes mucho que aportar sobre este tema, no solo por tu afición al cine sino por la profunda formación que has conseguido tener después de muchas lecturas, reflexiones e indagaciones.Y, sobre todo, después de la elaboración de tu tesis doctoral.
Gracias por compartir el enlace y porcomntario.
Un gran abrazo.
MÁS
Cuando te gusta el cine y ves mucho cine, no va a ser difícil saber si es bueno o malo. Vas a aprender a discernir . A mi me gusta el buen cine tomando como cúspide mi director favorito Jhon Ford con Que verde era mi valle.
Para Morgana:
Desde que hice el Diplomado en Cinematografía por la Universidad de Valladolid he cultivado mi afición al séptimo arte. Hice mi tesina sobre LA DILIGENCIA, de tu admirado John Ford. Dije entonces que esa película era como el PARTENÓN del cine.
Mañana precisamente Dedico el artículo a la película RADICAL.
Un abrazo.
MÁS