La fábula del colibrí

21 Dic

Vivimos en un mundo con gravísimos problemas. Voy a referirme de manera casi telegráfica a los diez que considero más graves y apremiantes. Diré luego por qué este ejercicio de inmersión en la gravedad de lo que está sucediendo cada día en el mundo. Ejercicio que tiene más sentido, si cabe, en estas fechas de Navidad.

Uno de los más terribles son las guerras que se desencadenan de forma irracional y se perpetúan de manera indecente generando odio, muerte, destrucción y terroríficos problemas psicológicos.

Otro problema que nos acucia es la violencia machista. Cada día, de forma cruel y dramática, aparecen las víctimas que mueren a manos de sus parejas. Por no hablar de las mujeres enterradas en vida, discriminadas, violadas, humilladas…

La pobreza crece de manera imparable. Los ricos se siguen enriqueciendo y los pobres son cada vez más desgraciados en su miseria… Qué decir de la pobreza infantil, que castiga a los más inocentes con un sufrimiento insoportable.

La desigualdad ha aumentado en casi todo el mundo aunque con una velocidad diferente en cada zona. Uno de los datos más importantes que destaca el informe elaborado por World Inequality Lab, es que el 1% de la población con mayores ingresos recibió el doble de ingresos que el 50% más pobre, mientras que la clase media se contrajo.

El hambre afecta a millones de personas en todo el mundo. Según la Organización de las Naciones Unidas para la Agricultura y la Alimentación (FAO), más de 800 millones de personas en el mundo pasan hambre y más de 150 millones de niños menores de cinco años sufren de malnutrición crónica. La FAO también señala que el hambre es un factor importante en la mortalidad infantil, ya que más de la mitad de todas las muertes infantiles en el mundo se deben a enfermedades relacionadas con la malnutrición

La erosión de los recursos humanos va convirtiendo el planeta en un lugar donde muchos viven con dificultades y penurias. Pensemos en la escasez del agua como un problema que padecen millones de personas.

La contaminación es otro problema acuciante. Nos asedia el calentamiento global: se trata de la elevación de la temperatura media de la tierra y de los océanos, debida a la emisión de gases de efecto invernadero como el dióxido de carbono a la atmósfera. Por lo tantola contaminación del aire guarda una relación directa con el fenómeno del calentamiento global.

Cómo no pensar en todos los problemas que afectan a la infancia en el mundo: el trabajo infantil, los niños soldados, las niñas obligadas a casarse de forma injusta y cruel, el tráfico de órganos…

Hay también desastres naturales que se suceden de forma casi incesante y que causan muerte y desolación. Aquí hemos vivido en poco tiempo la erupción de un volcán en la isla de La Palma y una terrible dana en la comunidad de Valencia…

Finalmente quiero referirme al avance del fascismo en el mundo, a la extensión y profundización de las concepciones, actitudes y prácticas basadas en el neoliberalismo. A mi juicio, esas características contradicen las que deberían asumir los ciudadanos de una sociedad justa, solidaria y sensible.

No son estos los únicos problemas que nos afectan. Es probable, por otra parte, que algún lector o lectora hubiera elegido otros. Lo que pretendo con esta relación es formular la pregunta siguiente: ¿y qué podemos hacer ante la magnitud de estos problemas?, ¿qué debe hacer cada persona para frenar estos males y construir un mundo mejor?

 Es probable que nos sintamos completamente insignificantes para hacer frente a la magnitud de cada uno de estos gravísimos males. Se podría derivar de esta sensación de impotencia un desaliento inmovilizador. ¿Qué puede hacer un profesor en el aula, una madre en la familia, un ciudadano en su trabajo, un enfermo en el hospital, un concejal en el Ayuntamiento, una dependienta en El Corte Inglés, un policía nacional en su coche patrulla, un joven estudiante en su escuela o en su universidad…?

Para contestar a la pregunta quiero utilizar la fábula del colibrí. Conozco una versión de esta fábula que se cuenta en la cultura guaraní (Paraguay, Sudamérica) y que quiero compartir con mis lectores y lectoras en estos tiempos de tantos incendios y de tantos temores.

Cuenta la fábula que un día hubo un enorme incendio en la selva. Todos los animales huían despavoridos, pues era un fuego terrible.

De pronto, el jaguar vio pasar sobre su cabeza al colibrí… en dirección contraria, es decir, hacia el fuego.

Le extrañó sobremanera, pero no quiso detenerse. Había que huir a toda de velocidad. Al poco tiempo, lo vio pasar de nuevo, esta vez en su misma dirección.

Pudo observar este ir y venir repetidas veces, hasta que decidió preguntar al pajarillo, pues su comportamiento le parecía estrafalario:

  • ¿Qué haces, colibrí?, le preguntó.
  • Voy al lago, respondió el ave, tomo agua con el pico y la echo en el fuego para apagar el incendio. El jaguar se sonrió.

—¿Estás loco?, le dijo. ¿Crees que vas a conseguir apagarlo con tu pequeño pico?

—No, yo sé que solo no puedo, pero esta selva es mi hogar… Me alimenta, me da cobijo a mí y a mi familia, y le estoy agradecido, por eso la ayudo a crecer polinizando sus flores. Yo soy parte de este bosque y él es parte de mí. Yo sé que solo no puedo apagarlo, pero tengo que hacer mi parte.

  • Eso es ridículo, dijo el jaguar.

—Bueno, repitió el colibrí. Yo hago mi parte, yo hago todo lo que puedo…

Y tras decir esto, se marchó a por más agua al lago.

En otra versión de la leyenda, se añade lo siguiente: “En este momento, los espíritus de la selva que escucharon al colibrí, se sintieron conmovidos por la pequeña ave y su devoción hacia el bosque y pidieron a dios que enviara lluvia y se hizo el milagro, cayó una lluvia tan generosa que terminó con el incendio”.Las abuelas guaranís contaban esta historia a sus nietos concluyendo: “¿Quieres atraer milagros a tu vida? … Haz tu parte”.

Creo que la moraleja se desprende de la fábula de forma inexorable. ¿Quieres acabar con la guerra con el hambre, con la violencia machista, con la contaminación… haz tu parte, haz todo lo que esté en tu mano.

No cabe duda de que, ante el terrible incendio, se puede reaccionar como el jaguar que huye de la quema a toda velocidad, sin importarle lo que suceda o como el colibrí que hace todo lo que está en su mano hacer en tiempo de crisis y que, en tiempos de normalidad, poliniza según sus posibilidades. Se puede ser un colibrí o se puede ser un jaguar.

Cuando nuestros pequeños esfuerzos cotidianos pueden parecer que no ayudan a resolver los retos y problemas a los que nos enfrentamos como sociedad y personas, y que nuestro esfuerzo se diluye, siempre es bueno acordarse de la fábula del colibrí.

La respuesta del pájaro tiene dos dimensiones complementarias. Una se refiere a la eficacia real para la solución del problema. Es evidente, en ese sentido, que la aportación del colibrí es insuficiente e insignificante para conseguir la solución definitiva y, ni siquiera, para mitigar la gravedad del problema. La otra se refiere a la satisfacción respecto al deber cumplido.

Esta fábula, como suele suceder con todas las metáforas, ilumina una parte de la realidad y deja otras en la sombra. Es evidente que la gota de agua que cae desde el pico del colibrí no ayuda a solucionar el incendio. Y más si se tiene en cuenta que en ella solo interviene un colibrí, no bandadas de número incontable. Quiero decir que no sucede lo mismo en la intervención de cada persona en la solución de los problemas. Un solo profesor en un aula, puede ejercer una influencia insignificante en la solución de los problemas, pero todos los docentes del mundo trabajando en las aulas, pueden contribuir a que se produzcan cambios significativos.

Por eso creo que hay que añadir este factor optimista al análisis de la fábula del colibrí. Hacer todo lo que está en nuestra mano puede satisfacer nuestra conciencia, pero es preciso añadir que si todos hacemos lo que está en nuestra mano la solución podría alcanzare.

Aplico de forma especial este optimismo al trabajo de los docentes en las aulas. Suscribo con entusiasmo y plena convicción el pensamiento de Paulo Freire: la educación no cambia el mundo, cambia a las personas que cambiarán el mundo.

24 respuestas a «La fábula del colibrí»

  1. Querido Miguel Ángel:

    Un año más, ya tenemos aquí los villancicos y las uvas. Fiestas de comer, beber, brindar y regalar. Fiestas de la abundancia, de la exageración, de tirar la casa por la ventana como se suele decir. Claro, todo esto, quienes nos lo podemos permitir.

    Y mientras unos vamos a estar con esas, otros seguirán padeciendo guerras, violencia, neoliberalismo, desigualdad, pobreza, hambre. Todos estos problemas están interrelacionados, y su solución también. Y no tan lejos como podamos pensar.

    Personalmente ando un poco flojo de ánimo con estas cuestiones, disgustado, decepcionado con nuestros políticos. La mentira y la avaricia los parasita. Enferman y parece no haber cura ni vacuna para estos males tan terribles en cualquier ciudadano, pero en uno que se dedica a la política, y más en los que tienen por bandera y misión el combatir esos males, los mata. La bofetada para mí es fuerte. Y dolorosa. Y muy dañina para los que pretenden hacer bien su trabajo.

    Muchos políticos, mucho odio y rabia, mucha problemática entre políticos, pero muy poca política, muy poco debate y tratar de solucionar los problemas reales de la ciudadanía. Cómo participar de la política si te alejan cada día más de ella.

    Llegan las fiestas. ¿Llegarán con ellas los grandes valores? Sea como sea, yo intentaré hacer mi parte para que este bosque siga cobijando a todo bicho viviente.

    Felices Fiestas.

    • Querido José Antonio, mi madrugador amigo:
      ¿Se puede saber cuándo duermes, si escribes a tres de la madrugada?
      Comparto tu preocupación por la política, en nuestro país y en el mundo.
      ¿Qué parte del tiempo dedican a sus pleitos y querellas dejando l margen los problemas de los ciudadanos/as?
      ¿Qué parte de su vida política dedican a ayudar a la ciudadanía a vivir mejor y qué parte a vivir ellos mejor?
      No se puede ser feliz en un mundo con tanta gente viviendo en pésimas condiciones. Y sabiendo que esas condiciones dependen en buena parte de la forma de actuar de los semejantes en situaciòn de privilegio.
      De todos modos, creo que no nos debe derrotar el pesimismo.
      Cabe actuar como el colibrí y soñar en bandadas tan grandes de pájaron que se pueda apagar o al menos mitigar el incendio.
      Felices (¿?) fiestas.
      Gracias por escribir tan pronto y tan bien.
      MÁS

  2. Buenas Miguel Ángel!
    Gracias por la preciosidad de artículo y de fábula que te has marcado este sábado; de verdad…cuando yo sea joven quiero ser como vos!
    Nos preocupa muchísimo los graves problemas del mundo que además de gravísimos son causados en la mayoría de los casos por el ser humano, por tanto remediables!
    Nos preocupa también muchísimo la enorme pandemia de Jaguares que hay en la actualidad, una pandemia generada por el neoliberalismo que fomenta el egoísmo y el individualismo junto con el fascismo que comentas.
    Creemos sinceramente que los adolescentes e incluso también en primaria, el alumnado se debe enfrentarse a los principales y graves problemas de su mundo, conocerlos investigarlos y darles voz a las soluciones que propongan. Si escucháramos a la juventud nos llevaríamos algunas agradables sorpresas.
    Como también decía Freire podemos cambiar la realidad, el ser humano es un ser de transformación! de ahí nuestra Esperanza.
    El próximo miércoles es el cumpleaños del chanclas, mi amigo el melenas a quien mataron las autoridades religiosas de su época. Su mensaje original también puede ayudar a mejorar… porque si analizamos muchos de los graves problemas vemos que tienen en su raíz un trasfondo religioso (terrorismo, guerras..etc)
    Bueno Miguel Ángel, amigo, de colibrí a colibrí, espero que estos días sean también «momentos zanahoria» !!
    (Existen unos vídeos preciosos que dan la clave de lo que son los «momentos zanahoria»)
    Reiteramos nuestros abrazos y besos Cuasi Marxistas!
    Abrazos y Mil besotes a Carla-MAS!

    • Queridos amigos:
      Cuesta pensar en las enormes diferencias que en estos días se ven más acentuadas. Parte de la humanaidad disfruta de paz, de bienestar, de de casa, de libertad…Y una parte importantísima se ve sumida en la guerra, en la pobreza, en la opresión… ¡Y pensar que casi toda esa diferencia está buscada, cultivada y protegida de forma premeditada y sofisticada.
      Queda la esperanza de ser un colibrí ante ese fuego inmenso que nos abrasa.
      También consuela pensar en esas «nubes» de colibríes que pueden mitigar las llamas.
      Voy a rastrear esos «momentos zonahoria» de los que nos hablas.
      Carla ha llegado de Madrid. Vamos a hcer un viaje…
      Un abrazo enorme lleno de afecto y gratiuud,
      MÁS

  3. Querido Miguel Ángel:
    Hoy más que Miguel Ángel, diría pequeño, gran Colibrí , pues tú artículo y tus acciones ayudan a hacer un mundo mejor.
    Todos esos diez azotes del mundo son muy ciertos, lo mismo que pequeñas son nuestras acciones individuales para cambiar las cosas. Para mí la más terrible de todas son las guerras, fuentes de muerte y de todo tipo de maldades. Es increíble que esa lacra no haya desaparecido en todo el devenir de la humanidad, y no se atisba su final.
    Lo más extraño es que el mundo no se levante contra los crímenes de Gaza. Hemos caído en un estupor inactivo, fruto en gran medida de otra injusticia que hace una ONU casi ridícula: el derecho a veto de los leones del mundo.
    Bueno, estamos en fiestas navideñas, creo, Miguel Ángel, que no las nombraste porque después de lo dicho parece un sarcasmo desearnos amor.
    Yo lo deseo a todas las personas de buena voluntad, las que odian tantas lacras humanas. Conformémonos con lo que la mayoría somos, pequeños colibríes, y si se puede ser más, mejor.
    Felices fiestas a todos, a pesar de todo.

    • Querida Joaquín:
      Sí, he dicho al comienzo del artículo que ese repaso a las plagas de nuestro mundo tienen mayor sentido, si cabe, en estos días de Navidad que la sociedad pretende convertir en unos días de paz, solidaridad y paz.
      Resulta chocante comprobar en estos días las grandes diferencias que nos separan a quienes gozamos de paz y bienestar de aquellos que padecen la guerra, la miseria, la opresión…
      ¡Y pensar que la inmensa mayoría de esas diferencias son evitables!
      Te deseo unas felices fiestas navideñas rodeado de sus seres queridos.
      Gracias por estar siempre ahí, querido amigo.
      MÁS

  4. Hola Miguel Ángel, hoy más Santos que Guerra…

    No siendo muy religioso precisamente, sí, en cambio, tienes la sensibilidad que deberían tener muchos «santos» para acordarse de los que sufren.

    La Navidad y el año nuevo son momentos de buenos deseos y obras para una parte de este mundo que somos afortunados por vivir en paz y con cierta comodidad (unos más que otros, está claro), así como poder disponer de recursos para no pasar hambre o sed. La Navidad no sólo es para todos los cristianos, sino para los que viven en países ricos. Tú has dado datos de los seres humanos que solo desean poder seguir sobreviviendo un día más. Para ellos no hay fiesta ni alegría…

    Gracias por recordarnos que hay que ser más colibrí y menos jaguar porque a veces se nos olvida…

    Yo tampoco soy muy religioso, pero aprovecho estos tiempos para compartir buenos deseos con otras personas: familia, amigos, colaboradores y lectores de mi revista, otras personas en general. Tú ya has recibido mi postal, la hago todos los años con el fin de mantener y afianzar redes de amistad y colaboración. La enemistad es precisamente uno de los orígenes de los problemas a los que has aludido en tu reflexión de esta semana. Sea esa una forma de ser un colibrí…

    Un abrazo.

    Mis mejores deseos para los que se asoman a esta ventana semanalmente…

    • Querido Juan Carlos:
      Sí, recibí tu felicitación y me pareció un hermoso gesto para todos y todas quienes se asoman a tu revista. Tu condición de colibrí no te lleva solo a la felicitación sino a mantenerla un año tras otro de forma generosa. No hay mucha gente que regale tiempo y conocimientos a los demás de forma gratuita.
      Hay, a mi juicio, un error cuando se piensa que solo las personas religiosas tienen la sensibilidad y el compromiso con los más desfavorecidos.
      Cuesta sentir bien en un mundo donde hay tanta gente sufriendo lo indecible. Sobre todo si se piensa que ese dolor está provocado de forma consciente y deliberada.Porque una guerra, por ejemplo, es fruto de la decisión de personas de carne y hueso.
      Te deseo lo mejor (par ti y los tuyos) para estos días, para el nuevo año y para la vida entera.
      Un abrazo.
      Gracias por otro año de Adarve.
      MÁS

  5. Estimado Miguel Ángel:

    Muy buenas tardes desde acá Chile.

    Tu artículo de hoy me conecta de inmediato con unas jornadas vividas hace muchos años atrás, cuando luchábamos contra la dictadura de Pinochet . En aquel entonces yo participaba en la clandestinidad y desde el área de la salud, atendiendo a través de consultorios del arzobispado, los cuales recibían mucha gente que no «existía» porque eran buscados, perseguidos o sin trabajo, ellos y sus familias..
    En esa época vivimos unas jornadas al alero de un retiro, ahí hablamos de la «parcelación de tu actuar» y del hacerse cargo de tu «metro cuadrado» e intervenir en los metros cuadrados inmediatamente aledaños a tu parcelación.
    ¿Qué era esto?, ni mas ni menos que cada cual debía trabajar en donde le tocó estar y con quien le toco estar, ya sea al interior de tu familia, tus vecinos inmediatos adelante, atrás, a los costados, cada uno eran los metros cuadrados donde podías influir con tu ejemplo, con tu mensaje, con tus valores, con tu solidaridad. O ya fuese en el ámbito laboral, tus cercanos, el que se sienta al lado, el que abre la puerta, el jefe, los dirigidos otros, tu metro cuadrado laboral, pero también con los que te relacionabas hacia afuera, los que atendías, los que eran socios estratégicos, proveedores, clientes, otros, ósea tus metros cuadrados próximos,. en todos ellos también aplicar con el ejemplo, con la cordialidad, con el buen servicio, con la empatía, con resiliencia y con el ser solidarios.
    En ambos casos, no hay que hacer nada extraordinario, sólo lo ordinario pero en forma extraordinaria. Somos seres únicos e irrepetibles, por lo tanto todo lo que hagas o dejes de hacer, nadie lo habrá hecho cómo tu y lo que es peor, lo más probable es que quede sin hacer.
    Ni hablar si la parcelación, está al interior de una sala de clases, en este ámbito es fundamental entender que tenemos una singular tarea, somos el eslabón que se necesita para ser cadena, la piedra angular para transformar conciencias, para crear conciencia, pero no desde lo dogmático, sino con el ejemplo vivido, la ética vivida, que es la única verás, lo otro es discurso, dicotomía entre fe y acción. Es nuestro metro cuadrado que podemos arar y sembrar, para construir o para destruir. El éxito dependerá de cuan consiente somos de la responsabilidad y cuanta pasión le coloquemos a nuestra vocación.
    Pienso que solo así podemos asegurar que cuando me apunten con el dedo, yo puedo decir tranquilamente, que he realizado mi tarea, he sido el colibrí, otros serán mas poderosos o mas influyentes, pero cada cual ha de ocupar su talento en acarrear agua, lo miserable es quedarse mirando como el incendio nos consume.

    Te saluda cordialmente
    Un abrazo gigante.

    Enrique Pérez Hidalgo

    • Querido Enrique:
      Hermoso comentario. Hermosa teoría (y práctica) del metro cuadrado en que vives y actúas.
      De cuerdo contigo en esa forma de entender la solidaridad, la generosidad y el amor.
      Especialmente si en ese entorno hay personas necesitadas de afecto o de cosas materiales.
      Mewjor ser colibrí que ser jaguar. El jaguar huye del fuego buscando salvarse de la quema. Solo le importa lo suyo.
      El colibrí tiene otra mirada y otro comportamiento.
      Me gusta decirlo así: que tu metro cuadrado esté mejor porque tú vives en çel.
      Gracias por la lectura, por el certero comentario y por estar siempre ahí.
      Un gran abrazo y felices días de Navidad.
      MÁS

  6. Querido Maestro:
    ! Qué tierna la fábula del colibrí!
    Los pequeños gestos, las palabras amables, los abrazos sinceros, el contacto cercano, la cordialidad en la escucha, todos son granitos de arena que construyen un mar profundo.
    Claro está que se necesita mucha ayuda para arreglar el mundo; pero por lo menos pon de tu parte.
    !Siempre le hablo de mi vida, y está vez no va a ser distinto!
    !Necesitamos gente que en vez de balas, tiendan manos!
    ! Qué busquen espacios de concordia, que amén a los seres humanos!
    ! He buscado y pedido afectos, para mí lo más deseado!
    !Muchas veces me he perdonado, los errores cometidos, los he enmendado!
    !He sido tormenta y templanza, he sentido vacios al ser ignorada!
    Y sigo adelante, no encuentro la formula para ser aceptada.
    Llámeme diferente, rara, pero creo que para salvar al mundo se necesita, fuerza, empuje y seguir el camino de la verdad, hasta encontrarla.
    Solo con que cada persona extiendan sus manos, los milagros pasan.
    Espero y deseo de corazón, que pasen unas fiestas especiales junto a su familia.
    Y que la fé y la esperanza nos llene las miras hacia el futuro.
    ! Qué la semana os llene de amor y felicidad!
    !Feliz Navidad!
    Muchos besos.

    • Querida Loly:
      Tú eres una luchadora por tu salud emocional. Eso te hace más sensible para sentir el dolor de los demás.
      Un año más conquistado a la frustración, al desaliento y al egoísmo.
      Por eso es importante que en estos días y siempre nos acordemos de quienes tanto sufren y tanto necvesitan en el mundo.
      Hacer nuestra parte es muy importante, aunque sea pequeña, aunque parezca insignificante.
      Es importante que nos sintamos colibríes y no jaguares que huyen del fuego y que dan la espalda a quines sufren sus consecuencias.
      Feliz semana, feliz Navidad, feliz 2025, feliz vida entera.
      Muchos besos.
      Muchas gracias.
      MÁS

  7. Hermosa fábula del colibrí.
    Hacer todo lo que se puede. Eso es.
    El jaguar y todos los que huyen no hacen nada.
    De todos modos también haría que perseguir a los pirómanos que provocan el incendio.
    Que también los hay.
    Felices Fiestas.

    • Querida Mercedes.
      Claro que hay pirómanos que provocan esos incendios que quiere apagar el colibrí.
      Y de eso trata también la educación. De formar personas que no lo hagan. Eso pirómanos son los causantes de casi todas las desgracias.
      La actitud del colibrí es elogiable, aunque insuficiente para apagar los incendios.
      Besos y gracias.
      MÁS

  8. Estimado Profesor, brillante como siempre, desconocía la fábula del colibrí y me ha encantado, me gustaría compartir con Usted una frase muy bonita que hoy le he comentado a una gran persona y brillante Profesor, mi amigo Diego Maldonado Warden, la frase es de Madre Teresa de Calcuta y dice así: Nada es tan cierto como aquella frase de la Madre Teresa de Calcuta que decía: «A veces sentimos que lo que hacemos es tan sólo una gota en el mar; pero el mar sería menos si le faltara una gota».
    Un fuerte abrazo y le deseo una Feliz Navidad a Usted y sus seres queridos.

    • Estimado tocayo:
      Gracias por compartir esa frase que no conocía.
      Es importante que en estas fechas no nos olvidemos de quienes tanto sufren.
      Aquí he planteado solo una dimensión de las soluciones, que es la actitud de cada persona. Hacen falta tambiñén estrategias estrucgturales que aborden soluciones tan necesarias y urgentes.
      Felices días de Navidad y feliz año nu8evo-.
      Un abrazo y gracias.
      MÁS

  9. Magnífica moraleja la de esta fábula.
    Y también magnífica la aportación de MAS al INCORPORAR La necesidad de introducir la vertiente optimista que le da alguna posibilidad de eficacia a las acciones individuales.
    Eso está pasando con ña revolución feminista. La suma de todos los esfuerzos individuales y grupales está minando el androcentrismo. Es indiscutible el avance que se está produciendo.

    • Estimado tocayo:
      Creo que es fundamental que el colibrí no tenga esa sensación de inutilidad que puede producir el hecho de dejar una sola gota de agua en medio de las llamas.
      Tú has elegido un buen ejemplo. Hoy no estamos como estábamos hace solamente unos años. ¿Quién ha hecho triunfar al feminismo? Millones de mujeres y de hombres que han aportado su gota de agua en cada viaje.No es un consuelo vano sino una realidad aplastante.
      Abrazos, gracias y feliz Navidad.
      MÁS

  10. Hacen falta colibríes.No se necesitan jaguares que huyen del incendio.
    Hay qye apagar el fuego de la injusticia, de la desigualdad, del hambre, de la guerra…
    Millones de colibríes conseguirán apagarlo o, al menos mitigarlo.
    Me ha gustado el elemento optimista que has añadido a la fábula.
    Feliz Navidad.

    • Estimado José Antonio:
      Como ha sucedido con el comentario de Miguel, tú también has subrayado la vertiente optimista que yo le he añadido a la fábula.
      Creo que es una dimensión real.
      Esa dimensión no viene solo del número infinito de colibríes que se necesitan para apagar el fuego sino de la elaboración de estrategias que hagan más eficaz la acción individual.
      Saludos y gracias.
      MÁS

  11. Me ha encantado el artículo porque, reconociendo que hay incendios devastadores, se defiende una postura optimista que nace del compromiso de cada persona y, sobre todo, de muchas personas unidas.
    Gracia por este neuvo regalo..

    • Querida María:
      Había pensado escribir un artículo estos días que se iba a titular NAVI-DANA. Es decir, la navidad de la dana. Porque no se puede olvidar a quienes sufren.
      – Quienes perdieron familiares y tienen una silla vacía en estas fechas.
      – Quienes perdieron su negocio.
      – Quienes perdieron todo lo que tenían.
      . Quienes han sido marcados para siempre por el horror.
      Hay que adoptar la actitud del colibrí.
      Besos y gracias, querida María.
      MÁS

  12. Buen día desde México mi estimado Dr. Santos Guerra.
    Sin duda alguna comparto con usted la preocupación por los problemas que menciona y podriamos mencionar muchos más como usted bien lo dice. La crisis política y educativa, los desafios académicos pasados, actuales y futuros. entre muchas cosas más seguramente estarían también en mi lista de problemas.
    Conozco una historia, que lei en algún momento, pero no recuerdo por el momento donde lo hice, pero me gusta compartirla con mis estudiantes y quiero compartirla con usted, que sé lo mucho que le gustan las historias, cuentos, leyendas o fábulas que dejan una reflexión.

    «E L N I Ñ O, E L S A B I O Y L A S E S T R E L L A S D E M A R»
    Había una vez un sabio que solía ir a la playa a escribir. Tenía la costumbre de
    caminar por la playa antes de comenzar su trabajo. Un día, mientras caminaba
    junto al mar, observó una figura humana que se movía como un bailarín. Se
    sonrió al pensar en alguien bailando para saludar el día. Apresuró el paso, se
    acercó y vio que se trataba de un joven y que no bailaba, sino que se agachaba
    para recoger algo y suavemente lanzarlo al mar. A medida que se acercaba
    saludó:
    – “Buenos días joven, ¿Qué estás haciendo?”
    El joven hizo una pausa, se dio vuelta y respondió:
    – “Arrojo estrellas de mar al océano, señor”.
    – ” ¿Por qué arrojas estrellas de mar al océano?”, dijo el sabio.
    El joven respondió:
    – “Anoche la tormenta dejó miles de estrellas en la playa, hoy hay sol fuerte y
    la marea está bajando, si no las arrojo al mar, morirán”.
    – “Pero joven, replicó el sabio, no te das cuenta que hay cientos de kilómetros
    de playa y miles de estrellas de mar, ¿Realmente piensas que tu esfuerzo tiene
    sentido?”
    El joven escuchó respetuosamente, luego se agachó, recogió otra estrella de
    mar, la arrojó al agua y luego le dijo:
    – “Para ésta, sí tuvo sentido”.
    La respuesta sorprendió al hombre. Se sintió molesto, no supo qué contestar
    y regresó a su cabaña a escribir.
    Durante todo el día, mientras escribía, la imagen de aquel joven lo perseguía.
    Intentó ignorarlo, pero no pudo. Finalmente al caer la tarde se dio cuenta
    que a él, el científico, a él, el sabio, se le había escapado la naturaleza esencial
    de la acción de aquel joven. Él había elegido no ser un mero observador
    en el Universo y dejar que pasara ante sus ojos. Había decidido participar
    activamente y dejar su huella en él. Se sintió avergonzado y esa noche se fue
    a dormir preocupado…
    A la mañana siguiente se levantó sabiendo que debía hacer algo. Se vistió, fue
    a la playa, encontró al joven y pasó el resto de la mañana arrojando estrellas
    de mar al océano. Nada puedo hacer para solucionar las penas del mundo,
    pero puedo hacer mucho para colaborar en el pedacito de mundo que me
    toca…

    Quizás no podemos salvar a todos, pero al menos para esos estudiantes que tenemos en nuestra aulas y aquellas personas con las que podemos interactuar, podemos ser la diferencia.
    Saludos mi estimado Dr. Santos Guerra.
    Usted seguramente es de los que hace la diferencia, ya sea arrojando de nuevo las estratellitas a la mar o empapando sus alas para intentar apagar los incendios.
    Un abrazo.

    • Querido Misael:
      Qué hermosa coincidencia. Estoy preparando un libro que se titula HISTORIAS PARA LA MENTE Y EL CORAÓN. Contiene 70 historias (cuentos, fábulas…) agrupadas en 14 secciones.
      Una de ellas es la que compartes con los lectores y lectoras del blog.
      Es verdaderamente hermosa y aleccionadora.
      Gracias por tus generosas palabras finales.
      Te mando un abrazo lleno de afecto y gratitud.
      MÁS

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