Estoy convencido de que los profesores y las profesoras debemos ser exigentes. Y de que los alumnos y las alumnas tienen que esforzarse para aprender. La crítica a algunos comportamientos duros de los docentes se suele interpretar como una invitación a obedecer la ley del mínimo esfuerzo No es así. Al menos en mi caso. Hay que exigir, pero hay que saber cómo hacerlo de manera estimulante, respetuosa y eficaz.
Un alumno del master en el que hemos reflexionado sobre el complejo fenómeno de la evaluación, me envía la nota que una profesora de Física de una Universidad española les hace llegar a los alumnos con las calificaciones que han conseguido (o que les ha asignado) después de hacer los exámenes ordinarios. La transcribo íntegramente a continuación, respetando las mayúsculas e, incluso, las incorrecciones gramaticales.
“Como veis acabo de colgar las notas finales del ordinario de Física II.
No puedo por menos que haceros llegar mi más profundo descontento con lo que he tenido que leer en los últimos días. Ya no se trata de no hacer o de no saber, sino de las auténticas BURRADAS que muchos de vosotros habéis dejado por escrito, amén de faltas de ortografía que me hacían sangrar los ojos, así como auténticas cochinadas de examen llenos de tipex, tachones, frases sin acabar, bailes de ecuaciones sin sentido ni explicación, ausencia de hilo conductor de las exposiciones, pésimas redacciones y laberintos de letras ilegibles.
Se supone que sois universitarios, que dentro de algunos años llevaréis las riendas de la sociedad y tendréis que trabajar por ella. ¿Sabéis qué imagen dais algunos con vuestros exámenes?
Me da vergüenza colgar esta lista, os aseguro de corazón que me da vergüenza y que todos los exámenes que no pasan de 4 están corregidos dos veces con lupa intentando buscar algún detalle que se me hubiera pasado para subir la nota. La gran pregunta es ¿no os da vergüenza a vosotros?
He encontrado hielo fundente a 100°C, a 6,66°C a -20°C, … ¿A QUÉ TEMPERATURA ESTÁ EL HIELO FUNDENTE, POR DIOS? ¿O es la palabra fundente lo que no entendéis? (cosa que ya me preocuparía en exceso). Primeros principios de la termodinámica que relacionan el trabajo con la carga, CON LA CARGA!!!!!!!! ¿QUÉ CARGA? Haces de luz con trayectorias en espiral ¿LO HABÉIS VISTO ALGUNA VEZ? Luz no luminosa. ¿QUÉ ES ESO? Y no sigo porque la lista de despropósitos es infinita. Y ninguna de estas “originalidades” las he encontrado una única vez sino varias, algunas hasta unas cuantas docenas de veces. ¿NO OS DA VERGÜENZA?
Espero y confío que esto os sirva de aprendizaje para el extraordinario, que hagáis los exámenes limpios, ordenados, bien redactados, sin faltas de ortografía ni burradas infantiles y sobre todo espero que estudiéis como lo que sois, estudiantes universitarios, ADULTOS. Como tales ocupáis un lugar privilegiado en estos tiempos tan difíciles que corren, y ello os obliga a estudiar 8 horas diarias, a trabajar como cualquier trabajador once meses al año, cosa que por más que me juréis que hacéis no puedo creer a la vista de la inmensa mayoría de lo que he leído.
No sería justo por mi parte hablar sólo de los desastres que he encontrado, aunque hayan sido la más aplastante mayoría, como veis en la lista. Ha habido exámenes que han sido una auténtica delicia de corregir (sic), de algunos de vosotros que traslucís con rotunda evidencia lo mucho que habéis estudiado y lo que os habéis esforzado durante toda la evaluación continua. Mi enhorabuena más sincera a todos vosotros. Y mi agradecimiento por vuestro esfuerzo.
Y si unos cuantos pueden ¿por qué los demás no? Pensadlo. Por favor. Haced autoanálisis, una autocrítica, tened el valor de ser sinceros con vosotros mismos y poned el remedio a tiempo. O en caso contrario no os empeñéis en algo que os queda grande, si es que es esa la conclusión.
Repito que sois unos privilegiados en estos tiempos tan duros que corren y que es inmoral la forma en la que muchos de vosotros despilfarráis recursos y vuestro potencial. Como consejo de abuela os digo algo que seguro que ya os han dicho antes: jamás volveréis a tener ni la edad, ni la fuerza, ni el potencial, ni las oportunidades que tenéis hoy, aprovechadlas antes de que os tengáis que arrepentir de no haberlas aprovechado.
Estoy muy muy disgustada, y en honor a la verdad, cabreada. Es por ello, y por otras ocupaciones que tengo, que prefiero enfriar y dejar la revisión de exámenes para el lunes 16. Si venís a ver vuestros exámenes haceros conscientes de lo que habéis escrito, leed el Tipler, y analizar (sic) vuestras respuestas. No estoy dispuesta a repetir cien veces lo mismo. A muchos os voy a poner a leer en voz alta lo que habéis escrito. Espero que en el extraordinario me deis más alegrías. Recibid todos un saludo”.
Hasta aquí la nota de la profesora.
Se interesa este alumno por mi parecer sobre ella.. Y le envío este correo de respuesta: “Es un texto muy significativo. Refleja muy bien algunas actitudes equivocadas de los profesores. Yo diría que inadmisibles. La pregunta que se le puede hacer a esta docente es: Pero, ¿qué y cómo les has enseñado que han aprendido tan poco? En el libro de Ken Bain titulado “Lo que hacen los mejores profesores universitarios” se dice de ellos: Nunca atribuyen a sus alumnos las dificultades que encuentran con el aprendizaje. Yo no sé lo que aprenderán los alumnos de esta profesora al leer su nota recriminatoria. Lo que tengo claro es que ella, con esta actitud, no aprenderá nada. El texto me ha parecido ofensivo, agresivo, torpe y engreído. Desalentador. Como si nosotros, los profesores, no cometiéramos errores”.
No creo que muchos alumnos o alumnas se decidan a dialogar sobre su calificación y sobre su examen. Se arriesgan a recibir una reprimenda. Se exponen a vivir un cara a cara dominado por el reproche más que por el aliento. No se puede olvidar que la evaluación encierra poder. ¿Qué le dirían estos alumnos y alumnas a la profesora si pudieran expresarse con absoluta libertad? Nos olvidamos de ello muchas veces.
He publicado esta carta porque creo que su contenido y su estilo reflejan algunas actitudes equivocadas de quienes somos docentes. ¿Cuál sería, a mi juicio, la actitud positiva? Hacer explícitos los errores y las omisiones, por supuesto. Aprender del error. Tratar de diagnosticar y comprender de dónde proviene. Invitar a un diálogo sincero. Manifestar la decisión favorable a la mejora, tanto por lo que respecta a los alumnos como a los profesores o a la institución. Animar a la superación, no hundir. Ofrecer los medios para la superación de las dificultades a través de horas de tutoría. No es de recibo despreciar desde la posición privilegiada del que tiene el poder de la evaluación. Porque humillar no es educar.
Se habla mucho de la evaluación, pero menos de cómo trabajar los resultados, de cómo analizarlos, comprenderlos y sacarles partido. No es de recibo decir, ante los malos resultados, que si les queda grande la carrera que la dejen. A mí lo que me da vergüenza es la forma en que esta profesora se dirige a los alumnos.
Pingback: ¿No os da vergüenza? | TIC & Ed...
Pingback: ¿No os da vergüenza? | El Adarve | ...
Pingback: ¿No os da vergüenza? - Educacion enpildoras.com
Ñooos!.¡Qué fuerte!. Casi que me da miedo expresar lo que siento, pero así es la vida. Dos detalles marginales me alegran, y me desconciertan a partes iguales: primero, se nombra abuela, ¿quizás pronto sea ella misma libre del suplicio que le representa enseñar, y sus actuales, y futuros alumnos, puedan por fin aprender algo de Física Universitaria durante el período ordinario de clases?, y segundo, se refiere a evaluación continua, ¿si fue continua no tuvo tiempo de percatarse en las primeras semanas del curso de que estaba pasando con sus clases?.
Todavía quedan esperanzas de que la docencia de algunas materias alcance el nivel de calidad que tanto se precisa. Se precisa algo de limpieza y depuración, (cómo con las aguas negras). Estos ejemplos, que suelen ser más habituales de lo que se pueda creer, sirven para tomar consciencia de donde hay actuar. Humildad y respeto, siempre.
Qué fuerte.
No sé si a esta abuela le gustaría que tratasen a sus alumnos con ese desprecio.
Ni por un momento piensa que esos errores que ella percibe puedan deberse a su forma de enseñar. La clave es esa: que mejoren los demás, que se esfuercen los otros, que aprendan los alumnos.
Saludos a todos y a todas.
¡Cualquiera va a reclamar la nota! Todo hace suponer que los resultados han sido catastróficos. Cuando esto sucede, el docente debería escribir una carta preguntando, no acusando. Pidiendo qué puede hacer de otra manera.
¿O es que todos se han vuelto perezosos y estúpidos?
Pero no, lo fácil es culpar a los alumnos y decir que no han trabajado o que son torpes y que la carrera les viene larga. Acaso le viene largo a ella el puesto de profesora universitaria.
¡Hola Maestro Santos Guerra!Esta carta que envía la maestra a sus alumnos después de los resultados de la evaluación, creo que a varios nos traerá a la mente algunos momentos donde presenciamos situaciones parecidas como alumnos, e incluso como docentes.
Coincido con usted en el aspecto de que la carta es ofensiva hacia los alumnos, me parece que la maestra antes de escribirla debió de analizar qué pasó en su grupo de alumnos, pues recordemos que el resultado del proceso que se lleva en las aulas es compartido: tanto alumnos como docentes tenemos responsabilidad de los resultados, y en el caso de grados educativos inferiores donde los alumnos requieren más apoyo, la familia también suele ser un factor que incide en el resultado.
A mi parecer, la maestra está construyendo una barrera aún mas grande que impide el acercamiento con sus alumnos para atender sus dudas, inquietudes o necesidades, ¿por qué no se atrevió a preguntarles sobre lo que se les dificultó, sobre lo que no entendieron, sobre el desempeño de ella en las clases, sobre sus dudas que los llevaron a obtener dicho resultado?
Esas malas notas son compartidas y reflejan el trabajo de los docentes, si en un grupo la mayoría presenta buenos resultados quiere decir que la intervención ha ido por buen camino, caso contrario, indica que algo de nosotros los maestros también está fallando.
En este caso, se está llevando a cabo la evaluación como un proceso coercitivo, donde el reprendimiento y castigo van de por medio, dejando a un lado la verdadera esencia de la evaluación: su carácter formativo donde los resultados son el punto de partida para detectar dificultades y atenderlas con nuevas estrategias.
Tomemos esta experiencia como una reflexión de nuestra práctica educativa y no nos dejemos llevar por la frustración de los malos resultados de los alumnos, sino al contrario, que sea una alerta para mejorar nuestra labor y para conocer y acercarnos más a esos niños que tenemos en nuestras manos.
Pero, ¿es que los profesores nunca van a pensar que alguna responsabilidad pueden tener en los resultados obtenidos por los alumnos?
Como esta profesora dice, cuando son malos: ¿no os da vergüenza? Claro, ella no tiene nada que ver. Ella es perfecta como profesora y ellos son un desastre como alumnos.
Qué planteamiengo más torpe y más injusto.
Pingback: ¿No os da vergüenza? | El Adarve | ...
Con unos resultados así al que se le caería la cara de verguenza es a mí como profesor.
Estoy harto de leer cómo se usa de forma arbitraria el concepto de «evaluación continua», y más en la universidad. Supongo que evaluación contínua es sumar las notas del primer o segundo cuatrimestre y hacer la media…
Me pregunto… ¿se habrá realizado una exploración inicial?, ¿habrá escuchado o leído lo que saben su alumnos sobre lo que se les está enseñando?, ¿se habrán detectado las dificultades que tienen los alumnos, se habrán analizado y se habrán dado respuestas para superarlas? ¿Se habrá comparado lo que el alumno ha aprendido con lo que sabía al inicio del proceso? ¿Se habrá tenido en cuenta la evaluación del proceso de enseñanza?, ¿se habrán aplicado pruebas adecuadas a lo que se pretende valorar?,…
Y si el concepto de evaluación contínua es erróneo, tqmbién me cuestiono lo que podrá entender esta profesora por evaluación formativa…
¿y como no? si los alumnos no saben expresarse por escrito, ni respetar la ortografía, la caligrafía ni mantener limpios y ordenados sus textos… sólo le ha faltado echarnos la culpa a los docentes de los niveles educativos anteriores… Echar balones fuera es muy común en nuestro colectivo. Quizás, cuando uno se encuentra con estas dificultades, lo mejor sea remangarse y tratar de solucionarlos.
La evaluación tiene poder.
Me gustaría oír los comentarios de estos alumnos en el bar de la Facultad.
Esta actitud de la profesora que atribuye a sus alumnos el 100% del fracaso cosechado hace imposible la mejora como docente.
Que mejoren ellos.
Creo que el mejor sistema de evaluación es la evaluación formativa, que, aparte de ser procesual, se ofrece la oportunidad de hacer una reflexión individual, en las tutorías, o colectiva, en la clase, de modo que se evita el consabido examen cerrado y finalizado en el que el docente es el que tiene la potestad última.
Sé que la evaluación formativa no es lo habitual, pues implica un cambio importante de paradigma educativa que no todos, tanto profesorado como alumnos, están dispuestos a llevar adelante.
Por parte del profesorado, aparte de la necesidad de estar convencido de este modelo o paradigma, supone una dedicación alta a la docencia, cuando las universidades españolas han centrado el afianzamiento y la promoción del profesado en la investigación (los consabidos artículos indexados) y relegado al furgón de cola a algo tan esencial como es el tiempo y el esfuerzo a enseñar bien.
Con respecto al ejemplo que pones, Miguel Ángel, lo peor de todo no son, en última instancia, las descalificaciones que manifiesta esta profesora, sino la imposibilidad de que los que sintieran afectados pudieran defenderse, que pudieran explicarse, al tiempo que también abrir un debate, en el que podía aparecer si la forma en la que ella llevaba a cabo era la más idónea.
Situarse en un pedestal sin poder recibir ninguna réplica u opinión contraria descalifica a quien lo hace, a pesar de que en algunos puntos pudiera tener razón.
Y puesto que es del profesorado universitario de quien se habla (aunque extensible a otros niveles), quisiera comentar un par de casos con los que me he encontrado en este curso.
Uno que suele ser relativamente frecuente es aquel en el que algún alumno o alumna te presenta partes relevantes del trabajo que tienen que realizar y que es exactamente o similar al de otro; vamos, que está copiado. Es lo que me aconteció con un chico y una chica que habían tenido ausencias significativas.
Puesto que considero que debe hablarse con los implicados, fue en mi despacho con los trabajos encima de la mesa como les hice ver que era inadmisible lo que habían hecho, por lo que no podía admitirlos, por lo que de esa parte tendrían que examinarse el día oficialmente indicado.
El segundo, que para mí fue muy doloroso, ya que suponía conocer actitudes de alumnos y alumnas que no me las imaginaba, ocurrió al acabar la asignatura.
Puesto que imparto Educación Artística, las asignaturas son teórico-prácticas en que la presencia es básica para llevar adelante una evaluación formativa. Así pues, el alumnado con un número de ausencias no justificadas, les admito los trabajos pero tienen que examinarse del programa teórico.
La clase iba aludida caminaba muy bien con muy excelentes resultados. La única parte adversa, era un grupo de alumnos que en cierta medida “pasaba” de la asignatura, y, dado que en aula es muy grande, solía ponerse al final de ella.
Pues bien, una semana antes de terminar, compruebo que el número de alumnos asistentes era inferior a los que se encontraban en clase. Al finalizar, voy leyendo los nombres firmados y compruebo que algunos no responden, puesto que no están presentes. Pregunto quiénes habían firmado por sus compañeros ausentes. Algunos tuvieron el coraje de decirlo; otros no.
Puesto que quedaban un par de clases para que acabara la asignatura, y tras el fin de semana dándole vueltas al tema, en la siguiente clase volví a plantearles la pregunta: algunos se cerraron el en “silencio cómplice”; otros se avergonzaron y pidieron disculpas…
Tuve ocasión de manifestarles la enorme decepción que había sufrido, pues era un tercio de la clase la que había estado a lo largo del curso, con mayor o menor frecuencia, participando en la falsificación de firmas, de la que yo no era consciente porque confiaba en ellos.
Puedo decir, que es la vez que más me extendido en explicarles lo que significa ser maestro o maestra, que no es una mera profesión o un trabajo que se realiza para ganarse un sueldo, la diferencia que hay entre enseñar y educar…
Finalmente, a los que habían mantenido ese silencio cómplice les indiqué que el trabajo de investigación pendiente que no lo realizaran, puesto que habían roto la confianza y responsabilidad mutua que suponía que se había generado en la clase. Deberían, por tanto, examinarse de todo lo que cubría esa parte.
Para cerrar, quisiera pedir disculpas por la extensión de esta carta, pero es que en todos los años de mi vida docente no me había sentido con tanto malestar ante una generación o parte de ella que recurre a cualquier artilugio con tal de salir adelante.
Y si generalizo es porque, tristemente, alumnos de último curso de Psicopedagogía, con los que tengo gran confianza, me indicaron que no me sintiera muy afectado, ya que eso ya era muy frecuente en la Facultad.
Pingback: ¿No os da vergüenza? | Orientaci&oa...
Señor Santos Guerra, le saludo nuevamente.
En esta ocasión toca un tema interesante y pocas veces tratado con respecto al lado «obscuro» de la evaluación, ese lado que evidencia el desempeño no del que es sometido a la evaluación sino del resultado que se obtiene del nivel de logro del que evalúa.
Me recuerda un poco a un letrero alguna vez encontrado en la ventana de un salón de clases de primaria, en el que el docente publicaba: «Se les comunica a los padres que hoy, nadie hizo la tarea de matemáticas».; mensaje que hacía evidente la generalizada falla del profesor, no se sabe si tal debilidad era que la tarea no era entendible para el niño o que quizá ni siquiera la había dejado, sin embargo, la situación publicada evidenció una práctica negligente que responsabilizó al cumplimiento del alumno.
Los profesores tenemos cantidad de argumentos para justificar o responsabilizar el desempeño de los alumnos, pocas veces se hace evidente una introspección a la práctica, precisamente leíamos: «El núcleo de la práctica educativa» de Richard Elmoré, que menciona un núcleo conformado por el alumno, el contenido de aprendizaje y el maestro, triada que se debe activar en la misma proporción para el logro de los aprendizajes.
En sí misma la evaluación es una situación que por su naturaleza de «calificar» nos genera ciertas crisis, como para utilizar sus resultados para la «descalificación», digamos que no es la mejor estrategia para motivar al interés, el esfuerzo y el logro de objetivos… hasta la próxima
Estimado maestro, la situación de la maestra no esta nada lejos de la realidad que hoy en día se vive en las aulas de clase, sin embargo quiero hablarle de la contra parte. con frecuencia he escuchado hablar sobre los alumnos y sobre la nobleza e inocencia que muestran mucho de ellos, de la ardua labor del o de la docente por lograr que los alumnos aprendan, por lograr que pasen un buen día en sus escuelas, que a pesar de que llegan niños sin desayunar, niños que llegan a la escuela después de cuidar a sus animales, sucios, maltratados, la docente hará lo correspondiente para crear en esos alumnos momentos mágicos y que les hagan olvidar los malos ratos o sobrecargas que obtienen de sus casas.
Pero maestro, hay niños que son todo lo contrario, los encontramos agresivos, retadores, irrespetuosos, que a la par de sus padres, piensas que el único responsable de todo esto es el docente y que no comprenden que la verdadera educación es la que reciben del seno materno.
Se que como docentes cometemos errores, no somos seres perfectos y que la sociedad piensa que así somos y debemos ser, el primer enemigo que tenemos como docentes son Los Padres de Familia, quienes nos toman a mal lo que hacemos y lo que queremos lograr con sus hijos.
Que ahora, no se puede reprobar, que ahora ya no se le debe regañar al alumno, que aun que no sepa nada el alumno debe aprobar, y yo le pregunto a usted maestro ¿y nuestra autoridad?, ¿el valor de lo que hacemos donde esta?, ¿sabe usted que es lo que quieren las políticas educativas de hoy en día? gente mediocre sin preparación, sin capacidad de juicio y análisis, esa gente es y sera la mano de obra barata, no quieren personas que reclamen un salario justo de acuerdo a lo que hacen.
Y entonces maestro ¿nuestra labor no busca formar personas preparadas, con capacidad de análisis, libres e independientes, autónomos?, es difícil hoy en día entender a la sociedad pero sobre todo a los padres de familia.
Hola maestro Miguel Ángel le saludo con gusto nuevamente.
Es interesante hablar sobre el tema de la evaluación y el desempeño de los alumnos y los docentes, aun sigue prevaleciendo la idea de que los docentes quedan excluidos de cualquier responsabilidad por los malos resultados obtenidos por los alumnos en las evaluaciones, aquí vendría bien una pregunta ¿cuál es la función de los docentes durante las clases?, si solo fueran meros espectadores, entonces sí quedarían libres de cualquier responsabilidad por los malos resultados obtenidos en las evaluaciones; sin embargo, todos sabemos que los maestros son los principales responsables de desarrollar estrategias didácticas para que los alumnos aprendan de manera eficiente, deberíamos ser los especialistas de la educación, pero la realidad es otra.
Es digno reconocer que una buena cantidad de maestros se esfuerzan todos los días por crear ambientes de aprendizaje agradables donde los alumnos desarrollen su intelecto, pero también están los otros, aquellos que se excluyen de cualquier responsabilidad. Se necesitan docentes que estén en constante actualización, autoridades educativas conscientes de las necesidades de actualización y superación docente, pero sobre todo, considero que un cambio de actitud por parte de los maestros, donde reconozcan y se hagan responsables de sus actos, también sabemos que hay más factores que influyen en el desempeño de los alumnos, pero eso es otro tema.
Mi reconocimiento para todos aquellos buenos maestros comprometidos con su profesión, que día a día dan un gran esfuerzo por desarrollar aprendizajes nuevos con sus alumnos.
Los resultados de las evaluaciones tienen que ser explicados. Una cosa es lo que se aprende o no se aprende y otra por qué se ha aprendido y por qué no se ha aprendido.
Tan ridículo es que el alumno achaque TODO el fracaso al profesor como que éste lo achaque al alumno.
Para poder mejorar, es preciso que CADA UNO ponga en tela de juicio lo que hace.
La nota de la profesora refleja mucha de la realidad que se vive en México, no solo por los «errores» o incidencias que encuentra la maestra en los exámenes, sino que me llama profundamente la atención lo que hay detrás de ello; si bien evidencia las carencias educativas de los estudiantes, preocupa el hecho de que (como lo observa acertadamente Santos Guerra) evidencia la postura que se tenemos los maestros en cuanto a la evaluación; al respecto a nosotros debería darnos vergüenza tener una visión tan reducida de lo que un alumno debería registrar en un examen eternizando la educación bancaria, o tener mas faltas de ortografía que el propio alumno. Que esto nos quede de reflexión, ya que parece que el uso de la pedagogía critica termina con la educación básica, si, ahí donde termina la obligatoriedad de la educación ¿termina también la ética profesional? .
¿Qué ha fallado en el sistema educativo para que los alumnos/as lleguen a Física II plasmando en un examen que !el hielo es fundente a 100ºC!?
Buena noche, me parece muy interesante su artículo y la carta que publica, nuevamente el tema interminable de la evaluación. La actitud de la docente es similar a muchas que observamos o en las que hemos estado, por que no decirlo, aprendo que la evaluación es un sistema complejo, dinámico, que cada día va avanzando y debemos hacer adecuaciones en nuestro trabajo diario. Si tomamos en cuenta la evaluación contínua, la sumativa que es el caso de la carta, es algo tradicional, faltaría la parte formativa que vemos tan escasa en el sistema educativo mexicano. Es relativamente sencillo asignar una calificación, lo complejo es dar un enfoque formativo para que tanto el alumno como el docente observen sus áreas de oportunidad y poder lograr un avance. Aprendemos de lecturas y ejercicios que la evaluación tiene que ser un proceso de ensayo y error, de áreas de oportunidad, de mejora, de un crecimiento; sin embargo, todos padecemos la práctica con la teoría, sin duda un camino largo por recorrer pero no imposible.
A los alumnos de la docente, me atrevería a platicar que tenemos el derecho de revisión, de ver nuestros errores, de que se nos indique el camino a seguir, si los alumnos no tienen los conocimientos de la asignatura, su ortografía y redacción es deficiente, su contextualización es pobre, ¿de quién es parte de la culpa?, ¿revisa ella la redacción, ortografía, etc, en sus trabajos de clase?, ¿ya no le corresponde?, ¿tiene la culpa el nivel inmediato inferior?. En México seguimos los pasos de un sistema escolar similar al Español, ¿vamos hacia el mismo rumbo?….. hay mucho trabajo por hacer y aprender de los errores ajenos es más fácil que de los propios
Lo más duro de esa nota de la profesora de Física II es decirles a los alumnos que si les viene grande la carrera que se vayan.
O sea que han llegado hasta ese curso (aprobando Física I también) pero ahora pueden descubrir que no tienen capacidad para estudiar.
Dicho sea todo esto con la afirmación de que los alumnos y alumnas se lo tienen que currar, es decir, que tienen que esforzarse.
La evaluación tiene mucha miga.
Si a esta profesora la pagan porque los alumnos aprendan y, según ella, no han aprendido gran cosa, deberían recortarle el sueldo. Lo que pasa es que nos pagan por dar clase, porque los alumnos aprendan. Es lo que decía aquel vendedor: Yo vendo, lo que pasa es que no compran.
No digo que no haya estudiantes irresponsables, pero me cuesta creer que la gente tire el tiempo y el dinero tan alegremente.
Estimado Maestro, es un placer leer nuevamente una publicación suya, pues cada que lo hago tiendo a imaginar un escenario real, vivido, comentado o simplemente creado. Nuevamente el hablar de evaluación es muy interesante, sin embargo a este tema le adhiero el temple que como maestros tenemos, o debiésemos tener. Muchas veces nos encauzamos mucho en los logros de los alumnos, en el logro de contenidos, aprendizajes esperados, sin embargo ¿Qué evaluación nos ponemos nosotros como docentes, como padres de familia, como agentes educativos?.
Bien es dicho que al evaluar al alumno, nos estamos evaluando a nosotros mismos, a los padres de familia, pero eso cuesta verlo.
El concepto de evaluación se entiende, generalmente, como el establecimiento de juicios de valor acerca de algo. En educación, esos juicios de valor se refieren a los resultados de las acciones de enseñanza con el fin de modificarlas para mejorarlas y hacerlas más eficientes. La formulación de esos juicios de valor descansa en la interpretación que se hace, a la luz de criterios previamente establecidos, de información recopilada para el efecto. Entre más confiable sea esta información y entre mejor refleje o describa la realidad estudiada, mayor será el fundamento y más atinadas podrán ser las decisiones que se tomen.
Si bien es cierto que en México estamos viviendo una serie de cambios, hoy si, mañana no, muchas veces solo política que lejos de pensar en una educación de calidad, se piensa en solo unos cuantos, pero… pensamos desde lo más alto, los errores de “allá”, pero nuestro mismo micro sistema está haciendo lo mismo de lo que nos quejamos, no hay papel de alumno, solo de maestro, exigencia, rigidez, falta de humanismo, todo esto recae en alumnos, si quizá algunos competentes, pero muchos otros frustrados por maestros que lejos de apoyar con su exigencia, marcan y dejan huella y no precisamente para bien…
Buenos días,
Pues en mi opinión, la carta de la profesora es ajustada a las seriedad de la materia. No me sorprende en absoluto el nivel que cuenta del alumnado, ¿acaso es ella responsable en todo, de ese nivel?. En este curso he participado en un máster donde cantidad/ o algunos titulados universitarios no sabían ni por dónde quedaba Oriente Medio. Vamos, la repanocha.
De otra, NO me da nada de vergüenza esta carta de la profesora. Es seria y justa, reprende la vagancia y valora el trabajo. De otras actitudes me da más vergüenza y no las cuento para no ofender. Claro, siempre cabe la interpretación tácita.
Totalmente coincidente con el comentario del Sr.
N/L 16 MEB UPN TANIA Y. TOACHE el Junio 22, 2014 a las 6:57 pm.
Saludos.
Buenos días,
Pues en mi opinión, la carta de la profesora es ajustada a las seriedad de la materia. No me sorprende en absoluto el nivel que cuenta del alumnado, ¿acaso es ella responsable en todo, de ese nivel?. En este curso he participado en un máster donde cantidad/ o algunos titulados universitarios no sabían ni por dónde quedaba Oriente Medio. Vamos, la repanocha.
De otra, NO me da nada de vergüenza esta carta de la profesora. Es seria y justa, reprende la vagancia y valora el trabajo. De otras actitudes me da más vergüenza y no las cuento para no ofender. Claro, siempre cabe la interpretación tácita.
Totalmente coincidente con el comentario del Sr./Sra.
TANIA Y. TOACHE el Junio 22, 2014 a las 6:57 pm.
Saludos.
Cuando llegué a la carta original, vía twitter, contesté en ese entorno en la línea que apuntas, Miguel Angel: ¿se ha preguntado por qué ha sucedido? ¿y la evaluación continua que menciona? ¿está ella al margen del proceso?
Quintiliano:
Que yo sepa, nadie dice que ella tengas TODA la culpa. Al comienzo del artículo se habla de que hay que exigir esfuerzo, trabajo y aprendizaje.
Nadie dice que la pereza y la ignarancia sean admisibles. LO que se dice es que se pueden decir las cosas de otro modo, se puede estimular, se puede invitar a dialogar, se puede reflexionar sobre qué hay que mejorar en la enseñanza.
A mí si me da vergüenza el tono de esa carta.
¿Qué dirían los alumnos si pudiesen hablar con la misma libertad de los profesores?
Estimado Quintiliano:
Nunca digo que TODA la responsabilidad de los alumnos y alumnas sea del profesorado, pero es difícil sostener que no hay ninguna responsabilidad. Los miimso alumnos y alumnas van muy bien con unos profesores y mal con otros.
Lo que quiero decir en el artículo es que sin espíritu autocrítico, sin apertura a loa crítica, sin reflexión exigente, no podemos mejorar.
Ya ves que empiezo diciendo tenemos el deber de exigir. Pero con respeto (no quiere decir que cuando hay dureza no haya respeto), con el espíritu abierto a la reflexión y al diálogo. Si yo hubiera sido un alumno de esa profesora y hubiera recibido esa carta, no me hubiera sentido bien.
Hay muchas cosas en la carta que no me gustan:
– Ese ¿no os da vergüenza?
– El decir que la carrera les puede venir larga
– El amenazar con les hará leer en voz alta
– El dar por supuesto que todo es fruto de su falta de esfuerzo…
– El hab lar de evaluación continua y hab er hecho examen
– El que haya sorpresa ante los malos resultados…
– El que utilice la palabra cabreo
– El que cometas errores «elementales» de redacción como utilizar un infinito en lugar de un imperativo…
– …
Yo me imagino redactando esa carta ante malos resultados y te aseguro que escribiría otra carta.
Lo cual no quiere decir que la profesora no hay escrito el texto con la mejor intención y con el mejor deseo de ayuda. NO lo dudo. Y de hecho felicita a quienes han tenido buenos resultados.
Pero creo que con esa actitud ni ella ni los alumnos sse van a sentir invitados a hacerlo mejor.
Saludos y gracias por leer y por escribir.
Miguel A. Santos
Estimada/o Sra. María Fernández y Sr. Santos,
Parto de la base de que por supuesto puedo estar en el error, y por lo tanto respeto sus, de Ud.s, opiniones. Pero no las comparto.
No entro en detalles del toda, o el medio, o el imperativo de marras. Voy a la esencia que se transmite.
No de justicia que vividores niñas y niños consentidos con entre 20 y 25 años estén ocupando puestos y recursos, y en parte costeados porque su papá puede debido a las desigualdades sociales. Y otros, que lo merecen más su espíritu de sacrificio quedan sin la beca, y por lo tanto sin la oportunidad. Una persona de más de 20 años, es responsable de sus actos, asumámoslo, o mal vamos.
Y ante tal actitud, opino -con posible error- es de humana profesora, el cabreo, y falta de modos, modales y hasta de ortografía en el lance…faltaría más.
Gracias. Saludos.
Buenas tardes Profesor Miguel Ángel Santos Guerra, he leído su nota de esta semana y me trae a la mente muchos recuerdos que a lo largo de mi trayectoria como docente he vivido, uno de esos tantos recuerdos es que a la fecha tengo compañeros docentes que reprueban a más del 90% de los alumnos de un grupo, esto es precisamente en la materia de Física o Temas de Física, mi compañero docente argumenta que los alumnos son unos burros y flojos que no quieren aprender, sin embargo en alguna de esas tantas ocasiones en que él está expresando esta situación , sutilmente le dije que cuando esa cantidad de alumnos reprueban, no son los alumnos los del problema sino nosotros, que tenemos que revisar nuestra práctica docente.
Muchas veces aunque nosotros docentes nos demos cuenta de la situación y del problema, no cambiamos o más bien no queremos cambiar, coloquialmente este tipo de docentes piensan que el 10 es para dios el 9 para el docente y de ahí para abajo para los alumnos.
Espero que en México mi país, con las nuevas reformas cambie todo este tipo de situaciones, que nosotros docentes nos capacitemos y actualicemos constantemente para tener mucho más que aportar a nuestros alumnos.
Buenas noches Profesor Miguel Ángel Santos Guerra, después de haber leído su nota de esta semana puedo comentarle que los docentes estamos expuestos en todo momento a innumerables críticas que provienen de muchos frentes, la sociedad, los mismos alumnos, padres de familia y también de nuestros propios colegas. Por lo tanto inconscientemente se activa un mecanismo de defensa en cada docente cuando los resultados que obtiene un grupo de alumnos no alcanza lo que se esperaba, le tenemos miedo a las críticas y por ello en los malos resultados dejamos la culpa a los alumnos y jamás vamos a reconocer la influencia del medio, de los materiales y recursos empleados, la situación por la que atraviesan los alumnos, económica y cultural, el método de enseñanza empleado, los contenidos a desarrollar, etc. mucho menos la influencia negativa que en algunos casos tiene el mismo docente, que aveces más que una ventaja para el alumno,su ignorancia representa un obstáculo. Este error se justifica debido a la «importancia» que le damos a las pruebas escritas, sabemos muy bien que para evaluar el aprendizaje hace falta mucho más que observar respuestas en un examen, bueno, esto lo sabemos en la educación básica de México.
Una vez más al leer lo que ha publicado me hace reflexionar respecto a aquellos momentos que se viven diariamente en el aula como parte de nuestra función como docentes, y en esta ocasión con un tema tan controversial como lo es la evaluación y es que creo que la evaluación no solamente es emitir un juicio en el que se le dice al alumno que hizo, que no hizo, sino es un proceso que nos debe permitir retroalimentar tanto el trabajo de nuestros alumnos como el nuestro, deben ser la pauta para crear cambios y mejoras. Por ejemplo en caso de preescolar no es tan fácil la evaluación como en el caso de la universidad, en este nivel preescolar no podemos hablarle así al alumno y responsabilizarlo o culparlo de ese modo, en este nivel inicial la evaluación se lleva a cabo más en función de lo que como docentes hemos logrado en ellos y porque se han alcanzado ciertos objetivos y porque no, y en que estamos fallando como docentes y cuáles son las metas que se deben plantear para mejorar. Creo que si algo anda mal en el desempeño de los alumnos y más cuando es un porcentaje mayor es porque algo anda mal con el maestro.
Al leer el texto de la maestra me causo indigestión, nosotros como maestros contribuimos a la formación integral de esos seres que se encuentran en nuestras manos. Nosotros los maestros contribuimos a la formación del autoestima y la formación de la identidad, y con esas palabras que dice la maestra reprimiendo a sus alumnos no creo que logre mejores resultados sino sucederá todo lo contrario. Me imagino a los alumnos al leer la nota, probablemente tambien causo un malestar tremendo, creyendo todo lo que les dijo la maestra, bajando su autoestima e inseguridad.
Claro que es necesario hacer una evaluación haciendo ver los errores a los alumnos, pero no de esa manera, es algo inhumano, hay que saber dar esos errores a los alumnos y no verlo como error si no como algo que me va hacer crecer. El maestro debe tener una ética profesional y valores propios, ¿como queremos formar seres con valores? Con la actitud de un maestro asi y faltando respeto a sus alumnos jamás se lograra, por eso estamos como estamos, nosotros los maestros somos el modelo de los alumnos. Realmente me quedo con un mal sabor de boca….
Me quedo pensando en que la evaluación debiera ser una herramienta aprovechada para detectar fortalezas y debilidades de ambas partes; de docente y alumno, y no sólo de ellos sino de todos quienes participan en el acto de educar, que debiera servir para modificar aquello que está faltando en el aula.
Hay un famoso cuatro compartido, no es el alumno el que lo obtiene, son todos aquellos que contribuyeron a su aprendizaje. Me quedo pensando en…”se supone que sois universitarios, que dentro de algunos años llevarais las riendas de la sociedad…” Se supone somos docentes, formadores de sujetos que tendrán que salir a la vida, es posible que podamos repensar en nuestro actuar, en nuestra vocación.
¿Que se supone estamos haciendo? Somos jueces de los conocimientos o somos orientadores en el aprendizaje. Aprender de nuestras fallas para mejorar, reconocer esfuerzos de los alumnos y no criticar y exponer a los chicos a la burla. Qué bueno sería que los docentes reconozcamos que parte del 4,7, 8 0 10 nos corresponde.
Desafortunadamente esta situacion la vemos al diario con los compañeos docentes, y lejos de la realidad no se encuentyra, torpemente queremos realizar una evaluacion sin primero conocer los elementos adecuados para realizarla.
En la actualidad existen una gran varuiedad de instrumentros que podemos utilizar y adecuar a los diferentes estilos de aprendizajes de nuestros alumnos.
Dice un dicho que el reflejo de nuestro trabajo, son los resultados de como aprenden nuestros alumnos, y la situacion mostrada por parte de la carta,ahora en dia no deberia de pasar, y que verguenza de la maestra que todavia se pone en tal manera de reprimienda.
A veces por docentes como ella se viene abajo mucho esfuerzo de otros mas que si estan actualizandose para no enfrentar esta problematica.
Podemos decir que verguenza que por docentes como ella la opinio que emana la sociedad es generalizada en duda del desempeño los demas docentes que tratan de hacer atractiva, formadora e integral su pratica docente.
Ahora he encontrado en las redes esta carta que se ha hecho célebre.
No puedo hacer un juicio, porque no se en qué contexto fue escrita. Habría que analizar las circunstancias, es fácil por parte de un alumno mostrar una carta que se ve agresiva, pero estaría bueno escuchar a esa profesora, saber porqué se expresó con exasperación…Si fuera psicóloga creo que me haría un pic-nic. Todo un tema. No está fácil ponerse en la piel de esos alumnos…Pero…¿En la piel de ese docente???? A mí, la verdad, tanto una como los otros me dan vergüenza ajena…
Abrazos a todos.
Buenas tardes maestro¡
Es inegable que ahora los docentes nos encontramos en un momento de complejos cambios, de más trabajo, de críticas severas de nuestra profesión, de lo que hacemos día a día. Todo lo que el docente es compartido, no se puede negar la gran responsabilidad que tiene al ver los resultados de los logros de sus alumnos, pues es el docente quien planificó, preparó material didáctico, imaginó el mejor escenario para lograr un aprendizaje en cada uno de sus alumnos, por ello tendrá el 50% de responsabilidad en que se logre o no, sin embargo también es bien cierto que el propio alumno es responsable en el otro 50% en conjunto con la familia, el sistema educativo y político de su país, pues todos influimos de alguna manera para que ese individuo que llega a sentarse en la butaca, logre desarrollar un conocimiento, no culpo a la maestra completamente, sin embargo es una seria invitación a que cada docente se autoevalúe y sea capaz de darse cuenta qué y cómo lo está haciendo, y de igual manera para con sus alumnos darse cuenta de qué es lo que le falta para mejorar su práctica social y educativa.
La narración que se presenta esta semana no es nada alejado de la realidad de muchos profesores y de muchos estudiantes, tampoco por ello debe de ser algo normal.
Es verdad que la evaluación es un proceso complejo que va más allá de dar juicios de valor, poner un número o decir te falto,por que en todo caso debería existir una respuesta lógica para cada caso, por ejemplo, si un docente pone un numero, que significado tiene?que sustenta el número?para quién es valido el sustento?si se pone «te falto» se queda la duda sobre que fue lo que falto? y no seria mas prudente decir que puedes hacer para mejorar? estos son solo dos ejemplos de lo que hoy en día los docentes se pavonean en decir que es una evaluación formativa, a decir verdad están muy distantes de que lo sea.
La evaluación formativa pretende en si ayudar la formación continua del alumno, no con un numero ni al final de un periodo sino durante todo el camino, por que esta es la guía de mejora para el docente y el alumno.
Lo que es seguro es que como dice Laura Frade al evaluar a los alumnos se evalúa el propio maestro, por ese simple y complejo enunciado se debería iniciar al momento de revisar un examen, lejos de culpar a otros, responsabilizarnos de nuestra propia práctica quizás así tengamos mejores resultados y alumnos más comprometidos.
Una vez más me hace recordar, en esta ocasión, la clase de cálculo I en la universidad, en un aula con casi 70 alumnos y en donde una evaluación diagnóstica arrojó resultados catastróficos para el profesor. Un 9, un 7, un 5 y todos los demás 0´s y 1´s. Aunque a comparación con la profesora, el maestro habló con nosotros para hacernos ver el gran esfuerzo y trabajo que habría que realizar; y que gran parte dependía de nosotros.
La lectura muestra que la educación debe evolucionar tanto como pasan las generaciones. Lo importante en la actualidad es entender y comprender los entornos en los cuales se desenvuelven el alumnado y el profesorado. La educación no es una imposición, ni memorización.
En la medida en que los encargados de trasmitir los conocimientos entendamos que lo mas importante es brindar herramientas que ayuden a los alumnos a resolver problemas, no a seguir recetas que en la mayoría de los casos no funcionan, sera el éxito de la labor que desarrollamos.
En el texto se refleja que no hay evolución de los profesores a las situaciones actuales, sino que se quedan con lo que en algún momento de su labor les funciono y que normalmente han pasado muchos años.