Hace unos días impartí una conferencia en Totana (Murcia) con ocasión del aniversario de la creación de tres Centros educativos. Dos de ellos celebraban el 75 aniversario de su apertura y otro el 25. Magnífica idea la de conmemorar la extensa experiencia educativa de estas instituciones. Fue estupenda también la iniciativa de que los tres se unieran para la efemérides. ¿Por qué no emprenden los centros educativos más iniciativas compartidas?
Resulta emocionante saber que durante toda su historia estas instituciones han conseguido que muchos ciudadanos y ciudadanas de Totana se hayan hecho personas más sabias, más justas, más felices y más solidarias, gracias al trabajo de abnegados profesionales de la educación. No hay otra tarea más noble. La historia de la humanidad es una larga carrera entre la educación y la catástrofe, dice Herbert Wells. Ellos y ellas han estado del lado de la educación, han contribuido a superar la catástrofe de la ignorancia, de la opresión y de la brutalidad.
Desde aquí quiero rendir un homenaje de gratitud, de admiración y de respeto a todos los profesionales que han trabajado y trabajan en esos centros.
Mientras compartíamos unas estupendas tapas de la región, una directora me cuenta que, en cierta ocasión, le llega al despacho un niño.
– Me ha dicho la profesora X que venga a verla.
– ¿ Por qué?, ¿qué ha pasado?
– Es que he reventado un globo en la clase.
– Y a ti, eso, ¿qué te parece?, ¿por qué lo hiciste?
– Me parece bien. Porque había mucho jaleo en la clase y yo quería que se callasen.
Es decir, que la profesora de ese aula, incapaz de poner orden, incapaz de crear un clima de trabajo y de respeto, manda a la dirección a un niño que trata de echar una mano para que aquello funcione. El niño, harto de soportar el barullo y los gritos, pretende conseguir que haya orden y silencio.
Me preocupa la dificultad de algunos docentes para conseguir un clima en el que se haga posible el trabajo y en el que impere el respeto. Sé que para ellos puede ser una tortura porque ese clima de alboroto hace imposible llevar a cabo cualquier iniciativa. Sé también que, en algunos casos, es difícil conseguir que un alumno o un grupo que no quiere hacer nada y desea que nadie lo haga, mantenga una actitud favorable al mantenimiento del buen clima en el aula. Sobre todo cuando la familia no colabora,
El tema de la disciplina en los centros escolares tiene muchas vertientes. En primer lugar, deberíamos definir qué es disciplina y debatir sobre la finalidad de la misma. Desde mi punto de vista, la finalidad de la disciplina es crear un clima de trabajo, de aprendizaje, de convivencia y de respeto. No tiene un fin en sí misma.
En segundo lugar, hay que saber cómo crear ese clima en el que sea posible escucharse, hablar, estudiar, aprender y compartir. En algunos casos no resulta fácil, pero para eso están el conocimiento, el tacto, el buen hacer y la cercanía emocional.
La participación es esencial. Si los alumnos y alumnas crean las normas, es más fácil que las respeten. Cuando éstas son irracionales, interesadas e impuestas por la fuerza, es más difícil.
Otro problema es qué hacer cuando no se consigue la disciplina. Uno de los recursos que algunos profesores utilizan es enviar a los niños al despacho del Director. Como si éste, que no está en el aula, que no conoce lo sucedido ni al alumno infractor, tuviera la varita mágica de las soluciones.
El Director de una escuela argentina, sita en San Rafael, provincia de Mendoza, de la que soy padrino, tiene sobre su mesa del despacho un cartel con este texto: “No me las sé todas”.
¿Cómo va a resolver la Directora el incidente del globo? ¿Qué espera la profesora? ¿No se da cuenta que al desviar el caso hacia instancias superiores, ella se está declarando incompetente para resolver el problema? ¿Cuál es, a juicio de la profesora, el papel del Director? Ese proceder desvela una concepción sancionadora, controladora e irracionalmente autoritaria de la dirección.
La Directora que, de manera razonable, le pregunta al niño por qué ha hecho lo que ha hecho y recibe esa respuesta, debería felicitar al niño por intentar restablecer el orden y el silencio en la clase.
Cuando fui Director de un Colegio en Madrid eran los alumnos y alumnas quienes decían a sus profesores ante comportamientos inaceptables de éstos:
– Que se lo digo al Director.
He visto que algunos profesores y profesoras, cuando el Director resuelve el conflicto a favor del alumnos o no toma medidas drásticas es acusado de quitarle autoridad al profesor. Como si la autoridad se construyese sobre cimientos de irracionalidad y de dureza de los castigos.
Por otra parte, ¿qué imagen se genera respecto al Director y a sus funciones? Con esa forma de proceder se alimenta la imagen del Director como ogro, policía o juez. Este tipo de actuaciones se suelen hacer cuando se pretende castigar un comportamiento disruptivo, pero no para reclamar una felicitación, un premio o un elogio. No se suele decir, por ejemplo:
– Niño, vete a ver al Director y dile lo bien que te has portado, la iniciativa que has tenido, las calificaciones que has obtenido, lo mucho que has ayudado a tus compañeros…
¿Cómo va a resolver el Director un problema del que no conoce el origen, si no tiene datos para hacer un diagnóstico certero, si no conoce las consecuencias que ha tenido la acción disruptiva? No se puede entender el texto sin conocer el contexto.
El Director o Directora no están ahí para imponer castigos, están para enseñar a convivir, para dialogar, para razonar, para sacar lo mejor de cada uno. El perro puede acorralar al rebaño, puede controlarlo, pero el rebaño no le sigue. El perro no es un líder. El perro puede conseguir que el rebaño no se desmande, pero no es capaz de hacerle caminar con tino, resolución y entusiasmo.
El artículo de hoy sobre las visitas a dirección, me ha recordado la forma de educar (espero que ya en desuso) de aquellas madres que al hacer el niño la trastada le decían: “prepárate que cuando venga tu padre te la vas a cargar”. La aplicación del castigo se demoraba eternamente hasta la llegada del cabeza de familia a casa. Además de que el niño no aprendía, se le provocaba una ansiedad innecesaria.
Los conflictos o los malentendidos deben solucionarse cuanto antes mejor, y a ser posible sin recurrir a agentes externos, porque al final lo único que conseguimos es perder autoridad y confianza.
He desempeñado la labor de tutor de primaria y he realizado tareas directivas. Siempre he pensado que la dirección no debe realizar el trabajo que debe hacer el tutor. Tu artículo, Miguel Angel, es muy esclarecedor sobre este tema. El paralelismo con el perro y el rebaño, fantástico. Reivindico una vez más, que asumir la dirección de un Centro educativo no es, exclusivamente ni tampoco la misión principal, convertirse en un duro jefe de personal ni el ogro de la película. Ayudemos a nuestro/a director/a realizando lo mejor posible nuestro trabajo y viéndole/a como el/la compañero/a que en realidad es. Agradecerte, una vez más, este rincón de ilusión y ánimo que es tu blog.
Eso de “vete al Director” es una forma de claudicación del profesor. No se ve competente para dominar la situación.
A mi me preocupan esos docentes. Hsbría que ayudarlos a sentirse capaces de poner orden en el aula.
Habría que facilitarles técnicas eeintervención en situaciones difíciles: como utilizar la voz, cómo dirigirse a los alumnos, cómo manejar técnicas de grupo, cómo hacerse con los líderes de la clase…
El Director tiene que ayudar al profesor, no tiene que sustituirle.
Estimado Miguel Ángel:
Cada sábado espero con mucho entusiasmo leer tu blog.Leerlo es disfrutar en tus relatos la riqueza que sembraste en mi carrera profesional luego de unas charlas que tuve el honor de presenciar, y leer varios libros tuyos.Es en cada lectura, que vuelvo a reafirmar mis ideas pensando…”-Ah!…no estoy llevando mal mi camino docente!”. Fui Directora del nivel Primario y Secundario por más de 16 años…y estas situaciones son lamentablemente reiteradas….Ahora, ya compartiendo mi experiencia en la Formación de Profesores, noto que es lo que más atemoriza a los alumnos….ser autoridad de sus alumnos.Hoy comparto esta reflexión tuya con ellos a través de espacios “tecnológicos”…Gracias !…Muchas veces se transforman en disparadores de debates y diálogos. Estás muy presente…¿Tienes pensado venir a Bs. As. en el próximo año?…. Nuevamente Gracias, tu grandeza es la humildad y simplicidad de tus relatos….
Creo que hay que pensar cuál es la verdadera esencia de la función directiva. No es tan importante controlar como estimular. No es tan importante castigar como alentar.
Mandar al director a un alumno para que lo sancione es un modo de desviar la atención al lugar en el que no esta´.
El Director no está para eso.
Es probable que la profesora del niño del globo le hubiera castigado por lo que hizo en clase. Y eso me lleva a pensar que muchas veces interpretamos los hechos bajo la capa superficial de los hechos. Cuando no sabemos los verdaderos motivos de la acción podemos equivocarnos.
La lección de lo sucedido es contundente. Hay que hablar con los niños para saber por qué hacen las cosas.
Hay tres temas en el artículo:
– la disciplina, que es necesaria, pero que no debe ser rígida.
– la dirección, que debe no debe ser permisiva ni autoritaria.
– la autonomía del profesor, que debe ejercerse con eficacia.
La historia del niño de Totana me parece simpática y aleccionadora.
Gracias.
Estoy preparando la edición de un libro sobre la dirección escolar. Se titulará “Las feromonas de la manzana”. Viene el título del hecho de que las manzanas tienen unas feromonas que (si metes una manzana con frutas verdes en una bolsa, por ejemplo) hacen madurar a las frutas verdes que se encuentran al lado. La etimología de la apalabra autoridad es la siguiente: auctor, augere, que significa HACER CRECER. Creo que es importante reflexionar sobre la corriente gerencialista que amenaza a ls dirección de las escuelas, El director ha de ser un educador, no un simple capataz.
Es muy ilustrativo el libro de Laval titulado “La escuela no es una empresa”.
De acuerdo con el lapidario título de Laval. Ni el fin, ni las relaciones, ni el sentido de la autoridad, son los mismos en las empresas que en las escuelas.
Me han informado que la formación de directores en Cataluña se le ha encomendado a una empresa. Qué significativo.
Como se nota que Miguel Ángel no habla de educación desde el sillón de un despacho, sino desde la vivencia.(Que tomen nota los políticos que imponen las normas sin haber pisado un aula.)
Me parecen perfectas sus reflexiones. Gracias y saludos.
Espero con ansias la edición del nuevo libro. Recién acabo de venir de la librería y comprar “Pasión por la Escuela”…una delicia al alma profesional.También llevo uno para regalar.Así viví la Dirección de la escuela: como un acto de “ayudar a crecer al otro”. Tanto en el aula con niños, con jóvenes o en la dirección con los docentes, soy feliz en ver el momento en que despliegan en Acto lo que es Potencia…(parafraseando a Aristóteles)..Un lugar espera en mi biblioteca, en el estante de Miguel Ángel….Gracias!
Porque nuestros alumnos/as aprenden por modelos. Sin darnos cuenta, con esas respuestas erróneas, estamos reforzando negativamente una conducta, y otra, y otra.Tenemos que aprender a distinguir lo esencial de lo superfluo a la hora de trabajar la convivencia en una clase. ¿Cuántas veces hemos mandado al director a un alumno/a por tener una conducta altruista, algo que se da todos los días un montón de veces? Pues eso, reforcemos las conductas positivas de “todos y de todas” sin distinción y la convivencia mejorará.Porque un maestro/a, profesor/a no es un policía local que tiene que poner “partes”.Es, ante todo, un EDUCADOR. ¿ Qué tiene prioridad, las ecuaciones o el aprendizaje emocional? Respuesta, lo primero que es lo que viene en el temario. Pues, según nos dicen los neourocientíficos, sin lo segundo no hay primero.
Muchas gracias Profesor.Esta reflexión es para debatir en los Claustros y tomar un acuerdo consensuado previamente.Porque es uno de las asignaturas pendientes de la educación: “Más vale prevenir….”
Es evidente, señor Santos. Mientras los padres no lo remedien, seguiremos teniendo una escuela muy mejorable.
Un saludo, y muchas gracias.
Estoy preocupado (y así lo comento en un artículo que aparecerá en enero en la Revista Cuadernos de Pedagogía) por algunas formas de ejercer la dirección de los centros educativos en España. Varios profesores me han contado con amargura la persecución a la que están sometidos por parte de sus Directores (en algún casi Directoras).
No es de recibo que quien tiene el deber de alentar y de ayudar dedique su tiempo y su influencia a destruir. Porque quienes dirigen están pagados para ser un estímulo y un ayuda, no una rémora y un castigo.
Lo peor es que estos profesores me cuentan que han acudido a la Inspección y la Inpspección ha mirado hacia otra parte o se ha puesto de parte del Director. En lugar de ayudar a la víctima se ha puesto del lado del verdugo.
Todo esto sería inaceptable en el ejército, en una empresa o en la banca pero, en el mundo de la educación, es del todo inaceptable.
Pero, ¿quién se han pensado que son estos señores y señoras? ¿Cómo conciben su función? ¿Cómo pueden seguir impunemenete en ella?
El autoritarismo no tiene sentido en democracia.
Qué decirde la educación democrática.
Nadie puede crecer cuando está pisado.
Buen tema para reflexión.
Recuerdo que cuando era niña teníamos una directora, La Señorita Pizcua, a la que todos recordamos con cariño en nuestro pueblo. Una vez por semana la Señorita de Primer Grado me enviaba con mi cuaderno a la Dirección y la Señorita Pizcua me ponía una nota muy hermosa, con dos sellos, el de ella y otro grandote de la Escuela. Yo lo leía muchas veces, se lo mostraba a mis compañeros, llegaba a mi casa feliz, orgullosa, mis padres leían y me felicitaban, y se lo mostraba también a mi vecina. ¿Quién no quería ir a a Dirección?
Pero cada vez que un maestro enviaba ante ella a un alumno para que lo reprenda por algún acto que parecía de indisciplina, el niño entraba allí entre lágrimas y sollozos, y salía feliz después de hablar largo tiempo con la Señorita Pizcua, muy reconfortado,a veces con un caramelo en la boca.(Los que nos portábamos bien casi que teníamos envidia), ir a la dirección no era un castigo).
Pasaron años y alcancé a ser docente estando aún como directora aquella admirable mujer y escuché a algunas maestras decir en el té de los recreos: “Lo mandé a la Dirección, y en vez de darle un castigo le dio caramelos”.
Ahora, muchos años después, tengo la certeza de que ese niño estaba reclamando algo que el maestro no pudo interpretar, y sí la Directora, que aprovechaba para dar ejemplo, mostrar el camino del diálogo, pedir y escuchar argumentos, hacer pensar, bridar afecto y alguna razón para ver más linda y atractiva la escuela, que no siempre lo era para todos los niños.
Fue una directora de verdad, autoridad no autoritaria, todo un ejemplo.
Tuve mucha suerte de compartir tiempos de aprendizaje con ella.
Buena semana para todos, y gracias nuevamente maestro Miguel Ángel por recordarnos la ternura.
Para Nancy Mansur:
Qué estupenda experiencia la que tuviste con esa directora ejemplar. Gracias por compartirla.
Lo preocupante es que esa historia sea una excepción y no la normalidad de las situaciones.
Hace unos años escribí un artículo titulado LA IMAGEN EN EL ESPEJO. Trata de la imagen que proyectan los directores/as en el alumnado.
Les pregunté a mis estudiantes de la asignatura de Dirección qué recuerdos guardaban de los directores y directoras que habían tenido.
Es curiopso cómo, con la misma normativa, pueden existir tantos estilos diferentes de dirección.
El “vete al director” es como amenazar con el coco.
Si él entra en el juego ese mecanismo se intensifica y perpetúa.
El profesor reconoce su importencia y el Director asume una omnipotencia que no tiene.
Soy Director y estoy completamente de acuerdo con el artículo. Pero, ¡no soy un perro! (lo digo de bromas…).
Querido Maestro!
Aprovecho este artículo para volver a estar de acuerdo con usted y agradecerle su confianza hacia mi persona por los sabios consejos que me dio cuando planteé mis graves problemas con un director.Me dijo que debia de haberlo denunciado, pero le comento,cuando tuve argumentos tangibles en mis manos,me afloró el miedo a la inhumanidad que aquella persona poseia y junto al daño personal que ya me habia echo no llege a tener la fuerza suficiente para ponerlo en el lugar que le correspondía.Ahora vivo con el remordimiento de no haber echo lo que debia y con la pena que otra persona pueda vivir el terror que yo he vivido.
De todas formas me defendí como gato panzaarriba y logré que me quitara la sanción a que fuí sometida.
Gracias a usted que de lecciones de fortaleza y animos a todos los que le leen.
Aprovecho la ocasión para desearle !Felíz Navidad!
Saludos cordiales.
Mucho ánimo, querida Loly.
Es un ejemplo que hay apersonas como tú.