Los cubiletes

8 Dic

Por diversos conductos y ya desde hace tiempo, me ha ido llegando repetidamente esta historia que tiene su miga didáctica. Si no es verdadera, desde luego que está bien contada, como asegura el conocido aforismo italiano.

El alumnado debe contar entre su material con tres pequeños cubiletes de plástico: uno rojo, otro amarillo y el otro verde.

Reproduzco a continuación el relato que algunos amigos y familiares me han enviado, sin que haya habido por mi parte el menor intento de confirmación de los hechos. No me parece tan importante la veracidad del relato cuanto la reflexión que provoca.

Lo traigo a colación en este momento en que otra ley se cierne sobre las cabezas de los docentes, cargada de nuevas y contradictorias prescripciones.

“Esta es una sugerencia que un equipo de inspectores de la Consejería de Educación ofrecieron a los directores/as de centros educativos de una comarca muy cercana a Sevilla:

El alumnado debe contar entre su material con tres pequeños cubiletes de plástico: uno rojo, otro amarillo y el otro verde. Durante la clase, cada alumno atenderá a las explicaciones del profesorado y situará en su pupitre el cubilete que indique su comprensión de lo explicado. Rojo: “No entiendo nada”. Amarillo: “No lo entiendo todo”. Verde: “Lo entiendo”. De esta manera, el docente, de un solo vistazo, captará si su explicación está llegando a la clase o, por el contrario, debe esforzarse por hacerse comprender y/o por bajar el nivel de complejidad de lo explicado.

Pero miren cómo la realidad supera a la ficción. En los experimentos dentro de una clase ocurría esto:

– Maestro, ¿para qué es el cubilete amarillo?
– Maestro, el Yosua me ha quitado los cubiletes.
– Maestro, la Yeni es una empollona, que siempre tiene el cubilete verde.
– Maestro, se me han perdido los cubiletes, ¿puedo ir al servicio?
– Maestro, ¿si saco el cubilete verde me aprueba?
– Maestro, mira cómo toco la batería con los cubiletes.
– Maestro, el Cristian me ha escupido en el cubilete.
– Maestro, yo lo primero lo he entendido pero luego no, ¿qué cubilete pongo?
– Maestro, ¿si traemos los cubiletes hay que traer también el libro?
– Maestro, yo el cubilete rojo no lo pongo, que me llaman subnormal.

Y es que sólo los que estamos dentro de una clase sabemos qué es eso. En los despachos parece todo muy bonito”.

Hasta aquí, el relato que he recibido en el que se de forma meridiana la pretensión normativa y su choque con la realidad cotidiana.

Sé que esta historia tiene algo de caricatura, pero encierra una invitación a pensar. Los legisladores que no pisan las aulas, saturan de prescripciones al profesorado. Sin previa consulta, sin más explicación que el ordeno y mando.

La escuela es una institución heterónoma. Algunos la han llamado “institución paralítica”, porque no se puede mover por sí misma. No hay institución en el país con más carga de normas que la escuela. Todo está prescrito, todo está reglamentado. Los contenidos, los objetivos, los métodos, las evaluaciones (su número, su fecha, su plasmación en informes), las fechas, las normas, los cargos…

Decía Papagiannios con clarividente ironía (cito de memoria, perdonadme la posible imprecisión): “Los profesores tienen mucha libertad en el aula, la misma que tiene un conductor para poner en el radiocassette del coche la música que más le guste”. Sí, la música que quiere pero el itinerario, el tipo de coche que conduce, las paradas, la velocidad… otros regulan desde arriba.

No me extraña que muchos profesores y profesoras se sientan incómodos ante la inminencia de una nueva ley que nadie ha pedido y sobre cuyo contenido y filosofía nadie les ha consultado.

Ese mecanismo de cambio no funciona. Y, si funcionase, sería aún peor porque los profesores y profesoras podrían decir:

– Hagamos lo que dice la ley y, hasta que no digan otra cosa, sigamos como estamos

Nace esta reiterada situación prescriptiva de la sospecha del legislador de que los profesores y profesoras no son suficientemente listos par saber lo que hay que hacer ni lo suficientemente diligentes para querer hacerlo.

No es posible imaginar que suceda algo semejante en la medicina. Es decir, que el Ministro de Sanidad les dijese a los profesionales a través de diferentes leyes y normativas cómo tienen que actuar con cada paciente. Porque el especialistas diría:

– Señor Ministro, el profesional soy yo. Lo que usted tiene que hacer es darme una buena formación (no pretender formarme a través de la ley), un buen hospital, pocos pacientes para operar, un sueldo digno, el equipo humano y material necesario, formación permanente, dignificación profesional…

Esta pretensión de mejorar la práctica docente a través de prescripciones es completamente desprofesionalizadora. Da a entender que los agentes principales de la mejora son los legisladores, no los profesores.

La tendencia a la rutina no ha de salvarse con leyes sucesivas sino con la capacidad y voluntad del profesor de poner en cuestión su práctica, de investigar sobre ella, de comprenderla y de transformarla en su racionalidad y en su justicia. Cuando las instancias de cambio se sitúan fuera de la escuela lo que suele suceder es lo que me cuentan de un maestro que, cuando llegó la orden de trabajar mediante fichas, se negó a adoptar el nuevo método y le abrieron expediente. Años después le volvieron a hacer otro expediente porque ya no quería dejar de hacer fichas.

La piedra angular de la mejora no es el legislador sino el profesor. Un profesor bien formado, en un equipo cohesionado y comprometido, respetado y bien pagado es el verdadero agente de la calidad educativa y de la mejora. La táctica de imponer el uso de cubiletes es una forma de perder el tiempo y de tomar el pelo a los profesionales de la educación, a las familias y a la ciudadanía.

23 respuestas a «Los cubiletes»

  1. Es evidente, señor Santos. No pueden (no deben) legislar los que no saben, y mucho menos (como degraciada e incomprensiblemente ocurre) sin escuchar y atender a los que sí saben. Pero lo hacen, les dejamos, y así nos va.

    Por lo demás, permítame dejarle aquí el testimonio de un cercano y extraordinario (a mi parecer) Director de instituto. Con gente así todo sería mucho más bonito.
    http://escuelagaditanaenlucha.blogspot.com.es/2012/12/estremecedor-testimonio-de-un-director.html?spref=fb

    Un saludo, y muchas gracias.

  2. Totalmente de acuerdo.
    “Existe un país donde los maestros son profesionales respetados y raramente cuestionados. Un país donde son un gremio fuerte sin dificultades para encontrar trabajo dignamente remunerado.
    Existe un país en el que las escuelas son autónomas para desarrollar sus propios planes de estudio. Donde el uso y desarrollo de la tecnología es una realidad y la brecha de logros o el fracaso escolar es casi inexistente.”

    http://www.elesapiens.com/es/the-finland-phenomenon/

  3. Obviamente la mejoría en la educación está en las inquietudes que tengamos los maestros/as, en investigar, en mejorar nuestra práctica docente, en probar cosas….vulgarmente hablando “tirarnos a la piscina”. Muchos de estos legisladores, como bien dice el profesor Santos Guerra, no han pisado un aula en su vida. Y los toros son muy bonitos desde la barrera. Yo soy de la opinión que debería de haber una ley consensuada por todos y que se adaptara a la realidad que tenemos cada uno, en función del lugar donde ejercemos nuestra profesión. Lo de los cubiletes es un gran ejemplo. Como siempre enhorabuena por el artículo profesor. Saludos.

  4. Profesor, hoy su reflexión está ampliamente ilustrada por el vídeo que nos propone Antonio sobre el fenómeno finlandés. Una autentica utopía para nuestra cultura, y al parecer para otras tan “civilizadas” como la estadounidiense.

    Me quedo con algunas “utopías”:

    Enseñanza igual para todos. Ningún alumno se queda atrás.

    Selección del profesorado,… los mejores universitarios.

    Amplia y alta formación del profesorado, cinco años. En Spain antes el magisterio era de tres años, ahora con el grado de 4.

    Los profesores son muy valorados por la sociedad.

    Ratio 1/20. Centros pequeños.

    Apenas si se evalúa a los alumnos.

    Menos horas, menos tareas para casa, más productividad del tiempo invertido en el aprendizaje…

    Alumnos altamente motivados. La intervención docente es la que facilita esa motivación.

    Las familias se encargan de reforzar y estimular a los alumnos que van con cierto retraso.

    El alumno es el protagonista de su aprendizaje, la autoevalaución es un etapa más de este proceso.

    La innovación y el emprendimiento son objetivos fundamentales del sistema educativo.

    Existe confianza mutua entre políticos, familias, alumnos y profesores. Todos tienen muy claro lo que hacen y no es necesario la fiscalización de los docentes.

    El profesor plantea entornos de aprendizaje,

    …..

    Tantas y tantas cosas, que aquí se dice, pero no se hace…

    Gracias Antonio por tu aportación tan ilustrativa…

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  7. Me imagino, Miguel Ángel, que cuando dices “no me extraña que muchos profesores y profesoras se sientan incómodos ante la inminencia de una nueva ley que nadie ha pedido…” no incluyes, por ejemplo, a los señores obispos, que se están frotando las manos viendo que se suprimirá “Educación para la ciudadanía”, se volverá a impartir “Religión católica” como asignatura obligatoria, se financiará a los centros que segregan por sexo… ¡Ah! Y también todos los nostálgicos del franquismo están entusiasmados viendo que vuelven de nuevo las reválidas.
    En fin, que hasta que no se suprima el dichoso Concordato y seamos verdaderamente un país laico o aconfesional, muchas aulas serán perfumadas con incienso para que los niños y niñas se vayan haciendo adictos a los dogmas.
    Un abrazo.
    Aureliano

  8. Muchas gracias Profesor.Ya lo dijo vd. en la charla que dio en mi colegio Juan Valera de Cabra: ” En la escuela lo más importante es lo que ocurre dentro de sus paredes, no en los despachos, tan alejados de la realidad.”
    Claro los legisladores no son educadores y no conocen a Yosua, Cristian,etc.El verbo proponer es mucho más humano que el verbo IMPONER.Más humanidad y menos legalidad. Y, mientras tanto, ya llevamos siete reformas educativas.Y a los maestros/as no nos escuchan.No nos dejan proponer.Pero ellos, sí se dedican a IMPONER. Mal verbo para educar. Ya que los políticos solo se ponen de acuerdo para asegurarse su jubilación,habrá que pensar en hacer un PACTO SOCIAL EN DEFENSA DE LA EDUCACIÓN, como propone José Antonio Marina.

  9. Habria que encerrar a los políticos eb un cuarto y tenerlos a pan y agua hasta que alcanzaran un consenso por la educación. No hay derecho a dar estos bandazos que solo sirven para marear al personal.

  10. Aunque cambien las leyes y las normativas, cuando cierro la puerta de la clase todo eso queda fuera. En la clase somos alumnos y profesores, con nuestras expectativas, nuestras creencias y nuestros principios. Las leyes facilitan o entorpecen, pero nunca detienen el aprendizaje.

    El artículo de hoy me recordó un cuento muy conocido sobre la vocación docente que publiqué en una de mis primeras entradas del blog.

    http://lamariposayelelefante.blogspot.com.es/2012/01/de-vocacionmaestro.html

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  12. La historia de los cubiletes no puede ser más oportuna y más significativa.
    ¿cómo pueden imponerse leyes sin consultar previamente al profesorado, sn s saber lo que pasa en las aulas?
    Le oí al prefesor Santos Guerra explicar “el porqué” de esta obsesión:
    Es un método barato, por no decir grauito.
    Es un método de supuesta repersución inmediata. Se dicta hoy la ley y al día siguiente ya esá implantado.
    €s un método generalizado. Todo el profesorado tiene que hacerlo.
    De modo que es un método gratuito, automático y generalizado.

    Pero…completamente ineficaz.

  13. Muy aleccionador. Además de simpático.
    Tenemos que pensar cuál es el modo de cambiar lo que se hace en las aulas. Hay fracaso, claro que sí, pero no se elimina por arte de magia, con cualquier tipo de medidas, con soluciones que no han asimilado, querido y buscado los profesionales.
    Hay soluciones que solo dejan contentos a quiene las toman, pero que no les sirven para nada (si no es que les estorban) a quienes las ejecutan.

  14. La historia es para reir y llorar a la vez. Los legisladores que tanto parecen poreocuparse por la escuela y su fracaso, lo tdndrían más fácil:
    – Formen bien los docentes
    – Selecciónenlos bien
    – Pongan menos alumnos por aula
    – Den autonomía a los centros
    – dignifiquen la profesión docente.
    Y déjense de tantas prescripciones.

  15. Buenas a todos y todas.

    El relato, tal como se plantea, me ace recordar cuando asumió el entonces ministro de educación, Lavín, designado por el actual presidente Piñera, el primer cambio, recambio a destajo de funcionarios con experiencia en temas educativos, los que llegaron hasta ahorra, siguen cometiendo errores administrativos.
    Uno de los cambios, fue realizar un sesgo para cambiar el curriculo, lo lograron, aún no estoy de acuerdo con eso, sacan los mapas de progreso, ponene sus programas y planes de estudio sin mayor consulta( al menos una amplia e intencionada) y por si fuera poco, instalan publicamente los famosos semáforos de resultados a escuelas, principalmente las públicas, qué desmedro y desprestigio, al igual que este relato, pero apuntando con el dedo, sin considerar multiples factores intervinientes en el trabajo de aula. Todo, para potenciar la ed. particular privada(lucro), y llevar al avismo a la ed pública que ya está en crisis. graves situaciones de neoliberalismos económicos y políticos. Como usted ha dicho en tantas oportunidades estimado Miguel Ángel, la educación para muchos no es interés ni prioridad.
    saludos desde Chile.

  16. Esta situación que se describe resulta pintoresca. Y eso que la medida tenía alguna. ¡Qué no sucederá cuando las prescripciones son irracionales o estúpidas!
    No es de recibo pretender cambiar la educación sin tener en cuenta la opinión de los profesionales y sin dar los medios necesaios para ese cambio llegue a buen fin.

  17. No sé si conocéis el manifiesto que hemos elabortado un grupo de profesionales de la educción en Sevilla. Lo podéis encontrar fácilmente por su título: POR OTRA POLÏTICA EDUCATIVA. Tiene veinte puntos, pero es corto. Estamos pensando desarrollarlo ampliamente.

  18. El artículo no puede ser más oportuno. Lo curioso es que solo se acercan aél quienes no necesitan leerlo. Los legisladores no se dedican a leer estas cosas. Ellos están por encima de la realidad. Qué pena.

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  20. El ejemplo es extraordinario. Pero como futura docente tengo muchas dudas acerca de mi futuro como por ejemplo si podré utilizar mi creatividad para hacer métodos similares al de los cubos, o si no podré porque no se ajustará al sistema escolar actual.
    Desde mi punto de vista, la solución sería que la educación no fuera legislada por personal que no ha pisado un aula en su vida, sino que hubiese un consenso formado por docentes.
    Otra duda es si este método se utilizara desde edades tempranas ¿Se produciría el llamado “etiquetamiento” que ocurre constantemente en la sociedad? Como el que se ve en el ejemplo: “Maestro, la Yeni es una empollona, que siempre tiene el cubilete verde”.

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