Pa´que le escuche toda Málaga

9 Sep
C.Tangana en el Big Festival Andalucía.

Volvemos del Big Festival. Tengo que escribir. Son más de las tres de la madrugada. Acabamos de ver a C.Tangana y nos ha volado la cabeza. C.Tangana hace lo que le da la gana y lo hace bien. C. Tangana es de lo mejor que le ha ocurrido a la música en español en mucho tiempo.  C. Tangana es un puchero ecléctico muy bien diseñado, producido y ejecutado entre rumbas, rap, hits, flamencos, sonidos cubanos con voces robóticas, salsa y chulería, amigos y grandes profesionales, entre la tradición y la modernidad, el narcicismo y el buenrrollo y, lo mejor, “sin cantar ni afinar”.

Una vez leí, y me lo quedé para siempre, que el poder de liderazgo depende de la capacidad de adaptación. “Ser flexible como un bambú”, que dirían los zen; saber cambiar siendo honesto a uno mismo. Adaptarse. Esta norma sirve para la supervivencia en el mundo animal y, por supuesto, para el humano y artístico. C. Tangana es el ejemplo perfecto. Su poder de transformación empieza en sí mismo, sigue por su trabajo, su carrera, sus éxitos y termina llegando allí donde toca, anoche en Cortijo de Torres: “pa´que le escuche toda España”.

Antón Álvarez, Crema, Pucho, C.Tangana, El Madrileño…, mutando en metamorfosis cíclicas, acertadas e históricas. Su último girito, llegaba a Málaga dentro del polémico cartel del Big y allí nos presentábamos hace un rato (escribo en presente, son las 3.58 A.M.) la Familia Plómez con varios amigos, las pistolas cargadas y las ganas de volar. Nada podía salir mal, nada saldría mal. Un público heterogéneo, los ecos de Suede y Franz Ferdinad que, por cierto, fue un gusto escucharles y recordar cuando todo era esperanza en una noche primaveral de septiembre, muy malagueña, y después de un leve silencio, y un baño, y un oscuro, y ahí está el tío más chulo que un ocho, Puchito, sobre el escenario: “un veneno que llevo dentro”.

Entonces empieza algo no visto, al menos, aquí en España. C. Tangana frente a un show impecable, la cuadratura del círculo, transformando el escenario en una sala de fiestas, en un club, un Florida Park pagano entre el cine y la música, la performance y Lola Flores, entonando sus himnos y homenajeando a grandes clásicos, bajo samplers increíbles, las cosas que nos tocan y, lo más importante, revisando el pasado, nuestro pasado, castizo y flamenco, para enseñarnos un trocito del futuro que “se hace pequeño atrás”.

Porque esa es la clave: Pucho ha sabido mirar el mundo que le rodea y darle lo que quiere, sin saber casi nadie de este mundo qué es eso que se quiere y pocos sabiendo cómo se mira. Se ha adaptado, evolucionado y ha hecho historia. Ha cambiado la industria musical de este país y ya lo está petando fuera. Lo de México es de locos. Y aún recuerdo cuando Alex me puso a C.Tangana en Tarifa, Mala Mujer, verano 2017, en el coche, y sonreí con cierta condescendencia idiota. No lo vi venir lo que demuestra que “hasta los tontos tenemos tope”.

Porque debo reconocer que yo llegué a C.Tangana, como tantos, con El Madrileño. Le había escuchado, sí, pero de fondo y con ciertos prejuicios. Llegué al último, sabiendo que haría colaboraciones con músicos a los que admiro, Toquinho, Drexler, Calamaro, Kiko, y flipando con ese talante vanguardista, capaz de juntar trance y pasodoble, polígono de Vallekas con clubes de Berlín, la tradición musical española con la latinoamericana, entre indie y mainstream, entre vanguardia y tradición, y sin sobrar nada y sonando a Tangana siempre. Fue un flechazo. Recuerdo estar haciendo deporte escuchando el disco y tener que parar. ¡!Qué coño era eso que mezclaba a José Feliciano con Elíades y Pepe Blanco! Todo junto y “que parezca un accidente”.

Vuelvo al show, sigo escribiendo esta columna nocturna y desenfocada. Son casi las cinco y me dura el tiro de Antón. Sigo: C. Tangana le canta al dinero, al fracaso, al amor perdido y a la pena, al champán frío del yate y a la vida que va a toda hostia, a todos los nominaos, a demasiadas mujeres y lo hace tranquilísimo, bien acompañado, tras una mesa flamenca, Tiny Desk le llaman, El Bola y El Niño de Elche, qué grandes, una sección de viento y 15.000 personas delante que le intentamos seguir, perseguir hasta el final. Porque llega el final y a mí se me queda corto, no sé si será por el formato festivalero que lo transforma todo. Me dicen que ha estado casi hora y media pero quiero más y alguien que me quiere mucho me dice que tengo que escribir algo y que ya, que nos vamos. “Vamo’, Pucho”.

Termino: C. Tangana ha sido capaz de reconciliar a varias generaciones musicales y juntar a los más jóvenes y mayores con sonidos que recuerdan tanto a El Junco como a Daft Punk, o quizás recuerden por igual, pillando bases de Drake y el organillo de los gitanos que venían al barrio con la cabra. C.Tangana, en una noche de vuelos altos malagueños, sonando hasta en Torremolinos, lo siento por los vecinos, sin cantar ni afinar y pa´que le escuche toda Málaga y ya. A dormir.

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