Un borrón, un troll, un insulto, otra fake, una comisión de investigación a mano alzada, la conjura de los necios, la gran broma final, odio, manotazos, haters, migraña y garrote… España necesita respirar, tiempo muerto, luces largas y alguien al volante.
“Necesitamos parar”, me dice un amigo y añade, “parar para que pase algo, algo de verdad”. En pocos años, hemos vivido demasiado rápido. Una campaña permanente, mucho juego sucio, corrupción, mucha corrupción, demasiada e insoportable, una gran crisis que no cesa, su eco alusivo, el vértigo de la inestabilidad… El resultado es un país exhausto, raquítico, desorientado…, y alguien tendrá que encender la luz.
El paradigma de la “campaña permanente”, acuñado por el politólogo Sidney Blumenthal , defiende que los políticos, los partidos y sus maquinarias electorales no están solo en periodo de autopromoción durante las semanas de campaña oficial. El proceso de “venta” del “producto” político es, eso, permanente, constante y sostenido durante toda la legislatura. Hace unas semanas estábamos de campaña, hoy estamos de campaña, aunque le llamemos precampaña municipal, y en el futuro seguiremos de campaña. Tedioso, ¿verdad?
Bajemos el balón, paremos el coche y dejemos el móvil, un rato, un buen rato. Bostecemos, aburrámonos como los niños, imaginemos despacio otros paradigmas, imaginemos otro posible país. Pensemos antes de escribir en las redes sociales, por favor, antes del golpe bajo y del insulto fácil. Permitamos que llegue, primero, la reflexión y, quizás, después, el espacio común, avanzar, ser mejores. ¿Se imaginan? Necesitamos respirar, coger aliento. Este país se lo merece.
Necesitamos mirada de altura, gobernantes con autoridad, estadistas, intelectuales… El crítico, Edward Said, sostiene en su libro Representaciones del Intelectual, que “este debe ser un francotirador, alguien que mantiene su sentido crítico, denuncia la corrupción, defiende al débil, y se opone a una autoridad injusta”. Tomemos nota. Para Said, “los malos intelectuales defienden y practican el silencio cauteloso o se vuelcan en la fanfarronada patriótica”. Necesitamos gente válida, buena gente, de verdad. “La bondad es la base de cualquier cultura”, afirma otro amigo.
Necesitamos a los hijos de Ortega y Gasset, de Machado, de Unamuno, de Josep Pla, necesitamos el Ruedo Ibérico y el Ajo Blanco. No necesitamos obviedades hechas de corto plazo, lugares comunes, ausencia de crítica social o de cuestionamiento del poder. No necesitamos validadores de abisales injusticias, ni tampoco algaradas, ni ruido, ni insultos.
Este país necesita respirar, tomarse un tiempo, descansar… Se lo merece, nos lo merecemos. Parar para que pase algo, algo bueno, algo mejor. Necesitamos a los herederos de Azaña, de Dionisio Ridruejo, de José Luis Sampedro y a La Codorniz y a los de Vice. España necesita respirar, tiempo muerto, luces largas y alguien al volante. Este país es lo merece.