(Aquí transcribo la presentación del libro «Recuerdos de un Instante», de Tania López, que tuve el placer de oficiar la pasada semana en la Librería Luces).
Hermanos, en el principio de los tiempos todo era oscuridad, cuando no existía nada, cuando la obra ni siquiera es imaginada, nada. Al principio, sólo fue un documento Word en blanco. Una primera línea, una idea, unas palabras escritas en Times New Roman 12. Poca cosa.
Ya lo escribió Don Miguel de Cervantes en el prólogo del Ingenioso Hidalgo Don Quijote de la Mancha: “Muchas veces tomé la pluma para escribilleVIII, 20, y muchas la dejé, por no saber lo que escribiríaIX; y estando una suspenso, con el papel delante, la pluma en la oreja, el codo en el bufete21 y la mano en la mejilla, pensando lo que diríaX”.
Me gustaría arrancar esta parte, alabando lo difícil que es cruzar el Rubicón de la nada, de la hoja en blanco, ese inicio en el precipicio del Word en la pantalla como una estepa siberiana nevada y silenciosa, a la espera de la primera línea, el primer folio, el primer capítulo, el primer libro.
Nuestra protagonista, Tania López, tiene la audacia de haberlo conseguido. No una, señores, ni dos, sino hasta tres veces. Aquí, presente su libro: como un flamante coche de Fórmula 1. Superada la primera línea, el primer folio, el primer capítulo, el primer libro… ¿Audacia o temeridad? Da igual. Lo importante es que aquí estamos.
Hoy toca presentar “Recuerdos de un Instante”, Ediciones Kiwi 2016: una novela valiente de una autora valiente. La historia de personas reales en esta nuestra realidad. Sin ambages, ni metáforas, sin espirales, ni bucles, sin salidas de emergencia, ni metabúsquedas en Google… Una novela real, en definitiva, escrita sobre un tiempo real.
Como dice María Martínez, autora de una canción para la novela “una historia dulce y apasionante, contada con una pluma fresca y que engancha desde la primera página, una novela repleta de emociones, con un final intenso y perfecto”.
En cierta ocasión, Marguerite Duras sentenció en una entrevista: “Jean Paul Sartre nunca escribió”. Tras la estupefacción del entrevistador, añadió que Sartre “no escribió porque únicamente escribió de lo externo, de lo que le rodeaba, de lo social, pero nada de sí mismo”. La escritura de verdad, la real como es el caso de la escritura de Tania, va siempre de lo particular a lo general, la escritura real no escribe tesis, no parte de grandes principios, sino que llega –si hay suerte y talento- a esos grandes principios tras haberse fijado en un detalle. Por ello, Tania López, digo, nunca escribió.
Una chica mirando una foto, un rifle de plata en miniatura, un paseo marítimo, un coche de carreras, una fiesta en un hotel de Madrid, la estación María Zambrano, un mensaje de whastapp enviado desde un Iphone… Todos son instantes de la última novela de Tania López, todos son puntos de inicio y, a la vez, epicentros de pequeños movimientos sísmicos desde los que se desarrolla la historia.
Tania escribe sin fuegos artificiales porque no los necesita, escribe sencillo porque lo sencillo siempre es más poderoso, porque conoce bien la naturaleza de sus historias, y porque escribe con el lector enfrente, sabiendo que nadie escribe nada para luego borrarlo y que nadie escribe para sí mismo, demostrando que la escritura comienza mucho antes de sentarse a escribir.
Conocí a Tania en la redacción de 101TV. Una chica joven, de aspecto frágil y sonriente, que llevaba las redes sociales de la tele, y siempre parecía a punto de romperse. Uno aprende con el tiempo que la porcelana rota dura más que la porcelana intacta. En aquella época, tuve la oportunidad de leer su segundo libro y entrevistarla en el programa que hacíamos en la tele.
Ahora, años después, volvemos a vernos, vuelvo a leer su nuevo libro y a entrevistarla, y no ha perdido ni un ápice de la juventud, la dulce fragilidad y la audacia (¿o temeridad?) del que se enfrenta a la pantalla como una estepa siberiana nevada y silenciosa, a la espera de la primera línea, el primer folio, el primer capítulo, el primer libro…
18 de enero de 2016. 15:27. Mensaje por privado de Facebook. “Hola, Rober! Te quería pedir un favorcito! Ya me dirás Emoticono smile Voy a publicar dentro de poco un libro (Todavía no es oficial por redes hasta que lo diga la editorial). Y quiero hacer un booktrailer, un amigo se ha prestado a grabarlo y teníamos pensado grabar escenas y luego una voz que narrase. He pensado que tu voz sería buena para el propósito. Sería grabar un minuto como mucho del texto que te pasáramos. Ya me dices Emoticono smile
Una petición así, entre emoticonos smile, y viniendo de Tania, es imposible de rechazar. Le digo que sí, que pondré mi voz, que por supuesto…, y luego al poco tiempo, me suelta que quiere que sea yo el que presente su libro, aquí, ahora, en la Librería Luces, y sólo le puedo decir que me halaga, que es un placer, un honor, un orgullo…, y aquí estamos.
Hermanos, en el principio de los tiempos todo era oscuridad, cuando no existía nada, cuando la obra ni siquiera es imaginada, nada… Al principio, sólo fue un documento Word en blanco. Una primera línea, una idea, unas palabras escritas en Times New Roman 12. Poca cosa y de ahí hasta aquí, ahora, en este templo de los libros, y lo celebro y alzo mi copa literaria para brindar con todos vosotros por “Recuerdos de un Instante”, por Tania López y por la necesidad de escribir, de leer, de sentir, de ser en las páginas de un libro y en la realidad, y más si cabe, si esas páginas de ese libro están llenas de realidad y verdad. Brindo por ello, y os solicito un fuerte aplauso no por mí sino por ella, nuestra autora y verdadera protagonista de esta tarde.
Hermosa presentación de un libro. Mis felicitaciones.