Nos engañaron: desmontando Caperucita Roja

4 Nov
Caperucita Roja.
Caperucita Roja.

Nos engañaron. No nos dejaron opción. Nos dijeron que era un cuento y no lo era. Nos dijeron que Caperucita era roja y muy bonita. ¿Qué importaban esos datos para el sentido del relato? No nos dejaron imaginar a otra niña, o a otro niño. Nos cerraron todas las puertas. Nos quitaron las alas.

Ahora, algunos, en algunos lugares, despiertan.

No hablaron del padre, del padre de Caperucita Roja, claro. ¿Dónde estaba ese hombre? Lo borraron del cuento. No hicieron alusión a él en ningún párrafo. Necesitábamos a un padre, un faro que nos iluminara, que nos hiciera mejores. Mataron al padre y luego nos lo ocultaron.

Fue así. Os digo la verdad. Os estoy intentando contar otro cuento.

Y luego mandaron a Caperucita sola por el bosque, por aquel inhóspito y peligroso lugar. ¿No hubiera sido más prudente que hubiera ido la madre, o que la pequeña hubiera ido acompañada? No me digan que ninguno de nuestros mayores pensó que aquello era una locura, que algo iba a pasar, algo malo.

La verdad siempre está encerrada en cajas con envoltorio de regalo.

Contaron -así fue el cuento, yo no me lo invento-, que el lobo atacó a la niña. ¿Solo? No, eso no puede ser cierto. Los lobos atacan en manada. Es muy difícil que un lobo, por muy hambriento que esté, ataque solo. Un lobo solitario no ataca a un hombre, por pequeño que sea, teniendo presas más asequibles. Nos volvieron a engañar. Lo hicieron. Es claro. Estos son los datos.

Estas ideas son revolucionarias. Si no es valiente o temerario, no debería seguir leyendo.

¿Y qué pasa con la abuela? El descuido es brutal. La abuela vive sola en medio del bosque, en medio de un bosque inhóspito y peligroso, con lobos hambrientos. ¿Su familia se olvidó de ella, la abandonaron? Qué sociedad, esta que heredamos, deja a sus mayores desamparados de esa manera.

No hay derecho. Todo está tejido de una red de mentiras. Una red de la que no somos conscientes.

Por no hablar de que el lobo, finalmente, se come a unos y a otros y un cazador que, por allí pasaba, sin saber de la misa a la media, se toma la justicia por su cuenta y mata al lobo, liberando a Caperucita Roja y a la abuela, y –para remate- le llena la tripa de piedras. ¿Dónde está el principio de presunción de inocencia, y la templanza y la piedad, y el derecho romano?

Pagamos por un cuento. Nos lo creímos, nos mintieron. Así fue. Nos engañaron desde el principio. Sólo nos dieron una versión y, lo peor: nos quitaron la posibilidad de encontrar otras perspectivas, otras posibilidades, de vivir otras vida, de volar, de soñar, de ser otros…

Sois unos hijos de puta y os maldigo a todos.

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