La historia del Doctor Gully
Elisabeth Jenkins
Editorial Alba
Traducción Flora Casas
El Dr. Gully, médico de la época victoriana, fue uno de los precursores de la hidroterapia junto con el Dr. Wilson. Abrió una clínica hidrotermal en Malvern, Great Malvern, en Worcestershire, justo donde comienza nuestra historia. El doctor, firme creyente en lo que hoy llamaríamos la medicina homeopática, puso delicada atención en el tratamiento de mujeres con síndromes de depresión y alteraciones psíquicas porque creía que el origen de estos males era la sociedad rígida en la que vivían. Hombre de gran fama, perteneciente a la Sociedad Médica de Londres, amante del espiritismo –como no podía ser menos en aquella época-, gran orador y conferenciante, escritor de libros relacionado con su profesión y ‘amplio de miras’ políticamente –partidario del sufragio universal- tuvo entre sus clientes importantes personajes como Charles Darwin, George Eliot o Sir Percy y lady Shelley.
La novela de Elisabeth Jenkins está basada en hechos reales. El Dr. Gully, ya en su madurez se enamora de una joven casada, Florence Ricardo, y tras sanarla de sus estados psíquicos y a la muerte del marido de ésta inician una relación. Florence queda en estado y el doctor para no someterla a más habladurías le practica un aborto. A partir de ahí, su relación será absolutamente platónica, pues el doctor estaba casado aunque no viviera con su mujer y no había posibilidad de un divorcio.
Florence al quedarse viuda hereda una buena fortuna y automáticamente se convierte en un bocado exquisito para contraer matrimonio. Conoce al Sr. Bravo y deciden casarse, lo que supuso un duro golpe para el doctor. Sólo unos meses después el Sr. Bravo muere envenenado y comenzará un juicio donde tanto ella como el doctor serán los principales sospechosos.
Hasta aquí la historia real pero lo interesante de esta ‘rara avis’ que nos ofrece la editorial Alba es sin duda, el tratamiento tan exquisito que hace Jenkins de la historia. Siguiendo su estilo victoriano, esta maestra de ambientes opresivos –como ya vimos en Harriet– vuelve a introducirnos en una rocambolesca historia perfilada con espiritismo y los encorsetados personajes victorianos que dejan poco espacio para respirar. Si los protagonistas están perfectamente dibujado no dejen de observar un personaje secundario que conforme avance el libro se convertirá en alguien muy siniestro y controlador: la señora Cox, un ama de llaves, en este caso ‘amiga personal’ de Florence, sólo superada por la malévola ama de llaves de Rebeca.
En cuanto a la narración sólo puedo decir que la excelencia de Jenkins se encuentra en su precisión, en todos los detalles que conforman la historia y que no se convierten en aditamentos innecesarios. Es inenarrable la sensación que produce esta autora en su dominio de las angustias vitales y cómo es capaz de traspasarlo a sus lectores. La novela al igual que en Harriet muestra la historia, el nudo y el desenlace incluyendo en su estructura el juicio al que son sometidos. Las conclusiones son tan obvias que Elisabeth las noveliza con incuestionable buen hacer.
Altamente recomendada para los amantes de la novela victoriana y todos aquellos que gusten de conocer los inicios de la hidroterapia y la sociedad victoriana de la época.