Anatomía de un escándalo

28 Ago

Las críticas nacionales e internacionales han hablado de esta novela como la novela del #metoo. Lo cierto es que su autora, Sarah Vaughan, la escribió justo antes de que este movimiento se hiciera visible y el tema es de lo más adecuado. Algo tan fácil de entender como un «no es no».

Por si no lo han intuido este thriller tiene un gran tema de fondo: el acoso o la violencia sexual. En esta primera novela de Sara Vaughan se nos cuenta la historia del subsecretario del Ministerio del Interior y persona de confianza del primer ministro, un hombre amoroso, encantador, con una prometedora carrera política y una familia de cuento. Una noche llega a su casa y le cuenta a su adorable mujercita que ha tenido un desliz y que ha llegado a oídos de la prensa.

La víctima ha decidido denunciarle y el proceso llegará hasta los tribunales gracias a una abogada eficiente, recta y afamada, de alto nivel, que se dedica en exclusiva a casos de violencia sexual y que pone mucho empeño personal en este caso porque quizá tenga mucho más que decir.

La narración, dura y conmovedora trata un tema peliagudo y delicado y lo aborda desde el componente psicológico y el judicial. A la par y por ser inherente a la propia trama nos habla de las relaciones matrimoniales y extramatrimoniales, pero siempre ronda la misma pregunta sobre el lector ¿culpable o inocente?.

La novela que comienza de forma calmada va tomando ritmo de forma adictiva y meticulosa. Cada capítulo tiene nombre propio porque la historia avanza desde la perspectiva de un personaje y será a través de dos personajes antagonistas la que nos lleve hasta la verdad del asunto, uno a través de la mujer del acusado y otro a través de la abogada. Ambos personajes son tan complejos que para explicarse y conocerlos necesitan de flashbacks hasta la época estudiantil de ambas, e incluso del propio acusado, que se remonta a los años noventa en Oxford.

Los excesos juveniles y la mala educación de todo aquel que desde pequeño consigue todo lo que quiere nos lleva a plantearnos si los barros de hoy son los lodos de ayer y en este caso concreto la reflexión se lleva al consentimiento sexual impreciso en muchas ocasiones, poniendo en tela de juicio lo difícil que es demostrar una violación dentro de una relación matrimonial o una relación estable o cómo en un juicio de estas características la víctima también es cuestionada en su forma de vestir, en sus relaciones anteriores o incluso en su forma de actuar tras la violación.

Recomendada para todos y en especial a las mujeres que consienten y no saben decir no, a las que no consienten, a los hombres que no saben entender un ‘no’ y a los que comprenden que la decisión es de dos y no de uno.

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