Quince años y un día

3 May
Quince años y un día
Samuel vuelve a clase después de tres días de ausencia y viene con un justificante firmado por su madre, donde alega que su hijo ha estado aquejado de gripe. La nota esta escrita con una ejemplar caligrafía inglesa, observando una gramática impecable y el uso correcto de cada tilde. Es, en fin, un raro monumento de la lengua escrita, que, en estos tiempos de semianalfabetismo, agradece y emociona a un filólogo, que es mi caso. Admirada por lo que leo, siento la curiosidad de preguntarle a Samuel a qué se dedica su madre, oficio que presumo de alguna relevancia intelectual. No así, Samuel me responde que su madre es cocinera, con una sonrisa de satisfacción por la que puede interpretarse que está orgulloso de que su madre sea cocinera y, más aún, de que su madre sea su madre. Detrás de un alumno satisfecho, hay siempre una madre ejemplar –y, en otras ocasiones, un padre- si bien por lo que Samuel me cuenta, dentro de su timidez, parece que su madre esté exenta de marido. Tal vez separada o viuda, eso no se lo voy a preguntar. A como calibro la situación, dicha madre se basta y se sobra para educar a su hijo en la excelencia. Si fuese un solo hijo, la coyuntura sería más fácil de explicar, pero no es así.
Samuel tiene otros tres hermanos, a los que su madre atiende con idéntico celo, después de atender a su trabajo de jornada completa en la cocina. Uno por uno, les supervisa los deberes, sin olvidarse de las vísperas de examen que le tocan a cada cual.
-A ver, Samuel, ¿de qué nos examinamos mañana?
Ella habla en plural porque cada examen de sus hijos es también cosa suya. Por eso, lo mismo toquen subordinadas adverbiales o la Generación del 27, lee y relee los textos del libro para luego explicárselos al niño y preguntarle. El resultado de este repaso será para los dos un triunfo mutuo. El niño se sentirá orgulloso de traerle a su madre un notable y la madre pletórica de que su hijo saque un notable. A esas alturas, ya se le habrá olvidado de lo mucho que contribuyó ella misma a ese notable. Las madres generosas, siempre minimizan su papel y sólo están pendientes del progreso que alcanzan sus hijos, a los que se entregan en cuerpo y alma. Y los hijos, que tienen dichas madres, viven felices por darles la ocasión de otorgarles un premio, que las haga sonreír. Ningún niño o niña, aprecia tanto un regalo como el que sus padres le brindan cuando se interesan por ellos, los escuchan y los atienden y tampoco ningún niño o niña es feliz, cuando se desinteresan por ellos, en especial, a altas horas de la noche y los dejan dormir solos en la inquietante oscuridad. Los niños de quince años aún son niños y tienen miedo, muchísimos miedos, cuando esos padres ausentes no vienen a darles siquiera las buenas noches. Ese cariño que les arropa y les hace dormir a pierna suelta, es más impagable que los regalos de lujo, que los cruceros, que los colegios de pago. El padre, la madre presente hacen más felices a sus hijos con su atención y su cariño que los padres ausentes con sus regalos, de los que se aburren muy pronto. Así, se resienten, se rebelan y empiezan a hacer barbaridades sólo por lograr esa atención de los padres pasotas. Que, en ocasiones, creen que ganar la simpatía de ese hijo del que nunca se han ocupado, del que nada saben consiste en apoyar siempre sus actuaciones aunque rayen en lo delictivo. A mi hijo, a mi hija no le grito nunca y nunca lo castigo, quién osa entonces hacerlo. Así se comprende que incluso uno de dichos padres se atreva a encararse con el policía que detuvo a su hija por haberla encontrado robando en un centro comercial. El policía solicitó por teléfono la presencia del padre en el local, quien muy ofendido y molesto por recibir llamada tan inoportuna en el arranque festivo del fin de semana- tal vez fuese por la segunda copa en el pub- le respondió destemplado:
– Que mi hija ha robado y qué si mi hija roba. Más ha robado Bárcenas y está ahí el tío tan fresco.
Por supuesto, no va a interrumpir su juerga por ir a defender a su hija, in situ, cara a cara. Faltaría más. Ya tiene el hombre bastante con ir entresemana al instituto, si es preciso, a partirle la cara a ese profesor que se atreve a reprender la nefasta conducta de su hija. Que se porta cada vez peor, quizás en la ingenua esperanza de que algún día su padre se pregunte por qué lo hace, que intenté corregir su actitud, que se interese por ella. Pero no hay caso, la autoridad y el castigo suponen un esfuerzo que es un concepto, hoy día, de lo más desprestigiado. Y, sin embargo, un esfuerzo que los hijos reclaman como agua de mayo. Ningún pedagogo sensato afirmaría lo contrario.
Me entero de que “Quince años y un día”, la película de Gracia Querejeta sobre un adolescente conflictivo con una madre que no sabe manejar la situación, se ha llevado la palma de las biznagas de oro. No, en balde, pone el dedo en la llaga de ese problema que aqueja a la mayoría de las familias desestructuradas a día de hoy. Eso he dicho, la mayoría.

P.D: Quiero dedicarle una canción a una persona que quiero mucho y mañana cumple quince años. La canción se titula “Para ti”, es de mis favoritas, pero a mí me gusta titularla “Quince años cumplidos”. Ahí va con la letra, pinchad abajo:
Quince años cumplidos
Y la letra:
Para ti, que estás de morros esta noche
que descubres los secretos de tu cuerpo
que sonrojas tu nariz casi queriendo
que eres un gran aprendiz de seductor
Para ti, que debiste nacer en Frisco
que te rascas pensativo la melena
que calculas un placer remunerado
que te ves poco a poco generador
Para ti, que sólo tienes quince años cumplidos.
para ti que no desprecias ningún plato lindo
para ti que aún careces de prejuicios bobos
para ti lleno de infantil egoísmo del lobo
Para ti, que devoras con otras color virgen
para ti que no soportas ningún rollo horrible
para ti que en los cines de verano y costa
para ti lo mejor ha seleccionado Morgan
Para ti tiene razón todo un estilo
toda la locura de los locutores locos
todo el cadenaje que enmudeció a virtuosos
toda la energía de ese motor estalló
Para ti nos buscamos el paraíso
nos cocinamos melodías con su charme
nos olvidamos de los críticos seniles
nos encerramos en castillos de cartón
Para ti, que sólo tienes quince años cumplidos.
para ti que naciste en tiempos asesinos
para ti que te llevas a las nenas de calle
para ti en cuyo placer aún hay ambigüedades
Para ti que vas a caballo del fin del mundo
para ti que ves las Cortes como un cine mudo
para ti que comprobarás lo que otros han dicho
para ti queremos otear el paraíso
Para ti que sólo tienes quince años cumplidos
para ti que sólo tienes quince años cumplidos
para ti , para ti, para ti…

15 respuestas a «Quince años y un día»

  1. Qué mundo este más desigual, poblado de maravillosas y abnegadas mujeres y borrachos degenerados hombres (música de Jocelyn Pook).

  2. Supongo que usted ve feminista este artículo, quien se siente culpable, ve su culpa en todo. Pues bien, yo le digo a usted que el artículo no tiene nada de machista sino lo que le refleja a usted mismo ¿No es usted quién pretendía echar a Lola del periódico? ¿Acaso por considerarla poco seria para estas labores al ser mujer? ¿o poco capacitada? Dígalo, no se corte, hombre…

  3. Como anciana husmeadiza que todo lo escudriña,
    observo, más cuando Lola escribe en luna creciente.
    Oh, esta vez lo hizo en menguante.
    Igual que en la marea, del Señor somos su viña.

    En creciente la sangre le riega mejor,
    y aquello no es escritura, es arte.
    La política ha de ser La Luna, antes que Marte (diós de la guerra).
    ¿El programa?, ni falta le hace al buen observador.

    Una escalera y al cielo subir,
    Y desde allí tocar La Luna y decirle:
    “espera en creciente que van a escribir”.

    Y desde allí buscar el camino a seguir
    aquí abajo en Málaga, y agradecerle
    que la cercanía me ciega en un sinvivir.

  4. Es evidente que la madre de Samuel, dotada para la lucha diaria y para llevar a buen puerto la crianza y educación de sus hijos, no pertenece a esa gran mayoría deseada y sería muy deseable que los términos se invirtieran en esa otra que, a día de hoy, no es más que simple e inane mayoría, tan falta de dote y, de suyo, tan sobrada de vacío. Casi me atrevería a decir que lo que mueve a esa madre debe tener su fundamento en alguna fe y por eso espera lo mejor de la vida , sin escatimar esfuerzos. Y qué sería de este mundo de no existir tales madres. Sólo el esperpento se aproximaba un poco a reconocerlas: “¡mi mujer es un ángel del cielo, que escribe en español con una ortografía del infierno…!” clamaba el pobre Max Estrella, que no veía acabada su carta al buey Apis…
    Los hijos no son juguetes o esos animales de compañía, a los que das largas un buen día que te vas de vacaciones. Esto podemos decirlo en España tan llanamente y posiblemente nos arrepintamos por no habernos mordido la lengua a tiempo. Sobran las palabras – es mi opinión – en una sociedad que hace menos de un siglo no conocía otra cosa que opresión, látigo, frío, brasero y humo. Y esto se nota a la primera de cambio. Pero cambiamos poco y seguimos calentándonos con granzas (esto es de allí arriba) tan dadas a la humareda.
    Saludos

  5. Excelente análisis.

    Y la canción también es una de mis favoritas.
    Hacía muchos años que no la escuchaba, y eso que la he buscado en tiendas, fonotecas, etc.

    Muchas gracias.

  6. o madre soltera.los hijos,menudo chollo para el que no los tiene.Si se reflexionara en profundidad a la hora de decidir el mundo se extinguiría.¿Para que tantos bárcenas…
    Los padres también son excusa para los hijos

  7. Los padres, las madres, no son excusa para los hijos sino consecuencia de ellos, en el campo del arte, por ejemplo, no hay tema más capital que el cordón umbilical, los lazos de sangre, en definitiva, de eso estamos hechos. Ahora, precisamente, estoy leyendo el libro de relatos de Lola López Mondéjar, “Lazos de sangre”, que trata de relaciones complejas paterno-filiales, cuáles no lo son, y me da mucho que pensar, de lo mismo trata la obra de Mari García de la que he hablado otras veces y, en definitiva, casi todas. Kafka no hubiera escrito esas novelas, sin ser hijo de su padre ni Proust con otra madre.
    No conozco personalmente a la madre de Samuel, por respeto también a él le he modificado el nombre, pero la veo reflejada en la mirada de este niño, educada, exquisita, atenta, madura, codiciosa de aprender y de crecer. Un amor de niño que presupone un amor de madre. No soy madre, es cierto, pero adoro a los niños, sobre todo, en la etapa de la adolescencia, que es una edad mágica, llena de interrogantes, inquietudes y de rebeldía. Reconozco que es difícil educarlos, por eso, valoro más el mérito en quienes saben hacerlo como la madre de Samuel. Sé también que hay otras y otros, padres maravillosos, podría citar a los míos, a mi madre que me enseñó el valor de la constancia y el esfuerzo, pero no menos a mi padre quien dio alas a mi imaginación y me enseñó el valor de la poesía y la solidaridad con los marginados. Las cosas no son tan simples, pero baste decir que el amor de una sola madre o de un solo padre bastan para que el hijo crezca saludable de cuerpo y de mente. Sé también de padres solos que han educado niñas extraordinarias como mi amigo Rafa y otros que no sé si citar, pues quizás les dé pudor ser citados.
    También sé de parejas homosexuales con hijos que cuidan divinamente, que es lo importante, cuidarlos, quererlos, atenderlos y enseñarles a ser buenas personas. Necesitamos padres y madres así para que nos den hijos que construyan el futuro. Mi más sentida enhorabuena a todos ellos.

  8. Vamos mejorando. Hace cien años nadie se atrevía a ser escéptico. Ahora todos se enganchan al carro, no por escépticos sino porque es la moda. Al menos se enganchan. O se cuelga por fuera el que no puede. Por eso me alegra que Lola, a veces, escriba obscuro para que atiendan y claro como el agua, claro…para que nadie comprenda.
    Saludos

  9. Otros se mueven, a ciencia cierta, entre la envidia judía y la caridad cristiana. Todo muy judeocristiano. En todo caso, no es el mío.

  10. Desde luego que no es tu caso, Winspector, tú eres un primor. Y está claro que, por lo que comentas, te lees bien mis artículos, que es cosa de agradecer infinitamente y de lo que, en definitiva, se trata, que hay que hacer notar que, sin casi proceder a la lectura, buscan otros la ocasión de descalificar a la persona en sí misma, independientemente de lo que escriba en un artículo.
    No hay caso, te llaman adulador que es descalificación a lo que yo escribo y tú comentas ¿por qué y para qué? Ni idea.
    ¿Y quién puede plantearse tales cuitas cuando el Málaga se la juega hoy en el Santiago Bernabeu? ¡Qué nervios!

  11. La descalificación personal es tan vieja como el mundo. Desde tiempos inmemoriales se viene diciendo: “Cuando en las obras del sabio, no se encuentran defectos, contra la persona cargos, suelen hacer los necios”. Yo no me tengo por sabio, líbreme cualquier Dios de ello, como tampoco tengo a nadie por necio. Con su pan se lo coma.
    Pero a lo que vamos, ¡forza se Málaga!
    Saludos

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