Inmovilidad

25 Sep

La semana anterior celebramos el día de la movilidad en Málaga con un estupendo atasco en el Paseo España, antes Paseo de los curas, antes Paseo de los tristes, el viernes Paseo de los desesperados. La delegación de movilidad tuvo la genial idea de cortar el Parque para incitar a los malagueños a que cogieran el autobús. La parte del autobús, guay, pero la cadencia de los semáforos no fue modificada, con lo que se creó un embudo de asfalto, colmado por el tráfico que llega desde La Victoria, La Malagueta y toda Málaga Este, conductores en una ciudad que funciona regular cuando todas las calles están abiertas y que se encontraban a las siete y media de la mañana por allí porque sin duda querían ver el cubo del Pompidou. La principal característica de nuestros ediles, incluso de sus técnicos (que sin duda ese día no condujeron su vehículo), consiste en que no pasean, no pisan las calles, no sufren sus decisiones ni padecen sus medidas, casi parece que conocen la ciudad por el Google maps, por lo que contemplen al paso de sus vehículos o por lo que le cuenten en las juntas de distrito. La cosa es que celebramos el día de la movilidad mediante un acto de inmovilidad en una Málaga que jamás fue calculada como una urbe efectiva. A la elaboración de este disparate han contribuido todos los escalones de la Administración, desde la Unión Europea hasta los ministerios del ramo, desde el Consistorio hasta la Junta. Es muy difícil de justificar, por ejemplo, por qué no continuó el ferrocarril hasta Marbella, o por qué no fue conservado el trazado de aquel Matagallinas que unía Vélez con Málaga. Bueno, el pasado, es el pasado y a lo hecho, pecho, pero la Unión Europea ha diseñado un corredor ferroviario por el Mediterráneo y tampoco pasa por nuestra ciudad. Un futuro e imperfecto.

Nadie usa el coche por gusto, pero las alternativas son complicadas si uno no quiere añadir a las horas de trabajo un tiempo adicional con el transporte público. El metro es una bendición para quienes puedan amoldarse a este recorrido suyo al que podemos calificar aún como precoz, y del que no entiendo por qué no se continuó hasta el Parque Tecnológico cuyos trabajadores se comen un impresionante atasco a la ida y otro a la vuelta. Gracias al día de la inmovilidad, el viernes pudieron disfrutar de uno adicional en el mismo centro de Málaga. El transporte privado, en efecto, es propio de ciudades medianas tanto en tamaño como en espíritu. Las grandes urbes se caracterizan por la eficacia y comodidad horaria de su transporte público. Resulta irónico y hasta chusco que un ayuntamiento que no hace sus deberes participe del día de la movilidad. Cada mañana que puedo me dirijo hacia mi trabajo en bicicleta por el Paseo Antonio Machado y continúo hasta Sacaba. Cada mañana que cojo la bici pienso en nuestro alcalde y en el arquitecto (seguramente honorario) que trazó un carril de juguete para bicicletas. La que pudo haber sido una zona ideal para este tipo de transporte ha sido convertida en una inutilidad peligrosa por intereses especulativos inmobiliarios, con la connivencia de nuestro ayuntamiento. Los bloques construidos en primera línea de playa provocan que todo el paseo marítimo describa curvas en lugar de haber recortado la superficie de construcción. Esas mismas curvas han sido calcadas en el trazado de un carril en el que me he caído dos veces y un amigo, ciclista semiprofesional de mountainbike, otras dos. Los carriles bici de Málaga ya aparecieron calificados como uno de los peores de España en revistas para usuarios. Si vamos sumando los puntos a los que el metro no llega, las líneas de autobús con trazados exasperantes, los carriles bici que son aconsejables en Oxford, por ejemplo, pero no en Málaga a pesar del buen tiempo, si añadimos el corto recorrido y horarios del tren de cercanías hacia la costa, tal vez, sólo tal vez, nuestra delegada de movilidad pueda comprender por qué el uso del coche es aún una obligación para muchos malagueños, y por qué si quiere celebrar algo, debería de ser su cumpleaños y en su casa, en vez de cerrar una arteria de la ciudad, así a lo loco.

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