Pobre Andalucía

12 Ago

Según varios estudios universitarios, España saldrá de la recesión en 2014. Las comunidades que actuarán como locomotoras del crecimiento serán Cataluña, Madrid y Navarra. Entre las zonas que aún permanecerán quietecitas en su miseria y, por tanto, sin creación de empleo, se encuentra Andalucía, región que suele figurar en los puestos más destacados de todos los parámetros negativos. Menor índice de lectura, mayor índice de desempleo, menores tasas de titulación, mayores de absentismo escolar. Todo tiene sus porqués, aunque a veces es difícil verlos o es preferible no mirarlos. Cuando comencé como profesor en un instituto rural en 1988, no podía regresar a casa cada día porque tardaba casi tres horas en recorrer los 70 km que separaban el centro de Málaga, de aquel pueblo en la Axarquía. Los atascos eran una estampa costumbrista donde uno podía encontrarse amigos o acabar de leer la novela. En aquellos tiempos se decía que si hubiera buenas carreteras, las zonas rurales se desarrollarían con rapidez y la tradicional pobreza andaluza se tornaría en un desarrollo similar al de Holanda en pocos años. Eso me explicaba un dirigente socialista en el año 90. Luego llegaron las autovías del 92 y una red de carreteras, aeropuertos y líneas de tren que hoy permiten que uno viva en Soria, visite sus negocios en Fuengirola y regrese a su propia cama por la noche. Pero el porvenir nunca llega como dice la copla. España ha invertido los fondos europeos en infraestructuras y la estampa del dios ibero cambió de un tipo con un pañuelo de cuatro puntas anudadas sobre la cabeza, a la de otro con maletín y corbata. Excepto al sur de Despeñaperros donde nos gustan tanto las tradiciones que hemos conservado hasta el subdesarrollo y, en ocasiones, parece que incluso las ganas de que no se marche de aquí. No sólo de asfalto vive el hombre. Desde aquellos años en que empecé a dar clase hasta hoy, se abrieron escuelas e institutos en pueblos que nunca soñaron con un centro de enseñanza y que facilitan a su población estudiantil que quede a las puertas de su formación profesional o la universidad. Sin embargo, todo ese enorme esfuerzo colectivo pagado con nuestros impuestos, además de los catalanes, ha sido un débil paraguas contra la crisis y el paro.

Casi nunca los tiempos pasados son mejores, salvo en el recuerdo familiar. La década perdida no va a ser esta de la crisis, fue la de la burbuja inmobiliaria que ningún dirigente político quiso pinchar, ni tampoco encauzar. El papel de Rey Mago lo sabe representar cualquiera, otra cosa es ponerse en la piel de aquellas madres que administraban su casa y sabían ahorrar una peseta y no derrochaban un solo capricho para nadie. Una vez finalizada la orgía del ladrillo durante la que muchos jóvenes abandonaron sus estudios y un enorme número de familias se endeudó hasta el cuello sin hacer ni una sola cuenta, nos encontramos con los desperdicios de la borrachera. El problema de Andalucía es que la Junta expandió el hábito de la subvención a casi todos los estratos sociales. Hoy sin andamios en pie, y sin ningún banco que preste a Andalucía esas inmensas cantidades de dinero que necesita para que esa cultura del ERE siga funcionando, la cruda realidad aparece. Con todo respeto lo escribo, pero no puedo concebir que entre los grupos de jornaleros se encuentren menores de treinta años, generación que recibió becas, clases en su misma zona y todo tipo de facilidades para que pudiera labrarse un futuro más allá del arado y el azadón. Los pueblos también son responsables de su historia, pero esa carga es muy difícil de asumir. Es más fácil echar la culpa a elementos etéreos como el capitalismo internacional o los poderes fácticos que revisar los propios errores y enunciarlos para que no se vuelvan a repetir. Existen sociedades que nunca han tenido una segunda oportunidad y la pobreza se enquistó bajo sus tejados como el olor a rancio. La Junta sigue con su mismo discurso y buena parte de nuestra población espera que otros elementos también etéreos vengan y le arreglen lo suyo. Y en las estadísticas quedan los resultados.

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