Algo de orden

15 Abr

Un año más, la fiesta de la primavera ha venido y nadie sabe cómo ha sido, dice el pareado cursi. Un encuentro que comenzó como imitación de otras actividades universitarias de España, se ha convertido en eso, en un encuentro poligonero, más allá de los títulos que cada quien lleve bajo el brazo y, desde luego, al margen de la universidad. La fiesta de la primavera ha venido y gracias a los actuales métodos de comunicación miles de jóvenes han asistido. Otro año más recayó sobre las espaldas policiales la organización rápida del dispositivo de seguridad correspondiente que, no sólo conlleva vigilancia de altercados, sino también movilización de sanitarios para que un evento que no existe de modo oficial no concluya en tragedia por peleas e intoxicaciones etílicas. Una fiesta que nadie sabe cómo ha estado, tampoco ha manchado. Tres mil kilos de basura de un grupo invisible quedaron sobre el asfalto para que los servicios de limpieza los recogieran. La invisibilidad es lo que tiene, que no te ven. Tras varios años, las diferentes autoridades siguen haciendo como que este encuentro no existe y, por tanto, no hay que plantear ni problemas ni soluciones al respecto, lo que es más barato. Así, un grupo de chicos tuvo la mala ocurrencia de cruzar la A-357 ya de madrugada y uno de ellos acabó muerto por atropello. Doy desde estas líneas mi sincero pésame a la familia. Una luctuosa combinación de ideas poco medidas a altas horas, junto con una probable ausencia de transporte público que facilite la marcha de un evento que no existe y, como tal, sin paradas ni horarios especiales de autobús. Nada nuevo bajo el sol, tampoco esta convocatoria de generación espontánea ni su polémica. Fue Jovellanos, redactor de un informe sobre los espectáculos públicos, quien concluyó que había que permitir al pueblo que disfrutara como el propio vulgo quisiera. La ola moralizante es tan recurrente como la marea en la orilla. En aquel siglo XVIII, tan ilustrado fuera de España, la discusión se centró en la conveniencia de que los súbditos, obligados por falta de alternativas, asistiesen a teatros de asunto religioso y edificante, o a obras cómicas por donde el diablo se movía a la caza de almas incautas.

La Junta de Andalucía y los ayuntamientos aprovecharon campañas de sensibilización de los efectos del alcohol entre los jóvenes para prohibir de paso cualquier reunión espontánea de ciudadanos, relegados otra vez a la condición de súbditos por decreto ley. El argumento usado se centró en que se generaba basura y había que pagar su recogida. Un lunes camino del trabajo pasé junto a una discoteca donde se celebró una macro-fiesta en domingo y sus alrededores daban asco urbano. No he oído ninguna queja municipal. Los locales pagan sus impuestos. Los mismos que los chicos que adquieren un par de botellas con los sellos de Hacienda sobre sus tapones y el IVA diluido entre hielos y refrescos. En todo el año se produce un solo encuentro de estas características, demonizado y más o menos invisibilizado por nuestras autoridades, actitud que sólo convierte unas circunstancias en problema. Ante un hecho que existe sería mejor, desde una filosofía de tolerancia ciudadana, poner orden en la orquesta, de modo que la institucionalización de este evento espontáneo conllevaría puestos de socorro mejor acondicionados, vigilancia efectiva, cubos de basura, urinarios portátiles, comida, sombra, agua, hielo, transporte público y una serie de instalaciones que permitirían a nuestros jóvenes divertirse según su gusto y con garantías higiénicas, sanitarias y de seguridad. Y, repito, cada botella porta un sello que significa impuestos. El ayuntamiento, junto con los demás escalones administrativos, podrá seguir escenificando aquel relieve hindú de los tres monos que ni ven, ni escuchan, ni hablan, una postura muy zen ante la vida, pero que suele acarrear desastrosas consecuencia en el gobierno ciudadano. La fiesta de la primavera pasó y sólo su lamento nos quedó.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *