Ya en el siglo XV, Fernando de Rojas ejemplificó en su Celestina el afán humano por el dinero. Esa obra marca el final de la Edad Media, revela que había llegado una nueva forma de relación entre las personas que se basaba en el beneficio monetario que cada quien pudiera obtener del otro. Ni los criados ayudan a sus amos, ni los amos cuidan de sus criados. En mitad de ese circo, Celestina, gran conocedora de las miserias del hombre, mueve a cada personaje como si se tratara de la directora de las marionetas. Se olvidó de que cuando se establece una ley, en este caso la inexorable norma del dinero, ésta afecta a todos. Celestina muere en el incendio moral que ella había aventado. La limpieza en Málaga siempre ha sido un problema no resuelto donde muchos intereses particulares se han superpuesto al bien común. De los impuestos de todos los ciudadanos, se paga un servicio de limpieza de los más caros de España, a la vez que Málaga es una de las ciudades más sucias de la geografía ibérica y sólo hay que salir de estos barrios para verlo. En lugares como Vitoria ni siquiera existen contenedores; los vecinos depositan sus bolsas en el suelo y los camiones, mediante palas, recogen y friegan el suelo. Un resultado higiénico e impecable. Aquí tras el paso de un camión de la basura, tiene que llegar otro para limpiar todo lo que queda alrededor de los arcones, islas de desperdicios junto a la ventana de quien los padezca. En LIMASA sólo hay intereses, no amigos. Los trabajadores cobran del dinero que pagamos los malagueños y eso les proporciona un puesto de trabajo fijo y muy bien remunerado en relación con la capacitación profesional que la mayoría tiene. Además pretenden que sean puestos hereditarios, lo que se puede hacer en una empresa privada pero no en una empresa de titularidad mixta donde la ciudadanía sufre la aptitud o ineptitud de los empleados. Esa misma ciudadanía tiene derecho a optar a los puestos laborales que queden libres, según mérito y capacidad. Según los estudios últimos de genética, no se hereda en el ADN la proteína para trabajar en LIMASA. Es curiosa esta actitud sindical y la vez de tintes aristocráticos. ¿Y si el niño se demostrara ilegítimo en el futuro?
La Semana Santa se ha convertido en uno de los rehenes preferidos para las huelgas, de las que ya sabemos que no tienen otra consideración que el propio bolsillo. Maquinistas de RENFE, controladores aéreos, pilotos y, ahora, empelados de la limpieza, apuntan el revólver contra las sienes económicas de esta ciudad sin ningún rubor. A los sindicatos en general se les llena la boca con las protestas contra el desempleo; sin embargo, no les tiembla el pulso a la hora de convocar una huelga que puede hundir la hostelería de Málaga en uno de los momentos en que entra dinero durante la temporada invernal. A los empleados de LIMASA les trae sin cuidado esto. Tienen su puesto de trabajo asegurado y muchos más beneficios que cualquier funcionario que no entró en su negociado por vía hereditaria, a pesar de que el dinero sale de los mismos bolsillos. A toda la ciudad conviene que lleguen euros del turismo y se pueda crear empleo aunque sea temporal, y a las cuentas del municipio arriben monedas vía impuestos. La visión de los Cristos y las Vírgenes entre bolsas de basura no funciona como imán ante ningún viajero. Esa huelga es una irresponsabilidad absoluta que parte de unas peticiones que podrían considerarse incluso ilegales. Málaga no puede estar amenazada por un grupo que pretende privilegios propios del nacional-sindicalismo. Desde el siglo XV sabemos que las relaciones personales dependen de los intereses pecuniarios y que los amores entre Calisto y Melibea eran tan falsos como los que el alcalde invoca hacia Málaga para que se desconvoque esta huelga tan perjudicial como las tramas de Celestina. Al Ayuntamiento corresponde rescatar el convenio con la empresa y establecer una normativa que evite una ciudad de rodillas y arruinada por sus propios trabajadores con ventoleras aristocráticas.