Absentismo escolar

5 Mar

El grupo de los Regeneracionistas llegó a finales del siglo XIX a la conclusión de que España necesitaba escuela y despensa para convertirse en una sociedad feliz. Lo elemental del razonamiento habría provocado carcajadas si hubiese sido enunciado en cualquiera de los foros filosóficos del resto de Europa occidental que ya cargaba sobre sí un siglo de revolución industrial cuyos efectos, si bien no repartían la riqueza de un modo proporcionado, sí sentaron las bases para que en pocas generaciones Europa y Estados Unidos se convirtiesen en una de las pocas zonas del planeta con escolarización plena y con un auge económico que llega hasta nuestros días. Esas ideas sencillas de Joaquín Costa y sus amigos Regeneracionistas aún no han calado del todo en Málaga. Da vergüenza y miedo. La semana anterior nos enteramos de que las cifras de absentismo escolar en la zona escolar de La Palmilla son propias de un tercer o de un cuarto mundo, peor que el tercero porque pasa desapercibido. Conozco muchos activistas que se desviven por el Sáhara, por América Central, por África subsahariana, pero conozco muchísimos menos cooperantes, voluntarios y entregados a la causa de los barrios marginales malagueños. Los hay y se lo curran. La sociedad española en general se ha acostumbrado, tal vez en exceso, a pensar en el Estado como un padre o madre que soluciona todo y el Estado como tal no es Papá Noël y cuando ejerce esas funciones paternales a menudo acaba convirtiéndose en padrino, pero al estilo mafioso, o en papuchi que sonríe pero no hace nada. Confío más en la iniciativa propia de los ciudadanos. El absentismo escolar debe ser perseguido por la Fiscalía de Menores, organismo que en la práctica no tiene medios ni para ir detrás de cada chico o chica que no acuda al colegio con regularidad, ni para hacer efectivas las posibles sanciones a tales conductas perjudiciales para toda la sociedad. El problema de los menores díscolos, rebeldes o mal sobre-protegidos tampoco importa al Ayuntamiento. Los pocos efectivos asignados al GRUME, Grupo de Menores de la policía municipal, se encuentran desesperados porque simplemente no pueden ocuparse más que de casos muy graves; los órganos preventivos se han convertido en meros transportes públicos desde las esquinas hacia los centros de internamiento cuando el menor ya se ha convertido en un delincuente.

Cualquier sociedad tiene que elegir entre construir escuelas o construir cárceles. Esa es la disyuntiva real y cruel como lo es la vida con su rifle en las manos. El profesorado de colegios e institutos de aquellos barrios realizan una compleja tarea docente que modifique en lo posible una mentalidad propia de siglos anteriores. Que un niño aprenda a leer allí constituye un acto heroico y que una niña alcance los finales de cada etapa escolar, un milagro. La propia miseria económica del barrio perpetúa la esclavitud de buena parte de sus jóvenes que se limita a ver pasar los días y soñar con un bisnes que proporcione dinero rápido con el que comprar ese coche to tuneao que tanto mola. El trabajo escolar en la Palmilla contra ese absentismo en rima con analfabetismo tiene que implicar a las auténticas autoridades del barrio que no son quienes exhiben una placa. Autoridad significa respeto, no miedo. La dinamización de la ciudadanía en aquellas calles debe contar con el apoyo de instituciones religiosas de toda índole, políticas y culturales que están realizando labores en silencio en pro de los vecinos del barrio. Intentar resolver el problema del absentismo por la vía persecutoria conduciría a situaciones tan absurdas como probablemente injustas en la que muchas familias se encontrarían ante una maquinaria judicial para ellas incomprensible. Los niños tienen que estar en el colegio. El mayor logro de la sociedad española ha sido alcanzar a finales del siglo XX esas ideas humildes que preconizaron los Regeneracionistas. No podemos permitir en Málaga calles donde el calendario marque cien años de retraso y expanda, mediante analfabetismo, la esclavitud o la delincuencia. Una disyuntiva simple, escuela o cárcel.

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