Campañas

9 May

Las campañas electorales para los comicios en los municipios inundarán durante estos días los espacios informativos. El lector no puede sustraerse a su omnipresencia y este paseante se pregunta si el despliegue mediático que se desarrolla en unas elecciones municipales sirve para algo además de para que los diferentes oficios de las artes gráficas tengan trabajo, lo que no está mal. Ningún grupo político se atrevería a no hacer campaña. La historia enseña que se han perdido elecciones porque un exceso de confianza en que ganaría una determinada opción ha disuadido a sus votantes de acudir a las urnas. Quizás nuestros políticos sean más cultos de lo que en muchas ocasiones revelan y busquen evitar este riesgo. El caso es que ninguna sigla electoral deja de organizar el recorrido de su líder por mercados donde pregunte por el precio de los tomates e incluso escenifique la compra de un kilo de manzanas o así; nunca de boquerones, bichos que sueltan agua y luego ponen perdido al segundón encargado de llevar los paquetes que su líder o lideresa acumula con una sonrisa en exceso forzada que lo mismo significa que acaba de salir del dentista con la boca dormida, o que el encuentro con los posibles futuros gobernados le produce una hemorragia de placer, a veces digna según gestos de un urgente estudio psiquiátrico. Pero así es el mundo que nos ha tocado vivir; la imagen manda sobre el texto y el eslogan sobre la explicación. Lutero inició sus revueltas teológicas clavando sus 95 tesis en las puertas de la Iglesia del Palacio de Wittenberg, lo que nos indica no sólo la enorme dimensión de aquellas puertas y las buenas dotes de Lutero para la carpintería básica, sino que hubo una época en que los comunicadores públicos confiaban en la paciencia de los receptores de sus mensajes y en su capacidad de raciocinio. Hoy las campañas tienden al mensaje corto y al aviso o amenaza de que cada líder o lideresa ha confeccionado cientos de medidas y que son capaces de leérnoslas a traición en cualquier momento.

A mí el método de Lutero me parece que podría dar una nota de originalidad y color a este período de campaña que se adivina aburrida y con grandes dosis de más de lo mismo. No sé, por poner un caso, imaginen que De la Torre calladito y nocturno le clavara a María Gámez en su puerta esas 600 propuestas realistas con las que dice que va a gobernar Málaga. Primero tendría que hacer que la candidata saliera de casa, claro. La llama por teléfono y le propone quedar con ella en un restaurantito cuco para darle una copia de las llaves de la ciudad por si él las perdiera y ya de paso confiarle ciertos trucos familiares de cocina para que el gazpacho no sepa a ajo. Luego la despechada María se vería obligada a devolverle la jugada al canallesco Don Francisco. Yo sugeriría confeccionar un monigote de papel con las mil mejores medidas que María Gámez propone para esta ciudad, escritas en miniatura claro, y que la candidata lo adhiriera entre risas de buen rollo a la espalda del actual alcalde cuando ambos acudan al debate televisivo que tienen anunciado. Así la opositora dispondría de un golpe de efecto cuando Don Francisco preguntara dónde están sus propuestas. Impecable, simple y eficaz. Si, como prevén las encuestas, la candidata Gámez no alcanza el suficiente número de ediles para gobernar, gracias a acciones jocosas como la descrita, seguro que podría seguir la costumbre que su grupo municipal ya instauró en la pasada legislatura y marcharse de una oposición política, de seguro áspera y tediosa, hacia programas televisivos de gran audiencia que le servirían como permanente campaña electoral y trampolín para una futura batalla. La Belén Esteban no necesita hacer campaña, por ejemplo, y el día que se presente a alguna alcaldía que tiemblen sus opositores y quienes tengan que levantar acta de sus hipotéticos plenos. Ya digo, ahora nos quedan unos días pesados o pasados por campaña. Los electores ya sabemos que todos los grupos políticos quieren gobernar la ciudad para el ciudadano y que buscan la cercanía a los barrios y situar a Málaga en el siglo XXI. Ya lo sabemos. A ver si los diseñadores de las distintas campañas las confeccionan un poquito más originales, distintas entre ellas y, sobre todo y por favor, más silenciosas.

Una respuesta a «Campañas»

  1. Las campañas electorales son una muestra más de la falta de interés por querer hacer las cosas bien. Es el método vago de querer conseguir mucho con poco esfuerzo, es mucho mejor encargar que te construyan un poster con un eslogan que supuestamente resulta «brillante» y que va a conmocionar y convencer a los cansados ciudadanos de ver que sus voces son escuchadas por oídos sordos y no precisamente por tener palabras necias sino todo lo contrario. Otra semana más ¡Jose Luis enhorabuena!

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