Después de este título ya saben que voy a hablar de aquello que el alcalde dijo a su concejal de urbanismo sobre eso que ya dijo César de que su mujer, incluso el concejal de urbanismo, no sólo tenía que ser decente como si no fuera un concejal de urbanismo, sino además parecerlo. Este galimatías camina en consonancia con esa incoherencia conceptual del alcalde que afea en público la conducta de su concejal de urbanismo pero no lo destituye como haría cualquier gobierno de cualquier ciudad que no figure destacada en los mapas de la Interpol. Esto es lo que padecemos, un alcalde que ante una situación conflictiva no gobierna por no molestar. Pero Don Francisco no necesita cambiar, carece de una oposición efectiva y la alternativa a su mandato tampoco parece sólida. El grupo de Heredia, auspiciado por Enrique Salvo el que huyó desde la oposición en el ayuntamiento hacia mejores cielos, ha elegido como heroína contra el amo de la casona consistorial a María Gámez persona muy poco conocida en Málaga y sospecho que muy poco conocedora de sus aceras. Se puede argumentar que su virtud consiste en que sabe coordinar equipos o dirigir grupos, pero un alcalde no es sólo un gestor. Al igual que ya sucedió con Marisa Bustinduy, la alcaldable, a pocos meses de las elecciones no ofrece una imagen que haya conectado con la ciudadanía, ni demuestra el brío necesario que modifique la opción de voto de los vecinos, desde el consabido estilo rancio, lento, caro e ineficaz del actual alcalde, a otro de una aspirante que, como dice la canción, quizás, quizás, quizás. Le guste o no a María Gámez y a su equipo de apoyo, ha saltado al ruedo una desconocida para los malagueños que estará muy arropada por distintas corrientes de su partido, pero son las urnas quienes tienen que cubrirla de aceptaciones. Además, vistos los precedentes de huida masiva del grupo socialista en la oposición municipal, comprenderán que este paseante no se crea que María Gámez ha desembarcado con un proyecto político a largo plazo.
Que un equipo de gobierno no vea enfrente a una oposición posible ante la que pueda perder el poder genera actuaciones como la de Manuel Díaz, cuyo cargo ahora mismo está demasiado salpicado de manchitas. Bill Clinton, presidente con un poder inmenso casi cayó, no tanto por un pecadillo de faldas sino porque mintió sobre ello. Aquí tal vez la creencia en que los pecados pueden ser capitales y veniales ocasiona que seamos condescendientes con actuaciones por parte de políticos que se burlan del poder entregado por el pueblo. Esos asuntos feos en Japón incluso terminan en suicidio por deshonor. Aquí nos conformamos con que los representantes del pueblo tuvieran y demostraran y exhibieran vergüenza y honradez. Pero la vida política en general está tan salpicada de escándalos, corruptelas y chulerías que un caso menor se contempla como eso como menor y aquí no pasa nada. A ver si un día oímos lo de tolerancia cero con las torpezas o engaños de representantes públicos de todo orden. Suena muy intraquilizador que un concejal de urbanismo se haya equivocado en el pago de una licencia. O desconoce su área, o se equivoca en las cuentas, o engañó. En cualquiera de esos casos demuestra que no está capacitado para la dirección de una concejalía. En efecto, en la vida además de ser honrado hay que parecerlo, pero el alcalde que usó esta frase de César como castigo contra su concejal, no se aplica a sí mismo su discurso y lo destituye como muestra de que hay que parecer honesto e incluso hay que parecer alcalde además de serlo. Ante cualquier embrollo, de la Torre ni lo parece ni lo es según sus actuaciones. Pero da igual; por ahora tampoco se enfrenta en las elecciones a nadie que le vaya a arrebatar la vara de mando. Y yo aquí haciendo amigos.