Las bicicletas son para el verano y de ahí que el gabinete municipal, capitaneado por Don Francisco, se haya dado una prisa inusual para que las ordenanzas que regulan la conducción de tan sufrido vehículo estén a punto como mecanismo de cadena. Por esto, o porque coincida que el Tour de Francia le haya recordado este tan necesario gobierno de las dos ruedas, en una ciudad donde los carriles bici llevan tan poco tiempo y son tan poco respetados por tantísimos peatones. Pero está bien que este equipo munícipe, por lo general de actuación lenta hasta la exasperación, tome las riendas de algo. No seré yo quien proteste contra esta civilidad que susurra en forma de código legislativo, con el trabajo que le cuesta a este alcalde dictaminar algo. Sin ir más lejos y porque también en verano arrecia el escándalo callejero, de paso, el Consistorio ha promulgado nueva normativa sobre el ruido. Al fin el Ayuntamiento se ha dado cuenta de tal fenómeno. La civilización entra a ritmo de pedal frenético por la Casona del Parque. Sorprende a este paseante el detalle al que llegan las normas sobre el uso de la bicicleta y sobre todo de los patines. Cada cosa en su sitio y a una determinada velocidad, eso está bien; que ni el ciclista corra por la acera de la Malagueta con peligro para niños y fastidio para todos, ni que los peatones invadan los pobres carriles bicis que motean las calles, sobre todo, esas personas mayores a las que tanto gusta ese piso suavito y tan llano. Ahora, como con tantas otras normas de convivencia, queda que sean cumplidas y actúe la vigilancia policial y la multa, y ahí ya nos encontramos con otro problema que, tal vez, en Málaga sea el problema, la inapreciable presencia de la policía municipal que, recordemos siempre, obedece órdenes y es organizada desde arriba, y arriba parece que no la organiza muy bien, o no sabe organizarla, o no quiere, de modo que el panorama incívico que ofrece Málaga no se asemeja al de ninguna ciudad con el adjetivo de ciudad por delante.
Quizás la regulación del uso de las bicicletas y el trazado de sus carriles nos hubiera bendecido antes, si nuestro alcalde hubiera visitado, por ejemplo, Vitoria hace ya unos doce años, cuando era concejal de urbanismo y mientras la populachera Celia Villalobos inauguraba el ridículo tramo para bicicletas en el Camino de Antequera. Yo fui testigo de cómo dos señoras, de moño, pantuflas y móvil en sujetador, iban a pegar a una chica que se atrevió a pedirles que se apartasen. No sé qué hubiera hecho el dueño del bar que sobre él ponía sus mesas, o Correos que tenía un buzón también ahí situado. La policía municipal no vio ninguna infracción porque nada se arregló. Los carriles transitaron hacia el mundo del olvido y ahí quedaron hasta ahora. Por fin. En el 2010, nuestra Málaga siempre a la vanguardia de la urbanidad, bajo la guía de su alcalde, ímpetu encarnado en persona, por fin, en 2010, Málaga cuenta con una legislación sobre el uso de las bicicletas. Estos artículos sin duda serán bastante útiles cuando los carriles estén ejecutados. ¡Qué previsión la de este Ayuntamiento! Según confesó de la Torre hace varias semanas en el programa radiofónico de mi adorada Esther Luque, también está casi a punto de estudiar una normativa que sancione a quien nos regale a los ciudadanos el excremento de su perro sobre la vía pública. Asunto muy complejo y digno de jurisconsultos. Si nuestro Alcalde quisiera un mapa del fenómeno de esos que tanto le gusta encargar a los extraños organismos que los elaboran, que pasee por el abandonado barrio de la Victoria, eso sí que mire al suelo, no sea que resbale o se lleve un recuerdo en la suela del zapato. En fin, bicicletas, silencio, calles limpias. Nos acercamos a la civilización y nada más que estamos a 2010. Si para el 2016 los responsables policiales fuesen útiles, esto sería, sería, no sé, me quedo sin palabras, mi imaginación no llega a tales cotas, al menos aquí.