Mañana martes el alcalde comunicará si baja el sueldo a los asesores, cargos de confianza, gerentes blindados y a todo ese grupo aristocrático que contribuye a que Málaga aparezca como uno de los ayuntamientos más endeudados de España. Así destacamos en algo. Don Francisco de la Torre ha dicho que hay que ser muy humano a la hora de disminuir alguna de esas nóminas cuya mitad firmaría este paseante -y cualquiera de ustedes- con los ojos cerrados y con sangre de sus venas. Don Francisco demuestra que es muy generoso, sobre todo, con ese dinero que él no paga de su bolsillo; además, manifiesta piedad incluso más allá de la prudente. Cualquiera se apiada de un pobre pero reconozcamos que no cualquiera se apiada de un rico, hay que tener cualidades hacia una escala u otra de lo normal, para cultivar ese tipo de sentimientos. Se parece en ello Don Francisco a mi admiradísima Carmen Lomana, joya del pijerío madrileño, persona con anclajes morales bien definidos que se lamentó en público por lo mucho que esta crisis estaba afectando a sus amigos, apostilló que los ricos lo pasan peor que los pobres en estas situaciones, y es cierto; el populacho no tiene ni el paladar, ni el cuerpo, ni el espíritu educados para viajes, sedas o champañas y sushi sofisticado. Cuando aparece la sequía un purasangre sufre mucho más que una rata de alcantarilla. Verdades como puños. Marx, por ponernos filosóficos, aludió a que la felicidad en la vida se compone de pequeñas cosas, ya saben: un pequeño yate, un pequeño castillo, una pequeña fortuna. (Groucho, por supuesto). En efecto, Don Francisco I el dadivoso, considera que esa Corte por él multiplicada hasta lo inexplicable no debe sufrir los rigores de ese descenso incómodo del lujo, al lujo pero menos. Si el dinero no es suyo ¿por qué se va a enemistar con nadie?
Me pregunto cuántos de esos pensionados por el Ayuntamiento ahora podrían buscarse la vida en la calle y quién les pagaría esos dineros. Muchos condenan a los tiburones de las finanzas y ahora los estadistas quieren esquilmarlos, impedir que continúen sus dentelladas a las economías débiles, vulnerables porque un gobierno ha provocado su anemia a pesar de la ingesta masiva de impuestos. Deberían declararlos especie protegida. Por temor a sus golpes, para los que usan datos reales, no maquillados, nuestros políticos desde Bruselas a Málaga (Diputación y Ayuntamiento), cruzando por Madrid y Sevilla no nos hunden al estilo sudamericano. Todas las administraciones han despilfarrado los euros que no tenían y aún lo siguen haciendo. El alcalde se rebela contra la prohibición de que el Ayuntamiento rime con endeudamiento. ¿Quiénes corroen el sistema financiero de este país, los especuladores monetarios o las administraciones públicas? Desde luego el personal de confianza puede confiar en Don Francisco que para eso es de confianza y defiende por motivos humanos –sin duda no pertenecen al alma- que a la directora del Cervantes le pongan un piso, que existan varios organismos que duplican y triplican, con nula eficacia eso sí, funciones de varias concejalías, o que por aquí pasen un francés y un americano y se marchen para su tierra con los euros del malagueño en la cartera. Así como de chiste, pero sin gracia.
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