Como ondas cansinas de una piedra lanzada al estanque, se apagan los ecos del botellón. La última convocatoria apenas despertó filiaciones entre resistentes llamados a las trincheras últimas de la Malagueta. Los vecinos del Centro, temerosos de la vuelta hacia conglomeraciones vocingleras pretéritas, amenazaron con la denuncia a Elías Bendodo, un disparo erróneo hacia quien menos culpa arrastra en este asunto. Tras el fin de semana, igual a cualquier otro según mi percepción de noctívago, no habrá aumentado la preocupación vecinal, pero el Centro seguirá sumido en ese abandono de noble decrépito, aunque sin botellón. Málaga fue mal trazada desde sus orígenes. Nunca albergó aspiraciones de gran capital, apenas conoció un ensanche decimonónico como Barcelona, Madrid o Valencia y su Centro urbano, tras las depresiones económicas de los setenta, se halló sumido en la oscuridad y el desprecio. Durante los noventa se quiso que la noche revitalizara aquel laberinto yermo y la marcha malagueña, pasmo de propios y foráneos, la pagaron los vecinos que entre casas solitarias resistían. Se abrió el tártaro por decibelios en Plaza Mitjana y alrededores, igual que en Beatas. Desde otras zonas se desplazaron las ganas de diversión hacia los nuevos locales céntricos. Ahora, Málaga quiere rehabilitar estos distritos y a sus nuevos colonos ofrece una cuadratura de círculo donde se confrontan el derecho al silencio y descanso con otro, de rango inferior por supuesto, a que la ciudadanía se divierta. Los habitantes del Centro y sus aledaños están sufriendo una mezcla de desidia en varias áreas municipales, junto a la nula planificación urbana de este poblachón mal hilvanado, ciudad que no determina dónde se encuentran sus lugares de ocio, ni dónde los habitables.
Los bares cierran a sus horas, pero cualquier grupo de incívicos va cantando a las cuatro de la madrugada de un jueves y no le sucede nada, igual que los coches tunning atruenan estos dormitorios como si estuvieran despoblados. En algún sitio estará la policía municipal. La prostitución continúa en rima perpetua con Alameda de Colón sin que se hayan activado ninguna de aquellas medidas que de vez en cuando se proclaman con exceso de trompetas y reportajes mediáticos. Humo. La gran pústula de ruido y desmanes del Centro no sólo la padecen sus moradores, sino también aquellos de sus contornos, desde Cristo de la Epidemia hasta Comandante Benítez. Durante la última década, los planes urbanísticos se ajustaron al crecimiento de la periferia. Hoy, en mitad de un paro inmobiliario, el Centro semeja un paisaje bélico y los motores que anduvieron a poco gas desean ahora que se alce un vuelo con lastre en las alas. Otro período histórico perdido para el Centro histórico. Mientras la planificación no exista se constatará la carencia de espacios públicos para el encuentro, y de privados para la vida.
Este Centro descabalado
14
Jul
LO DEL CENTRO ES Facil: que el Alcalde reuna a sus concejales y les pregunta que necesita el centro para quepudan vivir en el con comodidad familias medias con hijos pequeños y otros entre los que se encuentran los que por edad son “desertores” de los adosados,no solo ocasionales inquilinos de apartamentos minusculos y ademas que el centro siga siendo lo que fue siempre:espaciode convivencia de todas las clases sociales.