30 años no son nada

Hace ya treinta años del mayor atentado a nuestro actual Estado de Derecho. Hoy cualquier cadena pública o privada de televisión que se precie, le dedicará, cuanto menos, un reportaje al tiroteo en el Congreso. Afortunadamente, muchas cosas han cambiado desde entonces. Sin embargo, otras permanecen inmutables. Basta con echar un vistazo a la prensa de hoy para comprobar que muchas promesas electorales de futuro pertenecen al pasado. Por ejemplo Arenas, candidato a presidente de la Junta por parte del PP para las elecciones del año que viene, ha asegurado que si gana embovedará el Guadalmedina o promoverá un estudio para posibilitar la creación del “tren litoral”. Ideas añejas de futuro a las que podría haber unido dejarnos sin manquita, por ejemplo. Definitivamente, algunas cosas no han cambiado en Andalucía como demuestra que se sostengan las mismas aspiraciones elecciones tras elecciones. En el haber del candidato popular, claro está, los treinta años que lleva perdiendo. Uno puede enrocarse en el pasado cuando no ha tenido la oportunidad de ejecutar su clarividencia con una responsabilidad en el presente. Arenas puede afirmar con todas las de la ley que está dispuesto a hacer todo lo que no ha hecho quien ha gobernado. Lo que considere que ha sido un cúmulo de dejaciones con respecto a Málaga por parte del gobierno socialista desde Sevilla, puede y debe de esgrimirlo en su campaña. Pero intentar reconstruirnos con propuestas de hace tantos años, puede convertirse en su propia rémora. Málaga no necesita corregirse sino avanzar, con nuevos modelos y propuestas. De otro modo, habría que esperar otros 30 años de remiendos para seguir a la cola de los deberes incumplidos. A Málaga le hace falta un tercer hospital, sí, pero “un primer” de tantas cosas que no habría tiempo que perder con retoques superados por el tiempo.

Paso página en el diario matutino y me encuentro con otra vieja nueva. De la época de Tejero. Las mujeres siguen cobrando menos que los hombres. Un 15% menos en la vieja Europa democrática, un 20% menos en España y un 26% menos en Andalucía. Había clases y las seguirá habiendo. Ser mujer no es tanto una cuestión biológica como una estratificación en castas dentro de nuestro imperfecto sistema político basado en la igualdad de derechos. Hay clases en todos los ámbitos, incluso en el judicial. Leo que los juzgados de lo contencioso administrativo han doblado su funcionalidad en Málaga en el último año. Un 100% de aumento de casos resueltos. Creí que se debía al escaso número de aparcamientos en la novísima ciudad de la Justicia, por aquello de que si no madrugas, te puedes pasar horas escuchando la radio y conduciendo por los alrededores. Pero no. Ahora es que ayudan a resolver los casos doctores y profesores en derecho. Mejor. Porque lo de los aparcamientos se acaba. Uno de los tres poderes del Estado, el judicial, representado en este caso por jueces y magistrados, los ha copado. Todos somos iguales pero algunos más iguales que otros. En la reunión de la comisión mixta que tuvo lugar hace unos días, integrada por representantes de la Consejería de Justicia de la Junta y del Tribunal Superior de Justicia de Andalucía se decidió repartir los aparcamientos de la ciudad de la Justicia malagueña de manera “solidaria”. De las 165 plazas del parking subterráneo, 67 se destinarán a los 67 magistrados. 20 para los fiscales, 15 para los secretarios… y así hasta la base de la pirámide: 10 para el resto de los casi mil funcionarios y demás trabajadores. Siempre hubo clases. Hoy, qué pena, las mismas de hace treinta años.