Las lucecitas

1 Dic

Ayer, tras desperezarme, me encontré en la edición digital de La Opinión de Málaga con una noticia del periodista Miguel Ferrary que titulaba “entre la inversión y el derroche”. Cuando en estos tiempos que corren se habla de derrochar, no nos cabe duda de que se hará referencia a los únicos a los que las condiciones de mercado aún se lo permiten, o sea, a los gerentes públicos. Ningún empresario privado, grande, mediano o pequeño ni, por supuesto, ninguna economía familiar puede hoy por hoy permitirse la pompa de no convertir en bien de lujo lo innecesario. En las instituciones públicas, aún sí. Ya les pueda llegar el agua al cuello que, los que manejan dinero público, lo siguen dispensando con generosidad en cuanto a que lo que gasten, lo pueda percibir sin dificultad el contribuyente y una vez lo asuman, no haya lugar a la polémica.

Si la noticia de la que informó ayer Miguel Ferrary tuviese que ver con la liberación de una partida social navideña de 900.000€ del presupuesto municipal destinado a las familias malagueñas con menos recursos, por ejemplo, aquellas 16.000 personas que según Mariví Romero viven con menos de 4€ diarios en Málaga, la polémica estaría servida. Que si medida electoralista, que de dónde iban a sacar ese dinero con la deuda que arrastran o que porqué no se ampliaba la ayuda a los que sobreviven con menos de cinco euros diarios, serían las críticas menos dañinas. Ahora bien, si el gasto navideño de 900.000€ se destina a lucecitas de colores, no pasa nada. Como no beneficia a nadie, se puede derrochar libremente. Cumple todas las premisas: que se note y no se envidie.

Málaga no es la segunda ciudad de España con la economía más saneada, ni la segunda con menos paro, ni siquiera la segunda en población o en kilómetros cuadrados, sin embargo, sí será la segunda del país en gastarse más dinero público en lucecitas navideñas. 4,1 millones de bombillas a 900.000€. Por una vez somos los segundos en algo. Lo que no sé si por arriba o por abajo.

Digo yo que será para atraer turistas. Quizá lo de la Costa del Sol se quede a medias y debería considerarse ya la Costa del Sol y las Lucecitas Navideñas. No sé. No he visto los panfletos turísticos municipales. Quizá lo incluyan en la oferta de cruceros, o en las de las visitas guiadas a la casa natal. Ahí me pierdo.

Aunque, buscando motivaciones menos descabelladas a este despilfarro municipal me he encontrado con algunas encuestas y estadísticas que indican que la iluminación navideña podría incentivar el consumo y beneficiar por tanto a los comerciantes. Se calcula que las ventas se incrementan hasta en un 20% en las calles que cuentan con iluminación especial. Será algo hipnótico. Como un trance… De ser comprobados científicamente estos datos, quizá debieran de plantearse los comercios su traslado a la discoteca, que es lo más parecido que se me ocurre y ahorraríamos unos euros públicos. O por lo menos, contribuir a la causa. Como en Sevilla –donde el gasto es de 400.000 €, menos de la mitad que en Málaga-, Bilbao, Valladolid o Barcelona, donde los comerciantes o las grandes marcas se hacen cargo de la totalidad o de parte del presupuesto destinado a tal fin. Pero aquí no. En Málaga invertimos más y lo pagamos entre todos por decisión municipal. Decisión que sólo me atrevo a afirmar que beneficia al que vende las bombillas y perjudica al propenso a la epilepsia. ¿Atraerá más turismo? ¿Nos hará más felices? ¿Más espirituales? ¿Más gastones?

Supongo que alguien del austero ayuntamiento malagueño sabrá por qué han propuesto, aprobado y ejecutado la segunda partida más alta de España en lucecitas navideñas. Yo no.

4 respuestas a «Las lucecitas»

  1. Señor Beneroso, cuántas evidencias dice usted, y en consecuencia, cuántas insensateces hace y evidencian nuestros gestores públicos. Yo, ahora, al leerle, evoco lo que siempre dije y digo y no deja de escandalizarme para escándalo de interlocutores y oyentes. Qué cosas. Un saludo y gracias.

  2. Señor Beneroso, cuántas evidencias dice usted, y en consecuencia, cuántas insensateces hacen y evidencian nuestros gestores públicos. Yo, ahora, al leerle, evoco lo que siempre dije y digo y no deja de escandalizarme para escándalo de interlocutores y oyentes. Qué cosas. Un saludo y gracias.

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