Permitidme la osadía
Acaso sea un tic de profesor. La servidumbre de tener en la mano un bolígrafo que corrige las faltas y los errores en los trabajos y tesis de sus alumnos y alumnas. Voy a tener la osadía de recordar a los lectores y lectoras algunas cuestiones de estilo que probablemente ya conocen. Perdonad el atrevimiento.

Resulta apasionante perderse en la selva del lenguaje. Por cierto, se pierde uno fácilmente. Cuántas dudas, cuántos interrogantes, cuántas sorpresas…
Estilo es precisión. Escribir o hablar bien no es solo una cuestión de elegancia lingüística sino de rigor conceptual. Expresarse correctamente, de forma hablada o escrita, es un modo de expresarse fielmente.
Me sorprende y me molesta que algunos anuncios sobre enseñanza de idiomas prometan al aprendiz dominar un idioma en 15 días. Una mentira solemne. Creo que hace falta toda una vida (una vida larga e intensa) para asomarse a la complejidad de un idioma. Solo para asomarse, no para dominarlo.
Resulta apasionante perderse en la selva del lenguaje. Por cierto, se pierde uno fácilmente. Cuántas dudas, cuántos interrogantes, cuántas sorpresas…
Tengo unos cincuenta libros en mis estanterías relacionados con el lenguaje. Frecuentemente recurro a ellos. Por curiosidad, por interés, por necesidad: “Libro de estilo”, de El País y del ABC; “Gramática complicada”, de Álex Grijelmo; “El dardo en la palabra”, de Lázaro Carreter; “Diccionario panhispánico de dudas” (833 páginas) de la RAE y de la AALE; “Ortografía práctica española”, de Samuel Gili Gaya; “La lengua viva” y “La perversión del lenguaje”, de Amando de Miguel; “Cómo escribir bien. Ortografía y temas afines”, de Jesús Mesanza; “Dándole a la lengua”, de Julio Samoano y David Álvarez; “Escafurcios y palabros. Diccionario de abuso de la lengua española”, de Mariano de la Banda; “Compendio ilustrado y azaroso de todo lo que siempre quiso saber sobre la lengua castellana”, de la Fundación del Español Urgente; “Diccionario enciclopédico inútil” (737 páginas), de Manuel Díez de los Ríos…
No voy a seguir para que el artículo no se convierta en un catálogo de títulos. Yo mismo coordiné hace años con dos colegas de la Facultad de Ciencias de la Educación un “Libro de estilo para universitarios”, que ha tenido amplia difusión. Siempre me ha apasionado el lenguaje. Porque es el camino por el que transitamos a la mente y el corazón de los demás.
Recogeré a continuación algunos errores (y sus correspondientes formas correctas) que he visto utilizar con frecuencia en los trabajos que he corregido, en los comentarios del blog y en los textos que leo (conversaciones que oigo) cada día.
- Sobretodo y sobre todo. Hay muchas personas que utilizan la palabra sobretodo (junto) en lugar de sobre todo (separado), sin caer en la cuenta de que un sobretodo es un abrigo o impermeable, cuando lo que quieren decir es principalmente, especialmente.
- Estar reunido y estar en una reunión. He oído miles de veces cuando pregunto por alguien la respuesta “está reunido o reunida”. Estar reunido es tenerlo todo unido. Quienes así contestan pretenden decir que la persona por la que se pregunta está en una reunión.
- Debe de y debe. Personas cultas, incluidos periodistas y profesores, utilizan de forma equivocada ambas expresiones. Daré una regla que permite utilizar siempre la forma correcta. Cuando hay obligación se utiliza debe, cuando hay duda se emplea debe de, El tren debe pasar a las 8 (es su hora).
- En profundidad y con profundidad. Estudiar un tema en profundidad es estudiarlo en el metro o en un pozo. Otra cosa es estudiar un tema con profundidad o profundamente.
- Infinitivo viudo. Se llama así al infinito que no va acompañado del imprescindible verbo auxiliar. Por ejemplo, cuando se dice o escribe “Terminar diciendo…” debería decirse o escribirse: “Quiero terminar diciendo…” o “Deseo terminar diciendo—”.
- Detrás de mí, no detrás mío. Mío es un posesivo. No tiene sentido decir detrás mío. Hay que decir detrás de mí.
- Si no y sino. Hay que distinguir la condicional (si no te esfuerzas, no aprenderás) de la conjunción adversativa (no es osado sino cobarde). También existe el sustantivo sino como sinónimo de destino o fatalidad.
- Porque, por que, por qué, porqué. Porque es una conjunción causal siempre átona que se emplea para encabezar las respuestas. La expresión por que tiene dos formas. Una está compuesta por la preposición por y el pronombre relativo que. Esta forma se identifica porque podemos anteponer un artículo al relativo. Otra está compuesta por la preposición por y la conjunción subordinante que. Podemos identificarla sustituyendo la frase que introduce que por el pronombre eso. Por qué es una forma compuesta por la preposición por y el interrogativo o exclamativo tónico qué. La utilizamos para introducir oraciones interrogativas o exclamativas. Porqué es un sustantivo masculino que equivale a causa, motivo, razón. Suele estar precedido por un artículo.
- Imperativo e infinitivo. Se usa frecuentemente de forma incorrecta. Se dice de forma equivocada “callaros” en lugar de “callaos”. En el título de este artículo hubiera sido un error escribir Permitirme la osadía.
- Statu quo, no status quo. De la misma manera se dice modus vivendi y no modus vivendis, modus operandi y no modus operandis, stricto sensu y no strictu sensu.
- Grosso modo, corpore insepulto, motu proprio. No llevan nunca las preposiciones que se suelen anteponer: a o de. No es correcto decir a grosso modo, de corpore insepulto o de motu proprio.
- Doceavo, duodécimo. Una cosa es un número fraccionario (doceava parte) y otra un ordinal (puesto duodécimo)
- A nivel de. En castellano no hay más pasos a nivel que los de los ferrocarriles.
- En base a. La expresión no es correcta. Los envases en castellano son los de las botellas.
- Ha habido y han habido. He oído muchas veces a periodistas y locutores decir: “Han habido muchas personas en el entierro..”. Es incorrecto utilizar el plural.
- Dijiste y dijistes. No es correcto decir dijistes, con una ese que daña la vista o el oído.
- Confrontar y comparar. El verbo confrontar no significa disputar, pelear sino comparar o cotejar.
- En torno y entorno. El entorno es lo que rodea, el ambiente. No se puede confundir con la expresión en torno a, que quiere decir alrededor de, acerca de, aproximadamente.
- Temas a tratar. Es un galicismo. Hay que decir “temas que se van a tratar” o “temas por tratar”.
- Puntual y concreto. Hay quien utiliza puntual para referirse a un caso concreto, particular, único. Y no. Puntual es el que llega a la hora.
- Ganar de y ganar por. Es habitual oír en las retransmisiones de baloncesto; “El Real Madrid gana de…”. La preposición correcta es por. Debe decirse: “El Real Madrid gana por…”.
- Tema y temática. No son lo mismo. Tema es una proposición o texto que se toma por asunto de estudio. Temática es un conjunto de temas parciales. Lo mismo sucede con problema y problemática.
- Ipso facto. Significa “por el hecho mismo” y no “en el acto” o “inmediatamente”, aunque muchas veces se use así.
Cuando llego aquí me doy cuenta de que he sobrepasado mi espacio. Y no había empezado. Otra vez será.
Quiero cerrar el artículo diciendo que hay que distinguir lo correcto y lo adecuado. Conceptos relacionados pero que no coindicen exactamente. Hay palabras y expresiones correctas que, en ocasiones no son adecuadas. En otras circunstancias, lo adecuado es lo incorrecto. Tarea casi infinita la de dominar una lengua.