El pasado miércoles estuve en el Centro de Profesorado de la ciudad de Córdoba. Me habían pedido compartir algunas reflexiones sobre la importancia de la participación de las familias en el proyecto educativo de la escuela infantil. De cinco a ocho, después de su jornada agotadora de trabajo. A las ocho y media, seguían en la faena mostrando un interés admirable. He aquí un indicador del optimismo que genera la tarea educativa: profesionales que nunca se cansan de reflexionar y de aprender.
Hace algunos años, al comenzar un curso de doctorado, pregunté a los asistentes cuál era el motivo que les había impulsado a inscribirse en el curso. Se fueron sucediendo las intervenciones hasta que le llegó el turno a una alumna que dijo lo siguiente:
- Es que yo quiero dejar de ser una simple maestra de educación infantil…
Me sorprendió el adjetivo que había utilizado para definir su condición de maestra. Así que le pregunté:
- ¿Por qué simple? ¿Quién crees que tiene una influencia más intensa en la formación de su alumnado, una maestra de infantil o una profesora universitaria?
Lo tengo muy claro. No hay autoridad de mayor categoría para un niño o para una niña que su maestra. Lo que diga la seño va a misa. Yo mismo he tenido discusiones con mi hija cuando tenía cuatro o cinco años. ante una cuestión matemática muy evidente. No tenía forma de convencerla del error que repetía sin una pizca de duda. El argumento era contundente:
– Lo ha dicho la seño.
Más que la idea de su padre, catedrático de Universidad, más que cualquier libro, más que la palabra del Presidente del gobierno o la del mismísimo Papa, le importaba la palabra de su seño. Ha hablado la seño. Palabra de Dios, te alabamos, Señor.
Además de la autoridad es importante el carácter plástico y receptivo de esa etapa evolutiva del ser humano. En esa etapa se producen los aprendizajes más significativos y más relevantes. Robert Fulghum, filósofo, pastor y escritor americano, escribió hace años un hermoso libro titulado “Todo lo que realmente necesito saber lo aprendí en el parvulario”.
«Siendo ya anciano, dice Fulghum, me di cuenta de que ya sé la mayor parte de lo que hace falta para vivir una vida plena, que no es tan complicado. Lo sé. Y lo he sabido desde hace mucho, muchísimo tiempo. Aquí está mi credo:
Todo lo que hay que saber sobre cómo vivir y qué hacer y cómo debo ser lo aprendí en el jardín de infantes.
La sabiduría no estaba en la cima de la montaña de la universidad, sino allí, en la arenera. Estas son las cosas que aprendí:
Compártelo todo. Juega limpio. No le pegues a la gente. Vuelve a poner las cosas donde las encontraste. Limpia siempre lo que ensucies. Pide perdón cuando lastimes a alguien. Lávate las manos antes de comer. Sonrójate. Las galletas y la leche son buenas. Vive una vida equilibrada. Aprende algo y piensa en algo. Dibuja, pinta, canta, baila, juega y trabaja cada día un poco. Duerme la siesta. Cuando salgas al mundo, ten cuidado con el tráfico. Cógete de la mano y no te alejes. Permanece atento a lo maravilloso. Recuerda la pequeña semilla en el vaso, las raíces bajan y la planta sube y nadie sabe realmente cómo ni por qué, pero todos somos así. Los peces de colores, los ratones blancos e incluso la pequeña semilla del vaso, todos mueren y nosotros también. Recuerdo una de las primeras palabras que me enseñaron, una muy grande: mira. Todo lo que necesitas saber está allí, en alguna parte. La regla de oro, el amor y la higiene básica. La ecología y la política, la igualdad y la vida sana. Toma cualquiera de estos ítems y tradúcelo en términos adultos sofisticados y aplícalo a tu vida familiar o a tu trabajo, a tu gobierno o a tu mundo y se mantendrá verdadero, claro y firme. Y aún es verdad, no importa cuán viejo seas, que al salir al mundo es mejor tomarse de las manos y no alejarse demasiado».
Un día esa página, tan sabia y emotiva, llegó a manos de una agente literaria, quien la encontró en la mochila de su hijo, y ella le preguntó al autor si tenia escrito algo más. De esa petición surgió el libro que nos ocupa, que es tan interesante y aleccionador como el breve texto que conocemos, un «libro dirigido a levantar el ánimo y calentar el corazón».
De su obra dice Fulghum: «Lo que vas a leer se escribió a lo largo de muchos años, a trozos y poco a poco, y está dirigido a amigos, familiares, a una comunidad religiosa y a mí mismo, sin pensar en publicarlo en forma de libro. No sé cómo llamarás tú a esto. Yo pienso en ello como ‘mis materiales’, un informe escrito sobre lo que pasa por mi cabeza y en mi vida».
Estoy convencido de que esa etapa es la más poderosa del sistema educativo, pedagógicamente hablando. Los afectos lo impregnan todo, los colores son siempre vivos, los espacios son acogedores, la creatividad es desbordante, la alegría es patente… A raíz de aquella declaración de intenciones escribí un artículo que puede encontrarse en la red con el título “Una simple maestra de infantil”.
He dicho más arriba cuál era la cuestión que nos había convocado: la participación de las familias. Mi grupo de investigación realizó hace años dos investigaciones sobre la participación de las familias en la escuela. Una sobre la participación de padres y madres a través de los Consejos Escolares y otra sobre la participación de las familias de alumnos y alumnas inmigrantes. Dieron lugar a sendos libros: “El crisol de la participación” y “La escuela sin muros”, ambos publicados en la Editorial Aljibe. También publiqué en Argentina un libro titulado “Arte y parte: desarrollar la democracia en la escuela”. Es sabido que cuando se le niega a alguien el derecho a hablar y a decidir se le dice: “aquí no tienes ni arte ni parte”.
En la sesión reflexionamos, a través de algunos ejercicios, sobre la naturaleza del concepto de participación. Porque el lenguaje sirve algunas veces para entendernos y otras para confundirnos. Y analizamos los frutos que produce la participación: motiva, responsabiliza, implica, previene, impulsa, enriquece, cohesiona…
Expuse algunas falacias de la participación de las familias. La participación regalada (considerarla un regalo y no lo que realmente es: un derecho y un deber). La participación aplazada (pensar que todavía no se está preparado, sin pensar que la mejor forma de prepararse es participar). La participación recortada (las familias solo participan en cuestiones marginales). La participación condicionada (es decir, con exigencias que impone la institución y que si no se cumplen, no se seguirá participando). La participación trucada (que se realiza con trampas). La participación formalizada (que solo respeta los aspectos formales, no los reales) y la participación feminizada (solo participan las madres).
Hablamos de lo importante que es generar estructuras de participación: tiempos, canales, espacios… De nada sirve el discurso que defiende la participación si no hay estructuras que permitan llevarla a cabo.
Lo más importante fue la propuesta de mejora de la práctica, que exige ponerla en tela de juicio, hacerse preguntas certeras y dudar intensamente. Las preguntas compartidas nos llevarán a la investigación y ésta a la comprensión y a la toma de decisiones. Luego vino una invitación a innovar, a escribir y a difundir las experiencias. Se quejaban del cambio constante de las prescripciones procedentes del poder y no de las concepciones, inquietudes y necesidades del profesorado.
Hablamos también de las dificultades. Unas nacidas en el seno de las instituciones (rutina, burocracia, fagocitosis, jefes tóxicos, cultura depauperada…) y otras surgidas de las actitudes de las personas (pesimismo, pereza, escepticismo, pesimismo, desaliento, desamor…).
Los docentes tenemos que mejorar la actitud hacia la participación. Necesitamos la colaboración de las familias Tenemos que disponer de la necesaria humildad para reconocer la necesidad de su ayuda, de su colaboración, de su participación. Y las familias tienen que colaborar con el proyecto a través de las estructuras organizativas y también desde las casas. Todas las piedras que los padres y las madres arrojan sobre el tejado de la escuela caen sobre la cabeza de sus hijos.
Mi admiración, mi afecto y mi reconocimiento a quienes trabajan cada día con ilusión y paciencia en esta etapa del sistema educativo, que exige esfuerzos agotadores, emociones intensas, creatividad incesante y optimismo sin límites…
Querido Maestro:
!Qué desgranado y matizado artículo!
!Qué razón tiene en decir lo importante de la participación en la escuela de las familias!
Todos tenemos cosas que compartir y que añadir al trabajo que hacen los profesores.
Y entre todos las cosas mejorarán.
Yo tengo un nietecito que está en infantil, tiene 4 años y se llama Mario.
Es un ser especial, lleno de alegría y amor.
Ahora lo han evaluado, un equipo de especialistas de fuera del centro, porque el niño muestra capacidades y conocimientos que no le corresponden a su pequeña
edad.
Los informes se los darán al centro y también a los padres, porque para que todo salga adelante, familia y escuela necesitar transitar por el mismo camino.
La participación de las familias en la escuelas tiene que ser un aliciente para mejorar su funcionamiento y para que se vea el progreso de los alumnos.
Todos tenemos nuestros puntos de vista y los acuerdos en temas importantes tendrían que ser nuestra mejor opción.
!La unión hace la fuerza y el afecto la valentía para seguir adelante!
Luchemos y trabajemos para que esas dos grandes fuerzas nos lleven a mejorar la educación.
!Que tengan una feliz y leve semana!
Ya sin más reciban un enorme abrazo.
Muchos besos.
Querida Loly:
Ya veo que hoy has sido madrugadora. A las 9.06 y estaba enviado tu comentario.
No puede avanzar un barco con la mitad de los remeros impulsando la nave en una dirección y la otra mitad en la contraria.
Lo curioso de esta colaboración es que las dos partes buscan lo mismo, no hay intereses opuestos en teoría. Sin embargo, en muchas ocasiones pareciera que cada parte busca lo opuesto a la otra.
Las dos partes se necesitan para que la tarea educativa tenga eficacia. A veces, el problema radica en los maestros y maestras que consideran un estorbo la presencia y la participación de los padres y las madres. Y otras veces es la familia la que delega toda la responsabilidad en la escuela sin aportar su conocimiento y su esfuerzo.
Ojalá que Mario tenga un diagnóstico certero para que que familia y escuela pueda actuar de manera eficaz en su desarrollo.
Que también tú tengas una semana feliz.
Besos y gracias, a la espera de que tu vista se mejore.
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Muy buenas Miguel Ángel!
Ora et labora…No paras!
Ya veo que esta semana tambien has tenido la oportunidad de compartir. Me alegro por el Cep de Córdoba y el profesorado.
Hoy además, te despachas con la importancia de la educación infantil, La participación de las familias y el libro de Fulghum… te has quedado agustico?
Que hacemos hoy en nuestra tertulia sabatina? Gema es maestra de infantil…y de las que dejan huella, lo compruebo a diario y yo ,durante los últimos 25 años, me he centrado en Convivencia y Participación de las Familias…Nos has dado en el centro del gusto.No ni na!
Que Grecia, el miércoles estuve en el Cep de Linares compartiendo con un compi, Vice director de un IEs Comunidad de Aprendizaje,el modelo dialógico de prevención de conflictos. Aún así, Me hubiese encantado estar en Córdoba!!
Buenas Magíster. Gracias por seguir ora et labora.. pico y pala trabajando por un mundo mejor y más humano.
Mil besos y abrazos 4×3
Querida Gema (¡maestra de infantil!), querido Miguel (¡apóstol de la participación!):
Si hubiera titulado el artículo GEMA Y MIGUEL y lo hubiera desarrollado en el texto, hubiera presentado la cara práctica de la moneda. Me tuve que limitar a la cara teórica por no haber caído en la cuenta.
La verdad que el grupo era fantástico. Eran las 8.30 de la tarde y ahí seguian con media hora de prórroga después de la dura jornada y de las tres horas de sesión. ¡Admirables profesionales!
Siempre pienso que recibo más de lo que doy.
Hy tengo una charla on line con la Fundación Liderazgo Chile. Participo en un Diplomado sobre Educación Emocional.
Un gran abrazo. queridos amigos.
Y gracias por vuestra amistad y vuestro compromiso.
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Querido Miguel Ángel:
Estoy leyendo tu último libro publicado, creo que es el 83. «Las emociones de la profesión docente».
Estoy asombrado de tu capacidad de trabajo y de tu pozo sin fondo de ideas. Pero es que nunca te cansas? Qué vida tan llena! Admirable.
Yo también creo que es verdad que los primeros años de la vida dejan en nosotros una huella imborrable, lo siento en mi mismo. Por eso ser profesor de primaria no es cualquier cosa, ahí sí que se forma el alma de las personas. En la universidad, más que formarse, que también, diria que se instruyen.
Otro aspecto, que creo que para los educadores es crucial, es la colaboración con las familias de sus alumnos. Como dices, para que el barco llegue a puerto hay que remar los dos lados en la misma dirección.
Bueno, sólo doy testimonio de que estoy de acuerdo con lo que, a mi modo de ver, tan certeramente explicas tú.
Un gran abrazo hombre incansable e inagotable. Saludos a todos.
Querido Joaquín:
No sé si ya te has encontrado en el libro. Hay muchas cosas porque ahí está una buena parte de mi vida.
Gracias por leerme. Eso es lo que hay que agradecer.
Como es lógico también ha habido sinsabores, decepciones y fracasos.
En cuanto al artículo, he querido dedicar la reflexión de la semana a esa etapa del sistema educativo que frecuentemente está infravalorada.
Las elecciones eran un tema tentador, pero creo que estamos un tanto saturados de mítines, debates y propaganda electoral.
Además, como me leen personas de otros países, no quiero cansarles con temas locales.
Un gran abrazo.
Y gracias por hacerte presente cada semana.
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La etapa infantil es la más poderosa del sistema educativo.
Creo que, a medida que se avanza en el sistema, se va perdiendo mucho de lo bueno que se hace en la primera etapa:
– Disminuye los afectos
– Se entristece el espacio
– Se innova menos
– Disminuye la creatividad
– Los padres se van retirando
¿Por qué no se va mejorando a medida que avanzamos?
Saludos.
Querida Raquel:
He escribo hace años un artículo titulado LAS BISAGRAS DEL SISTEMA EDUCATIVO. Me refiero a los pasos de un nivel a otro. Es cierto que están bien engrasadas. Y cuando chirrían, sufren quienes hacen la transición de un paso a otro.
Cuando se dice que hay que preparar a los estudiantes para llegar a la Universidad pienso que es como si dijésemos que hay que preparar para la guerra. NO. Hay que preparar para la paz. Es decir, deberíamos ir haciendo, a medida de que avanzamos, más atractiva la tarea.
También veo el deterioro, la erosión que tú apuntas. Y eso es malo no solo para los alumnos y las alumnas. También lo es para los docentes.
Hay que engrasar esas bisagras y hacer transiciones que faciliten la mejora del proceso.
Besos y gracias.
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La participación de las familias no siempre es buena y, por otra parte, no siempre por los mismos motivos.
A veces por causa de las escuelas, que ven con reticencia la presencia de los padres y de las madres.
Otras veces son las familias las que por comodidad o por falta de tiempo no se interesan por el trabajo.
Ambas partes tienen que hacer un análisis de aquello que no hacen bien o que pueden hacer mejor.
Querida Marta:
En las dos investigaciones que hizo mi grupo de investigación y en mi experiencia como Director de un centro pude comprobar que esas dos hipótesis que planteas son ciertas.
He visto centros en los existe la idea de que cuanto más lejos estén los padres, más tranquilidad van a tener los profesores. Y he visto padres que viven no solo de espaldas al trabajo de la escuela sino que critican con dureza y agresividad el trabajo de los profesores.
Por eso, cuando fui Director, hice todo lo posible para alimentar el diálogo, para crear estructuras, para facilitar el acceso, para que hubiese colaboración intensa y estrecha.
Un año les enviamos un documento en el que expresábamos todo lo que esperábamos de ellos: la dirección, el departamento de Orientación, los tutores de Infantil, Primaria Y Bachillerato, el Departamento de Matemáticas… Y les pedimos que contestasen al documento, diciendo a cada estamento lo que esperaban de nosotros.
Alguien puede tener dificultades en asistir a una sesión pero un documento escrito está en la casa para siempre.
Organizamos también sesiones conjuntas, una Escuela de Padres y Madres…
Un cordial saludo y gracias.
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Dos grandes ideas en un gran artículo.
Me ha encantado leerlo porque soy maestra de infantil.Leí hace tiempo el artículo «Una simple maestra de infantil» con el que estoy completamente de acuerdo.
Me parece muy bueno el libro de Riobert Fulgum, aunque no lo he podido encontrar.
Hay que proteger esa etapa tan importante.
Querida María:
Hay que cuidar esta etapa. Y a los profesionales que trabajan en ella.
Siempre he pensado que trabajar con niños de esas edades tiene que ser muy duro, incluso fisicamente.
Mi hermana ha tenido desde años una Escuela INFANTIL que ahora dirige mi sobrina Julia.
He visto muy de cerca lo difícil que es atenderlos a todos y a la vez a cada uno.
Participé en la elaboración del Proyecto de la Escuela Arlequín, que así se llama y sé lo que conlleva ese trabajo.
Un cordial saludo y gracias.
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Me contó una maestra de infantil que una madre , al saber que iba a acudir a unas jornadas de formación, se había sorprendido y había dicho si es que no se sabía las letras.
Eso me hace pensar que algunos padres no conocen la dificultad que tiene trabajar en esa etapa.
Estimado Mario:
Es cierto.
Esa idea está extendida respecto no solo a la formación continua sino a la formación inicial. Hay mucha gente que no cree que para trabajar en la docencia haga falta una formación específica.
La catedrática Juana María Sancho escribió hace años un libro titulado PARA ENSEÑAR NO HACE FALTA SOLO CONOCER LA ASIGNATURA.
Los anti pedagogos han llagado a decir que para solucionar los problemas de la educación en España, haría faltar cerrar las Facultades de Educación. Qué disparate. Es como si para mejorar el ejercicio de la medicina se propusiese cerrar las Facultades de Medicina.
Pro esa idea se acentúa en la etapa infantil.
Hay que conocer los niños y a las niñas, hay que trabajar con motivos, concepciones, actitudes, sentimientos, valores.. En cualquier profesión el mejor profesional es el que mejor manipula los materiales. En esta es el que más y mejor los libera.
Un abrazo y gracias.
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Me han llamado la atención lo que llamas falacias de la participación. Me parece muy acertado llamar l atención sobre esas cuestiones porque no todo es participación auténtica.
Hay que reflexionar sobre todas esas cuestiones.
No sé cuál de todas las falacias es más importante. En realidad, importantes son todas.
Me ha llamado la atención la participación feminizada. Efectivamente, parece que la educación es un asunto de las madres. Es una limitación muy importante.
Querida Marta:
Mi grupo de investigación ha hecho dos investigaciones sobre la participación de las familias en la escuela. Una sobre la participación a través de los Consejos Escolares y otra sobre la participación de las familias de alumnos inmigrantes. Han dado lugar a dos libros. Y posteriormente dirigí una tesis a María José Gómez sobre la participación de un AMPA en una escuela. Lo curioso de esta última es que empezó siendo una investigación sobre la participación y acabó siendo una investigación sobre género.
He insistido mucho sobre el peligro de las falacias. Me parece una cuestión importante.
Besos y gracias por escribir.
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Me ha encantado el artículo.
Agradezco que alguien haya dicho en voz alta lo que muchas maestras pensamos.
No está muy valorada nuestra tarea, por eso es de agradecer este reconocimiento.
Saludos.
Querida Luisa María:
No tienes nada que agradecerme. La tarea que haces es importante no porque yo lo diga en el artículo sino porque realmente lo es.
Deberían reconocerlos los políticos, las familias y también algunos maestros y maestras de infantil.Digo esto porque a veces somos nosotros los que no valoramos lo suficiente la tarea que hacemos.
Besos.
Gracias por la lectura y por el comentario.
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Yo creo que las familias hoy no apoyan al profesorado como lo hacían antes.
Hoy hay más crítica, más desautorizaciones, más menosprecio que hace años.
Antes, los padres apoyaban a los profesores siempre, incluso cuando castigaban a sus hijos.
Si le reprendía el profesor a un niño en el Colegio, los padres aumentaban el reproche. Hoy, algunos, descalifican a quien da el castigo.
Estimado Juan José:
Hay de todo, como en botica. Pero creo que llevas razón en la existencia de ese fenómeno de desafección de las familias, aunque creo que es más intenso y frecuente en otras etapas del sistema educativo, por ejemplo en Secundaria y Bachillerato. Conozco algunos casos graves de enfrentamiento, de desautorización e, incluso, de agresividad.
Claro que la autoridad se gana con la forma de ser y de actuar.
Un cordial saludo.Y gracias.
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Buen día desde México mi estimado Dr.
Que razón existe de verdad, en que la educación infantil nos enseñó tanto y que tan ingratos somos de no darle la importancia que merece. Muchas veces alabamos al maestro universitario y menospreciamos al de educación infantil. Sin educación infantil, el universitario no estuviera ahí. «Aunque sea para maestro» es un dicho muy común en mi país, cuando una persona no quiere estudiar un carrera universitaria, mostrando el menosprecio que existe por la profesión.
Me encantó el libro y los textos que utilizó de Fulghum. Efectivamente en la educación infantil nos dieron las bases para ser personas íntegras, para vivir feliz, para no hacer daño al prójimo. Si continuáramos con eso que nos enseñaron en esa primera educación formal, seguramente nuestro mundo sería diferente.
Otro tema muy importante es la participación de los padres en la educación de sus hijos. Y no me refiero a que los padres tengan que saber de contenidos educativos (Habrá casos en que si puedan ayudar), me refiera más que nada, a la atención de los padres, a que sus hijos sepan que están ahí, que los apoyan. Hace unos años, se hizo un documental en mi país sobre la educación «De panzazo» muy criticado por el sesgo político que tiene, pero rescato algo muy importante que se dice en el «Está comprobado, que los hijos que reciben más atención de sus padres en sus estudios, son los que tienen mayores posibilidades de éxito en sus desarrollo académico y en la vida». No hay fórmulas mágicas, los principios básicos de la educación son muy sencillos de entender… a veces nos perdemos en el desarrollo de grandes proyectos para mejorar la educación, cuando la mejora está ahí, al alcance de cada niño, niña, en las manos de cada padre y de cada maestro. Solo tenemos que hacer lo que nos toca.
Saludos cordiales mi estimado Dr.
Querido Misael:
Ya echaba de menos tu comentario.
Como todos, muy interesante.
Tienes razón en desear que esa tarea que se hace con los más pequeños siguiésemos desarrollándola hasta el final del sistema educativo.
Qué injusto minusvalorar el trabajo que se hace en esa etapa tan importante de la vida.
En cuanto a los padres y a las madres, sería deseable una mayor y más intensa colaboración con la escuela, NO SOLO POR SUS HIJOS SINO POR LOS HIJOS DE TODOS.
Un gran abrazo.
Y muchas gracias.