No dejéis que los niños vayan a él

5 Feb

Alejandro Palomas es un escritor catalán, licenciado en filosofía inglesa por la Universidad de Barcelona, master en Poesía por el New College de San Francisco y  traductor  en varias editoriales. Ha escrito numerosos libros: “Un país con tu nombre”, “El tiempo que nos une”, “El alma del mundo”…  y así hasta 71.También es autor de la trilogía “Una madre”, “Un perro” y “Un amor”la última de las cuales le valió el premio Nadal en 2018.Tiene ahora 55 años.

Hace unos días, ha agitado la conciencia de la sociedad al desvelar un secreto que ha estado minando su paz  interior desde que tenía 8 años. Cuenta Alejandro que un hermano de La Salle, abusó sexualmente de él de forma reiterada y brutal. He oído declaraciones desgarradoras en las que cuenta, con llamativos detalles, los indecentes comportamientos de su educador. Cuesta llamar educador a una persona que se comporta así. Cuesta llamar profesor a un maltratador, a un abusador.

Cuenta Alejandro cómo un día, cuando debía subir al cuarto del religioso, sintió tal reacción de repulsa que los pies le llevaron a la salida del Colegio y luego, después del viaje de tren, en una carrera desesperada, a su casa. No podía dejar de llorar. La madre, que estaba planchando, al verle llorar sin consuelo, le preguntó por el motivo del llanto. Con tanta insistencia que el niño acabó confesando:

  • El hermano L. me hace cosas y me hace mucho daño…

No tardó la madre en entender cuáles eran las cosas que le hacía el religioso. Los abusos se habían producido en el coche, en cuarto del profesor, en la enfermería del campamento… Una y otra vez.

Acudió el padre de Alejandro (que era miembro del AMPA y amigo del profesor L.) al Colegio y allí le pidieron discreción y le aseguraron que no se volverían a repetir los hechos. Es decir, antepusieron la salvaguarda de la imagen del Colegio a la justicia y a la defensa de la dignidad de la víctima. Y dejaron al religioso seguir instalado en una vergonzosa impunidad y en plena libertad para seguir repitiendo sus actuaciones con otras víctimas. Alejandro cuenta que el religioso comenzó, después de la queja del padre, comenzó a ignorarle, aunque hubo un nuevo intento de agresión sexual en los vestuarios, que  resultó frustrado porque llegaron otras personas.

Le han preguntado a Alejandro si tenía conocimiento de otros casos como el suyo en el Colegio. Y, con honestidad que le honra, responde que no tenía noticias sobre ello.

Estremece pensar en el dolor de este niño. Y en la vida que ha tenido después. Durante muchos años, según dice, ha estado en terapia para superar el trauma. «Yo me veo como alguien solo. Soy impar y siempre lo seré. No me fío de nadie, ni de mi mejor amigo. No puedo… Vivo en una campana de cristal. Cuando voy a abrazar a un amigo, toco cristal. Después toco al amigo, pero primero, cristal. No sé explicarlo de otra forma», concluye.

Los hechos tienen unos agravantes demoledores. El primero es la condición religiosa y educativa de quien le destruye para propiciarse unos placeres fugaces y obscenos. La mano que golpea es la que tenía que proteger. La persona que condena es la que tenia que salvar. Abusa de ese niño quien le echa encima pecados mortales que, supuestamente, le  conducirán de cabeza al infierno. Es un educador el que destruye todos los cánones del respeto y la dignidad. La antítesis del proceso educativo.

El segundo agravante es que los hechos tienen lugar en el marco de una institución educativa. A la escuela se va para aprender, para convivir, para ser feliz. Pero Alejandro encuentra en esa institución una trampa mortal.  Más le valiera no haber acudido nunca a ella.

El tercer agravante es la reiteración de los hechos, ya que no se trata de un abuso aislado. Se trata de un plan elaborado, de la elección cuidadosa de una víctima. Dice Alejandro, en declaraciones al periódico El País: “Desde febrero de 1975 hasta las Navidades de 1976, sufrí abusos por parte del hermano L., del Colegio de La Salle de Premià de Mar (Barcelona)”. La inicial L. es el apellido del acusado, por el que se le conocía popularmente en el colegio. La institución explica que siguió en ese mismo colegio hasta hace algunos años, aunque no aclara hasta cuándo. Ahora tiene 91 años y está retirado en una residencia para religiosos en Cambrils (Tarragona).

Un cuarto agravante es la edad de la víctima  que hace que la vulnerabilidad no pueda ser mayor. A esa edad tan plástica esos abusos dejan una huella que, como se ha visto en el caso de Alejandro, permanecen casi medio siglo después. Y durarán toda la vida. Dice Alejandro: “Soy una persona mermada. A  los 8 años me convertí en un superviviente”

“El hermano L., además de estar a cargo de la sección de deportes, era profesor de lengua en el Colegio de La Salle de Premià. Era muy querido y muy popular, el típico al que se acercaban todos los niños”, describe Palomas, que llegó al colegio con seis años, cuando su familia se mudó de Barcelona a Vilassar de Mar, a 25 kilómetros de la capital catalana.

“Yo era un niño, dice Alejandro, que lo somatizaba todo. Cuando estaba angustiado en el colegio, que era casi siempre, se me infectaban las amígdalas y tenía unas fiebres brutales. Llamaban a mi familia y me llevaban a casa en coche. ¿Y quién me llevaba? El hermano L.”, recuerda Palomas, que en aquel  entonces cursaba 4º de EGB. Durante aquellos trayectos, asegura que el religioso abusaba de él de forma humillante. Me pregunto cómo entregaba al niño a sus padres  después de lo que había pasado.

Hay una cuestión que me ha parecido especialmente cruel. Después de consumar sus abusos, le decía: “¿Te das cuenta de lo que me has obligado a hacer?”. Pienso que esa culpabilización era un retorcimiento moral de extremada crueldad. Dice al respecto Alejandro: ”Yo, que no entendía nada, me preguntaba, primero, qué había hecho él, y segundo, qué estaba haciendo yo”.

Me pregunto cómo puede vivir un religioso con esos comportamientos tan opuestos a sus convicciones. Cómo conciliar el sueño, asistir a misa,  confesarse una y otra vez, hablar a otros sobre la castidad y el respeto a la dignidad de la persona.

Ha guardado ese secreto toda la vida. Y ahora lo ha contado  con toda la crudeza que los hechos exigen. “Pensé que hacía falta una cara con un nombre conocido y una historia que contar”. Para él, la pregunta que suelen escuchar las víctimas, “¿por qué ahora?”, no está bien planteada. La cuestión, afirma, es: “¿por qué no hasta ahora?”. También ha contribuido a hacer estas declaraciones el hecho de haber fallecido su madre. Y haber conocido que la Institución de La Salle no aceptaba de buen grado la investigación sobre los abusos. Dice que fue decisiva la lectura del informe de El País sobre “los abusos en la congregación religiosa de La Salle”.

¿Qué hacer? En primer lugar, resulta imprescindible que las personas que han vivido este horror levanten su voz y denuncien los hechos. No por venganza. Por justicia. Y porque el silencio tiene como efecto inevitable una invitación a que se repetían los hechos impunemente.

En segundo lugar, la Iglesia y las instituciones educativas que de ella dependen tienen que colaborar con la justicia para esclarecer los hechos y, en caso de que se confirme la culpabilidad de alguno de sus miembros, pedir perdón a las víctimas y compensarlas debidamente.

En tercer lugar, la Iglesia tiene que velar para que los profesionales que se dedican a la educación sean personas equilibradas,psicológicamente sanas y, por supuesto, honestas.

 A las demás víctimas de abusos sexuales, Alejandro les diría, después de envolverlas en un largo abrazo: “No eres culpable”. Él sintió culpa durante mucho tiempo.

Me ha parecido bien que el presidente del Gobierno haya querido entrevistarse con Alejandro Palomas. Podemos imaginarnos el dolor de las víctimas pero el contacto directo con ellas nos permite vivirlo en otra dimensión. Por otra parte, la víctima, en este caso, se siente escuchada y apoyada. Y pide que lo que prometa el Presidente se haga realidad sin demora.

Para todos aquellos que, desde el seno de la Iglesia, atacan la ideología de género, pienso en el hecho de que estos abusos solo se conocen en religiosos varones. No he conocido en mi vida el caso de una sola religiosa que  haya abusado de niños o niñas a su cargo en instituciones educativas. ¿Podrían explicarme por qué?

21 respuestas a «No dejéis que los niños vayan a él»

  1. Buenas Magister!
    Sobrecogedor artículo. El abuso a menores desgarra muestra racionalidad, hay algo más repugnante?..me es difícil imaginar.
    Educadores destrozando a menores es la antítesis de la educación. Creo que con parte de acierto has centrado el tema en que eran educadores acabando con el hecho de ser además hombres y algo en religiosos. Las tres tienen su aquel y su importancia. Un abuso es vil pero si va acompañado de impunidad ya es…(###)
    A. Una de las condiciones necesarias que mi empresa multinacional de 2000 años aportaba era la impunidad. Claro que no defiende la pederastia pero da cobijo al depredador.
    B. Otro tema también central es que Aún!! no se tiene claro la diferencia entre pecado y delito. Según su lógica Lo más grave de solucionar es el pecado y lo otro….es un daño colateral.
    C. El mundo impío no puede ni debe dar lecciones a la Sacro Santa institución…vamos,vamos. El concepto del deber de defender a la institución obligaba (obliga hoy?) a esconder y silenciar cualquier escándalo.
    Junto con la transparencia, el sincero arrepentimiento, pedir perdón y especialmente la Reparación debemos también solucionar el A,B y C que comento porque el Papa Paco no va a durar mucho y podemos volver a las andadas.
    Gracias por dar voz a la víctimas y pedir Justicia!!!
    Un fuerte abrazo familiar.

    • Querido Miguel, querida familia almeriense:
      Este problema tan grave puede abordarse de muchas maneras. Yo he preferido tratarlo a través de una persona de carne y hueso.Una persona que hace unas
      descripciones estremecedoras, que habla de unas consecuencias horribles y que ha tenido que ver la impunidad de la que ha gozado su verdugo.
      Digo esto porque casi siempre, cuando se aborda este problema, se hace a través de números. Tantos cientos, tantos miles de víctimas… Y parece que tras los números no hay dolor, no hay destrucción, no hay angustia…
      Efectivamente, hay en este caso unos agravantes que nos sobrecogen especialmente a quienes pensamos en la educación como una liberación y un acto de generosidad y de amor.
      Estupendo y didáctico análisis a través de A, B,C.
      ¿Cómo no agradecer la claridad y el acierto de la aportación?
      Un abrazo desde Málaga en el que quepamos todos y todas.
      MÁS

  2. Un saludo estimado profesor:
    Inimaginable es leer y entender que si los docentes y educadores son figuras de apego importantes para un adolescente, la forma en que le destruyen la vida con estas acciones es absolutamente terrible. Yo recuerdo acá en mi pueblo haber participado de pequeño en la Iglesia siendo acólito y parte de un grupo de jóvenes conocidos como «Legionarios de María», y pues a cargo de un sacerdote con el que íbamos a su habitación y nos confesaba allí, yo no tengo recuerdos de que me haya hecho algo o tocaciones ni nada, pero ahora encuentro totalmente innecesario llevar jóvenes a las habitaciones de los sacerdotes. Durante muchos años la iglesia avaló y protegió a todo tipo de enfermos y violadores, que lamentablemente marcó a una generación completa. Yo, actualmente, no soy particularmente católico, más que nada por mi perfil de profesor de historia, pero recuerdo que Jesús dijo «Dejad que los niños vengan a mí». Espero de todo corazón que no haya sido para esto.
    Un abrazo estimado profesor .

    • Querido Javier:
      Con esa frase de Jesús tiene que ver el título del artículo.
      Es verdad que durante siglos, la jerarquía ha mantenido una postura de silencio, de tolerancia y de protección de los verdugos. Y que ha olvidado el dolor y las consecuencias que han sufrido las víctimas.
      Es necesario la reparación de los hechos: indagar, escuchar, reconocer, pedir perdón e indemnizar a las víctimas.
      Hay que animar a las víctimas a que descubran lo que han vivido.
      Y hay que prevenir.
      Es necesario que los educadores estén bien formados desde la perspectiva emocional.
      Un gran abrazo y muchas gracias por tu aportación.
      MÁS

  3. Querido Maestro:
    Ya sabe, por los comentarios que hice anteriormente, que el daño que hacen los abusos y el maltrato son atroces.
    Tanto si son ejecutados en instituciones públicas, en este caso la institución eclesiástica, como en el ámbito familiar.
    Mucha gente dice, sin preocuparse por los hechos delictivos recibidos, dice,olvídate del pasado, como si eso pudiera hacerse.
    Y en realidad si que se puede hacer.
    Según una amiga psicóloga eso se llama amnesia disociativa y es un síntoma del trauma vivido.
    A nivel consciente puedes no acordarte, pero a nivel inconsciente eso está ahí dañando todo tu ser.
    Y de alguna manera impacta en el presente.
    Nuestro pasado es nuestra historia, nos guste o no.
    Y evitarla es evitarnos, negarla es negarnos, no comprenderla es no comprendernos.
    Lo que tenemos que intentar es volver al pasado desde el presente para poder resignificarlo, reprocesarlo e integrarlo de una manera en la que ya no duela, o al menos tanto ni lleve las riendas de nuestra vida aquí y ahora.
    Más seguridad, más confianza, más calma, más aceptación, más flexibilidad, más empatia hacia ti, más comprensión.
    ¡Porque para ser feliz hay que ser valiente!
    Porque cuánto más muestres, más sonrías y mejor te vaya más gente va a querer derribarte.
    El mundo está lleno de gente malvada que no soporta a las personas felices.
    Y yo soy la que extraña a las personas que ama, la que se rompió como un cristal cuando la vida le dio la peor pedrada.
    «Soy la que la vida la forjó a fuego y a golpes como el acero de las espadas.
    Soy la que sostiene las raíces aunque le hayan nacido alas.
    Soy la noche con su secreto y el día con su luz, el invierno que da paso a la primavera, porque la vida no es un invierno eterno y aunque no podemos verlas, llegará el amor y las flores.
    Soy quienes me amaron y quienes no lo hicieron.
    Soy fiel a lo que siento, a las emociones que llevo en mis adentros»
    Fluir, aceptar, manejar y confiar, teniendo la seguridad que venga lo que venga, lo afrontaremos de la mejor manera posible o de la que nos haga menos daño.
    ¡Suele ir mejor!
    Y ya sin más me despido con un cordial abrazo para todos.
    ¡Qué la semana os sea feliz y leve!

    • Querida Loly:
      Ninguna herida es un destino.
      Tú has sabido convertir el dolor y la adversidad en un camino para llegar a la fortaleza y a la bondad.
      Hay en tu comentario muchas ideas y muchos sentimientos.
      Es un comentario para leer varias veces-
      Muchas gracias, otra vez.
      Besos y buen fin de semana.
      MÁS

  4. Terribles estos hechos sean de parte de quién sea, pero más tremendos que vengan de quién se viste de educador o de dirigente espiritual.
    Parece ser que no es de alguno a quien se le fue la cabeza, sino que se asemeja a una pandèmia que se ceba en el ámbito familiar y clerical. Tremendo!!!
    Jesús de Nazaret fustigó en especial a los clérigos de su tiempo, los fariseos de los que dijo: » serpientes, raza de víboras, sepulcros blanqueados, hermosos por fuera y llenos de podredumbre por dentro.» Estas palabras son perfectamente aplicables a esta familia de córvidos que se ceban en la inocencia de los niños.
    Qué castigo habría que dar a quien se da la misión de de construir y se dedica a destruir seres humanos?
    Un abrazo Miguel Ángel y saludos a todos.

    • Querido Joaquín:
      Contundente comentario.
      En pocas palabras dices muchísimas cosas.
      Los hechos son terribles por muchos motivos: se trata de niños, se trata de educadores, se trata de religiosos…
      Es también terrible que las víctimas hayan estado silenciadas.
      La Iglesia tiene que hacer frente a tanto abusos.
      De manera retrospectiva para socorrer a las víctimas y de manera prospectiva para evitar que sucedan de nuevo.
      Muy oportuna la cita evangélica.
      Un abrazo y gracias, querido amigo.
      MÁS

  5. Estos comportamientos, vengan de donde vengan, dan asco, vergüenza ajena como educador, pena por los que lo sufren e ira porque se ocultan y mantienen.

    Malditos sean todos los que abusan!!!!

    • Querido Juan Carlos:
      Breve y contundente comentario.
      Qué injusto que los verdugos hayan vivido impunemente después de destruir la vida de aquellos a quienes tenían que proteger.
      Y qué triste que las víctimas se hayan tenido que tragar su dolor en silencio.
      Hay que actuar respecto al pasado para compensar a las víctimas y castigar a los verdugos.
      Y hay que trabajar para que no vuelvan a cometerse esos delitos.
      Un abrazo, querido jienense.
      Y gracias por escribir.
      MÁS

  6. Nunca me había fijado en lo que dices al final del articulo. No he conocido ningún caso de monjas que hayan abusado de niños o de niñas. Qué curioso. ¿Por qué?
    Pienso que se trata de un indicador del sexismo. Son los hombres quienes dominan, quienes oprimen, quienes manejan la sexualidad en detrimento de los demás.
    Por eso resulta tan estúpido negar que existe el androcentrismo, el patriarcado, el sexismo.
    Gracias por el artículo. Es conmovedor el caso del escritor Alejandro Palomas. No lo conocía.

    • Querida Raquel:
      Hace tiempo que caí en la cuenta de ese hecho, tan notable. De la misma manera que no conozco pandillas de chicas o de mujeres que cometan violaciones con una víctima masculina.
      Comparto contigo la explicación. No es una casualidad. No es fruto del azar.
      Es que hay dominadores y víctimas. Es la ley del patriarcado.
      Gracias por participar de nuevo en el blog,
      Besos.
      MÁS

  7. Cuánta maldad.
    Cuánto dolor.
    Cuánto silencio.
    Cuánta impunidad.
    Cuánta hipocresía.
    Y por parte de los testigos, entre los que me encuentro:
    Cuánta pena.
    Cuanta rabia.
    Cuánta impotencia.
    Cuánto asco.
    Cuánta repulsa.

  8. He escuchado a este escritor y es estremecedor todo lo que cuenta.
    Ha guardado años y años la denuncia de unos hechos que le han condicionado la vida.
    Los padres se conformaron con la promesa de que no volvería a suceder. Y no fue así. Volvió a suceder. Y verían al religioso por el colegio. Y se callaron. Ya sé que eran otros tiempos.
    La impunidad ha sido total. La imagen de la institución estaba por encima de la dignidad de los niños.
    Nunca es tarde para hacer justicia con las víctimas.

    • Querida Mariana:
      Se pretende poner en marcha una investigación sobre los abusos a menores. Me parece bien, aunque sea tarde. Y se le va a encargar al Defensor del Pueblo, señor Ángel Gabilondo. Me parece bien.Y me parece bien que se empiece con los abusos en la Iglesia. Porque debe dar ejemplo. El PP ya se ha descolgado diciendo que no, que se deben investigar todos.Está ejerciendo una oposición miserable en todos los campos.
      Es verdad que estamos en otros tiempos.
      Y tenemos que hacerlos mejores aun.
      Es la hora de la víctimas.
      Y hay que trabajar para que no haya ni una más.
      Besos y gracias.
      MÁS

  9. Estamos asistiendo a una reacción contra los abusos que se han cometido.
    Algo ha pasado o está pasando.
    Es bueno que la sensibilidad social provoque un fenómeno de cercanía y de compensación a las víctimas.
    Hoy he oído que el papaBenedicto XVI ha pedido perdón a las víctimas de abusos sexuales.
    Algo es algo, pero no basta pedir perdón

    • Querida Mónica:
      Ante los casos de abusos a menores, hay tres dimensiones temporales.
      a. Respecto al pasado: hay que investigar lo sucedido, hay que recuperar las historias e intervenir. ¿Cómo? Reconociendo los hechos, pidiendo perdón y COMPENSANDO A LAS VÍCTIMAS.
      b. Respecto al presente: Hay mucho que hacer. Porque hay que prevenir esos hechos. Hay que sensibilizar, hay que educar.
      c. Hay que pedir, mirando al futuro, que las víctimas se atrevan a denunciar.
      Gracias por tu aportación.
      Besos.
      MÁS

  10. La foto de ese niño me ha conmovido.
    ¿Cómo es posible que un religioso y educador, que tiene la tarea de protegerle, de ayudarle, de cuidarle y de amarle, le haya producido tanto daño?
    Pero, lo más terrible es saber que todo ese daño se ha hecho de forma impune.
    Esa persona que le destrozó la vida ha seguido en contacto con niños sin ningún problema.
    Silencio de los padres.
    Silencio de la institución.
    Silencio de la Iglesia.
    Silencio de la sociedad.
    Por eso es tan importante y necesario este tipo de artículos.

    • Querida Raquel:
      Ya sabes que se está poniendo en marcha una comisión de investigación para explorar los abusos que han cometido miembros de la Iglesia católica. Se rompe ese silencio del que hablas.
      Yo creo que es mejor una comisión parlamentaria, porque tiene poder para que los obispos vayan a declarar. No sería igual si la comisión fuese dirigida por el Defensor del Pueblo.
      Ojalá que se haga de una forma valiente, rigurosa y rápida.
      Es la hora de las víctimas.
      Besos y gracias por tu comentario.
      MÁS

  11. La señora Ayuso ha dicho, respecto a los abusos cometidos en el seno de la Iglesia que en todas las instituciones se cometen errores. NO, SEÑORA AYUSO, un delito no es un error. UN DELITO ES UN DELITO. Y LOS DELITOS SE PERSIGUEN Y SE CASTIGAN.
    Qué bondad con la institución y qué crueldad con los víctimas.
    MÁS

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.