Lo primero que quiero hacer, por un deber del corazón y una elemental coherencia con el contenido de este artículo, es dar las gracias a quien lo ha inspirado. Mi querido amigo Laurentino Heras, me ha enviado como regalo su último libro de poemas (“Palabras en malva y negro”) y, por si fuera poco, ha añadido otro libro titulado “Gratitud y educación”, cuyo autor es Owen M. Griffith. El subtítulo nos da muchas pistas sobre el contenido: “Otra forma de enseñar, aprender y vivir”. Dentro de este segundo libro incluye un recorte de prensa con un artículo de Laura Ferrero titulado “Escapar del rayo”. Es un artículo sobre la gratitud. Y me invita a plantear en este espacio que él sigue con fidelidad cada sábado desde hace muchos años, algunas reflexiones sobre la gratitud. Y así lo voy a hacer, con sumo gusto. Dice Jean de la Bruyère, a quien he citado en alguna ocasión cuando he tenido que dar las gracias públicamente, que el único exceso permitido en nuestro mundo es el de mostrar auténtica gratitud.
Pronunciamos muchas veces al día la palabra gracias. Se calcula que unas 20 veces. Es probable que se haya convertido en una rutina, en una muletilla y que, en muchas ocasiones, la palabra se haya vaciado de contenido y haya perdido la verdadera emoción que podría encerrar. Por ejemplo, cuando en un restaurante nos indican en qué mesa podemos sentarnos, decimos gracias. Cuando nos entregan la carta volvemos a decir gracias. Cuando nos sirven el primer plato, repetimos la palabra gracias. Si pedimos que nos traigan otra servilleta, acompaños la petición con un nuevo gracias. Cuatro veces en unos minutos. Pero ¿realmente nos sentimos agradecidos? Dice Lura Ferrero en el citado artículo: “El gran tema no es dar las gracias sino ser capaces de expresar gratitud. El problema de las palabras es que se gastan, se les deshilachan los bordes y terminan dejando de significar”.
¿Qué se dice?, le preguntamos a nuestros niños cuando reciben un regalo, un elogio, una invitación, una caricia… ¿Qué se dice? Pues se podrían decir muchas cosas, pero lo cierto es que siempre responden con la misma palabra:
– ¡Gracias!
Luego sonreímos pensando que, de esta manera, demuestran que están bien educados, que han adquirido buenos modales.
Existe un sentimiento holístico de gratitud que se puede experimentar por el simple y maravilloso hecho de estar vivos. Hay un episodio en la vida del escritor Paul Auster que ha rememorado una y otra vez en entrevistas y conferencias porque, según cuenta, marcó toda su historia. Cuando tenía 14 años, su madre le envió a un campamento de varano en la montaña. Un día salió de excursión con sus compañeros y de repente, en medio del boque, se desató una tormenta eléctrica. Los responsables dijeron a los chicos que corrieran hasta llegar a un claro. Para ello tuvieron que arrastrarse en fila india por debajo de una cerca de alambre de púas. Justo en el momento en el que el chico que iba delante de Paul se agachaba, un rayo cayó sobre el alambre y el chico murió en el acto. El escritor no se dio cuenta de que estaba muerto y lo arrastró hacia el claro. Durante una hora, en medio de la tormenta y los relámpagos, trató de despertarlo sin atreverse a reparar en la rigidez, en que lentamente se fue poniendo azul, en el color morado de los labios. Ese fue para Paul Auster, uno de los momentos fundacionales de su vida y de su carrera. Fue consciente de la aleatoriedad de la existencia. Podía no haber escapado del rayo. Se apoderó de él un sentimiento incontrovertible: podría haberle tocado a él y no a su compañero. Dice Auster que, cada mañana, antes de levantarse de la cama da las gracias. Probablemente da las gracias a todo aquello que no controlamos: al destino, al azar, a la fortuna, a la casualidad.
En un tiempo en el que se pone el énfasis en los derechos que tenemos como seres humanos, en el que exigimos con vehemencia aquello que se nos debe, se corre el peligro de no reparar en todo aquello que la vida nos ha regalado. “Gracias a la vida, que me ha dado tanto”, cantaba Joan Baez con voz estremecida y vibrante. No todos se acuerdan de decir estas cosas. No todos viven así.
Nos producen lástima las personas ingratas. Hay que aprender a ser agradecidos. Hay que practicar la gratitud. Me han parecido sugerentes algunas propuestas que hace Owen en el citado libro “Gratitud y educación”. Un libro en el que se nos insta a educar esa actitud en las escuelas. Una de esas propuestas es el “diario de gratitud”. Consiste en un diario en el que cada día se explicitan cinco motivos por los que deberíamos sentirnos agradecidos. Al final del curso tendremos en el diario más de mil motivos de gratitud. Se trata no solo de enumerar sino de añadir el correspondiente por qué.
Otra sugerencia se refiere a la “gratitud en acción”. Si realmente estamos agradecidos deberíamos demostrarlo ayudando a los demás. Dice el autor: “Los estudiantes demostraron que la gratitud es más que un sentimiento agradable para ellos, y que puede llegar a convertirse en una forma de vivir conscientemente y un modo de tomar medidas para mejorar nuestro mundo”.
Una tercera sugerencia es “la visita de gratitud” que consiste en la tarea de escribir una carta de gratitud a una persona a la que no se haya agradecido adecuadamente lo que ha hecho y acudir a su encuentro para entregarla y leérsela al destinatario o destinataria.
Al final del libro el profesor Griffith, propone una última iniciativa: “En nuestras aulas y en nuestras vidas, podemos hacer depósitos en las cuentas de gratitud de otros al encontrar algo por lo que estar agradecidos por alguien y luego expresarlo. El reto está en encontrar una nueva persona y hacer un depósito en su cuenta bancaria de gratitud”.
Cuenta el autor que, en cierta ocasión, asistió al Congreso “Transformar nuestras aulas mediante la gratitud” en el Greated Good Center for Science de la Universidad de California, en Bekeley. Veinticinco expertos en aprendizaje socioemocional, junto con veinticinco maestros exploraron el último plan de estudios que se estaba probando en todo el país a través del Proyecto de Gratitud Juvenil.
El prologuista de la obra, Jeffrey J. Froh, profesor asociado en Hofstra University, habla de tres principios que su investigación y la de otros colegas han podido identificar y que pueden utilizar los adultos para promover la gratitud en niños y adolescentes. Principios que han incorporado a su “curriculum para la gratitud”:
– Darse cuenta de la intenciones: se trata de invitar a niños y jóvenes a adivinar la intención que hay tras los regalos, beneficios y ayudas que reciben.
– Apreciar los costos: cuando alguien ofrece ayuda, sacrifica tiempo, realiza esfuerzos o invierte dinero para poder realizarla. Es conveniente pensar en todo ello.
– Reconocer el valor de los beneficios: cuando alguien brinda ayuda, genera un beneficio para quien la recibe. ¿Por qué no explicitarlo? Puede hacerse completando esta frase: Mi día (o mi vida) es mejor porque…
Estamos tan habituados a disfrutar de muchos bienes que no reparamos en todo lo que hay detrás de ellos (personas, medios, tiempos, costos…) para que lleguen hasta nosotros. Y pocas veces pensamos en que hay muchos miles de personas en el mundo que carecen de muchas de las comodidades de las que disfrutamos de forma casi inconsciente.
Uno de esos beneficios de los que disfrutamos es el aprendizaje que nos brinda la escuela. Hay estudiantes que no solo no lo valoran sino que lo desprecian y rechazan.
Nuestra hija Carla asistió durante un año a un Colegio público de la ciudad de Galway (Irlanda). En ese colegio tenían una hermosa costumbre que consistía en que los niños y las niñas daban las gracias cada día a sus profesores y profesoras por lo que les habían enseñado. Se convirtió en un hábito tan cotidiano como decir buenos días o buenas tardes.
Pido prestadas unas palabras a Owen Griffith que sirvan de punto final: “La reciente investigación científica ha confirmado que practicar la gratitud puede llegar a remodelar nuestros cerebros de manera positiva, lo que nos permite ver todo lo bueno que sucede en nuestra vida y en el mundo, mejorando la vida de las personas de manera poderosa y estimulante”. Así sea. Así es.
Maravilloso. Muchísimas gracias (aún sin descoser) por esta entrada. ¡Qué falta hace en nuestra sociedad esa gratitud en acción!
Buen fin de semana
Estimado Alfonso:
Tengo que expresar siempre una sentida gratitud a quienes os tomáis la molestia de leerme y, después, de escribir un comentario.
Cuánto más si el comentario te anima seguir escribiendo.
El artículo existe cuando unos ojos se detienen para leerlo.
Si fuéramos agradecidos formaríamos una sociedad mejor.
Un cordial saludo.
Buen fin de semana para ti también.
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Muy buenas Miguel Ángel!
No sé si darte las gracias o expresarte mi enorme gratitud por tu artículo. Como suelo cambiar el «o» por la «y» en este caso haré ambas.
Es muy sano además de recomendable psicoemocionalmente ser agradecidos y ser conscientes de todo lo que recibimos gratis en la vida. El final del artículo es brutal, nos construimos neuronalmente en positivo con el agradecimiento sincero..ahí es ná…
Gracias por las recomendaciones de libros tan interesantes, cada sábado recibimos ésta caja de sorpresas tan gratificante.
Un fuerte abrazo a toda la tribu…hoy toca también releer en plan zen meditativo…me recuerdas a un tal Pablo que escribía cartas…aunque las tuyas son más gratificantes y educativas…
Mil Gracias.
Besotes también de Gema.
Querido Miguel, querida Gema:
Siempre os espero y siempre llegáis a tiempo.
Y este si que es un motivo de intensa y sincera gratitud.
Sé que el tiempo se puede llenar de mil maneras. Y es un motivo de gratitud que dediquéis cada sábado un tiempo no solo leer sino a escribir un comentario que te lleva con urgencia a pensar en un nuevo artículo.
Creo que siempre hace más el lector por el autor que a la inversa. Es que sin lectores (y lectoras, Gema) no habría autores y autoras.
Me gustó leer el libro sobre la gratitud (no lo conocía) porque está muy centrado en la escuela.
Un abrazo enorme en el que quepamos las dos familias.
Y, sí, gracias muy sentidas.
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Querido Maestro:
Ser agradecido es de bien nacido!
Y a mí me faltan palabras para agradecerle sus consejos motivadores para mí persona en el anterior comentario.
Es enormemente positivo lo mismo que dar, recibir la comprensión y el afecto de una persona que sin conocerte físicamente te da su apoyo en momentos que lo necesitas.
Todo en la vida es un reflejo del cristal como lo miras y me siento tremendamente alagada en recibir sus consejos.
Yo definiría el agradecimiento como una manera de ser coherente con lo que te nace en tu interior.
No es solamente dar las gracias, qué también, es sentir la necesidad de expresar afecto y comprensión hacía los demás y hacia la vida.
El otro día llegó a mí una reflexión de la que ahora me atrevo a decir.
En estos tiempos que corren es importante a la vez que reflexionar es exponer y decir lo que una siente.
Sería bueno crear lo que llamaríamos » biblioteca humana», sería un lugar de encuentros dónde a través de la palabra, la empatía y los sentimientos pudiéramos buscar encuentros y escuchar las experiencias y vida de los demás.
Sería genial!
Por lo menos a mí me lo parece.
No solamente hablar de tí sino escuchar del otro.
Estoy muy triste!
Los acontecimientos de las niñas de Tenerife han impactado tremendamente en mi corazón y en mi alma.
La maldad existe y a veces la tenemos tan cerca que amedrenta.
Pero con el eslogan de «siempre juntas» que decía Olivia, una de las pequeñas, y ese mar azul de fondo como los ojos de Anna, tenemos que seguir luchando para que la bondad prevalezca como principios activo en la vida de las personas.
Con su amor, inocencia ,simpatía ,comprensión y cariño, me quedo, para seguir trasmitiendo que juntos podemos cambiar el mundo.
Sin más me despido con un cordial y afectuoso abrazo para todos.
Incluyamos en nuestro hacer que el amor mueve montañas.
Muchos besos.
Querida Loly:
Siempre agradezco a quien comenta artículo la generosidad del tiempo y del pensamiento. En tu caso, siempre tengo que añadir un plus de gratitud porque pones el corazón en la escritura.
Sí, la tragedia de las niñas ha estremecido al mundo.
Nos cuesta entender cómo puede albergar tanta maldad un corazón humano.
Tu iniciativa sobre la biblioteca humana es hermosa: un espacio en el que hablar y escuchar, comprender y ser comprendidos/as, ayudar y ser ayudados/as…
Muchos besos.
Y esta vez subrayado: muchas gracias.
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Querido Miguel Ángel, casi siempre comienzo o acabo mis líneas agradeciéndote tu escrito que ma da tema de pensamiento. Gracias, pues, por animarnos a ser agradecidos.
Yo soy creyente porque, entre otras cosas, veo las maravillas y misterios de la creación. Todos los días cuando me levanto lo primero que hago es dar gracias al cielo por el nuevo día que me brinda.
Mi esposa me dice con frecuencia: tú siempre te sientes deudor. Y es verdad, me siento agradecido al que hace algo por mi e intento corresponderle de algún modo.
Mi amistad contigo va unida a ese mismo principio: siempre fuiste una persona, y lo sigues siendo, dispuesta a ayudar.
Siempre, ya desde niño, me decían que ser agradecido es de bien nacidos.
Bueno, hoy he escrito sobre parte de mis sentimientos: la gratitud.
Muchas veces no son necesarias las palabras para demostrar la gratitud: basta una sonrisa, una palmadita en el hombro, una mirada que habla de agradecimiento, un corresponder de algún modo.
Hoy es el mejor día para mí de agradecer a todos los que escriben en el blog sus pensamientos, riqueza que me ofrecen gratuitamente.
Un abrazo, Miguel Ángel, agradecido y saludos a todos.
Querido Joaquín:
La amistad es uno de los maravillosos regalos de la vida.
Yo me honro de tu amistad desde hace casi 70 años, que se dice pronto,aunque haya tenido un largo Guadiana.
Y por eso manifiesto hoy mi gratitud en tu maravillosa persona.
Ojalá nos dure muchos años más.
Tu lectura y tu comentario semanal son concreciones generosas del afecto.
Gracias, pues, amigo.
Un gran abrazo.
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Querido Miguel Ángel:
¡Qué maravilloso el tema de tu e artículo de hoy!
¡Y con qué sensibilidad está escrito!
Como siempre haces, nos regalas títulos en los que profundizar sobre aspectos importantes de la vida, de nuestro día a día; y este en concreto que nos señalas hoy, sin duda alguna, especialmente significativo (me ha resultado tan motivador, que voy a buscarlo para leerlo de forma íntegra.
Ejemplificas muy bien el «vacío de contenido» de la palabra gracias cuando la utilizamos sin pararnos a pensar lo que entraña esa bonita palabra.
Personalmente y tras varios meses de situaciones de enfermedades y operaciones de familiares graves, que van mejorando poco a poco aunque aún algunas de ellas a falta de realizar tratamientos duros, siento la necesidad de agradecer a la vida la permanencia en ella de las personas a las que aludo. De ahí que quizás me haya impactado más tu artículo de hoy. para mí, no sólo significa algo sobre lo que reflexionar, sino que supone una emoción grande en estos momentos de mi vida.
Como siempre, pero más que nunca, gracias por expresar con tanta sensibilidad y ternura lo que significa el agradecimiento como una parte fundamental para la vida de las personas, tanto para mostrarlo como para ser agradecido cuando se recibe.
Un abrazo grande
Mª ángeles Peláez
Querida María Ángeles:
Tu comentario está lleno de sensibilidad.
No lo percibo solo porque sé cómo eres sino porque está escrito de una forma intensa y auténtica.
La referencia a la recuperación de tus familiares enfermos muestra tu cercanía emocional y tu altruismo. No solo agradeces tu situación vital sino la de las personas a las que quieres.
En mi propia experiencia he visto una actitud tuya que no se corresponde con un pequeño gesto que yo tuve contigo y con tus hijos Laura y Miguel. Muliplicaste el valor de una pequeña y sencilla iniciativa. Y, además, lo has mantenido en el tiempo con una perseverancia fuera de lo común. Así eres tú. Has hecho realidad la cita de Jean de la Bruyère que reproduzco en el texto.
Muchos besos.
Muchas GRACIAS (así, con mayúsculas y con sentimiento).
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Estimado maestro
Me cominicó con Usted después de meses. He estado con algunos problemas de salud y me contagié con el covid hace 2 meses. Ya estoy un poco mejor y en tratamiento. Qué bueno volver a leer sus articulos y poder decirle GRACIAS por sus enseñanzas. Lo he dicho antes y lo repito . Mi forma de ver la educación se amplio+ó desde que empecé a leer sus libros y sus escritos me inspiraron a escribir mi propio libro que espero poder publicarlo y hacerle llegar. Gracias nuevamente, nunca está demás expresarle mi gratitud .
Querido Eduardo:
Me alegra mucho verte de nuevo por aquí. Y me alegra especialmente saber que has vencido a ese odioso virus que tanto daño está haciendo en la salud y en la economía de las personas.
Soy yo quien te agradece la lectura y las palabras. Es una enorme satisfacción saber que en algo te he podido ayudar.
Me honrará y me enriquecerá leer ese libro que me prometes y que te animo a terminar.
Un gran abrazo y a mejorarse totalmente.
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Hola Miguel Ángel.
Tema recurrente en este barrio, pero tú siempre lo adornas con nuevas reflexiones.
Lo bueno de la gratitud es que resulta gratis, que aunque son términos casi homófonos significan cosas distintas. No cuesta nada dar las gracias y aún así qué díficil resulta mostrar este sentimiento. Volvemos a la necesidad de enseñar a mostrar emociones y sentimientos (otro tema recurrente en este espacio).
Como siempre, agradecer tu artículo semanal, más y ahora cuando te resulta gratis a ti.
Un abrazo.
Querido Juan Carlos:
Lo que me llamó la atención del libro Gratitud y educación es la dimensión escolar, el hecho de enfocar el curriculum hacia esa dimensión emocional…
No solamente es gratuito ser agradecido, es que resulta enriquecedor.
Sí, yo sigo escribiendo de forma gratuita en lo económico, pero existen otras recompensas intangibles que tienen mucho valor. Un ejemplo muy claro de este tipo de pago es tu comentario de hoy y de casi todas las semanas.
Un abrazo.
Y, hoy especialmente, GRACIAS.
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M preocupan especialmente los adolescentes.Veo a muchos que piensan que se lo merecen todo, aunque no lo hayan conquistado con su esfuerzo.
Creo que no son conscientes de todo lo que otros han luchado, han sufrido y han trabajado antes.
Da la impresión de que nada tienen que agradecer a nadie, ni del presente ni del pasado.
Por eso me ha encantado el artículo. Soy profesora y lo voy a trabajar con ellos.
Querida Verónica:
Hay que trabajar con los adolescentes.
Algunas iniciativas que presenta el autor de «Gratitud y educación» me han parecido sugerentes.
¿Cuántas personas han tenido que trabajar para que pueda comerse un plato de macarrones que le han preparado en casa o en el colegio? Porque, en muchos casos, no ha hecho más que sentarse a la mesa.
Creo que el mundo sería distinto que trabajásemos estas cuestiones en las casas y en las escuelas.
Besos y gracias. Gracias, de verdad.
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Magnífica la anécdota de Paul Auster.
Quienes seguimos vivos hemos sorteado probablemente muchos peligros que otros no han podido superar. Debería ser un motivo de gratitud a la vida (los creyentes suelen decir gracia a Dios).
Pero hay muchos otros motivos más pequeños, más cotidianos, menos espectaculares.
Qué buen artículo para recordarnos este deber emocional.
Saludos agradecidos.
Querida Carmen:
Es verdad. Hay motivos muy grandes y motivos pequeños.Todos han de ser valorados. Todos pueden despertar el sentimiento de gratitud.
No solo despertarlo sino ponerlo en acción como digo en el título.
Valorar, sentir, expresar y hacer realidad la gratitud: un ptograma de vida.
Besos y, hoy esoecialmente, gracias.
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Me he encontrado en la vida con personas ingratas. Personas que solo entienden la ley del embudo. Lo ancho para mí y lo estrecho para los demás. Es muy triste, Son personas egoístas que solo buscan y esperan el propio beneficio.
Creo que es muy importante trabajar en la escuela y en la familia paras que las personas sean agradecidas, no solo desalabar sino de obra.
Gracias po el hermoso artículo.
Como profesor voy poner algunas de las iniciativas en marcha en mi clase.
GRACIAS
Estimado Juan:
Yo también me los he encontrado. Alguno en mi propia trayectoria profesional.
Te contaré un caso excepcional: ayudé a un compañero profesor a realizar la tesina, a hacer la tesis (redacté en su casa parte de las conclusiones porque estaba «atascado», le ayudé a prepararas plazas de titular y catedrático… Eso significa cientos, miles de horas… Una vez que terminó todo el proceso, si te he visto no me acuerdo. Es más, se situó políticamente en un sector adversario. Nunca me lo he podido explicar. Habido doloroso. Esa es otra faceta de la gratitud. Me refiero al hecho de no exigir un pago por lo que haces. Nunca he dicho ni una palabra a este compañero sobre el dolor que me ha producido su actitud.
Esto ha sido un pequeño desahogo que me he permitido porque nadie puede reconocer al interesado.
Un gran abrazo.
Gracias (esta vez con másenfasis) por participar.
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Queridos/as lectores/as
Es ya viernes y estoy a punto de enviar el artículo para mañana.
Agradezco siempre los comentarios porque dejan constancia de que lo que escribes llegado a algunos destinatarios/as.
Como he hablado de gratitud, quiero hacer un especial agradecimiento a mis comentaristas habituales y también a los ocasionales.
Estoy notando algunas notables ausencias prolongadas. Pienso en Don Quintiliano, María José Robles, José Antonio… Cuando esto sucede siempre me inquieta que la causa sea a causa de un problema de salud, especialmente en estos tiempos de pandemia.
Solo deseo que el silencio no se deba o otra causa que la decisión libre y espontánea.
Un gran abrazo.
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Pues mientras espero para leer lo que nos tienes que decir, voy a aprovechar para saludarte, mostrarte una vez más mis agradecimientos por todo lo que me aportas, por tu trato con todos los del barrio, bueno, ya sabes, tampoco quiero parecer un pelota.
Ahora que estoy (escribiendo) por aquí, el otro día estuve escuchando a dos amigos tuyos, los Francisco, el catalán y el italiano. Corto se me hizo.
Vale, te dejo que ya estás aquí y voy a realizar esa primera lectura de la una. Ya he leído el título, y por la foto me imagino de que va.
Un abrazo.
Querido José Antonio:
Qué sorpresa y qué alegría verte por aquí.
No hay gente pelota en un blog en el que por decir lo que se piensa, cuando es positivo, no se saca ningún beneficio.
El adulador siempre espera conseguir algo, el agradecido solo muéstrala bondad de su corazón.
Imagino que te refieres a Tonucci y a Imbernón. Dos magníficos y valiosos amigos. Que se te hiciera corto dice mucho de ellos y de ti.
¿Juntos en el mismo evento?
Soy yo quien agradece que a esas horas alguien esté dispuesto a recibir el sermón.
Un gran abrazo de sábado.
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Buenas, soy nueva por aquí pero, realmente agradecida a mi maestra que siempre comparte con nosotros sus escritos.
una parte de su escrito que me encantó fue ésta «Estamos tan habituados a disfrutar de muchos bienes que no reparamos en todo lo que hay detrás de ellos (personas, medios, tiempos, costos…) para que lleguen hasta nosotros».
Realmente no le damos verdaderamente la importancia a cada cosa merece, no valoramos muchas cosas como por ejemplo el tiempo que nos brinda una persona al compartir con nosotros, poco o nada agradecemos por el nuevo día, por la salud, por tener a la familia viva.
Nuestra sociedad sería tan cálida si fuésemos realmente agradecidos con los demás, demostrándolo con acciones y no con un simple «gracias» que a veces es solo de la boca para afuera.
Agradecida por sus magníficos escritos de siempre, por instarnos atraves de ella siempre a mejorar en la vida!
Saludos desde Paraguay!
Querida Beatriz:
Pues bienvenida a este espacio de reflexión y de diálogo.
No existe un artículo si no hay unos ojos que quieran leerlo.
Dale las gracias a tu profesora por acercaros mis textos.
Y gracias a ti por leerme y por enviar este hermoso comentario.
Besos.
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