Acabo de leer, casi de un tirón, la novela de Francisco Sosa Wagner sobre la Universidad española. Después de hacerlo, tengo un sabor amargo. En la página 176 hace referencia el autor a “esta novela ácida” añadiendo entre paréntesis “pero verdadera”. He de decir que yo no la considero tan verdadera como él. Es ácida, sí, pero no verdadera. No lo es no porque cuente hechos falsos sino porque solo presenta hechos negativos y deja de contar muchos otros positivos. No solo es ácida. Es cáustica.
El subtítulo de la novela, que no aparece en portada, indica dónde va a poner el foco el autor: Aventuras, donaires y pendencias en los claustros. Subtítulo, por otra parte impreciso, porque la novela no habla solo de los claustros sino de la dinámica universitaria en general, que va mucho más allá de los claustros. Qué duda cabe de que hay otras dimensiones en las que se puede uno detener. Pero, el profesor Sosa Wagner ha querido centrarse en las dimensiones más negativas de la vida, las relaciones y el poder de la Universidad. En la micropolítica que describe solo hay intrigas y corruptelas. Solo ha visto los agujeros en el queso. Y no digo que no los tenga, pero no solo.
Si alguien pretende conocer la Universidad española a través de esta novela, quedará defraudado y hasta escandalizado. La institución que debe ser un faro moral para la sociedad aparece como un entramado de intrigas, mezquindades, rivalidades, sinecuras (palabra que repite no sé cuántas veces el autor), envidias, asechanzas, miserias, zancadillas, prebendas, ambiciones, trampas, peleas… De todo esto hay en la novela . Y en abundancia.
Me parece imprescindible hacer autocrítica. Considero necesario también abrirse a la crítica, pero no me gusta la autoflagelación (por masoquista) ni la heteroflagelación (por sádica).
Está muy claro que quien ha escrito esta obra tiene experiencia de lo que se cuece en la institución. No habla de oídas. Hay precisión en el galimatías terminológico de puestos académicos, cargos y funciones. Hay conocimiento de estrategias y maniobras. Pero yo me pregunto si es eso solo lo que ha visto el catedrático Sosa Wagner.
Hay también demasiada sorna sobre cuestiones que considero relevantes: la investigación, la selección de docentes, la evaluación de los méritos, las elecciones a rector, los tribunales de tesis, la autonomía universitaria…
Ya sé que se trata de una novela y no de una evaluación o un estudio científico. Ya sé que se trata de un ejercicio crítico que podría ser incluso saludable con un poco de sentido del humor y una imprescindible actitud autocrítica. Pero creo que se ha pasado en los tintes oscuros que llegan a presentar un retrato deformado y grotesco de la institución. La Universidad española no es eso. No es lo que describe el autor en su novela. O, mejor dicho, no es solo eso.
Pondré algunos ejemplos que no ha sido difícil encontrar. En cada página se podrían ver otros botones de muestra:
– – “Hemos vivido la elección de rector. Y cada vez es más claro que todo es una pantomima. Se encaraman en el poder gracias a los pactos y acuerdos que logran cerrar durante la campaña y esta circunstancia genera una hipoteca en el gobierno de una institución docente y científica convertido por esta vía en un gobierno que propende a un corporativismo destructor”.
– – “Charlie era el fruto de una de esas levas de profesorado que había ido tejiendo las sucesivas leyes universitarias especializadas en poblar los escalafones con mediocridades inofensivas”.
– – “Berena era una subordinada del rector, de los vicerrectores, de los jefes de área y de hectárea, de los secretarios, de los prosecretarios, y vicesecretarios, de los gerentes, contragerentes y subgerentes; no estaba bien que admitieran esas encopetadas autoridades académicas las habilidades de una jovencita que exhibía demasiado aplomo… y que les dejaba en ridículo”.
–
– – “Con la creación de plazas docentes hubo un cierto tumulto en las files de los miembros opuestos a don Manuel, aquellos que había votado en su contra con ocasión de las elecciones a rector. Estaban perfectamente localizados y aislados. Eran resentidos que no podían soportar haber fracasado a la hora de aupar a su candidato”.
– “No hay muchas novedades; ya sabe usted, Lucio, que la Universidad española es un gran cementerio. Yo, me lo ha oído decir alguna vez, al campus lo llamo campus santo”.
– «Hoy esto es inconcebible por la apatía de la juventud. La base del edificio universitario está enferma. Una situación muy grave, pues los muertos se empiezan a enfriar por los pies”.
– “Para mí lo peor es el paletismo que se ha adueñado de nuestros colegas más jóvenes, con las inevitables excepciones que siempre las hay. La mayoría no lee nada que sea creativo y alejado de sus afanes cotidianos”.
– «Malos tiempos, en efecto, querido Anselmo. Da risa acudir a alguna gestión al rectorado. Y advertir la tropa de personal puesto a dedo allí por el rector de turno, todos ellos profesores que nada saben de gestión universitaria y que, por ello, si algo les sale bien es por pura casualidad.
– «Y de los escritos de los pedagogos, a los pobres doctorandos y a los interinos les exigen acudir a cursos vacuos donde pretenden enseñarles cómo se dan clases de Física, de Farmacología o de Historia Moderna, Un saber que,, al parecer, atesoran los pedagogos, especialistas de la vacuidad”.
– “Una imprudencia porque ahora ya el rector no se iba a doblegar a la voz –siempre ronca, bronca y sectaria- de los sindicatos”.
– “Terminada la entrevista con la jauría periodística, su secretaria le anunció que quería verle Berena”.
– “…pero es que en la Universidad todo es pequeño y cutre, un poco sórdido. Al profesor, con cien euros, lo tienes ganado”.
El personaje central que sirve de hilo conductor de la obra es un ser provinciano, paleto, mediocre, acomplejado, mezquino, tramposo, trepa y conspirador. Ni en la vida privada es una persona equilibrada, atractiva y sociable. Otro elemento más que añadir al relato sombrío del autor.
Creo que no hay estamento que se libre de las críticas acervas de Sosa Wagner. Ni el profesorado, ni el alumnado, ni el personal de administración y servicios, ni los periodistas, ni los partidos políticos, ni los sindicatos… No deja títere con cabeza.
Aunque había dejado mensajes suficientemente para los partidos políticos, no quiso poner el punto final sin dejar una descalificación al partido socialista. Una puyita que puede entenderse si se piensa que la deja muy clarita un destacado miembro de UPyD Unión.
Quienes recibimos las críticas más despiadadas (me sorprende mucho la importancia que nuestros críticos nos dan) somos los pedagogos, cuyo lenguaje siempre es vacuo, cuyos trabajos siempre son irrelevantes y cuyas actitudes siempre son prepotentes.
No he disfrutado leyendo esta novela. Eso no es la Universidad. O, mejor dicho, eso no es toda la Universidad. No he visto reflejada en ella mi experiencia ni la de la mayoría de los colegas que he conocido. No he visto la actitud comprometida y esforzada de muchos alumnos y alumnas, la pasión de muchos docentes por enseñar y aprender, la voluntad de la mayor parte del personal de administración y servicios por hacer bien su trabajo. No sé si el profesor Sosa Wagner no las ha visto o es que no lo ha querido contar. Me hubiera gustado que su experta pluma se hubiese ocupado también de las dimensiones positivas que, sin duda, atesora.
QUERIDO MAESTRO y AMIGO MIGUEL-ÁNGEL:
Un saludo entrañable para ti, para Carla y Lourdes, para la familia y, ¡cómo no!, para tus lectores y lectoras.
«Cuando el sabio señala la luna, el necio mira el dedo»: con perdón para el profesor Sosa, ya que parece que adopta la segunda postura de esta máxima; y la del acertadísimo contenido del título del artículo, auténtico juego de palabras ; en cambio, con tus certeros argumentos y la hondura de tu conocimiento directo y tu experiencia y trayectoria en la «alma mater» (como docente, investigador, formador de formadores, director de trabajos de investigación…) nos ofreces este ilustrativo ejercicio de crítica («señalas la hermosura de la luna») ante la postura y posición sesgada, catastrofista y parcial del profesor Sosa.
Por mi parte, me adhiero y apoyo tu defensa del mundo universitario: como alumno agradecido, como sencillo investigador y como modesto profesor asociado (tres cursos consecutivos en la UAM, Universidad Autónoma de Madrid). ¡Cuántos profesionales y maestros (entre los que te encuentras tú, querido Miguel-Ángel) he tenido la suerte de conocer y tener! ¡Cuánta ejemplaridad en todos los órdenes! Siempre digo que, a pesar de esas intrigas, vicios y defectos que se dan dentro del ámbito universitario (como en todas las instituciones y grupos humanos), la Universidad presta un gran servicio a todos y a todas.
Ojalá sepamos reconocer las aportaciones de la «alma mater» («madre nutricia», «que nutre el intelecto y a la persona»). Sin duda alguna, si hiciéramos un balance de los pros y los contras de la Universidad, los primeros pesarían (y pesan y se imponen) frente a los segundos. Seamos más objetivos, más justos y agradecidos, y no nos erijamos en jueces implacables, pues esta actitud irrita y erosiona, cual sosa cáustica.
¡Feliz fin de semana a todos y a todas! Un saludo desde Valladolid.
Querido Carlos:
Al fin puedo dedicar unos minutos a la deseada tarea de responder, agradecer y opinar. Como has dicho, he tenido un viaje ajetreado para impartir un ciclo de conferencias en Portugal.
Has sido el primero en romper el fuego, así que eres el primero al que respondo. Gracias, Carlos.
Yo tenía una versión levemente distinta del refrán: «Cuando el dedo señala la luna, el necio mira la mano». Es la misma idea. Interesante y sabia.
Sé que una novela no tiene la finalidad de hacer un análisis científico, pero no me ha gustado el enfoque exclusivo en la perversidad.
No huyo de la autocrítica porque sin ella no se puede mejorar, pero no se puede ver solo los agujeros en el queso.
UN abrazo.
Y gracias.
MÁS.
Buena la has liado, Miguel Ángel. ¿Ahora cómo voy a leer “Novela ácida universitaria. Aventuras, donaires y pendencias en los claustros” del profesor Sosa Wagner tras haberle dado tal repaso que cuando la vea en las librerías me alejaré de ella como si se tratara de un producto muy tóxico que afecta directamente a la amígdala cerebral?
Su título, antes de que tú metieras mano, ya inducía a penetrar en un mundo sórdido, lleno de intrigas, con todo tipo de perversiones morales y, quizás, también de otro tipo. ¡Verdaderamente apasionante!
Posiblemente, su autor quisiera emular a Frank Kafka, despiadado crítico de la burocracia de su país, a la que conocía como anillo al dedo. Y, lo más probable, es que aspirase a pasar a la posteridad como la figura literaria que fustigó despiadadamente a la mediocre Universidad española, diseccionando cada uno de sus miembros, cada una de sus partes, hasta llegar a la más perniciosa: los pedagogos.
Yo, si fuera Sosa Wagner, te pondría en la lista negra y acudiría a los ‘antipedagogos’, que tanto predicamento tienen en este país, para que te “pusieran a caldo”, ya que lo saben hacer la mar de bien.
Bueno, tú sabrás lo que haces. Tienes tiempo, en los comentarios del blog, de hacer algunas rectificaciones, como, por ejemplo, apuntar que hace tiempo no lees literatura y, por tanto, desconoces los nuevos derroteros que marcan las grandes novelas del siglo veintiuno. O algo por el estilo.
Querido Aureliano:
No se encuentra en la novela de Sosa Wagner ni un profesor con tus actitudes, tu dedicación y tu honestidad. ¿Es que no los hay? Pues yo diría que son mayoría.
Lo que no me ha gustado es que solo aparezca esa cara sucia de la Universidad.
Ya sé que una novela es una novela. Y que no puede hablar de todo.
Por otra parte, está bien escrita. Escribe alguien que sabe lo que dice y lo sabe decir.
Un cordial saludo desde Málaga.
El domingo emprenderé un nuevo viaje a Chile.
Gracias.
MÁS
Querido Miguel Ángel:
– Hoy te voy a querer más que nunca.
– No voy a defender al Sr. Sosa. No voy a defender su novela. Me gustaría defender la autocrítica. No la autoflagelación; la autocrítica. No como la que practican los políticos después de, por ejemplo, unos malos resultados en unas elecciones; la autocrítica.
– Y yo creo que la autocrítica no deja de ser otra cosa que una evaluación que busca causas y explicaciones para conocer a fondo y poder proponer y ejecutar medidas que mejoren lo establecido, lo que no funciona de forma satisfactoria o, directamente, lo hace de forma contraria a lo que debería.
Conoces la Universidad como el que más. La quieres como el que más. Como tú dices, has trabajado media vida en ella. Y te duele cuando se habla mal de ella. Te duele cuando se habla solo lo malo de ella. Me imagino que por eso no has disfrutado de la lectura de la novela y te deja un sabor amargo.
La Universidad española no es solo eso. Pero es eso también. Una parte, la que hay que cambiar (para mejor). Igual la pretensión del autor no era contar lo bueno y lo malo, dejar una idea global de la Universidad, sino destacar lo malo, destacar lo que hay que conocer, criticar, proponer cambios y ponerlos en práctica.
Es una novela. Supongo en ellas las cosas deben ser llevadas a la exageración o a sus extremos, se debe enganchar al lector. Malos muy malos. Buenos muy buenos. Llamar la atención. Escandalizar.
Sobre la Universidad, traigo al recuerdo El Adarve del 14-04-18: https://mas.laopiniondemalaga.es/blog/eladarve/2018/04/14/dos-fatos-sin-luz/
Yo no soy el más indicado para ejercer ningún tipo de crítica en esta cuestión. Pero me pregunto qué nos van a contar los que están inmersos en el tema (Universidad). Acabo de leer el comentario de Carlos. Tú, Carlos, qué dos cosas mejorarías de la institución en la que trabajas.
Un abrazo, Miguel Ángel.
Hola, JOSÉ-ANTONIO: Un saludo desde Valladolid (España) y mi agradecimiento por leer mi sencillo comentario y por querer conocer mi opinión sobre qué cambios merecen hacerse en el ámbito universitario, a mi entender. Los cambios serían cuantitativos y cualitativos. Intrauniversitarios y extrauniversitarios…Además, cada Universidad es un mundo aparte. Miguel-Ángel nos ilustrará con rigor y acierto sobre estos aspectos. CAMBIOS: Por ejemplo: 1°) Mayor protagonismo efectivo y real en lo relativo a la participación del alumnado en los órganos representativos y de gobierno. Y lo propio para los agentes sociales, instituciones, organismos y personas del entorno universitario. Es decir, que tengan voz y voto en las decisiones importantes. No es admisible el divorcio entre la Universidad y la sociedad; o entre sus altos cargos y sus alumnos (no olvidemos la relación directísima que hubo entre alumnos y cátedros en la primigenia «Universitas» medieval, erigida por reyes, municipios, clérigos…al servicio de la educación de los jóvenes. Singular es el caso de Bolonia. 2°) Mimar a los docentes que han mostrado una sobrada ejemplaridad en la práctica docente y que, por edad, deben jubilarse: apoyar la figura del catedrático/a o profesor/a eméritos en lo económico, con su merecido reconocimiento y renombre; eliminar las trabas y la tecnoburocracia que actualmente se les exige para este reconocimiento de la figura del docente emérito. 3°) Priorizar en los cursos iniciales la calidad docente, las competencias propias de los procesos de enseñanza/aprendizaje: es verdad que la Universidad ha de equilibrar el actuar docente con la labor investigadora. Pero un profesor o profesora que conciba su deber docente exclusivamente como ejercicio de divulgación de su investigación, sobre todo, ante alumnos y alumnas de los primeros cursos, se convierte en ególatra y desatiende los objetivos propios de la Universidad. Para tal fin, existen los másteres, posgrados, doctorados, cursos de especialización…4°) Una Universidad más inclusiva y solidaria (especialmente en las ayudas y apoyos económicos) con el alumnado que presenta ciertas discapacidades e, igualmente, con el alumnado sobradamente capacitado, pero con serias dificultades económicas. No podemos presumir de tener fundaciones universitarias si descuidamos a dichos alumnos. No podemos tolerar en las etapas de los estudios y proyectos de investigación la fuga de cerebros…
-Termino (parece que tengo pilas Duracell): hace dos años, tuve la suerte de impartir clase a alumnos y alumnas de 2° de Bach. bilingüe. Al terminar el curso, el 85% del grupo iba a cursar sus estudios universitarios en países de nuestro entorno; un 5%, abandonaba el estudiar; otro 5% no sabía qué hacer; y el resto se quedaba en España…Sin comentarios. Hablamos con frecuencia sobre la necesidad de cambio de la ESO, del Bachillerato, de la Educación Primaria…Pero quizá nos hemos olvidado un poco de la implantación del Plan Bolonia y del papel de la Universidad ayer, HOY y mañana.
Un saludo cordial, José Antonio. DISCULPA LA EXTENSIÓN. Feliz verano.
Querido José Antonio:
Yo también defiendo la autocrítica. No solo verbalmente. Lo he hecho por escrito muchas veces (véase el último capítulo de mi libro Las Feromonas de la manzana.
La autocrítica debe estar encaminada a la mejora, no al lamento o al desprecio.
Todos somos indicados para ejercer la crítica. No hace falta ser gallina para saber que un huevo está podrido.
Quiero destacar también que algunas veces el autor hace gala de un turbio sentido del humor.
La novela se lee bien, pero a mí me dejó mal sabor de boca.
Un abrazo y gracias.
MÁS
PD: Ya ves, esta vez que tú han entrado pronto, yo he llegado tarde.
Querido Maestro!
Hoy no tengo mucho que aportar sobre los entresijos de la Universidad.
Si decirle que cada uno, según su manera de ver las cosas pensamos y sentimos diferentes.
Una misma realidad vivida y contada por diferentes seres humano tiene connotaciones diferentes.
¿Porque pasan estas cosas?
Porque tenemos pensamientos tan dispares?
Porque se mimifica los valores de las personas y se magnifican el de las cosas materiales.
Que poco valor le damos a la vida, sin saber que vivimos hoy y no sabemos si estaremos aquí mañana.
Todo un desequilibrio que empeora las relaciones en todos los ámbitos,en las universidades,en las familias, en los centros escolares.
¡Sigue proyectando tu atención y tu interés a todo lo que nos haga mejores personas!
Un caluroso saludo para todos y sin más me despido con un cordial saludo.
Querida Loly:
Claro que tienes que decir mucho sobre este tema. Y, de hecho, lo has dicho.
Tienes razón: Cuántas perspectivas diferentes sobre la misma realidad. Es que contamos las cosas no solo como son sino como somos.
También he visto un lado positivo en la novela: poner luz sobre las zonas oscuras puede ayudar a destapar la suciedad y a limpiarla.
Besos y gracias.
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Miguel Ángel y amigos comentaristas….
La universidad resulta una institución muy compleja. Por sus caracterísiticas es posible que se establezcan dos polos bastante opuestos. Uno el analizado por el profesor Sosa con la óptica de destacar los fallos o errores… y otro, sin duda, muy distinto en donde hay que realzar sus bondandes. El profesor Sosa olvidó ponerse las gafas de ver los aspectos positivos. El profesor Santos es un buen ejemplo de ello. Conozco múltiples ejemplos más…
No cabe duda que la universidad debe hacer autocrítica para mejorar, pero no debe ser a consta de descalificarlo todo, hasta lo que se hace bien. Si pasásemos «el algodón» por todos los órdenes de la vida, no nos engañaría, sacaríamos restos de suciedad por todas partes. Pero es que impoluto e inmaculado hay pocas cosas, yo diría que nada… Hasta lo muy limpio y pulcro….
La crítica debe ser constructiva, provechosa, positiva, edificante, regenerativa,… téminos opuestos a caústico que implica corrosión, deterioro, erosión, desgaste, carcoma, úlcera, picazón, acrimonia, quemadura,… Quien lleva una linea caustica o corrosiva aporta poco, yo diría que solo busca una crítica dañina…
Buen verano para todos y todas… Seguiré leyendo desde la sombrilla…
Querido Juan Carlos:
Cómo pasa el tiempo.
Me acuerdo cuando el verano pasado me decías que leías bajo la sombrilla. Otra vez hemos llegado al calor.
En cuanto a la novela no me puedo olvidar de que se trata de un relato que no es una tesis doctoral.
Ha puesto el foco en todo lo malo que, SIN DUDA, existe. Pero me hubiera gustado ver compensada tanta suciedad con alguna descripción de las ilusiones, los esfuerzos, las búsquedas, la bondad… Hay a raudales.
Feliz verano, querido amigo, bajo la sombrilla.
Y gracias.
MÁS
Me consta que Miguel-Ángel está participando estos días en un congreso fuera de España (como ponente). De ahí que sus observaciones y respuestas a nuestros comentarios tarden un poquito en aparecer publicados. Desde aquí, los mejores deseos de éxito (bien merecido) para sus intervenciones.
Saludos a todos
Saludos apreciado Dr. Santos Guerra
Estupendos el artículo y los análisis. Coincido con Usted cuando señala que en la Universidad existen dificultades, pero como bien menciona, no significa que haya que mostrar todo con pesimismo o fatalismo, que también hay muchas acciones y prácticas de profesionales de la educación de nivel posgrado que son dignas de reconocer y de contar. Creo que concuerdo con Usted, respecto a que tener cuidado en que al comunicar algo, el peso de malas experiencias, no anule o nuble el reconocimiento o difusión de logros. Y justo, hablando de mencionar lo positivo, gracias Dr. Guerra por cada uno de sus artículos y las reflexiones que les acompañan porque no solo se trata de ver lo bueno o lo malo, sino que tiene toda la convicción de alcanzar una mejora.
Querida Lourdes:
Gracias por tu participación.
Estoy mu contento de que seas asidua en los comentarios porque siempre se aprende de ellos.
Ya sé que un novelista no tiene la obligación de reflejar la realidad. Una novela no es un trabajo científico que tiene que atenerse a la búsqueda de la verdad.
Al hacer mi comentario no me he olvidado del género de la obra que analizo.
Tampoco un comentario es un texto científico. Lo único que quise expresar con el artículo fue mi preocupación porque solo se hubiese reflejado en la novela la dimensión negativa de la institución en la que he trabajado tantos años.
Besos y gracias.
MÁS
Saludos a todos
Apreciado Dr. Guerra, Usted es un claro ejemplo de reconocimiento. Gracias por promover espacios de diálogo que acercan a colegas, estudiantes y comunidad en general para que aporten o mejoren la comprensión respecto a la realidad educativa. Usted es un puente en tiempos de muros. Gracias
Querida Lourdes:
Has acuñado una hermosa frase que no se si merezco: «ser un puente en tiempos de muros».
Lo cierto es que el puente lo estáis haciendo quienes con tanta generosidad leéis los artículos y exponéis vuestras ideas, sentimientos y propuestas.
No existen artículos ni libros si no hay unos ojos que quieran leerlos. Pero, además, en vuestro caso, está la generosidad de dar y ka humildad de recibir.
Besos y gracias.
MÁS
Amigo José Antonio. En esta ocasión, curiosamente, voy a ser muy breve ante la pregunta que le haces a Carlos Arconada acerca de dos temas con los que se podría mejorar la Universidad española.
Supongo que te refieres a la Universidad pública, pues las privadas crecen como la espuma, al tiempo que la primera se encuentra estancada.
Hace unos años, Jordi Llovet, catedrático de Teoría de la Literatura y Literatura comparada de la Universidad de Barcelona publicó un libro titulado “Adiós a la Universidad”, y que llevaba por subtítulo “El eclipse de las Humanidades”.
En la actualidad Jordi Llovet está felizmente jubilado, pues de algún modo lo expresaba en su libro. Tengo que apuntar que yo compartía bastantes cosas con él, aunque discrepaba en que su crítica estaba muy centrada desde su especialidad. De todos modos, es uno de los pocos que se publican sobre esta institución; obviando a la seudonovela de Sosa Wagner.
La Universidad necesitaría una profunda renovación, aunque esto, en los tiempos neoliberales, no se va a producir. De todos modos, no estaría mal que apareciera un libro colectivo que podría titularse “La Universidad que queremos”, en el que participaran gente significativa de distintos estamentos universitarios. Podría ser a través de artículos o, mejor aún, entrevistas bien realizadas, pues ayudaría a la amenidad.
Por cierto, ¿no te has dado cuenta que en El Adarve, a pesar de que los temas mayoritariamente vayan enfocados a la escuela, en su sentido más genérico, no participa gente universitaria (hay alguna excepción)? Esto ya es indicio del escaso interés que hay en los aspectos pedagógicos en esta vetusta institución.
Un abrazo y sigue preguntando, que eso ya lo hacía Sócrates (y así le fue).
Buenas noches.
Carlos, muchas gracias por tu respuesta y por la información sobre Miguel Ángel. En cuanto a la extensión, me has dado más de lo que te pedía (lo cual agradezco). Y si te apeteciese contarme y contarnos más, aquí tienes a un seguro lector dispuesto a aprender y a escuchar tus ideas.
Aureliano, sí a todo.
Yo pregunto por lo de todos, porque es de todos y a todos debe interesar. Esta semana le toca a la Universidad. Y hace tiempo que me he dado cuenta qué clase de personas transitan por el barrio.
Respecto a las preguntas, creo que a veces no son bien entendidas, bien recibidas. No tengo ninguna intención destructiva sobre nada ni nadie, al contrario. Las heridas graves son las que más escuecen, pero si queremos curarlas vamos a tener que soportar alguna molestia, no podemos pasar de puntillas sobre lo importante. (Es imprescindible la autocrítica, empezando por las personas de mayor responsabilidad y llegando a todos, pues la Universidad debe ser ese faro cuya luz, de una forma u otra, a todos tiene que llegar).
Un abrazo.
Buenos días, JOSÉ ANTONIO.
De nuevo, gracias por tus palabras y por tu predisposición y actitud de acogida, lo cual revela muchas cosas buenas de ti (dimensión humana, valores, etc.). Un saludo afectuoso. Carlos.
Querido José Antonio:
Vuelvo a ti.
A la importancia de las preguntas, sin las cuales no hubiese avanzado nunca la ciencia.
Y a la importancia de la autocrítica. Y de la crítica.
Sin ellas no se puede mejorar.
Estoy de acuerdo en que la Universidad debería ser un faro moral para la sociedad. Y no siempre sus formas de actuación son edificantes. ¿Cómo no detectarlas, denunciarlas y corregirlas?
Para mí, todo pasa por tener profesionales bien formados no solo en su ámbito disciplinario sino también en el saber estar, saber sentir y saber ser.
Y, por supuesto, en un trabajo colegiado y exigente que sirva de estímulo y de mejora.
También hay que revisar la transparencia en la gestión y, como dice Carlos, la participación de la comunidad universitaria.
Bolonia fue un cambio jerárquico, impuesto y muy mal implementado.Sin recursos no se pueden hacer las cosas que se proponían.
Un cordial saludo.
Y gracias.
MÁS
Amigo José Antonio:
Efectivamente, el preguntar, y el preguntar bien, es algo que dinamiza y que da lugar a que se abra el debate, se clarifiquen las dudas, con la posibilidad de que haya transformaciones, claro, siempre que exista el deseo de transformar. Pero uno puede también puede preguntarse: “¿Transformar hacia dónde?”.
Cuando he apuntado que vivimos en una sociedad neoliberal no le he hecho como una muletilla que se añade porque queda muy bien, aunque no se sepa exactamente con qué fin.
Y si coincidimos en esa consideración, tenemos que entender que el neoliberalismo (como la última modalidad del capitalismo) afecta a todos los sectores sociales; no queda nada al margen, especialmente en aquellos que son tan importantes como es la enseñanza-educación, de todos los niveles.
Pueden darse algunos cambios, modestos, que, a fin de cuentas son bien recibidos, pero como no hace mucho me dijo un amigo, de bastantes años universitarios, “La Universidad española es un paquidermo muy difícil de mover”.
¿Entonces?
Para que haya transformaciones en el sentido de eso que tú llamas “faro cuya luz, de una forma u otra, a todos tiene que llegar”, yo me pregunto si ese ‘tiene que llegar’ lo utilizas como un imperativo moral o como esperanza de que un día lo veremos.
Porque como imperativo moral (Kant), lo veo muy complicado, ya que las fuerzas dominantes (y muy poderosas) no se guían por los imperativos morales, sino por el mantenimiento en el poder y los beneficios que se obtienen.
Si es como una esperanza, habría que acumular fuerzas, de modo que la demanda social (Gramci) empujara hacia un sólido Gobierno de izquierdas (lógicamente, la derecha se apunta al poder y al beneficio o rentabilidad) y con un ministro de Educación con unas claras y sólidas ideas y que estuviese dispuesto “a dejarse el pellejo” (que, como bien sabes, no todos lo hacen).
¡Ah! Para que no me veas como un escéptico con la realidad actual, te apunto que dentro de la sufrida piel de toro, y en medio de esta poco halagüeña situación, tenemos muy buenas universidades, también excelentes departamentos universitarios, en los que han coincidido buenos docentes-investigadores. Aunque todo esto dentro de un mar de medianía.
Bueno, no me extiendo más. Te animo a que sigas preguntando, porque animarás El Adarve, al tiempo que Miguel Ángel y todos los que estamos en este (según tú) barrio disfrutaremos de tus interrogantes. Además, seguro que no te acontecerá lo que le sucedió al pobre de Sócrates, a quien ‘las fuerzas vivas’ de la antigua Atenas le acusaron de pervertir a los jóvenes con esas preguntas que les inducían a razonar.
Voy cerrando. Hay que ser voluntariamente optimista (otra vez, Gramci) y pensar que tantos siglos de historia han conducido a algo tan sagrado como es la actual ‘libertad de pensamiento y de opinión’.
Un abrazo desde la calurosa Córdoba.
Querido Aureliano:
Interesante comentario.
Hace unos años se produjo lo que llamé un «primavera pedagógica» en la Universidad. Participé, con otros colegas, en la redacción de un texto titulado La formación del profesorado universitario. Era secretario de Estado Joaquín Prats, quien hizo el encargo. El libro fue supervisado por personalidades europeas de las Universidades más prestigiosas. Se celebraron Congresos, se hicieron investigaciones, se publicaron artículos…Los ICEs tenían fuerza y mucha presencia en el quehacer docente e investigador. Fui Director del ICE de la Universidad de Málaga durante cuatro años. Fue una experiencia magnífica para todo el equipo (integrado por 11 personas). Cada año se ponía en marcha un Concurso de proyectos de investigación para la mejora de la práctica docente…
Con la obsesión meritocrática que ha sobrevenido, muchas de aquellas preocupaciones se han desvanecido. Pero no soy pesimista. Conozco a muchísimos profesionales excelentes.
Dee acuerdo contigo en que solo las preguntas nos harán buscar respuestas.
Un cordial saludo. Y gracias.
MÁS
Bueno días a todo el mundo, al Sr. Lema especialmente.
Novela. Literatura. Arte. El mensaje del autor. Lo que criticas nos pasa a todos, Sr. Guerra. Si yo estoy a disgustos con mi vecino, no alabo sus bonanzas. Y si lo hago, tal vez estoy haciendo una teatralidad que esconde mi verdadero sentir, y por lo tanto caigo en hipocresía. Como ya han dicho otros comensales, digo comensales intenvinientes, de este blog, estamos ante una novela. Ya merece mi más alto beneplácito su autor. Su mensaje ha llegado, al menos te ha llegado. El fin recóndito que quería el Sr. Sosa, posiblemente lo ha cumplido. Tal vez su mensaje solo fuese denunciar las irregularidades de lo que se mantiene con dinero público. Tal vez lo que se mantiene con dinero público no debiera permitir ningún lujo, tales como las carencias denunciadas en la novela. Tal vez lo que se omite, se entiende inherente al producto, ya que está sufragado con dinero público, dinero que es de todos. Mi más sincero reconocimiento al artista, ha dicho, ha vendido, le han leído. Al fin y al cabo lo que cuenta no es falso, y si lo fuera, igualmente admitido, pues no es falso su pensamiento, pues es humano, es real, aunque realismo mágico fuere. Recuerden, Remedios voló empujada por el viento a través de la chimenea, y desapareció para siempre. Cien años de soledad, premio nobel de literatura por entonces a un desconocido Don Gabriel García Marquez. Criticar la omisión en el arte, criticar la omisión de bondad o de méritos, es, naturalmente, legítimo y respetable desde el punto de vista de la libertad; más, pero, mucho más en descrédito del que critica lo que critica del artista que de éste porque lo que omite. Si leo a Faulkner -otro nobel y varios pulizer- sé de antemano que solo voy a encontrar en su casi infinita escritura, los odios, rencores, venganzas, miserias, en fin, todo el patetismo del ser humano. Y ni tan siquiera una ligera muestra de afecto, amor, o cariño; de los que nadie duda que también existen en las personas.
Que tengan un buen día.
Estimado Don Quintiliano:
Comencé el artículo diciendo que la obra es una novela. Sé muy bien que la novela es un género no tiene por qué reflejar la realidad tal como es. Ni siquiera tiene que hacer referencia a la realidad. El problema, en este caso, es que el autor dice que su novela no solo es ácida sino que es verdadera (hago alusión a ello en el artículo). Es decir, que cuenta verdades. Y es cierto que las cuenta. He visto muchas de las perversidades en mi vida de alumno y luego de profesor universitario. Y las he denunciado. Lo que quise decir en el artículo es que hay muchas más cosas en la Universidad. Muchas más cosas buenas.
Buen día.
Buen riego con esos calores que vivimos las personas y que también vive el campo.
Gracias por el interesante comentario.
MÁS
Estimado Don Quintiliano:
Muchas gracias por tenerme presente en sus oraciones.
Sólo por eso, voy a reconocerle que me tiene un tanto despistado y desenamorado a raíz de unas palabras que le ha dedicado al Sr. Guerra. No es que el pedagogo no pueda ser criticado, que lo puede, ni que fuese la primera vez que usted no estuviese de acuerdo con él. Pero no me esperaba que se alineada con quienes lo hizo. En ese tema no.
De todas formas, yo sigo riéndome (y pensando) con sus cosas. (Claro, siempre después de que se me pase el cabreo).
Un abrazo. (¿Sabe? Seguro que el Sr. Juan Carlos cuando lea las andanzas viajeras del Sr. Guerra es muy posible que se encuentre bajo la sombrilla de una sombrilla o de un olivo). (Un abrazo para ti también, Juan Carlos, y feliz descanso).