Leí hace unos días en la red, después de haber escuchado algunos comentarios en la radio, una carta que se ha hecho viral. La ha escrito la profesora de Secundaria Eva María Romero Valderas, de 45 años de edad y 19 de experiencia. Está dirigida en un primer momento al Claustro del Instituto de Enseñanza Secundaria Isidro de Arcenegui (Marchena. Sevilla), donde ahora trabaja. En realidad, no se trata de una carta, según opinión de la misma autora, sino de una arenga. Lo dice en un punto preliminar de su escrito. “Esto que voy a hacer ahora se llama arenga: discurso militar para enardecer a las tropas antes de entrar en la batalla”.
La metáfora no me parece afortunada. Los docentes no vamos a las trinchera sino a las aulas. No somos soldados sino educadores. Nuestra misión no es matar sino enseñar. Creo, por otra parte, que más necesario que enardecer el ánimo para la lucha, es preciso reflexionar con rigor sobre la tarea. Dice esta profesora: “a mí me pagan por enseñar, no por aguantar”. Es como si un médico dijese que a él le pagan por curar pero no por soportar a pacientes incómodos, a compañeros molestos o a jefes déspotas. Porque eso va en el trabajo ya que la enseñanza echa sus raíces en la comunicación. El docente no trabaja con máquinas o productos sino con personas.
Me ha preocupado y entristecido ver y sentir su estado de ánimo, entre indignado y agresivo que le lleva a escribir: “contestaré en el mismo tono y con la misma contundencia que se me trate…”. Creo que esa es la forma más eficaz de acabar con el diálogo.
Trato de comprender a esta mujer que ha llegado al hartazgo a sus 45 años. Y, en buena parte, lo consigo. Porque creo que el profesorado debería contar con más apoyo y respeto de las familias, de la Administración y de la sociedad. Y con una mejor actitud hacia el estudio y hacia los docentes de algunos alumnos y alumnas cuyo comportamiento deja mucho que desear. Respecto a esta última cuestión habrá que admitir que si los alumnos y alumnas ya estuvieran educados, si quisieran aprender con interés y responsabilidad, si tuviesen ya formada su voluntad, ¿para qué necesitarían la institución educativa y al profesorado que trabaja en ella? Lo cual no quiere decir que no se les deba exigir un comportamiento ejemplar, un máximo respeto a los compañeros y a los profesores, la atención necesaria en las clases y un trabajo serio y constante fuera de ellas.
Sería más fácil trabajar con alumnos motivados, con familias colaboradoras, con equipos entusiasmados, con directivos competentes, con autoridades inteligentes y responsables. Pero, claro, no siempre es así. Y es en esos casos donde más hace falta el coraje, la paciencia, y la sabiduría de los profesionales de la enseñanza.
Hay casos de padres que quieres que sus hijos aprueban sin esfuerzo, como dice la profesora Romero, claro que sí. Pero muchísimos otros que no lo desean. Hay alumnos perezosos y descorteses, pero muchísimos otros que no lo son. De la misma manera que hay profesores y profesoras apasionados con su tarea y otros que no lo son tanto.
El problema que tienen estas reacciones de hartazgo es que se exige desde ellas que mejoren los comportamientos, las actitudes y las concepciones de los demás, pero no los propios. La carta de esta profesora es un ejemplo claro de lo que digo. Tiene, a su juicio, que mejorar la administración (cómo no), las familias (cómo no), la sociedad (cómo no), los alumnos (cómo no). Pero nada tendría que hacer el profesorado (o nada se dice en la arenga sobre ello) salvo quejarse y exigir a los otros. Salvo pronunciar y seguir las arengas contra los otros. Pensemos en la misma o semejante reacción por parte de un padre disconforme o de un alumno descontento o de un inspector harto. También dirían que tienen que mejorar los demás. Solo los demás.
La profesora dice que no quiere ser un burro de carga que trabaja hasta reventar. Eso no lo quiere nadie. Y nadie lo exige. O nadie lo debiera exigir. Conozco muchos países del mundo en los que los docentes tienen unas condiciones laborales muchísimo peores que las nuestras. No quiero mirar hacia ellos sino hacia los que las tienen mejores. Pero hay que valorar lo que se tiene. Y conozco muchos trabajos mucho más ingratos y peor remunerados que el nuestro.
Mi preocupación ante el caso de esta profesora (y otros similares) es doble. Por una parte, me preocupa el desarrollo profesional de los docentes, esa sensación de hartazgo a la que algunos llegan frente a la deseable plenitud profesional. Es decir, que la experiencia nos vaya haciendo más soberbios, más torpes, más duros, más cáusticos, más cínicos, más pesimistas, más perezosos, más suspicaces, más autoritarios, más desgraciados, en lugar de hacernos más humildes, más sabios, más sensibles, más amables, más sinceros, más optimistas, más trabajadores, más confiados, más demócratas, más felices.
¿De quién depende? Pues yo creo que, básicamente, de cada uno. No lo olvidemos. A veinte centímetros que separan dos aulas, de un lado del tabique, en 1º A, hay un profesor feliz y entusiasta, que hace felices a sus alumnos y a todos aquellos a quienes mira y toca y del otro lado del tabique, en 1º B, hay un profesor amargado que contamina con su tristeza todo lo que toca y mira. Y tienen el mismo sueldo, la misma asignatura, el mismo número de alumnos, parecidas familias, el mismo director, el mismo inspector, el mismo delegado, el mismo consejero, el mismo ministro…
Por otra parte (ya queda lejos la primera) me preocupa lo que sucede con el trabajo que pueden realizar y con las relaciones que pueden mantener docentes impregnados por esa actitud de hartazgo. ¿Cómo afrontan sus compromisos profesionales? ¿Cómo se relacionan con los colegas y con las familias? ¿Cómo se comunican con un alumnado que tiene una edad problemática, esa edad “entre la fragilidad y la insolencia en la que, como dice mi médica y amiga Francisca Muñoz, la influencia de los adultos no se reconoce ni bajo tortura, una edad en la que se precisa una dosis de autoafirmación cada ocho horas y en la que la principal certeza es la incertidumbre”?
Que nadie piense que no me importan las políticas, las estructuras, las condiciones, los contextos de la acción y que lo fio todo a la actitud personal. No. Quiero mejores condiciones para el ejercicio de la enseñanza. más y mejores ayudas y menos prescripciones inútiles. Quiero familias que ayuden y quiero alumnos respetuosos, motivados y trabajadores, Pero, donde está la raíz de la satisfacción profesional es en el compromiso personal con la tarea. Esta profesión, dice Emilio Lledó, gana autoridad por el amor a lo que se enseña y el amor a quienes se enseña. Lean el libro “La alegría de enseñar”, de Rubem Alves. Les hará bien.
La reacción de la profesora me preocupa también por ella. Creo que ha elegido un camino equivocado para sentirse bien, para hacer bien su trabajo, para disfrutar haciendo mejor lo que hace. Ya sé que estas arengas suelen recibir un aplauso casi unánime (ella dice que ha tenido muchos apoyos nacionales e internacionales) porque se hacen eco del malestar. Pero ayudan poco, a mi juicio.
Me duele y preocupa ver a colegas hartos, que se sienten frustrados y maltratados, que se sienten burros de carga. Porque de esa manera difícilmente podrán hacer bien su trabajo. Pero, también, porque de esa manera estarán lejos de alcanzar la felicidad.
Queridísimo Miguel Angel. Hemos coincidido en diferentes actividades, la última en Mérida con el FEAE. Cuànto me ha gustado leer tus reflexiones…. Por supuesto que había leído la arenga…. Me dejó muda, desconcertada, tan incómoda que la dejé en un cajón de mi cabeza, esperando un momento para la reflexión profunda. De vez en cuando me acirdaba de ella y pensaba…. Cuánta queja…. Qué despecho…. No había encontrado el momento. Tú sí, priorizaste esa necesidad de reflexionar ante una realidad cotidiana que “envenena” la vida de los centros. Se me hace difícil entender que algunos colegas tengan esos sentimientos cuando van a la escuela. Para mí la escuela es otra cosa es un mundo lleno de ilusión, de emoción, de creación de cosas nuevas, de compartir, de reir, de generar expectativas ilusionantes en esos jóvenes que nos dejan ocupar diAriamnente sus espacios y que muchas veces los desaprovechamos. Gracias por tus reflexiones. Y sobre todo me pregunto muchas veces qué podría yo transmitir a mis colegas para contagiarles un poco de ” bien-être” . Seguimos en contacto.
Querida Dolores:
Lo que más me preocupa del caso es el aplauso parece ser que unánime de su claustro, el apoyo que la han dado, el eco que ha tenido, las adhesiones nacionales e internacionales, como ella dice en una entrevista.
Porque es una mala forma de enfrentarse a los problemas. En lugar de reflexionar y comprometerse, lo que hace es irritarse y enardecer el ánimo para la batalla. Qué triste.
Me gustan más las posturas como la tuya, esas posturas que afrontan la tarea con una enorme alegría y responsabilidad. Lo cual no quiere decir que no haya problemas. Pero, desde esa actitud, se afrontan de otra manera.
Me decía Antonio Escámez, profesor de Málaga que que Delegado de Educación, que entra todos los días en su IES silbando de alegría. Y algunos se sorprenden y se lo reprochan. Pero él está feliz. Y seguro que también lo están sus alumnos.
Me ha alegrado reencontrarte en ese camino.,
Muchos besos.
Muchas gracias por participar.
MAS
Muchas gracias Miguel Ángel por establecer una contraposición a esa carta-arenga, con ideales que con tanta facilidad penetran en docentes desanimados. Los comprendo y los defiendo en parte; sobre todo ante situaciones difíciles como las que se presentan en el día a día. Pero no podemos desviar el foco, éste debe apuntar hacia la igual y la equidad, por tanto, nuestro trabajo como docentes si se cierra exclusivamente a enseñar, perderá su esencia educativa, es decir, la justicia social y la atención a la igualdad de oportunidades.
Nuevamente gracias.
Marcos A. Ruiz.
Querido Marcos:
Me ha alegrado mucho verte por estos lares.
No puedo negar que existen dificultades, una más grandes y otras pequeñas. Y quiero estar siempre del lado de mis colegas que las sufren. El problema es la actitud con las que se afrontan. No abogo por la resignación, por el silencio, por el conformismo. Abogo por la superación, la crítica y la denuncia. Pero desde otra actitud más comprometida, más entusiasta, más optimista. El que UN padre le haya dicho a esta profesora que está ahí para aguantar no se puede establecer la tesis de los padres EN GENERAL son así.
Gracias por compartir ideas y sentimientos.
Un abrazo.
MAS
Buenos y lluviosos días, Miguel Ángel.
Yo también leí en su día, la carta de la profesora. Cuando terminé, me pregunté qué pensarías tú sobre la misma, sobre toda ella. Mis pensamientos no iban muy desencaminados.
Y es que el leerte constantemente, el empaparse de tus ideas sobre todos los temas de educación que abordas, semana tras semana, si alguna capacidad de aprender tenemos, solo puede dar como resultado el conocimiento. Nos pasa con todas las personas con las que tenemos un gran contacto y a las que amamos.
La actitud, la realidad, la utopía, la complejidad, la ilusión, el hartazgo, la alegría, el sufrimiento, … el trabajo, la enseñanza, la educación. Desde que nacemos hasta que morimos, todos somos personas en formación. Todos y todas aprendiendo en un cada vez más complejo mundo que hemos ido construyendo (unos más responsables que otros en esta construcción, dado su poder).
Todos y todas tenemos decepciones y malos momentos. Leía los motivos de la profesora, en este caso concreto, pero hay muchos otros también representativos, y trataba de entenderla, de disculparla, es su realidad. Pero pensaba, y ahí están todas tus explicaciones de este artículo.
Y es que yo ya me iba acordando de la respuesta, con tus valores y visión de la educación, que dabas a una profesora universitaria, de la peculiar forma que tenía de motivar a sus alumnos y alumnas ante “sus” malos resultados. (¿No os da vergüenza?).
Sé que los hiperrealistas de la vida y de las aulas, los que se sienten en plena guerra diaria, en el cara a cara con la maldad, no estarán de acuerdo con tus planteamientos. Y es que haces demasiadas referencias a la utopía de la felicidad. Y eso, aparte de ser de ingenuos, es de irresponsables, pues parezca que a esta vida, ante todo, hemos venido a sufrir.
¡Ay, los que escribimos desde la tranquilidad de nuestras casas y despachos, lejos del campo de batalla en donde pasan las cosas reales!
(Tengo la impresión de que la profesora Eva María, es una buena profesora. No la conozco. No he recibido dos clases de ella. El escribir es lo que tiene. Dice mucho, pero también impide que podamos decirlo todo, decirlo bien, relacionar las cosas en un todo).
Un abrazo Miguel Ángel.
Estimado José Antonio:
Comparto tu impresión de que la profesora Eva María Romero es una buena profesora. Es solamente una sospecha ya que ni la conozco personalmente ni tengo referencias de sus colegas o de sus alumnos. Lo que pienso es que, ante las dificultades, ha tomado un camino equivocado.Y lo que más me preocupa es que todos los descontentos del sistema estén aplaudiendo la carta o, mejor dicho, estén enardecidos por la arenga exigiendo a todos una mejor actitud ante su tarea.
Creo que hay otras formas mejores de afrontar los problemas.
Un abrazo y, como siempre, gracias.
MAS
Coincido en tu visión educativa. Y eso q me jubilé algo quemada. Sólo algo, porque me encanta el sol educativo y tengo l piel resistente. Mi crema solar tiene más de 10 factores antiquemaduras: pasión, dedicación, empatía, ilusión, curiosidad, creatividad, felicidad, agradecimiento,ternura, emoción,crecimiento, diversión, ánimo…Pero entiendo a la profe de la carta. Y he oído a muchos profes como ella. Y apoyo tu opinión.
Nuestra profesión es un reto maravilloso. Y como todos los retos, con dificultades en el camino.
En mi caso he sentido estos años últimos , cierta hostilidad social y de los padres en particular, y una presión por cambios en el enfoque legal educativo ,q han conseguido enturbiar un poco mi entusiasmo.
Pero siempre que pienso en mi trabajo de más de 35 años, me sale una sonrisa.
Querida Victoria:
De jubilado a jubilada.
Tú tines que patentar esa crema. Si se utilizase con frecuencia no habría sol capaz de producir quemaduras.
Hermosa metáfora. Cuántas cosas dice de ti.
Y qué significativo resulta leerte y saber que cuando piensas en tus 35 años de tarea es precisamente una sonrisa.
La profesión te ha enriquecido y eso ha dependido esencialmente de ti.
¿Cómo negar las dificultades? Pero hay un arte en la ida (y una ciencia) que consiste en saber hacer con dos signos menos un signo más.
Besos y gracias.
El desaliento, el hartazgo, la insatisfacción, la icomprensión, la inseguridad, la desidia, el pesimismo, la ingratitud,…. y todos los epítetos más que se quieran introducir… suelen aparecer con frecuencia en el colectivo docente. Oigo comentarios parecidos a los de esta profesora a menudo, también los suelo pensar yo….
Pero pensar y decir es una cosa, y actuar, afortunadamente, es otra. Porque esos mismos colegas de se quejan, o yo mismo cuando lo hago, sin embargo, cuando entramos en nuestras aulas, sólo pensamos en hacer lo mejor posible nuestro trabajo… Olvidamos esos “malos” pensamientos y actuamos, escuchamos a nuestros alumnos, reimos y sufrimos con ellos, enseñamos y aprendemos juntos, de forma recírpoca,… y el docente se convierte, además de maestro, en psicólogo, médico, arquitecto, dibujante, cantante, animador, contable, orientador,… todas esas profesiones, que sin haberlas estudiado en ninguna parte, se adquieren con el magisterio diario… Se sufre, sin duda, pero también se disfruta… ¡Cómo se disfruta cuando has ayudado a tus alumnos, cuando ves que le allnas el camino, que le haces sentir feliz, que se rie,… !
Yo voy camino de los 27 años de docencia, y no tengo tiempo de aburrirme…
Saludos.
Querido Juan Carlos:
No me ha sorprendido tu comentario y, sobre todo,. tu observación final. Después de 27 años de docencia “no he tenido tiempo de aburrirme”.Ni de pronunciar esas sospechosas arengas que pretenden eliminar de la realidad las malas actitudes de los demás. Tú estás tratando de mantener viva tu actitud positiva hacia la tarea y por eso, lo que te sale del alma es decir: “¡Cómo se disfruta…”. Eso es. Eso es.
Gracias, querido amigo.
Un abrazo.
MAS
Como estoy de acuerdo totalmente con el artículo de Miguel Ángel, me queda poco que añadir. Sólo diré que cada uno debe saber en qué profesión se mete. Meterse de educador de niños y adolescentes es aceptar modelar una masa, si no informe, sí con muchas aristas que arreglar. Querer niños buenecitos y que no molesten, es un error; primero, porque la naturaleza humana yno es así; y segundo, porque educar lo que ya está educado, es contradictorio. Yo pienso que un educador puede tener momentos amargos y decepcionantes, pero estar asqueado…no, eso no es aceptable para el que escogió educar a los que, en principio, se consideran necesitados de educación.
No son los sanos los que necesitan al medico.
No se puede quejar un policía de que hay delincuentes.
No se puede quejar un educador de que hay que educar.
Saludos a todos.
Querido Joaquín:
Tú siempre remachas muy bien el clavo.
Es verdad que los que ya están educados no necesitan educación.
Es verdad que con familias colaboradoras se trabaja mejor. Pero hay de todo en todos los sectores. Y, por consiguiente, habrá que trabajar en el contexto que se tiene, con las personas que están ahí.
No hay familias de papel, ni adolescentes de papel. Hay personas de carne y hueso. Con sus defectos y sus cualidades.
Lo cual no quiere decir que haya que conformarse con lo que hay sino que hay que partir de eso que hay para hacerlo mejor.
Un gran abrazo.
Y muchas gracias.
MAS
Buenos días Miguel Ángel qué “suculento” artículo, cuanto para conversar, yo me veo como la seño del 1° A del mismo, pero muchas veces vuelvo a casa con el corazón triste, frustrada, siempre escucho a los niños, busco actividades creativas, atractivas de acuerdo a sus intereses y me ha pasado que pelean, se insultan, rompen los materiales de trabajo hasta un niño me ha pegado y me siento mal. Muchas veces parecemos abogados, psicologos, trabajadores sociales, jueces… y yo iba con muchas ganas de enseñar o de seguir aprendiendo con ellos y terminé la jornada con un sabor amargo.
Al día siguiente regreso y me encuentro con cartitas, besos mojados, abrazos apretados y siento que tal ves la escuela, la seño sean la única posibilidad que tiene ese niño de ser feliz, de sentirse cuidado, querido… y me siento feliz…..un cariño
Querida Marisa:
Cómo no sentir el dolor de esas reacciones, de ese rechazo, de esa desafección, de esa falta de respeto… Cómo sentir dolor por eso que llegar a decir: “hasta un niño me ha pegado”. Cómo no sentirse frustrada ante esa realidad. Pero el problemas cómo reaccionar ante esos hechos.
Estoy de acuerdo en que para muchos de esos niños el único asidero par salvarse lo encuentran en la escuela, en la señor, en la educación.
No se puede aceptar esos hechos como0si fueran “inevitables”,, coméis fueran intrascendentes. Son gravísimos. Pero hay que pensar en la forma de superarlos, de erradicarlos, Eso no se produce por arte de magia. Eso se produce por la acción educativa.
Gracias por tu testimonio.
Besos.
MAS
No creo que esta profesora se crea perfecta y piense que sólo tienen que mejorar las demás personas.
Estimado Rafael:
Yo no he dicho que se crea perfecta .Nadie lo es. Ni he dicho que sea una maña profesora. Es más, he dicho en un comentario que intuyo que será una buena profesora.
Si repasas su carta verás que nada dice soibre las mejoras que tiene que hacer el profesorado. Habla de la administración, de los padres, de los alumnos, de la sociedad… Que es cierto, como ella dice que tienen que mejorar.
Ese es un peligro que creo que encierran sus palabras.O, mejor dicho, su actitud.
No he pretendido atacar su calidad profesional.
Gracias por aportar tu opinión.
MAS
Amigo Miguel Ángel.
Parece que se van superando los inconvenientes del nuevo formato del blog, puesto que, en esta ocasión, van llegando de modo fluido los comentarios.
En mi caso, he estado tentado de tomar la carta de la profesora autora de la misma para realizar un artículo, pero en los diarios digitales en los que publico hubo que suprimir los comentarios (tan necesarios para establecer debates sobre lo que se escribe), dado que se había formado un grupo de “trolls” que eran un verdadero suplicio, y no había medios para estar constantemente controlándoles.
De todos modos, invitaría a quienes siguen tus columnas que entraran (en el caso de que no lo hubieran hecho) en los dos enlaces que aporté al final de tu anterior artículo “Como para fiarse”, para que leyeran el contenido de la carta y conocieran lo que opinaban los lectores de ‘el diario.es’. Comprobarían, sorprendentemente, que la gran mayoría respalda lo que Eva María Romero expresaba en su pasional misiva.
Me imagino que lo que tú escribes -y de modo sintético- enviado al diario recibiría muchas reprobaciones, tal como les sucede a quienes lo han cuestionado de algún modo.
Entiendo el cansancio, el desaliento, la impotencia… que, en ocasiones, nacen del trabajo en el aula, así como el abatimiento al comprobar que padres y madres, en algunos casos, se desentienden de su función educativa y cargan sobre los docentes esa parte que les corresponde a los progenitores. Y de ningún modo, me olvido del galopante descrédito de las administraciones educativas ante su desidia o incapacidad para escuchar a quienes se han embarcado en este complejo trabajo.
Con todo, hay unas preguntas que flotan alrededor de los diversos problemas expuestos por la autora de la carta y de quienes expresan con causticidad todos los problemas que, desde sus puntos de vista, se dan en los contextos educativos: ¿son conscientes de que este trabajo, aparte de enseñar los conocimientos específicos, tiene una función educativa? ¿Saben que la vocación en los trabajos que implican relaciones y valores humanos -entiéndase, por ejemplo, medicina, enfermería, educación…- es básica para afrontar las dificultades que conlleva? ¿Por qué hay tantos alumnos y alumnas que estudian Magisterio sin saber exactamente qué implica este trabajo y que sus caminos estarían mejor enfocados hacia otra actividad?
Bueno, cierro, porque creo que sobre este tema entre todos podríamos llenar las páginas de un libro (cosa que no estaría del todo mal).
Querido Aureliano:
He abordado muchos de esos problemas que la profesora Eva María Romero denuncia. He criticado a las administraciones por su obsesión de generar prescripciones sin atender a los verdaderos problemas, he reflexionado sobre la importancia de que los padres colaboren con los docentes y no obstruyan su labor, he planteado exigencias a los alumnos y alumnas sin las cuales no puede realizarse con éxito esta tarea…
Pedro la carta (la arenga) tiene un tufillo que se nutre de la indignación, de la irritación, d<el cansancio, de la hartura… que no me han gustado.
Yo no estoy a favor de las cosas que ella denuncia. Faltaría más.Estoy en contra de la actitud con la que aborda los problemas. Está en su derecho de tomarla. Y los demás están en su derecho de aplaudirla porque de esa forma sacan a flote su malestar. Pero creo que esa actitud no beneficia a nadie.
Un gran abrazo.
MAS
Gracias. Estoy de acuerdo. Creo que trabajamos en una sociedad que es la que es y nuestra obligación como docentes es cambiarla y mejorarla. Tenemos el mejor trabajo del mundo y la suerte de que se desarrolle entre personas.
Estimado Benito:
Esa es, en pocas palabras, el planteamiento que parece más acertado.
. Esta es la realidad que tenemos.
– Tiene muchas cosas que mejorar.
– Nosotros tenemos el compromiso de intentarlo
– Y esa tarea tiene la suerte de realizarse entre personas.
– Por eso debemos sentirnos afortunados.
Creo que has clavado el diagnóstico.
Gracias por leer y por escribir.
MAS
!Gracias Miguel Ángel! Somos muchos los profesores que a pesar del hartazgo seguimos luchando y soñando por una Educación con mayúsculas, implicándonos en el cambio más allá de las quejas que no conducen a nada.
Enhorabuena por expresar con tanta claridad lo que muchos pensamos.
Estimado Miguel:
Uno de los motivos que me impulsó a escribir el artículo fue el apoyo tremendo que estaba recibiendo esta “arenga”. Sé muy bien que los profesionales como tú no sois ajenos a los problemas, a las dificultades, a las complicaciones que ofrece una sociedad que, como dice Eva, ofrece modelos atractivos y seductores frente a los que nosotros proponemos. Pero me parecía que ofrecía un camino equivocado para superarlos: la sensación de hartazgo, la llamada a enardecer el ánimo para luchar, no para mejorar, la crítica hacia todos los demás dejando de lado la propia…
Gracias por ofrecer el testimonio de tu compromiso.
Un abrazo.
MAS
Querido Miguel Ángel.
No sé si me expresado bien cuando he dicho que en el caso de que escribieras a ‘el diario.es’ “recibirías muchas reprobaciones, tal como les sucede a quienes lo han cuestionado de algún modo”.
Por mi parte, dado que soy socio de este diario, escribí un breve comentario en el que comenzaba del siguiente modo: “El problema de la carta es que a lo largo de toda ella se manifiesta de manera individual, como si lo que apunta su autora no le afectara al resto del profesorado. Creo que el hartazgo de la falta de educación del alumnado y la indiferencia de los padres hay que afrontarlos colectivamente, dado que si no se hace así esos problemas tienen difícil solución…”.
Quienes han recibido más apoyos a la carta de la profesora son los comentarios que han estado de acuerdo tanto en la forma como en el fondo, como si los problemas que se viven en el ámbito educativo se solucionaran “dando un portazo” o “escribiendo una arenga”.
El problema de los comentarios en los diarios digitales es que suelen venir cargados de agresividad, tensión, irritación…, de modo que los que se escriben con mesura (como sueles hacer) no encajan en estas ‘plazas digitales’, en las que todo el mundo habla o grita… Y eso que en este diario también suele participar gente bastante razonable que argumenta bien y no acude a formas agresivas o descalificadoras.
Un abrazo.
Aureliano
Estupendo leer todos estos comentarios con actitud proactiva, afirmativa, de profesores, docentes, maestros que gustan de seducir con su labor. Decía Platón que la auténtica relación pedagógica es una relación de amor, y lo digo de este modo por evitar decir que es una relación erótica y dar pie a malos entendidos. Calma, que de la prisa no queda más que el cansancio. Un saludo cordial desde ¿referentes peores en cuestiones de educación?, o ¿desde donde la creatividad se abre múltiples caminos? Un saludo cordial
Querida Asunción:
Gracias por leer y por escribir. Gracias por compartir tu pensamiento y tus emociones.
Creo que esta es una profesión dura, difícil, pero apasionante.
Es más importante, la más decisiva, la más arriesgada que se le ha encomendado al ser humano dn la historia: trabajar con la mente y el corazón de las personas.
Besos.
MAS
Querido profesor:
Tenías que ser tú quien respondiera a esa carta, el mismo de “Y si alguien hace sobre ti un vaticinio demoledor, saca el dedo, corazón” y de “Tarea difícil, pero hermosa”. Quién mejor que tú para templar aceros. Recuerdo escucharte absorta en la facultad y renovarme con tus palabras, como ahora me he inflado de aire fresco para soplar a compañeros de profesión cuando me dicen que a los niños no hay que escucharlos tanto, porque a su lado, al otro lado del tabique, como bien dices, están también los duendes locos que siguen abriendo bibliotecas y musicando la historia. Irreductibles, como el amor. Gracias por seguir en la brecha.
Querida María Angeles:
Qué comentario. Mejor que el artículo, con creces.
Gracias. Gracias de verdad.
No sabes cuánta inspiración encuentro detrás de tus palabras, cuánta pasión educativa descubro entre las breves líneas.
Con alumnas como tú,¿cómo no amar esta profesión?
Besos y gracias infinitas.
Mucho ánimo.
MAS
Es preocupante el nivel de estrés de los educadores. Entiendo que para una enseñanza tradicional: “yo hablo, tú escuchas, memorizas y escribes en un papel lo que yo he dicho”, sea imprescindible el alumnado que llamaba al profesor de usted, que se levantaba y saludaba cuando entraba y que no abría la boca durante toda la clase” Y familias para las que el profesor tenía la misma autoridad que la guardia civil. Pero esos alumnos y familias ya no existen. Ahora el profesor tiene que convencer al alumno de lo importante de aprender. Y esa enseñante moderno podría ser como un actor que interpreta una obra y mantiene atento a todo un auditorio a base de emocionarlo, intrigarlo, asombrarlo…Claro que el actor representa una obra dos horas diarias y los meses que dure la obra en cartel y el profesor representa la misma obra obra 6 horas diarias durante 35 años. No hay cuerpo capaz de mantener la misma ilusión durante todo ese tiempo si no se tiene una creatividad digna de Picasso y una capacidad de innovación digna de premio Nobel para no sucumbir al hartazgo. Y haberlos haylos. Vaya mi absoluta admiración para ellos. Sería bastante más fácil si el sistema educativo hiciera realidad aquello que yo pensaba de la libertad de cátedra y el librillo que cada maestro tenía. Pero me he encontrado que la enseñanza está constreñida desde la ley hasta el departamento y que parece ser que los profesores no son libres ni siquiera para elegir los libros de texto, las obras literarias que se van a leer, el orden de los temas a enseñar, el tiempo que se dedica a cada uno, cómo se debe calificar a un alumno y así mil cosas. Todo viene impuesto desde fuera del aula. Dificil veo innovar y motivar al alumno con esas premisas. Y difícil igualmente valorar las habilidades de enseñante de un profesor al que se le impone qué, cuándo, y cómo enseñar. El profesor quemado es un profesor que tuvo ilusión por su trabajo y alguien mató esa ilusión. A lo mejor no tienen tanta culpa los alumnos irrespetuosos como los propios compañeros, directivos e inspectores que dan palos a todo el que se quiere salir del redil.
Querida Teresa:
Interesante comentario. Para reflexionar profundamente. Comparto contigo dos ideas esenciales:
1. Ser docente hoy es algo diferente y más complejo, creativo y exigente que lo era hace años. Ya no vale lo que tú bien apuntas: dicto, escuchar, memorizas y reproduces. No vale.
2. Los docentes tienen muy recortada la autonomía. No hay ninguna institución en el país con más prescripciones que una escuela. Y eso obedece a dos premisas: como no saben se lo tenemos que explicar y como no quieren se lo tenemos que mandar.
Me preocupan mucho lo que sucede con lo que un día llamé hace muchos años en un artículos LA EROSIÓN DE LOS DOCENTES.
GRACIAS POR PARTICIPAR.
Saludos cordiales.
MAS
Teresa, buenos días.
He leído con atención tu comentario y, en primer lugar, quisiera felicitarte por lo bien escrito que está. Y si apunto esta cuestión es porque, desgraciadamente, me encuentro con estudiantes que serán futuros maestros y maestras cuyos niveles de escritura son bastantes precarios, lo que conlleva que cuando tienen que realizar al final de los estudios de Grado sus TFG (Trabajo Fin de Grado) hay que hacer verdaderos esfuerzos para que logren un trabajo de investigación con cierta fluidez gramatical y literaria.
Por otro lado, y puesto que me muevo en la Universidad, los problemas de cansancio que manifiestas pueden venir de otras cuestiones distintas a las que expones. Sin embargo, no estoy alejado de la docencia no universitaria y, relacionado con lo que argumentas, quisiera poner un pequeño ejemplo.
Hace aproximadamente un año, volví a encontrarme con Miguel, un profesor de matemáticas de Secundaria. Este amigo, al que había perdido la pista, ya que se había trasladado de ciudad, era un auténtico entusiasta de su trabajo. En la charla que mantuvimos durante una exposición de recursos y experiencias didácticas en las que participaban estudiantes de ESO y bachillerato, le pregunté cuál era su situación.
“Aureliano, hace poco que cumplí los sesenta años y me era anímicamente imposible continuar”, me respondió. Continuamos el tema y me argumentó: “Yo con los nenes me llevo muy bien, pero los padres y la Administración se me hacen insoportables”.
Cuando escuché la palabra “nenes” la interpreté de modo cariñoso; en absoluto connotaba ninguna desconsideración hacia su alumnado.
Hace unos días lo he vuelto a ver en el hall de la Facultad de Ciencias de la Educación de la Universidad de Córdoba en la que trabajo. Charlamos de nuevo. Me indicó que participaba en un máster al que había sido invitado. En medio de la charla, le indiqué que no se me olvidaba la frase que me había dicho tiempo atrás.
“¿Cuál era esa frase, que ahora no recuerdo?”. “Me dijiste que te jubilabas, no por los nenes, con quienes te llevabas muy bien, sino con los padres con quienes se te hacía difícil las relaciones”, le aclaré.
“Pero te olvidas de lo peor: la Administración. Esto seguro que te lo dije en aquel momento. La Administración es verdaderamente insoportable”.
Tras un rato, y dado que tenía una cita, nos despedimos, esperándonos vernos con más tiempo para tomar un café en el bar de la Facultad…
Si entiendo que mi principal función como docente es la de enseñar, entiendo ese hartazgo ante los obstáculos que se nos presentan. Si entiendo que mi función (entre otras) no es enseñar, sino que mi alumnado aprenda, eso ya cambia la cosa. Los obstáculos se convierten en retos cuya superación debería ser la que nos definiera como docentes.
Querido tocayo:
Comparto plenamente dos ideas: una cosa es enseñar y otra cosa que los alumnos aprendan. Es como aquel vendedor que decía: “Yo vendo, lo que pasa es que no compran”.
La tarea docente no es solo enseñar, es motivar, ayudar, educar. Los alumnos pueden aprender en internet, pero la actividad del profesor tiene otras dimensiones más ricas y complejas.
Cordiales saludos.Y gracias por leer y por participar.
MAS
La verdad querido Miguel Angel, que es duro de pensar que el hartazgo esté llegando a la profesión más bonita de todas, pero es así. Niños cada vez más consentidos y más mimados que los propios padres piensan que no hay más formadores y educadores que intervengan en la educación de sus hijos, que ellos mismos. Aunque por otro lado, el maestro que es de vocación le dará igual cualquier problema que se le presente en el aula para continuar con la labor a la que ama, la enseñanza.
A algunos a los que la vida nos apartó injustamente del camino para volver a ponernos en él con unas condiciones físicas diferentes, se nos hace difícil el comprender éstas y otras actitudes parecidas.
Creo que das en la clave cuando dices alumnos desmotivados, pero creo que no nombras que cuando hay una persona que se forma en este campo de la motivación, y que ha superado cosas auténticamente difíciles, siendo un ejemplo para niños y niñas, no le dan la oportunidad de demostrar porque obtuvo en su tesis doctoral una buena calificación. Mejor pensar que fue un regalo que le hicieron por tener discapacidad. No existen personas diferentes, existen personas iguales que hacen cosas diferentes en función de su nivel de competencia, y estas cosas deben de ser valoradas individualmente.
Ojalá a mi se me diera la oportunidad de demostrar mi valía en referencia a mi conocimiento. Mientras tanto, lucharé por sacarme mis oposiciones, aunque sea luchando contra los prejuicios sociales existentes hasta en los profesores miembros del tribunal de discapacidad.
Querido Oscar:
Dices muchas cosas y todas ellas cargadas de razón y de sensibilidad.
Tú hablas redes la fuerza que da experiencia, desde el aprendizaje que no solo está en los libros sino en las páginas de la vida.
Ojalá tengas el premio a tantos esfuerzos, a la superación de tantas dificultades.
Estoy seguro de que no solo disfrutarás tú de la tarea sino que lo harán también tus alumnos.
Y gracias por enseñar a Carla.
Un gran abrazo.
MAS
No me des las gracias. Es mi vocación y me encanta transmitir. Yo también tengo dos hijos y quiero que la sociedad del futuro sea lo mejor posible y a mi también me gustaría que hicieran lo mismo conmigo.
Un abrazo
Querido Oscar:
Claro que tengo que darte las gracias. Es de justicia. Carla estuvo un año en Irlanda y en el Colegio que estuvo la enseñaron a dar las gracias después despee´s de las clases. “Profesor, gracias por lo que me ha enseñado hoy”. En España no insistimos tanto en ello.
Yo te las doy a ti por tener la amabilidad de leerme, de hacer aportaciones que nos enriquecen a todos y mostrar la sensibilidad de un buen educador.
Un abrazo.
MAS
A lo mejor, una vez jubilados, tendremos esa visión idílica y casi edénica de la profesión y sus entornos.
Estimado Manuel:
No se llega a la jubilación días después de ser un profesor novel. Quiero decirte que he trabajado más de medio siglo en la enseñanza. En todos sus niveles. Y nunca, ni ahora, he tenido una visión idílica, si por ello se entiendo que no veo problemas en el ejercicio de la profesión. Yo no niego que existan problemas. Ni puedo afirmar que los de ahora sean menores que los de antes. Lo que digo es que esos problemas son parte de la profesión. Y que hay que afrontarlos. Para superarlos no es igual una actitud que otra. A eso voy.
Y, ante los problemas, no estoy de parte de quien los causa sino de parte de quien los padece. Por eso estoy con Eva María Romero más que con ese padre que la increpa o con esos alumnos que no quieren aprenden o con esa Administración insensible…
Creo que mi visión no es idílica. Y nada tiene que ver con la publicación. Pensaba lo mismo hace unos meses, antes de jubilarme definitivamente, Después de alcanzar la edad de jubilación obligatoria pedí seguir tres años más como profesor. emérito. Me preocupan los docentes que piden la jubilación anticipada. Y los comprendo y respeto.
Saludos y gracias por escribir.
MAS
Quisiera aportar otro punto de vista. La profesora es también una trabajadora. El ervicio de Gestión de Recursos Humanos remitió hace un tiempo el manual informativo sobre riesgos laborales y medidas preventivas para el personal docente. En dicho manual existe un apartado denominado “Riesgos psicosociales (estrés, síndrome del quemado, carga mental)” que indica lo siguiente:
Los factores psicosociales son aquellas características de la organización del trabajo que afectan la salud de las personas a través de mecanismos psicofisiológicos, también llamados estrés. Es posible definir el estrés como una respuesta del organismo ante demandas internas o externasque, en principio, resultan amenazantes, consistiendo básicamente en la movilización de recursosfisiológicos y psicológicos para poder afrontar tales demandas.
Medidas preventivas:
• Mediante una formación inicial o permanente relativas a problemas reales pero sin que represente una sobrecarga para el docente.
• Dotar a los centro de autonomía para tratar al alumnado en su contexto social propio.
• Fomentar el trabajo en equipo para solventar los problemas más acuciantes y difíciles de resolver.
• Asegurarse que el volumen de trabajo coordine con las habilidades y los recursos de lostrabajadores/as.
• Diseñar los trabajos para proveer significado, estímulo y oportunidades para que los trabajadores/as usen sus habilidades
• Reestructuración cognitiva. Inoculación del estrés y autoinstrucciones.
• Solución de conflictos y toma de decisiones.
• Fomentar hábitos saludables, tales como llevar una dieta adecuada o realizar ejercicio de manera habitual.
• Realización de ejercicios de relajación muscular o física y de control de la respiración (técnicas
fisiológicas).
• Realización de ejercicios de relajación mental, de entrenamiento asertivo, de habilidades sociales, de solución de problemas o conflictos y de autocontrol (técnicas conductuales).
• Manejo eficaz del tiempo. Desconectar del trabajo fuera de la jornada laboral. Marcarse objetivos reales y factibles de conseguir.
• Desarrollo de códigos de conducta.
• La transferencia y el tratamiento de informaciones debe ser clara y exacta, necesaria y suficiente.
¿Se están adoptando todas las medidas preventivas?
Estimado José R.:
¿Cómo no estar de acuerdo contigo?
¿Cómo olvidar que los docentes son trabajadores/as?
¿Cómo no reconocer que hay muchas cosas que no se están haciendo y que se deberían hacer (como las que enumeras) y algunas más?
Más aún:
¿Cómo no pensar que muchas de esas cosas hay que conquistarlas con perseverancia, valentía cívica y unidad profesional?
¿Cómo pensar que van a caer como llovida del cielo?
Gracias por tu lectura y por tu escritura.
Un cordial saludo.
MAS
Yo también leí el artículo y se me encogió el corazón, igual que cuando apareció otra famosa carta de un profesor en youtube, poco antes de akcabar el año. He tenido el placer de ponerles ese vídeo a mis alumnos y que me dijeran si el mensaje de ese vídeo les llegaba y no les llegaba a casi ninguno. Porque las arengas y los sermones no funcionan. La queja permanente, de eso hay mucho en los Claustros, es una invitación a no hacer nada, a echar balones fuera sin poner el dedo en uno mismo. Y eso no significa que cada parte de la Comunidad Educativa, tenga su responsabilidad pero los profesionales, y nosotros lo somos, también. Gracias por tus reflexiones sobre el artículo porque yo también las comparto. Un saludo
Estimado Miguel Ángel, te escribo desde Argentina, te agradezco por tu respuesta tan ejemplar y animadora, eso hace mucho bien.
En un tono sereno, sin críticas, has podido dar esperanza a nuestra profesión, saber mirarnos como educadores, saber acompañar procesos.
Muchas gracias
Ana María Amarante
Querida AnaMaría:
Gracias por tu amabilidad al leerme y por tu aportación al escribir.
Me encanta saber que esas breves palabras te han aportado esperanza. Decía Paulo Freire que la esperanza era el polar fundamental de la educación. Desde la perspectiva de que no hay solución a los problemas, desde la sospecha de que no se pu4de mejorar, desde la idea de que no pueden o quieren aprender…es imposible avanzar.
Muchas gracias.
Muchos besos.
MAS
Creo que la carta que comenta es la carta de un tipo de profesorado que no se ha dado cuenta de que el mundo y los alumnos han cambiado muchísimo y los profesores no tenemos mas remedio que buscar estrategias para poder adaptarnos a ellos.
Estimado Joan:
Creo que ese puede uno de los elementos que influyen en esas reacciones.Lo decía aquel pedagogo italiano: Para enseñar latín a John, más importante que conocer latín es conocer a John. Pero casi siempre estas posturas, como otras, son complejas y encierran muchas variables que tienen que ver con la experiencia propia, los colegas y amigos que nos rodean, el tipo filosofía que se alberga sobre la educación, la sociedad, la vida…
Gracias por ofrecernos tu opinión.
Un cordial saludo.
MAS
Todos tenemos cosas para cambiar pero ello no hace menos válido su reclamo. Si vamos a comparar, siempre se puede estar peor, y mejor, también. Yo me he sentido muy identificada y menospreciada por un sistema verticalista que nada tiene que ver con Disney landia. Y esto no es un apostolado, es un trabajo muy estresante por las responsabilidades que cada vez mas se depositan en el docente. Es muy lindo enseñar y dialogar, pero la realidad es mucho mas compleja. He tenido que lidiar con niños que poseen problemas graves de conducta que han tratado de pegarme, arrojarme cosas, me han insultado y no hay un mecanismo en mi pais que impida que alumnos y docentes estemos expuestos a este tipo de agresiones. Tampoco hay un apoyo ni comprension de las familias. Puede imaginarse que estar trabajando a la defensiva un año entero no es de lo mas placentero. Esto es una minima parte de aquello a lo que debo acostumbrarme para trabajar. Y no esta bien acostumbrarse a la violencia, creo vamos a coincidir en ello o deberiamos. Ustedes hablan de estrategias pero la falta de respeto ya no tiene nada que ver con eso… habla de un problema social mucho mas profundo.
Querida Mónica:
¿Cómo no comprender lo que tú llamas el “reclamo”? Claro que hay que demandar (exigir) mejores condiciones, respeto al profesorado, ayuda de las familias… ¿Quién lo niega?
¿Cómo no lamentar y condenar las situaciones que describes que no solamente amargan la vida del docente sino que hacen imposible el aprendizaje?
Pero claro, eso que tu despachas con un vago “todos tenemos que hacer cosas” (creo que te refieres al profesorado) ni se menciona en la arenga de la profesora.
Tenemos la sociedad que tenemos, el sistema educativo que tenemos, los alumnos7AS que tenemos, las familias que tenemos… Y ahí tenemos que trabajar. Ahí, no en otro mundo deseable.
¿Quién habla de Disneylandia? ¿Quién dice que esto es un apostolado? Esto es un trabajo. En efecto. Un trabajo que unos viven de una manera y otros de otra. Que unos afrontan de una manera y otros de otra.
Yo creo que los docentes tenemos que pensar cómo hacer frente al trabajo para que sea lo más efectivo posible.
Veo otro problema en el discurso de la profesora y en el tuyo: hay ALGUNAS FAMILIAS con actitudes inadmisibles, pero hay MUCHAS OTRAS con buena actitud, Hay ALGUNOS alumnos indisciplinados, pero MUCHOS OTROS que no lo son. Creo que hay generalizaciones peligrosas porque son tan desalentadoras como inexactas.
Los comportamientos de los alumnos que describes están condenados por el sistema de forma clara y contundente. Nadie entiende que sean admisibles.
Y creo que los inspectores/as, directivos/as y los mismos docentes tendríamos que comprender, arropar, ayudar, apoyar a quienes tengan problemas como los que tú describes.
Te deseo lo mejor.
Gracias por participar.
MAS
Ni estaba de acuerdo con ella al 100% cuando lo leí, no lo estoy completamente con la contra oferta. Ni arenga para el campo de batalla, ni espartanos, ni vamos a ser contundentes y duros ni el planteamiento judeocristiano de ” la santificación llega por el sufrimiento”. Cansados del buenísmo que hace que todo esté bien o sea aceptable. No me vale un párrafo exculpatorio ” no penséis que yo no quiero que todo funcione…, pero…..” ¿no es lícito pedir un aula donde te dejen hablar? ¿no es lícito pedir un cuerpo de inspectores honestos, apolíticos y profesionales? ¿unas escuelas de Magisterio dignas y de calidad? Yo no quiero borregos anestesiados, quiero TRABAJAR y mucho, no vivir enterrado de papeles ni enseñando normas básicas de educación, ni viendo cómo aulas enteras están lastradas por energúmenos defendidos por tanto buen rollito. ¿ tampoco podemos protestar? ¿ significa eso que no aceptamos el.orden monacan de silencio y obediencia o que somos vagos y refunfuñó es? Creo que la educación está llena de opiniones de gente que no pisa un aula, y eso, NO debería permitirse. Más tiza y menos filosofía.
Estimada Soledad:
0. Mi escrito no es una “contra oferta”. Es una reflexión argumentada sobre un texto que ha tenido un eco grande y que, desde mi punto de vista (y el de otras personas como habrás visto si has leído algunos comentarios a mi artículo)), aunque sea respetable, deja mucho que desear
1. La gente que no pisa el aula tiene derecho a opinar sobre lo que pasa en el aula. Sobre todo si tiene en ella a sus hijos. Tiene DERECHO. Un derecho inalienable. Y yo diría que tiene incluso obligación. ¿Cómo es posible que se pretenda negar la libertad de opinión a alguien sobre lo que sea? ¿Y cómo se puede impedir? Porque tú dices que no debería permitirse. ¿Cómo? ¿Castigando, multando,encarcelando? ¡Qué barbaridad!Es como decir que quien no sea político no puede opinar de política. O que quien no sea médico no puede opinar sobre cuestiones de salud. O que quien no sea periodista no puede criticar un artículo. Para saber que un huevo está podrido no hace falta ser una gallina. ¿No hablas tú de la inspección sin ser inspectora? ¿No hablas de las Escuelas de Magisterio (ya no hay Escuelas de Magisterio hay Facultades de Educación) sin estar trabajando en ellas? ¿Cómo puede decir eso alguien que debería estar deseoso de recibir esas opiniones para mejorar lo que hace? Otra cosa es que esas opiniones deban ser rigurosas y respetuosas.
2.La frase con la que cierras el comentario es antológica: Más tiza y menos filosofía. No, amiga, más tiza sí y mucha más filosofía. Porque sin ella no se puede saber ni para qué se utiliza la tiza.
3. No creo que me afecte esa descalificación para hablar sobre las aulas por el hecho de no estar ahora en ellas. Llevo más de medio en las aulas (EN TODOS LOS NIVELES) y no he perdido el contacto con ellas.
4. ¿Quién ha dicho que no se puede pedir, exigir o luchar por mejorar las condiciones? ¿Quién ha dicho que haya que conformarse o callarse o resignarse? ¿Quién defiende que seamos “borregos anestesiados”? Si repasas el artículo verás que no es así. Y en este mismo blog hay m,muchos testimonios de mi postura al respecto. Hay muchos textos cargados de reivindicaciones para los docentes. Pero, por ese mismo argumento, habremos de admitir que se nos puede exigir a nosotros.
4. ¿Qué es “buenismo”? Siempre me ha hecho gracia el término cuando se utiliza para descalificar a quien argumenta de forma distinta a la propia. Lo importante es la argumentación (la filosofía), no la aplicación de etiquetas.
Dichosa discrepancia si nos permite aprender.
Gracias pot tu participación.
MAS
Buenismo es un palabro que no recoge la RAE, por eso es palabro y no palabra, y ojalá no lo acepte nunca, porque quiere significar “conducta basada en la creencia de que los problemas pueden resolverse a través del diálogo, la solidaridad y la tolerancia”, como algo peyorativo. Pero, ¿cómo puede esa definición tener una connotación peyorativa? ¿¿Un palabro que se ha puesto de moda para definir la bondad como algo malo?? Yo creo que quienes lo utilizan se han comido una i y una tilde (aunque la tertuliana, incorrectamente, la ha puesto) , y lo que querían decir en realidad es buenísimo, jeje!.
Querida Angeles:
Plenamente de acuerdo en las posiciones ideológicas y en la lingüísticas.Ya había visto el acento incorrecto sobre la palabra “buenísimo”,pero no me gusta corregir en el blog.
De acuerdo con el peregrino uso y abuso del término para descalificar las actitudes positivas ante las personas, la realidad, las acciones y las ideas.
Muchas gracias por tu aportación.
Besos.
MAS
Excelente artículo. Me parece que pone los puntos sobre las íes. Había leído la carta de la profesora y me había dejado un mal sabor de boca. Este texto me reconcilia con la profesión. Creo que esa es la respuesta que hay que dar a los problemas con los que, inevitablemente, nos encontramos.
Un saludo y gracias.
Querida Luisa:
Muchas gracias por leer y por comentar el artículo.
Me alegra saber que te su lectura te ha acercado emocionalmente a la profesión.
No se puede negar que hay problemas. Pero hya muchas formas de enfrentarse a ellos.
Besos.
Gracias.
MAS
Hola a todas (las personas),
Opino, como avanzadilla, que estoy de acuerdo con muchas verdades como catedrales que dice la profesora. Veo el resultado de su denuncia en la calle, a diario. Ninis apoltronados en el sofá de su casa esperando a que vengan a darle un puesto de trabajo. Universitarios con dos o más títulos académicos esperando lo mismo. Que esto ocurra aquí en Andalucía es de vergüenza. Todavía culpan a Franco, aún después de más de cuarenta años de su muerte. Señores, la tierra más rica del mundo, la tierra mejor situada geográficamente para ser despensa del mundo. Tierras semiabandonadas que apenas producen nada. Y donde si te haces emprendedor te llaman fascista capitalista, explotador. Lleva toda la razón la profesora. Yo no estoy en la escuela, estoy en la calle que ve las resultas de la escuela y de la sociedad que la sustenta.
Pero, la profesora se ha dejado arrastrar por lo mismo que denuncia. Está envuelta en el sistema, estas palabras que dice y siguen, opino, la descalifican para opinar. Su segundo párrafo que sigue, pero señora mía, qué sabrá usted de las horas de estudio de un médico, de un juez, o de un arquitecto, o de tantas otras profesiones de considerada responsabilidad. Si quiere le cuento el horario de un médico, y su desazones. Además señora mía, uno si se harta y se va. Nadie es imprescindible. Nadie. O no será una hartura interesada en sueldo y vacaciones?. Trabaje por su cuenta como profesora, ya sabrá lo que es bueno. Hágase profesora privada, hágase libre, calibre y tolere sus propias harturas, monte su propio negocio, hágase autónoma de la enseñanza, ya sabrá lo que es bueno de verdad.
Aún con lo dicho, puedo entenderla en parte, se ha dejado arrastrar por la negatividad que ve, es lo que ha vivido, a qué culpar a nadie. Le invito a que valore de acuerdo con todos los patrones, digo con todos, digo con las vidas de otros que dieron o hicieron tanto o más que usted y que le rodean. Estudie las emociones, estudie lo que es trabajar y su flujo, estudie el valor del sufrimiento y la felicidad. Hay mucha bibliografía de ello.
“”””””Que me coloca dos horas más en el horario lectivo y me explota laboralmente, porque yo, en los últimos años, lo único que hago es trabajar, trabajar como una posesa. Ya, hasta mis hijos me lo dicen.
Ahora dicen que nos van a devolver esas horas, ¿sabéis donde nos la van a devolver? En el horario irregular que dedicamos en casa, el que nadie ve. Yo tardo cinco horas en corregir 30 exámenes de 1º de Bachillerato, entonces ¿ya esa semana no doy ni una hora más en casa, no? Ya no programo, no preparo mis exámenes, no me actualizo para utilizar la Tablet (que me he comprado de mi bolsillo para trabajar mejor), ni para saber utilizar la plataforma digital del Centro, no relleno informes de faltas, no redacto actas…y un largo etcétera de tareas invisibles.
El colmo es que algunos de nosotros nos hemos planteado pedir reducción de jornada, cobrando menos, para hacer bien nuestro trabajo. Pero, ¿adónde vamos a llegar? ¿En qué trabajo se hace eso? ¿Dónde se ha visto renunciar a tu salario para dormir con la conciencia tranquila? Esto no pasa en ningún lado.
Y encima de todo hay que aguantar “¡Qué bien viven los maestros!” Porque para la sociedad somos unos privilegiados que “no damos un palo al agua”.”””””””
Tengan un buen día.
Estimado Quintiliano:
Hay dos partes bien distintas en tu comentario.En la primera aplaudes la carta y haces referencia a las verdades como catedrales que plantea en su carta-arenga la profesora. Yo comparto algunas de esas verdades. Difícilmente se pueden negar. La segunda parte de tu escrito resulta crítica muy interpelante.
Aunque no haces referencia a mi escrito, quiero intuir que compartimos buena parte del discurso, quizá no todo. Efectivamente creo que se ha dejado arrastrar por un clima de descontento sobre el que hacer planeamientos certeros.
Gracias por la amabilidad de leerme y por la interesante aportación de tu comentario.
Saludos.
MAS
Estimado Miguel Ángel:
Aquí en Chile la sensación no es diferente. Yo llevo solo 6 años de ejercicio docente y el mayor desafío diario no es luchar contra las dificultades de nuestra profesión, sino contra el hartazgo de los colegas. Prácticamente te tachan de loca e idealista por ser feliz educando.
Promover el entusiasmo por implementar nuevas estrategias de enseñanza y (sobre todo) de evaluación resulta una tarea increíblemente difícil.
Actualmente me estoy nutriendo de tus publicaciones para tener más herramientas que me permitan contagiar este espíritu a los demás. Por lo pronto, la energía que me transmiten los niños al verlos esperar motivados mis clases es combustible suficiente para continuar.
Un abrazo,
Carolina.
Querida Carolina:
Resulta que esta carta de la profesora Eva María Romero se ha convertido en un test que permite separar a quienes se hartan de quienes disfrutan. Es curioso.
No creo que haya docentes que no sean conscientes de las dificultades que existen en la profesión; unas provenientes del alumnado, otras de las familias, otra de la Administración, otras de los colegas, otras de la sociedad…
Unos son capaces de en contra ese combustible del que tú hablas y otros se sumergen en el mar del hartazgo.
Creo que es más inteligente y mas sensato actuar, sentir y pensar como tú lo haces.
Besos y gracias.
MAS
En el mes de abril visitaré Temuco por cuestiones de trabajo.
Estoy de acuerdo con ustedes. Quien dijo que la vida iba a ser fácil? Quizás esto va en relación con la personalidad de los profesores y con su carácter, aunque cada ser humano tiene una capacidad de superación y una alegría diferente. La escuela se enfrenta a grandes retos, entre los que se encuentra hacer frente con la arma más poderosa que existe a la realidad existente, que no es otra que la formacion.
Estimado Oscar:
Yo también creo que la educación es la clave del progreso personal y social. Decía Herbert Wells que la historia de la humanidad es una larga carrera entre la educación y la catástrofe.
Y nosotros estamos en la educación y por la educación.
Un abrazo y hasta mañana.
MAS
Cierto, nadie dijo que fuera fácil, ni tampoco que sería tan duro a veces. Hay que reinventarse cada día, y eso cuesta. Una única puntualización: la más poderosa es el amor (aunque haya quien lo llame buenismo).
Querida Angeles:
También comparto lo que dices en este comentario.Hace años escribí un artículo que una comentarista más arriba. TAREA DIFÍCIL, PERO HERMOSA.
Con los mismos chicos hay experiencias maravillosas y otras desastrosas. Sí, hay que reinventarse cada día.
Besos y gracias.
MAS
El artículo me ha parecido excelente. Sin negar los problemas aboga por una postura positiva, comprometida, entusiasta.
Es una mejor solución porque la otra no consigue más que envenenar el ambiente. Y no soluciona los problemas.
Va,os, me ha encantado.,
Gracias por escribirlo,
Querida Carmen:
Gracias por tu valoración positiva.
Creo que es mejor una mirada optimista sobre la realidad porque nos pone en condiciones de mejorarla. Desde el pesimismo es más difícil.
Decia un autor de la escuela de Frankfurt que en educación podemos ser pesimistas tercios pero que hemos de ser optimistas prácticas. Yo creo que es mejor ser optimistas en las dos dimensiones.
Besos y gracias.
MAS
He visto que ha habido casi 300 personas que han compartido el artículo. Me alegro mucho porque la carta de la profesora ha sido viral y me parece muy importante que los lectores y lectoras hayan podido ver la otra cara de la moneda.
Gracias a quienes han hecho comentario. Algunos me han parecido magníficos.
Ojalá que podamos segtuir dialogando en esta mesa redonda que es El Adarve.
Buenas noches.
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Hola Miguel Ángel.Este comentario llega u poco tarde pero es que recién me reincorporé al mundo de internet y revisando tus artículos de este año me llamó la atención este.
Creo que entiendo a esa profesora, realmente debe estar muy desesperada para animarse a publicar eso. Comparto tus apreciaciones sobre nuestro trabajo como docente y me parece que le faltó a ella (la profesora) un poco de autocrítica. Te cuento que soy una maestra apasionada y muy interesada en la educación y sin embargo en muchos momentos me he sentido como ella pero no con los alumnos y los padres sino con el sistema educativo uruguayo. En mi escuela realmente los niños y sus familias son un ejemplo de educación y entusiasmo y eso no siempre se encuentra en la educación. Estoy convencida que si los maestros entregamos todo a los que realmente interesan que son ellos y lo hacemos con amor, las familias responden. También soy consciente que no todos los contextos son como el de mi escuela. Tus palabras me hacen mucho bien en este momento porque el 6 de marzo comenzamos las clases por aquí y realmente se necesitan palabras de aliento que hagan recordar que lo único esencial en nuestra tarea son los niños. Comienzo con entusiasmo, con proyectos, y sobre todo con mucho amor y dos orejas bien grandes para escuchar lo que tienen para decirme ese grupo de seres humanos (niños y padres). Tus palabras, te repito, me hacen mucho bien.
Saludos desde el sur.
Querida Ana:
Gracias por leerme en el blog y por el comentario que has enviado.
Claro que hay dificultades.No se puede negar.Pero, ante las dificultades se puede reaccionar de muchas maneras.
Te deseo un curso feliz. Veo que lo empiezas con entusiasmo, compromiso, esperanza y amor. Eso son los ingredientes que te harán superar de buen grado las dificultades. Podrás incluso aprender de ellas al afrontarlas.
Muchas gracias.
Muchos besos.
Feliz curo.
MAS
A primeros de junio estaré en Montevideo y Salto.
No sé si podré verte en mios conferencias.
Comienzo con gran entusiasmo, esa es mi fortaleza, amo lo que hago y adoro trabajar con niños.
Voy a hacer todo lo posible por estar en algunas de tus conferencias también haré lo posible para que me dejen verte personalmente que es un anhelo que tengo. Esperaré las noticias de tu llegada.
Gracias por contestar.
Saludos
Ana Clara
Querida Ana:
No sé si vives y trabajas en Montevideo. Si es así, yo mismo te notificaré los temas y lugares de mis conferencias.
Será un placer saludar a una profesional de corazón como tu eres.
Brindo para tu trabajo un lema que a mi me ha acompañado toda la vida:QUE TU ESCUELA SEA MEJOR PORQUE TU TRABAJAS EN ELLA.
Besos y buen curso.
MAS
Vivo en el campo, mi esencia es rural pero soy una maestra puramente urbana y me encanta. Trabajo en la escuela 9 de la ciudad de Cardona en el departamento de Soriano. Mi escuela es urbana común. Si me entero de los lugares y los horarios de tus conferencias, claro que voy.
Leí tu frase en un comentario que le hiciste a un adolescente y me encantó. La recordaré cuando el ánimo decaiga.
Gracias y saludos.
Querida Ana:
Gracias por la información que me brindas sobre ti y sobre tu trabajo.
Estoy seguro de que se puede felicitar a tus alumnos y alumnas por la maestra que tienen.
Por supuesto que no tendrías que pagar nada. Tú serías mi invitada.
Besos.
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