Hoy voy a salir de la escuela. Pero para ver lo que sucede en la escuela. Para ver la repercusión de lo que hacemos en ella. Para comprobar qué es lo que estamos consiguiendo con este modo de entender la tarea educativa. Este va a ser un artículo sobre las instituciones educativas pero preguntándome lo que pasa cuando quienes han sido educados durante largo tiempo tienen que tomar decisiones.
Voy a centrarme en un conflicto que está interpelando las conciencias de los ciudadanos y ciudadanas de Europa. Podría haber elegido otra causa, otro problema, otra herida. Cualquiera de ellas nos lleva a esta cuestión que pretendo plantear hoy y que, en definitiva, nos remite a esta pregunta de gran calado: ¿para qué sirve la escuela?, ¿para qué sirve la educación?
La crisis de los refugiados y refugiadas nos está poniendo contra las cuerdas. ¿Cómo se pueden cerrar las puertas a familias enteras que huyen del terror? ¿Cómo podemos dejar abandonados y abandonadas a su suerte (a su mala suerte) a tantos niños y a tantas niñas que se han quedado sin hogar porque les ha echado del suyo el terror? ¿Cómo podemos mirar para otra parte viendo a esas riadas de personas que buscan cobijo, trabajo y futuro? ¿Quiénes somos? ¿Quiénes son? ¿De quién es la tierra?
Y no se trata solo de ayuda material. ¿Alguien puede meterse en la cabeza de un niño o de una niña que huye de la mano de sus padres (a veces solos) para saber lo que piensan? ¿Alguien puede entrar en su corazón para saber lo que sienten? Se trata, pues, también de ayuda psicológica. ¿Qué pueden comprender de tanta desolación? Les han retirado el horizonte, les han arrancado el presente, les han destruido la infancia.
Si la imagen del pequeño Aylan, ahogado y yacente en la playa, no sacude nuestras conciencias es que no tenemos conciencia. Pero hay muchos niños y niñas como él. Unos muertos físicamente, otros psicológicamente. ¿De quién es la responsabilidad? ¿Quién responde a esta interpelación de la historia? ¿Qué mundo estamos construyendo en el que un niño como Aylan acaba muerto en la playa?
Me pregunto para qué nos ha servido la escuela, para qué nos ha servido la educación. Si no se nos remueven las entrañas ante tanto dolor, tanto desamparo, tanta miseria, tantas personas sin techo, sin comida, sin raíces, no podemos decir que estamos educados.
Muchas veces me planteo esta pregunta: Si los grandes triunfadores del sistema educativo, que son quienes gobiernan los pueblos, no son capaces de atender problemas como éste, ¿por qué hablamos de éxito del sistema educativo?
La educación es una acción ética. Puede hacerse, puede no hacerse o puede hacerse de manera equivocada. Es decir que las acciones pueden tener excelencia moral o ser injustas. Las entrañas éticas de la acción educativa exigen respuestas morales a los problemas que surgen en el mundo. La enseñanza es un compromiso ético-político.
La educación es una interpelación por el rostro del otro. La epifanía del rostro del otro nos interpela, nos sitúa ante la acción ética. La hospitalidad es la acogida del otro en cuanto otro. Hospitalidad es la cualidad de acoger y agasajar con amabilidad y generosidad a los invitados o a los extraños. “Hospitalidad” se traduce del griego fi‧lo‧xe‧ní‧a, que significa literalmente “amor (afecto o bondad) a los extraños”. Si no tenemos hospitalidad, ¿qué hemos enseñado en la escuela?
En el año 2001 Philipe Perrenoud escribió un artículo titulado “L´école ne sert à rien!”. Una página y media solamente, pero sustanciales. Dice que la escuela no tiene más que estos dos objetivos básicos: “Desarrollar la solidaridad y el respeto al otro sin los cuales no se puede vivir juntos ni construir un orden mundial equitativo y construir herramientas para hacer el mundo inteligible y ayudar a comprender las causas y las consecuencias de la acción, tanto individual como colectiva”.
Se pregunta Perrenoud: “¿Para qué les ha servido la escuela a los americanos si la emoción y el nacionalismo asfixian el juico de tantas personas instruidas?”. Respecto a Europa, dice: “La gente lleva y mantiene en el poder a partidos que sostienen a los responsables de sus males. Ahora bien, todos los europeos han acudido a la escuela durante mucho tiempo”.
Perrenoud invita a los docentes a recordar que “ciencia sin conciencia no es más que la ruina del alma ” y que “la acumulación de saberes fragmentarios no garantiza una cabeza bien amueblada”.
El otro que llega tiene que poder mantenerse en su mismidad, no tenemos que robarle su cultura y obligarle a que renuncie a sus valores, a sus creencias, a sus, a su cultura, a sus costumbres. No debe renunciar a ser él mismo, obligado por las exigencias de los anfitriones.
– Heme aquí, dice el refugiado, no me violentes, no pretendas reducirme a tu mismidad.
Los refugiados y refugiadas no vienen a hacer turismo, no vienen a pasar el fin de semana (no vienen a dejar dinero). Vienen a lanzar un SOS vital, a buscar un refugio para poder seguir viviendo. ¿Por qué cerrarles las puertas? Y, si las abrimos, ¿por qué hacerles pagar el tributo de renunciar a su identidad?
Hemos levantado fronteras que solo sirven para hacer la guerra y no para abrir las puertas, que solo sirven para decir al otro: tú no puedes entrar. Las fronteras, que son las cicatrices de la tierra, se están poniendo al servicio de la exclusión.
La lentitud y la pasividad de quienes tienen poder constituyen una crueldad inusitada. Porque mientras los que mandan se ponen de acuerdo, las víctimas siguen siendo víctimas. Mientras se aplazan las soluciones, las personas siguen teniendo como techo el cielo y como casa la intemperie.
La Europa de los valores se ha convertido en la Europa del mercado, del dinero, de los banco, de los intereses, del egoísmo colectivo. Solo se ve al otro como una fuente de ingresos. Se le busca para explotarle, no para ayudarle.
– No puede entrar aquí, porque nos va a quitar el trabajo, la educación, la salud…
– No podemos abrirle las puertas porque ya somos muchos y ustedes nos van a quitar lo que tenemos…
– No podemos dejarle entrar porque lo que tenemos es nuestro y no queremos compartirlo…
No podemos vivir a la defensiva. No podemos cerrar las puertas a quien viene para poder seguir viviendo porque la guerra y el terror los han le han arrojado de sus hogares.
El cuidado del otro es lo que nos hace responsables. Ser responsable es ser capaz de dar respuesta. Tenemos que responder porque el otro está llamando a la puerta. Podemos responder abriéndola o dándole con la puerta en las narices. Entonces no seríamos responsables. Todo depende de nosotros. Ya no podemos echarle la culpa a los dioses, ya no podemos echarle la culpa al destino o al azar. “Cada vez tenemos menos excusas”, dijo hace ya muchos años Paul Ricoeur, filósofo y antropólogo francés. Creo que hoy ya no tenemos ninguna.
Querido Maestro!
Tengo ya algunos años y le aseguro que nada me ha causado tanto horror como ver esa foto del pequeño Aylan.
Cuanta pena y sufrimiento tenemos que pasar las personas de la calle,atadas de pies y manos, ante estas espeluznantes imágenes del drama de personas que huyen de la masacre que destruyen sus tierras y sus hogares!
Es una maniobra del destino que ese pequeño haya aparecido para avivar las conciencias individuales,porque las políticas están cada vez más inertes, y actuar ante tanta barbarie.
Todos tenemos que hacer que vivamos en un mundo más alentador y humano,que miremos a los demás como personas de bien que necesitan el amparo de una mano amiga para salir de esta situación de terror.
Las acciones individuales nos llevaran a ser ganadores!
Los niños son lo más importante que tenemos en nuestras vidas,las luchas deben de estar dispuestas para mejorar en todos los aspectos su día a día.
No estoy preparada para ver tanta desolación!
Abogo a que los grandes políticos de turno,habrán su corazón e inicien toda una serié de medidas para subsanar estas injusticias!
Que su alma vuele a lo más alto del infinito y reciba el descanso eterno, amén!
Sin más me despido con un afectuoso saludo.
Impresionante tema.
Se puede aplicar a este problema y a muchos otros.
Si la educación sirve para algo, debería servir para resolver con justicia estos problemas.
De acuerdo con la tesis central del artículo.
Enhorabuena por ek enfoque.
Nos sigue pareciendo que falta educación y nos sobra crueldad, nos falta conocimiento y nos sobra información, como si la crueldad y la información fueran un escudo contra la educación y el conocimiento.
TODAS LAS FRONTERAS
Si vemos una foto de la Tierra tirada desde el espacio, podemos ver que este planeta, errante, como este nombre nos indica, se encuentra tirado, arrojado a su ventura. También podemos decir que no comete tantos errores y que se nos muestra como un todo pequeño y grandioso, a la vez, y además sin fronteras. Las fronteras se fueron creando, cuando comenzó la desconfianza en los demás y para defendernos de aquellos de quienes no nos fiábamos, mejor dicho, de quienes nos decían que no nos podíamos fiar. Eso nos decían quienes nos querían controlar. Mucho después se nos inventaría, cuando ya se habían inventado las fronteras, la frontera religiosa entre el Edén y el otro lado a donde fueron arrojados Adán y Eva.
Hoy día parece que han proliferado las fronteras y, además, se han hecho más grandes y más fuertes y hasta más altas. Sin embargo se nos antoja paradójico que no se respeten precisamente por aquellos que más las defienden. Nos distraen con infinidad de tradiciones y fiestas para hacernos olvidar Afganistán, Irak y otros conflictos anteriores, donde no existían fronteras para los gerifaltes del mundo, como la permanente y homicida apropiación indebida perpetrada en territorios de Palestina o el control de gran parte de los Altos del Golán, casualmente pertenecientes a Siria en gran parte. Las fronteras se han convertido en la hipocresía del poder; las fronteras son la coartada perfecta para la ley del embudo de los gendarmes internacionales.
No hay fronteras para las provocaciones y caprichos de la CIA, que, sin ir más lejos, nos obligan a recordar en estos días el golpe de Estado de Pinochet en Chile. No hay fronteras para demonizar a quienes se encuentran en los lugares donde la ambición del capitalismo tiene previsto plantar incluso su bota militar, porque la nómina de las muertes por hambre todavía les parece escasa. No hay fronteras suficientes, para tener que multiplicarlas en las mentes de los ciudadanos demócratas con las concertinas mentales del miedo.
Ha sido el culmen del modelo derechista de pensamiento el que ha traspasado todas las fronteras de la verdad, al poner también fronteras al coto de su codicioso parecer y al otro día saltárselas con desmentidos, justificaciones, excusas, incluso algunas, a todas luces, ridículas. De un día para otro nos encontramos que en España no podemos abrir los brazos a los refugiados; al otro, por mandato de Alemania, nos ponemos la medalla política de nuestra solidaridad; al siguiente se despliega la concertina mental del miedo, diciéndonos que entre los refugiados vienen los yijadistas; un día más y se desautoriza al Ministro que tuvo esa ocurrencia, que nos recuerda el tema de la genialidad de “las armas de destrucción masiva” de Irak; y ahora resulta que pueden venir a esta España incluso a trabajar, (porque aquí no hay miseria: “Un huevo ‘pa tos’ y la yema ‘pal’ perro”).
Parece que el capitalismo, sea de estado o liberal, no tiene ninguna responsabilidad, cuando, en verdad, son personas con nombres y apellidos los que se han hecho valedores y avalistas de la crueldad del mismo, pero sin asumir la responsabilidad que les corresponde. La herencia, que nos han dejado al derrocar “dictadores” (preferentes, según ellos) no ha sido otra, según nos parece, que la de hacer pagar un precio altísimo, del que no se habla, a más de un país. No se quiere aprender de Afganistán, de Irak, de Libia… y no digamos del Cuerno de África, por no estirar mucho el mapa.
La Tierra, ahora la tierra quemada, no tiene fronteras. Las ocurrencias políticas y militares, tampoco. Parece que da lo mismo ocho que ochenta, un billón español que un billón americano, cuando un sólo avión de guerra vale más que un puñado de hospitales o que un montón de escuelas.
Ya lo decía una autoridad monetaria, que “las personas mayores iban en aumento y que no se podía sostener y que había que hacer algo y pronto”. Pero aquí tampoco hay fronteras, porque con las santas guerras se evita que mucha gente tampoco llegue a mayor.
En nuestro mundo, y sobre todo en nuestra Europa, donde se unen los apellidos vascos con los andaluces, los alemanes con los ingleses, los franceses con los rumanos, los árabes con los españoles, los catalanes con los italianos…nos vienen largos los flecos de las sagradas guerras que acometemos con los escudos (o la “testudo”, para seguir dándonos testarazos) de la OTAN. Ya nos lo tiene dicho Fidel Habib: “Cuando nos morimos, se acabó la historia; pero cuando nos matan, se repite”. Parece como si no hubiera “jartera”.
josemª
Estimado josem:
Quiero suponer que el texto TODAS LAS FRONTERAS es de tu autoría. ¿Es así? ¿Lo has publicado en otro sitio o está escrito específicamente para este comentario? En cualquier caso me parece un texto interesante que aviva la reflexión y propone el compromiso.
Gracias.
MAS
Estimada Loly:
Gracias por compartir con los lectores y lectoras del blog tu sensibilidad y tu c¡compromiso.
Está bien interpelar a los políticos, que no deben mirar para otra parte. Tienen que gobernar pensando en los más desfavorecidos y los refugios y refugiadas lo son.
Pero también tenemos que mirar a los ciudadanos y cesiudadanas para exigirnos un doble compromiso: ayudar a los necesitados y elegir adecuadamente a quienes gobiernan.
Un beso.
MAS
La frase de Paul Ricoeur que aparece como título del artículo tiene un contenido muy potente. Ya sabemos que esto no lo tienen que arreglar ni los dioses ni las hadas. Estos problemas los tenemos que resolver las personas.
Mirar para otra parte se convierte en un delito.
Por eso me parece indignante que un arzobispo se pregunte si en esta invasión (¿es una invasión, monseñor, o una huida?) todo es trigo limpio. ¿Qué es para usted trigo limpio? Porque lo que me hace pensar la frase es que quien no es trigo limpio es este monseñor.
Estimado Juan Carlos:
Yo también he leído la frase de Monseñor Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia. Es de juzgado de guardia.
O sea, que los niños que huyen del terror no son trigo limpio. O los adultos. Quizá se refiera a que no piensan o no creen lo que él.
Desde luego, se ha lucido.
Las excusas de las que habla el título se ven confirmadas en esta pregunta. Si no sopn trigo limpio, habrá que cerrarles las puertas. ¿No? ¡Qué vergüenza!
En todos los países hay problemas graves. Resulta preocupante que no despierten la atención de los que gobiernan. ¿A qué se dedican? ¿Qué es lo que les preocupa?
Y, por otra parte, los ciudadanos que han pasado por la escuela, ¿qué valores tienen, qué valores defiendes, qué valores practican?
Me parece muy oportuno y muy certero el planteamiento de Perrenoud: si estos grandes dramas no nos afectan, ¿para qué sirvió el paso por la escuela?
Para pensar.
Me preocupa que la enseñanza esté exclusivizada en la transmisión de conocimientos. Porque los conocimientos son como un cuchillo. Se pueden utilizar para matar o para salvar.
El artículo habla de un problema que no es exclusivo de Europa. Existe inmigración en todo el mundo. Es una necesidad abrir las puertas a quien llama porque no tiene futuro en su país.
También hay que preguntarse por qué tienen que huir. No hay derecho a que las personas sean arrancadas de su territorio por la fuerza.
Hay que ver cómo evitar en ese lugar el abuso de poder. Y hay que garantizar a las personas el modus vivendi.
Es decir que nadie debería echar a nadie y todos tendrían que recibir a quien lo necesita.
Estimada Nieves:
Pues sí, estoy contigo.
El problema de los refugiados tiene dos caras. Una se centra en quienes los echan de sus casas. ¿Cómo evitar esa injusticia? La ottra es la de quienes no quieren recibirlos
¿Qué es lo que tienen que hacer estas personas si no tienen dónde quedarse y tampoco a dónde ir? ¿Quién ha comprado la tierra para decir tú aquí no? Hay que meterse en la piel de los refugiados y preguntarse cómo nos gustaría que nos tratasen a nosotros en esa situación.
Tendríamos una respuesta clara de lo que tenemos que hacer.
Un beso.
MAS
Tremenda y triste situación. Nada nuevo sobre la tierra. Aprendemos y ponemos en práctica un montón de AVANCES TECNOLÓGICOS. Coches y casas y ciudades inteligentes. Armas de destrucción inteligentes. Ahora que estamos en campaña, (¿cuándo no se está?)quiero recordarles a nuestros viejos y nuevos políticos, unas cuantas palabras, que puede que usen, pero como el aprendizaje es tan memorítico.
JUSTICIA: Principio MORAL que inclina a OBRAR Y JUZGAR respetando la VERDAD y DANDO A CADA UNO LO QUE LE CORRESPONDE.
SOLIDARIDAD: Adhesión o APOYO INCONDICIONAL a causas o intereses ajenos, ESPECIALMENTE EN SITUACIONES COMPROMETIDAS O DIFÍCILES.
HUMANIDAD: Capacidad para SENTIR AFECTO, comprensión o solidaridad hacia LAS DEMÁS PERSONAS.Humanitario,-ria.
HAMBRE: Escasez generalizada de alimentos básicos que padece una población de forma intensa y prolongada.
CAPITALISMO: conjunto de capitales y capitalistas, ASÍ COMO SU INFLUENCIA Y PODER EN LA SOCIEDAD.
IGUALDAD: Condición o circunstancia de tener una misma naturaleza,…IGUALITARIO.
MORIRSE: Sentir intensamente una sensación o un sentimiento.
Egoismo. Holocausto. Ceguera. Competitividad. Frialdad.
El mundo avanza, ¿hacia dónde? ROBOTICA. Seres insensibles, sin alma o lo que sea que nos diferencia de los animales. VERGÜENZA. Y ahora van estos y nos llenarán de mentiras y falsas promesas.
Estimado José Antonio:
Buen glosario de términos.
Ojalá los tuviésemos todos y todas muy presentes en la vida.
Comparto tu preocupación por lo que significa progreso. ¿Solo tecnológico y no moral?
Sería bueno leer el libro «Culturas fracasadas» de J.A. Marina.
Saludos.
MAS
Interesante artículo que nos obliga a los educadores a pensar en el sentido de lo que hacemos y en lo que conseguimos con ello.
Efectivamente, los hechos que protagonizamos no llevan al optimismo. Porque hay que pensar que la acción de la escuela tiene que estar encaminada a la mejora de la sociedad.
Saludos.
´
Desde luego ue el problema terrible de los refugiados está planteando un interrogante poderoso sobre Europa.
¿Qué nivel de ciudadanía tenemos que no sabemos afrontar este drama que afecta a miles y miles de personas que son como nosotros?
El problema de los refugiados es un termómetro moral de la sociedad.
Comparto la preocupación del autor por el papel de la escuela en la sociedad. ¿Para qué esta? ¿Para qué sirve?
El artículo de Perrenoud, que no conozco entero, me parece muy clarificador, por lo que se dice en el artículo.
Ya sé que hay responsabilidad individual y que cada uno es dueño de sus actos. Es decir,. que la escuela ha podido enseñar valores y después, cada uno hacer de su capa un sayo.
Pero esto no quita para que nos preguntemos dónde se pone el énfasis de los objetivos de las instituciones educativas.
Si no hay solidaridad en el mundo, estamos perdidos. Sin solidaridad, es la selva.
¿Qué hacer ante tantas personas sin hogar? ¿Qué hacer ante tanta desesperación de familias enteras, que no tienen ni para dar de comer a sus hijos?
Trato de ponerme en su lugar e imagino la desolación de esos padres que ven sufrir a sus hijos.
Cada vez me parece más indignante el abismo que existe entre pobres y ricos. Mientras unos acumulan riquezas que nunca podrán gastar, otros se mueren de hambre, de frío, de necesidad.
La educación no puede mirar para otra parte porque, en esencia, debería dar respuesta a estas cuestiones.
Creo que igual que el problema de los refugiados nos podríamos referir a otros problemas como la pobreza infantil, el hambre, la discriminación…
Hacia estos puntos debe encaminarse la reflexión y el compromiso de la educación.
Deberíamos preguntarnos en qué consiste la tarea de la EDUCACIÓN. Mi respuesta está en la línea de lo que se defiende en el artículo: que no es lo mismo instrucción que educación. Porque el conocimiento lo podemos poner exclusivamente a nuestro servicio y en contra de quienes no saben o no pueden defenderse.
El problema que yo veo no es el para qué sino el cómo. Es decir, que veo claro cuál ha de ser el fin de la educación. Lo que veo más problemático es el cómo, es decir, eso cómo se hace.
Porque las dificultades son muchos, sobre todo, si se tiene en cuenta, cuál es el contexto en el que nos encontramos.
Quiero decir que son muchos los factores que influyen en los alumnos de manera muy fuerte y muy insistente.
La escuela es un elemento de influencia, pero no el único. Y, acaso, no el más importante.
Habría que revisar cuál es la fuerza que tiene esta institución frente a otras fuerzas como los medios de comunicación, el contexto, la cultura…
Estimados lectores y lectoras:
estoy siguiendo la crisis de los refugiados y refugiadas con mucha intensidad. Cada vez me parece mas terrible lo que está pasando. En Eslovaquia los líderes dicen que solo quieren que lleguen su paìs cristianos, el arzobispo de Valencia de Valencia, Antonio Cañizares, se pregunta si en la invasión es todo trigo limpio, hay países que levantan fronteras… Nos encontramos ante casos de auténtica xenofobia.
Hay en todo ello malas actuaciones políticas pero, sobre todo, carencia de una auténtica educación intercultural…
No solo hay insolidaridad. Hay también rechazo del que es distinto.La educación debe tomar otros derroteros.
De esta forma no vamos a ninguna parte. O, mejor dicho, vamos ala destrucción.
Saludos cordiales
MAS
Yo también estoy siguiendo esta crisis con dolor, con asombro y con indignación..
Me pregunto por el tipo de personas que estamos construyendo. No son ciudadanos y ciudadanas bien formados sino súbditos egoístas y clientes avaros.
Por eso me parece que hay que recuperar la asignatura de Educación para la ciudadanía. No tanto como asignatura cuanto por el objetivos y las pretensiones.
La gente que eliminó la asignatura es fiel seguidora de Monseñor Cañizares, el del trigo limpio.
no es de extrañar, quienes no son como él, no son trigo limpio.
Qué caradura.