El comedor escolar es un aula. En ella se pueden impartir y recibir muchas lecciones, se pueden aprender muchas cosas. O desaprender, claro, si no hay sensibilidad pedagógica por parte de los docentes. Los comensales pueden comportarse de forma grosera e imitar todo lo malo que hacen los demás.
Además de tener una función social, el comedor de una escuela es un escenario más de los aprendizajes. En efecto, hay aprendizajes subrepticios y persistentes que se instalan en el curriculum oculto de la institución. Se puede aprender muy eficazmente que hay personas de diferentes categorías cuando los docentes comen en lugares más cómodos, más limpios y más espaciosos que los de los alumnos. Y cuando degustan un menú de superior calidad. ¿De qué sirve que luego estudien en la asignatura de ética que todas las personas tienen igual dignidad? Me decía hace tiempo una niña:
– Qué suerte tengo. Hoy he comido filete de profesor en el cole.
El comedor debe ser un espacio confortable y estético. Porque es un escenario de convivencia y no un simple “comedero”. Hay otros aprendizajes explícitos que se pueden realizar de forma sistemática e intencional en el comedor escolar. Se pueden aprender muchas cosas que son necesarias para una convivencia basada en el respeto mutuo.
La comida es un acto social que comparten los niños y las niñas con sus profesores y profesoras en las escuelas. Y lo primero que quiero decir es que alumnado y profesorado deberían disfrutar (que no padecer) el mismo menú. No entenderíamos una familia en la que los hijos y los padres tuviesen un menú de diferente calidad, en detrimento de los más pequeños. Segundo: los niños deben saber que esos alimentos que tiene ante sí en la mesa son el fruto del trabajo de muchas personas que los han cultivado, transportado, elaborado, cocinado y servido para ellos. Tienen que saber que no caen del cielo como sucedía con el maná. Lo tercero es que se laven las manos antes de la comida, porque la higiene es una exigencia de primer orden. Para ellos y para quienes les rodean. Lo cuarto es que tienen que ser conscientes de que poder comer es un derecho que no todos los niños y las niñas del mundo pueden ejercer. No desperdiciar los alimentos es una deber de lesa humanidad. Hay muchas personas que mueren cada día de hambre en el mundo. Lo quinto es que los niños y las niñas deben conocer el nombre de la cocinera o cocinero que prepara la comida. En mi libro “Pasión por la escuela. Cartas a la comunidad educativa” he incluido una carta dirigida a la cocinera (o cocinero) de un comedor escolar. Me emocionó verla reproducida en la puerta del comedor de una escuela argentina. ¿Por qué han de saberse el nombre de quien alimenta sus mentes y no el de quien alimenta sus cuerpos? Y lo sexto (no necesariamente en este orden) es que el menú tiene que estar confeccionado con criterios dietéticos y no solamente con criterios económicos. No se puede ahorrar en la comida de la infancia.
En algunas escuelas del mundo los niños van a la a estudiar pero, antes de todo, a comer. Esas escuelas son instituciones asistenciales más que educativas. Sin esas comidas escolares no es que no podrían estudiar (por cierto, no podrían), es que no podrían vivir. Las ayudas para los comedores son imprescindibles.
Soy presidente de la Asociación de Padres y Madres del Colegio de nuestra hija. Pienso que no es posible desarrollar un buen proyecto escolar sin la participación de las familias. Está claro que familia y escuela tienen que remar en la misma dirección. En el comedor de la escuela tiene que haber preocupación por el aprendizaje de los buenos hábitos y en la familia tiene que existir esa misma preocupación. Me da igual a quién de las dos se la considera instancia subsidiaria. Lo que no es de recibo, como he visto algunas veces, es que las familias reprochen a la escuela la falta de cuidado en la observación de normas de urbanidad en el comedor mientras no tienen la mínima preocupación en las casas. De la misma manera, no es aceptable que la escuela diga que esas son tareas de exclusiva competencia de la familia.
Como sucede en todos los Colegios, los padres y madres se preocupan por el buen funcionamiento del comedor. A los padres y madres les preocupa la calidad, variedad, cantidad y presencia de los alimentos y, a la vez, el modo de comportarse de los pequeños comensales.
El Colegio de mi hija Carla utiliza como monitores y monitoras a chicos mayores para que cuiden de los más pequeños. Ella se siente orgullosa de que la hayan nombrado monitora este año. Es una buena estrategia para que se ayuden y se responsabilicen. Hay además, adultos responsables del buen funcionamiento del comedor. Un papá y amigo me cuenta que el monitor de su hijo Fernando le escribió hace dos años una nota y se la envió a través de la mochila del pequeño. La reproduzco a continuación.
“Fernando come pero a veces es pesado. Le cuesta comer y tiene mucha ansia sobre todo a las verduras.
Le tenemos que decir lo que tiene que comer y eso es muy cansino. Haced algo, por favor. Gracias”.
Decía que el comedor es un aula. ¿Qué se puede aprender? Se pueden aprender muchos comportamientos que son necesarios para la vida en común, para la salud de cada uno y para la higiene personal y colectiva.
A comer de todo, de forma sana y de manera tranquila y ordenada.
A comer con la boca cerrada, teniendo en cuenta que los otros nos están mirando.
A estar bien sentado, a tener buena postura, a no apoyar los codos en la mesa.
A no gritar, a hablar con los otros de forma respetuosa y ordenada.
A no desperdiciar la comida porque hay mucha gente que se muere de hambre en el mundo.
A comer sin ansiedad y a comer de manera tranquila y reposada.
A no hacer ruidos al comer, al sorber o al masticar.
A no eternizarse en la comida, porque hay muchas más cosas que hacer. Y porque se come con los demás.
A no dejar nada en el plato porque la comida está cara.
A no manchar la mesa, a dejarlo todo de manera presentable.
A limpiarse la boca antes y después de beber agua.
A no hablar con la boca llena, de manera que se nos entienda con perfección.
Ni qué decir tiene que el ejemplo de los docentes es esencial en estos aprendizajes. No es muy eficaz corregir a los niños porque comen con la boca abierta mientras se ve la glotis de quien plantea esta exigencia a los alumnos. O decir que tengan una postura correcta mientras quien se lo exige está sentado de cualquier manera.
Una de las finalidades de la escuela ha de ser el aprendizaje de la convivencia. Enseñar a convivir no exige solamente saber normas, saber leyes, saber prescripciones. Exige, sobre todo, práctica. Exige la capacidad de llevar a la realidad aquellas exigencias que hacen la vida más fácil, más agradable.
Los pequeños detalles son importantes en la convivencia democrática. La vida no suele exigir comportamientos heroicos sino un modo de proceder respetuoso basado en pequeños gestos. La educación es inversamente proporcional al nivel de grosería en las relaciones con nuestros semejantes.
Querido Maestro!
Buen y apetitoso comentario!
Tengo una nietecita de tres añitos que ha empezado este año su peregrinar en la escuela y me encargaré de enseñarle todos esos pasos para que sea un ejemplo a seguir entre sus compañeros.Me siento enormemente responsable de tener comportamientos adecuados para que ella los siga de una manera correcta.De inculcarle buenas normas de convivencia tanto en el comedor como en las aulas, de que valore los alimentos como dones que cuestan trabajo conseguir y que algunos niños no los tienen.Es sólo un traslado de pensamientos positivos que su abuela los ha tenido siempre.
Gracias por hacerme ver que todos tenemos la obligación de enseñar modales tanto en la casa como en la escuela.
Un saludo cordial, que hace algunas semanas que no ando por este sitio, sin embargo no me olvido de leerlo.
Me despido afectuosamente con un cariñoso abrazo!
Querida Loly:
Me ha alegrado ver tu comentario, abriendo a esta hora del día el debate sobre el tema que elegí para este sábado.
Es probable que algunos lectores y lectoras entienden que este es un problema menor. No lo veo así. Porque la convivencia respetuosa se construye sobre pequeños detalles.
El comedor nos brinda muchas posibilidades de manifestar respeto a los demás.
Y esa tarea no es de un día, no es de un momento. Dura mucho tiempo y quiere mucha sensibilidad y mucha paciencia. Tampoco es solo una cuestión de la escuela. Por eso me gusta oírte que tau nieta de tres años se le inculcan desde la casa laos buenos modales.
UN cordial saludo.
Gracias por leer y por compartir con todos tus ideas y sentimientos.
MAS
Me parece un artículo poráctico y plenamente aplicable.
Las pequeñas cosas son importantes para practicar el respeto.
Ojalá todos tuviesen la misma sensibilidad en las escuelas.
Saludos
Artículo necesario, no sobre las nubes sino sobre la realidad cotidiana.
Es válido para la escuela y también para la familia.
¿Por qué olvidamos cosas tan importantes?
¿Acaso porque son pequeñas?
Al finalizar hoy la lectura de la tesis de José Luis del Río ha proyectado una frase de Eduardo Galeano que quiero compartir con los lectores y lectora. No sé si la reproduzco con exactitud, aunque sí la idea: Mucha gente pequeña, en lugares pequeños, con gestos pequeños van a cambiar el mundo.
Me he acordado de este artículo que se basa en las pequeñas actuaciones que hacen la vida de los demás mucho más agradable y que hacen de la convivencia una experiencia hermosa.
Este artículo debería estar ampliado en todos los comedores escolares.
Lo deberían tener en cuenta los docentes, los alumnos, las familias y los profesionales que trabajan en el comedor.
Se pueden hacer las cosas sencillas de muchas maneras. Una forma de hacerlas nos resulta desagradable y grosera. Otra forma nos agrada y hace la vida más bonita.
No hay color.
Solo tengo que decir que estoy completamente de acuerdo.
Y que me ha llamado la atención cómo, en tan poco espacio, se hayan podido decir tantas cosas sensatas.
Sería estupendo que todos tuviésemos en cuenta estar normas de cortesía.
Tenemos que ayudarnos a conseguirlo.
Saludos.
Se come varias veces todos los días.
Estas buenas costumbres tendrían que ser inculcadas tanto en la familia como en la casa.
También me parece bien que se pida a los niños que se reponsabilicen de los más pequeños. Es un modo de ayuda. Ellos se sienten importantes al ver que de ellos dependen las cosas que tienen que funcionar bien.
Es preciosa la nota del niño que le escribe a los padres, preocupado por su falta de apetito.
Gracias por el texto.
Nos hemos olvidado de las formas.
Es una pena.
Porque las formas son importantes.
Hay quien las desprecia pensando que hay otras cosas más importantes en la vida y en las relaciones con el prójimo.
pero yo me digo que si ni en esto somos delicados y respetuosos cómo lo vamos a ser en cosas más grandes.
Qué buena lección.
Aquí, como en todo, es muy importante el ejemplo. Si los mayores (profesores y padres o madres) no sabemos comportarnos, será muy difícil que los niños y las niñas hagan las cosas bien.
Hay otros temas en el artículo que me parecen importantes, como es el caso de que haya dos menús diferentes para niños y profesores. No me refiero a la cantidad, claro está, me refiero a la calidad.
¿Cómo es posible?
¿Se podría consentir que eso sucediera en las familias?
No es ni imaginable.
El artículo no tiene desperdicio.
Toda muchos aspectos de gran interés: igualdad, democracia, urbanidad, responsabilidad, convivencia, estética, humanidad, dietética, economía, información, solidaridad…
Nunca había pensado en el nombre de la cocinera.
Habría que pensar más en este asunto.
No se suele trabajar,
Excelente texto.
Probablemente no origine un debate porque todo está claro y es difícil no estar de acuerdo con estas verdades.
Hay comedores que no son aulas. otros, sí.
Se nota la sensibilidad pedagógicas nada más entrar.
El artículo tiene muchas vertientes, todas ellas muy interesantes.
Igualdad de menús pra profesores y alumnos.
Aprendizaje de la convivencia.
Respeto a los demás.
Estética del comedor.
Valoración de dietética.
Responsabilidad de los niños mayores.
Hay que pensar en cómo todo esto se tiene en cuenta en los comedores escolares y familiares.
Querida Yolanda:
Tienes razón.
Los planteamientos que hago en el artículo interpelan a los docentes en las escuelas y también a los padres y madres en las casas.
La comida es un acto social, un tiempo par compartir. No me gustan esas comidas en las que preside el televisor, de tal modo que todos permanecen callados para poder seguir el contenido de la película, el telediario o los deportes. Hay familias que no saben comer sin la compañía de la televisión. No debería ser considera una medio de comunicación sino de INCOMUNICACIÓN.
Y, además, lo que se ve muchas es lo que el niño quiere ver, como si SOLO él tuviera el derecho de imponer sus criterios yt sus preferencias.
Hay padres que se quejan de que en la escuela no se preocupen de las normas de urbanidad, como si todo lo relativo a la educación no tuviera que ver con ellos sino con los profesores.
Hay que caminar al unísono, en la misma dirección.
Un beso.
MAS
Hola al autor y a todos sus lectores, SOBRETODO A LOS PARTICIPANTES.
Pobres maestros, les damos por todos los lados, pero esto es así; no los dejamos tranquilos ni a la hora de comer.Yo entiendo que el comedor, si queremos educar en esas normas cívicas que expones, es mejor espacio que el aula. Para mí todos los espacios del colegio son lugares para educar, a veces más de observación que de actuación.Un patio nos puede proporcionar informaciones sobre un alumno que en el aula nunca observaríamos y que son relevantes para entender otras o para preparar una toma de decisiones a la hora de actuar.En mis cortas práticas he podido conocer a una niña de 5 años muy tímida que apenas se la escuchaba cuando leíamos o le preguntabas cualquier cosa. En el patio tenía muchas amigas y jugaba y hablaba por los codos. Es sólo un ejemplo del juicio basado en el aula sin tener en cuenta toda su vida escolar y extraescolar.
No me gusta extenderme. Sólo dos cosas más:
– Desgraciadamente no todo lo que sabemos lo ponemos en práctica; en casa en el salón no tiro nada de porquería al suelo, en el aula tampoco, en el patio ya veremos y en la calle, parque público, sea el papel de un caramelo, lata botellín de agua….al suelo…es cosa de si me ven o no, si me sancionan o no, no lo llevamos incorporado en nuestra persona. Como éste, mil ejemplos.
– Un profesor comparte sus conocimientos y opiniones en un aula,(hoy puede que en internet),se forman grupos para comentar esa temática, para estar en desacuerdo, para completarla con ejemplos reales, para entenderla mejor, para preguntarse si es posible y de qué manera ponerla en práctica,…Se forma el gran grupo y se pide intervención de lo comentado .SILENCIO. Al final las cuatro voces de siempre entre 100. A la clase siguiente, en tu caso a la semana siguiente, las mismas voces, qué triste, qué pesados esos cuatro.
– Al principio de mi comentario he puesto participantes con mayúculas.¿ Cuántos maestros habrá en España y también en los países de habla hispana?¿Cuántos futuros educadores?
¿Cuántos padres?¿Sólo tiene esta clase de Miguel Angel 24,30 seguidores que quieren compartir sus opiniones con todos los demás?
-No es nigún reproche; me mueve el ansia de conocer otras realidades, alguien que le lleve la contraria, argumentos, quejas, experiencias, iniciativas distintas a lo que se suele hacer por norma,…ESCRIBID, POR FAVOR,NECESITAMOS UN PUEBLO MUY GRANDE Y PREPARADO PARA EDUCAR ALOS QUE TENEMOS CERCA.
Un abrazo fuerte a todos, TODOS Y TODAS, participeis ecribiendo o no. Pero como termina Miguel Angel, MAS.
Estimado José Antonio:
El artículo no pretende «cargar con más trabajo» a los docentes. Y, por supuesto, no es una crítica a los docentes que atienden en el comedor.
– Por una parte, creo que si se considera trabajo debería ser remunerado.
– Por otra parte, no se puede confundir horario de la escuela con horario de los profesores. ¿Qué quiero decir? Que si tienen ya las horas completas tienen que hacerse cargo de éstas horas (que yo considero lectivas) otros profesores.
Otra cosa:No leen el blog solamente quienes escriben. Se calcula que, por cada uno que se decide a escribir, hay mil lectores. Por eso yo estoy muy contento del nivel de lectura que suscitan estos artículos.
Mil gracias a ti por tu comentarios y a todos los lectores y lectoras.
MAS
Este es un tema que tiene más calado del que a primera vista puede parecer.
Comportarse educadamente en el comedor es una forma excelente de cultivar la convivencia.
Se trata de una. Tarea constante, no de un. Sólo día. Hay que insistir sin cansarse.
Un texto necesario a pesar de su sencillez. Parece un asunto. menor en relación a las asignaturas del currículum. Pero no lo es. El comedor es un aula donde se aprende a vivir y a convivirá.
No entiendo a quienes piensen que ahí no hay tarea que realizar.
Debería pagarse a los docentes. las horas de moledor como horas lectivas.
El comedor es un lugar en el que se pueden aprender o desaprende muchas cosas.
Basta entrar en un. comedor para saber la calidad educativa de una institución. El orden, el silencio, el comportamiento, el respeto… Son indicadores de la .calidad de la enseñanza en esa institución.
Saludos a todos los lectores,y lectoras.
Querida Noelia:
Tienes razón.
El comedor es un buen termómetro del nivel de inquietud pedagógica de una institución.
Si entras en un comedor y oyes un griterío ensordecedor, si ves un desorden considerable, si observas unos comportamiento groseros sin que a nadie le preocupe lo más mínimo es que allí no hay un verdadero planteamiento educativo.
La tensión pedagógica se manifiesta en todos los momentos y en todos los lugares. El comedor es uno de los que más claramente permite detectar lo que pasa.
Además hay otras cuestiones como la calidad de los alimentos, su variación y su presentación.
En el Colegio de Carla los padres y las madres tenemos turnos de visitas al comedor. Están organizadas. Nos gustaría más poder acudir libremente por sorpresa el día que se nos ocurriera. Todo el mundo sabe por qué.
Saludos afectuosos a todos los lectores y comentaristas del blog.
MAS