Si me muero, yo no aguanto

12 Sep

Esta es la expresión de un niño al reflexionar sobre su propia muerte. Piensa  que, una vez amortajado, no va a ser capaz de estar mucho tiempo inmóvil, con las manos cruzadas delante del pecho y completamente tumbado boca arriba.  Como si eso de morirse consistiese en quedarse quieto un buen rato. Y, luego, después de aguantar todo  lo posible,  a vivir…

He leído hace poco una novela en la que se cuenta que un profesor llevaba a sus alumnos a los cementerios para que estudiasen el contenido de los epitafios. Uno de ellos decía: “Ocupado”.

Me lo contaba ayer  su madre, antigua alumna mía y ahora amiga, después de impartir una conferencia organizada por el Centro de Profesorado de Orcera (Jaén) para asesores y asesoras de la provincia. Qué buena gente. Esa expresión del niño me ha hecho pensar en la concepción de la muerte que se tiene a esas edades. Y, sobre todo, en la tarea de la escuela y de la familia para ayudar a que los pequeños sepan qué es lo que sucede con todos los seres humanos cuando acaba, natural o artificialmente, su ciclo vital.

Porque la muerte se ha convertido en el tabú del siglo. No se habla de ella, no se la ve de cerca (se suele ocultar su presencia), no se dan explicaciones claras  y precisas cuando los niños y las niñas preguntan sobre ella.

Cuando yo era niño, la cultura en la que estábamos inmersos en mi pequeño pueblo de León, Grajal de Campos, nos hablaba de la vida y de la muerte de manera clara y natural. Tocaban las campanas de la iglesia y, en su lenguaje sonoro, nos decían que alguien había muerto, y si ese alguien era un niño o un adulto. El entierro transformaba la fisonomía del pueblo, el cadáver permanecía en la casa… Como monaguillo que era, vi muchos cadáveres (yo creía que solo el sacerdote era inmortal, ya que llevaba al cementerio a todos quienes fallecían). Sin embargo, en una ciudad de hoy la muerte es casi invisible. A duras penas se puede distinguir un coche fúnebre en una caravana . Pienso en la importancia de la cultura al respecto. Y no puedo evitar referirme a la cultura mexicana de la muerte.

Las muertes de las que se habla en la televisión se nos muestran tan fugazmente que resultan camufladas. Son lejanas, no nos afectan y desaparecen al segundo. Relatos de muertes en guerras, en accidentes, en asesinatos, en catástrofes naturales… Las personas mueren pero todo sigue igual a nuestro alrededor. Se ve un centenar de muertes en el telediario y es igual que si se vieran durante la proyección de una película. Todo contribuye a una sensación de irrealidad.

Preparamos para la vida, pero no para la muerte. Ni la propia ni la de los seres queridos. Ni la de quienes nos rodean ni la de quienes están lejos. La muerte,  más inexorable que imprevisible, es un hecho al que tarde o temprano tendremos que enfrentarnos. Decirlo no es convertirse en aguafiestas sino asumir una responsabilidad insoslayable. Si hay algo cierto en la vida es que todos y todas tenemos que morir. Sabemos que un día el mundo seguirá girando  sin nosotros.

Muchas veces eludimos las preguntas de los niños y de las niñas. Cambiamos de tema, contestamos de cualquier manera o mentimos con una facilidad asombrosa…

–    ¿Te morirás algunas vez, papá?

–    ¿Yo también me tengo que morir?

–    ¿Por qué tenemos que morir?

–    ¿Qué hay después de la  muerte?

Recomendaré este libro una vez más: “Heidegger y un hipopótamo can al cielo”.  Sus autores son dos sabios profesores alemanes: Thomas C.athcart y Daniel Klein. El subtítulo es muy clarificador: “La vida, la muerte y el más allá estudiados con filosofía y mucho humor”. Los autores dicen en la introducción: “Podemos captar la idea de la muerte en general hasta cierto punto, pero ¿y en particular? Somos como el escritor armenio norteamericano William Saroya, que escribió una carta para los que le sobreviviesen en la que decía: Todos tenemos que morir, pero siempre pensé que en mi caso podría darse una excepción”.

Y añaden: “Por mucho que tratemos de hundir los pensamientos sobre nuestra mortalidad, salen otra vez a la superficie como un corcho. Una y otra vez. Debe ser porque la muerte es un hecho inmutable de la vida humana”.

Lo cierto es que somos las únicas criaturas que sabemos que vamos a morir y también las únicas que podemos imaginar una vida eterna. Esta combinación resulta sorprendente e inquietante. Thomas C.athcart y Daniel Klein  hablan de afrontar la muerte con humor y, en el libro, nos cuentan diversas historias cargadas de ingenio y simpatía.   Hacen un saludable humor negro.  Sirvan estas dos historias como botones de muestra. Una sobre la fase anterior ante la muerte. Otra sobre la posterior., su marido

“Millie acompañó a su marido Maurice a la consulta del médico. Después de hacerle un reconocimiento completo, el médico se llevó a parte a Millie y le dijo:

–    Maurice sufre una enfermedad grave producida por un stress muy intenso; si no hace lo que le voy a decir, su marido morirá. Todas las mañanas debe despertarlo suavemente con un beso amoroso y luego prepararle un desayuno saludable. Sea amable con él en todo momento y procure que esté siempre de buen humor. Prepárele solo sus platos favoritos y déjelo reposar después de las comidas. No le encomiende ninguna tarea y no le transmita sus problemas. No discuta con él, aunque la critique o se burle de usted. Trate de relajarlo por la tarde dándole masajes. Anímelo para ver por televisión todos los deportes que le apetezcan aunque eso signifique para usted perderse sus programas favoritos. Y lo más importante de todo, todas las noches después de cenar haga todo lo que sea necesario para satisfacer todos sus caprichos. Si puede hacer lo que le digo, día tras fía, durante seis meses, creo que Maurice recuperará por completo la salud.

A la salida de la consulta, Maurice preguntó a Millie:

–    ¿Qué te dijo el médico?

–    Dijo que te vas a morir”.

La segunda historia se refiere a la actitud de quienes sobreviven.

“Ole murió y su esposa Lena fue al periódico local a poner una esquela. El caballero que la atendió en el mostrador, después de darle el pésame, preguntó a Lena qué le gustaría decir de Ole. Lena respondió:

–    Ponga solo: Murió Ole.

–    Asombrado, el hombre dijo:

–  ¿Eso es todo? Tiene que haber algo que a usted le guste decir sobre Ole. Vivieron juntos cincuenta años, tienen hijos y nietos. Además, si lo que le preocupa es el dinero, le diré que las cinco primeras palabras son gratis.

–    De acuerdo, dijo Lena, Escriba: “Murió Ole. Se vende barca”.

El profesor Agustín de la Herrán y la profesora  Mar Cortina escribieron hace años un libro titulado “La muerte y su didáctica”. Se trata de una propuesta de inspiración innovadora, laica y secuenciada para trabajar en la etapa infantil, en primaria y en secundaria. Ambos docentes pertenecen a un equipo que está investigando desde hace más de quince años esta importante cuestión. No podemos dar la espalda a la muerte en la educación.

Hay que evitar el silencio, el miedo y el engaño. He leído hace poco una novela en  la que se cuenta que un profesor llevaba a sus alumnos a los cementerios para que estudiasen el contenido de los epitafios. Uno de ellos decía: “Ocupado”. Interesante ejercicio didáctico. Hace tiempo comenté en un artículo este otro: “Te dije que estaba enfermo”. Cuánto ingenio.

23 respuestas a «Si me muero, yo no aguanto»

  1. El dolor y la desolación de una muerte antinatural, compartida en las líneas de una carta que excepcionalmente encontró a su destinatario, hizo posible un reencuentro, después de diecisiete años de ausencia.

    Hasta de la muerte podemos obtener algo bueno.

    Claro que hay que hablar de ella, claro que hay que preparar para ella.

    ¡Muchas gracias!

    Un abrazo.

    • Sí, querida MJA, todo puede ser para bien.
      Una tragedia tan grandes como la que viviste, dio lugar a un hermoso reencuentro.
      Fue tu carta, llena de tanto dolor y desolación, la que tendió el puente.
      GRACIAS POR LEERME Y POR ESCRIBIR.
      MAS

  2. Amigo Miguel Ángel: como en esta ocasión quiero ser algo más breve que otras veces, adjunto los primeros artículos que publiqué en los diarios digitales acerca de la percepción que tienen de la muerte aquellos niños o niñas que, por desgracia, se han topado con la misma a través del fallecimiento de algún familiar.

    Sus títulos son “El niño y la muerte” y “Luto en la familia”.

    http://www.montilladigital.com/2012/05/el-nino-y-la-muerte.html

    http://www.montilladigital.com/2014/04/luto-en-la-familia.html

    Sé que en tu escrito planteas la idea de la propia muerte en la perspectiva del adulto.

    Sucintamente, apuntaré que la visión laica que hoy llega hasta nosotros procede de la filosofía, es decir, de los epicúreos y los estoicos, aquellos filósofos presocráticos que comenzaron a pensar al margen de las ideas religiosas (que hoy las llamamos mitos) imperantes en la Grecia clásica.

    Desde el punto de visto de las numerosas creencias religiosas actuales, la muerte como tal no existe, pues es la transición a otro modo de vida distinto al terrenal. En este caso, no es necesario hacer ninguna reflexión, puesto que su explicación ya viene dada en los propios relatos religiosos. Se trata, por tanto, de creerlos o no creerlos. En el segundo caso, lo más razonable sería pensar por sí mismo, a pesar de la angustia que provoca “perder la propia identidad”, como afirmaba aquel gran psiquiatra llamado Carlos Castilla del Pino.

    Un abrazo, y nos veremos muy pronto en Málaga.

    • Gracias, Aureliano por tus dos enlaces que, como siempre, enriquecen el texto de partida.
      Corremos el riesgo de enfocar los asuntos con nuestra mente de adultos sin tener en cuenta lo que piensan y sienten los niños y las niñas.
      Ponerse en su lugar es un ejercicio de salud mental.
      MAS

  3. Miguel Ángel. No sé que es peor, tener certeza de lo que representa la muerte desde niños o, como tú dices, “camuflarla”.

    ¿Que se gana o qué se pierde asumiendo la muerte? Nada. Es un hecho que todos vamos a morir lo asumas o no.

    ¿Qué se gana o se pierde camuflando la muerte? Nada. Es un hecho que todos vamos a morir lo camufles o no.

    Aparentemente estos dos interrogantes son similares, pero hay una diferencia. Puesto que en ambos casos vamos a morir ¿qué necesidad tenemos de pensar en ello? La vida es corta, aprovechémola pensando en cosas positivas.

    Todos los pillos fuimos monaguillos, y también asistí a varios entierros. En su momento no sentí nada raro, no porque estuviera acostumbrado (a la muerte es difícil acostumbrarse, se esté o no preparado, lo tengas o no asumido) simplemente porque era un niño. La mentalidad de un niño no es la misma de un adulto, la muerte se vive de forma diferente, si es que a esta edad se tiene clarividencia sobre este hecho. ¿por qué transmitir a los niños sentimientos q

  4. (Continúo… que le di a la tecla que no debía antes de terminar con el comentario). Decía que:

    ¿por qué transmitir a los niños sentimientos que son propios de los adultos? ¿Por qué darle miedo? Porque ese es un factor que suele utilizar las religiones (tú has hecho mención a ello para referirte que en tu pueblo la muerte estaba presente a través del toque de campanas de la iglesia, velatorios en las casas, desfile del féretro por las calles,…) para crear o afianzar la fé de los feligreses. La forma de combatir el miedo es la creencia en que hay otra vida en otro lugar.

    Hablas de que la muerte es imprevisible, entonces porqué estar esperando, ya llegará. Mi mujer es una “sinvivir”, lo pasa muy mal cuando mis hijas salen pro la noches, viajan o están en otro lugar. Será porque está pensando que les puede pasar alguna cosa. Yo en cambio, estoy tranquilo, duermo a mis anchas, lo que tenga que pasar pasará, piense en ello o no. Entonces para qué este “sinvivir”.

    Siento haber hecho este comentario tan largo, soy consciente que después cuesta leerlo.

    MAS que viva usted muchos años y yo que lo vea…

    • Querido Juan Carlos:
      Preparar para la muerte no significa infundir miedo. Lo que haya de llegar llegará, en efecto. Mientras vivimos la muerte no está y cuando muramos ya no nos enteramos de nada.
      Hablo de la muerte desde una visión laica de la vida. Porque para los creyentes, en realidad, no hay muerte, sino cambio de vida.
      Tengo delante un libro que iba a comentar en el texto y que no pude citar por la extensión. Se titula “La muerte es una mierda”, de Juan Carlos Ortega. Termina así: “Morirse es una mierda. Pero una mierda bastante grande, y luego todavía más, y más aún, hasta cansarnos de su tamaño, porque cuanto más grande nos parece, más optimistas seremos. Su tamaño será directamente proporcional al amor que sintamos por la vida”
      Gracias por tu fidelidad a la lectura cada sábado y por tus interesantes comentarios.
      Estoy nas cerca de tu posición que de la de tu esposa. La intranquilidad solo genera desazón y angustia.
      Un abrazo.
      MAS

  5. Una cosa es la muerte para los creyentes y otra para los agnósticos.
    Yo soy agnóstico y entiendo que la muerte es el final de la vida. Y ya está.
    Luego no hay más.
    Lo que pasa es que decirles a los niños que el abuelito está en el cielo puede ser un consuelo, aunque sea un engaño.
    De esta forma no es que la vida no tenga sentido sino que adquiere más sentido. Muchas gente se ha conformado en la historia con una vida amarga porque luego vendría una vida feliz.
    Saludos

  6. La fase del niño que da título al artículo es verdaderamente genial.
    Muestra claramente cómo es su forma de concebir los fenómenos.
    Muchas les decimos cosas como si fuesen adultos, pero ellos entienden lo que entienden según su edad y su desarrollo.
    Por eso es tan difícil trabajar con los niños y las niñas sin ponerse en su ligar, sin ver el mundo como ellos y ellas lo ven.

  7. Un tema verdaderamente complicado. Y muchas veces molesto.
    Es mejor olvidarse de que existe.
    Pero existe y nos lo recuerdan cada dia los miles de muertos que vemos cerca y lejos.
    Cada uno puede pensar lo que quiera per, con los niños, tenemos que ser muy responsables en las cosas que decimos,.

  8. Excelente texto, que invita a la reflexión.
    ¿Cuántas preguntas hacen los niños y las niñas sobre la muerte de abuelos, familiares, amigos y personas cercanas?
    ¿Cuántas sobre la muerte de personas en general, cuando ven la televisión?
    Las respuestas obedecen casi siempre a la improvisación, al azar, al miedo, a la mentira…
    Habría que reflexionar sobre esta cuestión.
    Me parece estupendo lo que hacen esos profesores sobre la didáctica de l muerte.

  9. Los niños y las niñas hacen muchas preguntas sobre la muerte. Tanto de las personas como de los animales que quieren.
    No puede la escuela ni la familia tener una postura frívola o desentendida ante la cuestión que tanto les preocupa.
    Y digo la muerte, pero también me refiero al más allá.
    Saludos.

  10. La muerte es la justicia inmaculada, la democracia perfecta, el artículo 14 de la constitución aplicado en estado puro a nivel universal, que coloca a todos en el mismo sitio y con las mismas alforjas. Viva la muerte.

  11. Estimado Miguel Ángel,
    Desde Orcera te escribo, y pensando en la muerte… dicen que la muerte es la mejor consejera. Si la tienes presente, vives el presente.
    Un gran abrazo.
    Inés.

    • Gracias, Inés, por leer y por enviar tu comentario. Todo lo aprendemos entre todos.Me gusta recordar la leyenda persa que dice que los dioses repartieron la verdad dando a cada persona un trocito. Para recomponer la verdad hace falta poner el trozo de cada uno. Verdad y comunicación serían las dos caras de una misma moneda.
      Fue un placer ser invitado y, sobre todo,ser tan bien acogido.
      Besos.
      MAS

    • Querida Ana:
      La gratitud mía por haberme brindado esta significativa experiencia que nos permite descubrir que la mente de los niños no funciona con los mismo códigos que la de los adultos. Por eso pienso que más importante que saber qué es lo que hay que decirles es descubrir qué es lo que quieren saber.
      Un beso y gracias. El regalo lo recibí yo durante aquella agradable comida.
      MAS

  12. Hola a todos.
    Estoy muy contento. Tranquilos. No me salgo del tema.Primero tres o cuatro cosa cortas:
    – Soy maestro y psicopedagogo. Me gusta la primera palabra. Lo segundo lo considero más formación que el maestro debería tener (de inicio).
    – Este es de los tuyos Miguel Angel, (entiéndaseme). Acabo de comprar el libro de un maestro,César Bona: La nueva educación.Los retos y desafíos de un maestro de hoy. Voy en la página 65 y ya tengo que contarlo. Me encanta:claro , conciso, directo,…¿ A qué se va a la escuela? A aprender a der una buena persona que ensu día ejercerá una profesión u otra, pero con valores. Fuera el aburrimiento, el silencio mental, el recibir y nada de dar. Fuera los compartimientos estancos que nos llevan a no vernos como un todo.Cuando acabe de escribir estos pensamientos pienso terminarlo hoy, me da subidón, como tus conferencias que no me canso de ver.
    -Acabo de comenzar el paro y prometo que haré lo imposible por no morirme sin ejercer de educador en un aula. Si los abuelos valen para quedarse con los nietos mientras sus padres trabajan, y juegan, y les enseñan, no sólo los cuidan, los guardan olos sacan al jardín. Como tú siempre dices todos aprendemos de todos, todos somos aprendices, los niños enseñan muchas cosas, sólo hay que estar preparados y atentos para entenderlos.(Lo de abuelo lo digo por la edad,hice los deberes tarde como tú).
    – Tocando el tema de la muerte, tema de esta semana,opino que no debe haber ningún tema tabú. Siempre debemos contestar a las curiosas preguntas de los niños acordes a su edad pero también a la realidad. Mi hijo pequeño dice que todos somos de la familia porque venimos de Adán y Eva. O si todos los Romero somos familia.
    – La muerte no es sólo de personas, de seres cercanos; nos olvidamos un poco del niño de campo, la matanza del cerdo que vio crecer y que tantas verduras le tiró para que se las comiera, el perro o gato que el tractor o coche pisó…El mundo urbano es más complejo y con más estímulos. Los currículum están pensados para urbanitas. En lo rural nadie se traumatiza; cada niño pregunta y curiosea sobre lo que le rodea.El caso es incentivar esa curiosidad, y si es posible guiarlos para que sean ellos los que encuentren sus respuestas.¿QUIEN TIENE LA REPUESTA A TODO?¿ QUIEN ES EL POSEEDOR DE LA VERDAD Y LA UNICA VERDAD?
    – Anédota de la semana. Llevo a mi hijo pequeño y mi prima,que le lleva un año,para asistir al parto de una vaca; yo quería que tubieran esa esperiencia y el veterinario los llamaba para que lo vieran mejor. Pero tuve tan mala suerte que el ternero nació muerto. Yo me quedé chafado, no sabía qué decirles. Les expliqué que eran cosa que a veces suceden. Vida y muerte van de la mano. Ellos asocian con lógica que si eres más viejo te toca morirte antes. Yo les digo, sobre todo cuando no tienen cuidado, que cualquiera, por loque sea, sepuede morir. Las casas explicadas con naturalidad y con ejempos reales,sin silenciarlas, no traumatizan anadie. CREO QUE TE HACEN VIVIR LA VIDA MAS VIVO.
    – Un abrazo fuerte a todos; y a los que ejercéis, qué envidia.César Bona, un maestro, sólo un maestro, nada más y nada menos que un maestro,profesionales por donde pasan todos los ciudadanos, desde el presidente del gobierno, hasta el descubridor de la cura del sida. QUE RESPONSABILIDAS!
    -Sigo con el libro. “Salir de uno mismo y hacerse preguntas”

  13. TANTO PREDICÓ CON EL EJEMPLÓ QUE FUE CAPITÁN DEL NAVÍO ( O MEJOR , DE UN CAYUCO QUE HACE AGUAS ) …Y SE MARCHÓ A PARÍS PARA DEJAR A LA DERIVA AL BARCUCHO…LOS CABALLEROS CEDÍAN EL PASO A LOS NIÑOS, NIÑAS, ANCIANOS, ANCIANAS, MUJERES EN TALES SITUACIONES…NI ELEGANCIA EN EL HABLAR, EN EL PENSAR, EN EL PREDICAR LO QUE NI CREÍA, NI SIQUIERA AL IRSE..¡POBRES NIÑOS! NOS DEJÓ TIRADOS EN MEDIO DEL OLEAJE, NO SOLO A LOS CHAVALES Y CHAVALAS, QUE SON SAGRADOS, SINO A VARIAS GENERACIONES DE ESTUDIANTES. Y LLAMÓ AL CAYUCO “CALIDAD”, CUANDO LA CALIDAD ES UNA ENTIDAD QUE ES CUANTIFICABLE POR APROXIMACIÓN, COMO LA INTELIGENCIA. LA CALIDAD NO ES MEJORABLE, “PER SE”, SIGNIFICA O CONNOTA UNA REALIDAD POSITIVA. LUEGO SI HAY CALIDAD , PODEMOS “POTENCIARLA”, “ALCANZAR NIVELES DE EXCELENCIA”, PERO NO MEJORAR UN SISTEMA QUE CIERTAMENTE PODRÍA FUNCIONAR CON ACUERDOS, CON “EDUCACIÓN”, NO CON IMPOSICIÓN Y PASANDO, NO ASISTIENDO A LAS SESIONES PARLAMENTARIAS Y DEJANDO PLANTADOS A LOS POLÍTICOS QUE HABÍAN TRABAJADO A CONCIENCIA SU DISERTACIÓN, A LOS QUE CONOZCO Y ME MERECEN TODO EL RESPETO Y LA ADMIRACIÓN, GRACIAS A ESAS SEÑORÍAS ALBERGO UNA ESPERANZA CIERTA EN EL SISTEMA DEMOCRÁTICO, QUE PUEDE DERIVAR EN CUALQUIER COSA…QUIÉN IBA A PENSAR HACE DÉCADAS EN UNA CRISIS DE LA MONARQUÍA…LO COYUNTURAL SE IMPONE. LA GENTE NO ES TONTA…Y EL VASO ESTÁ REBOSANDO Y REZUMA AGUA COMO UN CAYUCO. SI ESE SEÑOR DEDICÓ DOS MINUTOS ACTIVANDO SUS NEURONAS YO SOY ROUCO VARELA…AL QUE METIÓ UN GOL, POR CIERTO…PREGUNTEN EN LOS CONCERTADOS LAS DOS HORAS A MAYORES QUE TIENEN SEMANALMENTE LOS CHAVALES…SI EL COLE ES BILIGINGÜE (2 HORAS MÁS), Y DE MONJITAS O CURITAS…SÚMALE CUATRO , COMO POCO. LOS CHAVALES NO SON TONTOS…”PAPÁ, LLÉVAME A LA PÚBLICA…AL MENOS LOS PROFES HAN PASADO UN TRIBU Y TENGO CUATRO HORAS MENOS DE ROLLO”.

    • Estimado antirouco:
      Yo también podía firmar con tu seudónimo.
      Por cierto, ¿no podrán mandarle a este señor, que vive en un ático millonario un buen grupo de refugiados?
      Lo de las clases de religión en la escuela pública es un escarnio. ¿Por qué tenemos que pagar dinero para explicar “estas cosas” a nuestros niños y niñas. El que quiera catequesis que vaya a alas parroquias.
      Un cordial saludo y gracias por tu comentario.
      MAS

  14. Estimado José Antonio:
    Interesantes reflexiones.
    La experiencia del ternero que nace muerto es tremenda. No me extraña que te quedases chafado. En efecto, los niños y las niñas piensan que la muerte está más cerca de las personas mayores. “A ti te queda menos vida que a mí”, me dice mi hija Carla.
    Cuando veo profesores incompetentes y desanimados me acuerdo de personas como tú que estarían felices en las aulas…
    Gracias por compartir con todos tus lecturas, tus experiencias y tus pensamientos.
    Un gran abrazo.

  15. Me ha hecho pensar el artículo en las cosas que tengo que decir ante las preguntas reiteradas de mis hijos sobre la muerte.
    No se puede decir en cada minuto lo que se nos ocurra.
    Tenemos una responsabilidad.
    Saludos.

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