En la escuela se dan cita todo tipo de alumnos y de alumnas. Se encuentran en ella ricos y pobres, niños y niñas, inmigrantes y autóctonos, creyentes y ateos, listos y torpes, cultos e incultos… Todos ellos (todas ellas, no lo olvidemos) tienen derecho no sólo a la escolarización, sino a conseguir el éxito en la escolarización. Los niños tienen derecho a la hospitalización cuando están enfermos pero, deberíamos decir, más bien, que tienen derecho a la salud. Es decir, a tener éxito en la hospitalización. Porque, si al ir al Hospital se encuentran con un mal diagnóstico, una intervención equivocada o un trato inhumano, más les valdría no ser hospitalizados.
Como la escuela es una institución tradicionalmente homogeneizadora, ha de buscar respuestas a las insistentes preguntas que encierra la infinita diversidad de su alumnado. Cuando se habla de diversidad se reconoce la identidad de cada persona. Si, por el contrario, se establece un prototipo, todas las variaciones respecto al mismo se convierten en deficiencias
Cada uno es cada uno. No hay dos personas iguales. Estas afirmaciones que parecen obviedades están frecuentemente negadas cuando, en la escuela, tratamos a los niños y a las niñas como si fuesen iguales, o cuando los tratamos como diferentes pero comparándolos con un prototipo. Quienes se alejan de ese modelo, de ese arquetipo, parece que tienen alguna tara. Son, por consiguiente, defectuosos. Así, una niña sería un niño defectuoso. Un niño ateo, sería un niño creyente defectuoso. Un niño gitano sería un niño payo defectuoso. Un niño magrebí sería un niño autóctono defectuoso.
El prototipo escolar lo constituye el varón, blanco, sano, inteligente, autóctono, creyente, payo, vidente, ágil, oyente, castellanoparlante… Los demás son “anormales” o, lo que es peor, “subnormales”. La institución escolar alberga problemáticas muy diversas, no sólo debidas a las infinitas diferencias individuales sino a las diferencias grupales (étnicas, lingüísticas, culturales, religiosas, económicas, de género…). Hay que caminar hacia una escuela inclusiva. Lo cual exige hacerse permanentemente esta pregunta: ¿a quién excluye la escuela?, ¿a quién pone trabas para una integración plena?, ¿a quién beneficia o privilegia?
Si un centímetro cuadrado de piel (las huellas digitales) nos hace diferentes a miles de millones de individuos, ¿qué no sucederá con toda la piel, con todo lo que ésta tiene dentro, con la historia y las vivencias y las emociones y las expectativas…? No hay un niño exactamente igual a otro. Ni siquiera dos gemelos univitelinos pueden considerarse idénticos. Su historia es distinta, sus vivencias son diferentes e intransferibles. Hay dos tipos de niños en las escuelas: los inclasificables y los de difícil clasificación. Cada individuo es único, irrepetible, irreemplazable, complejo y dinámico.
La diferencias de las personas pueden ser entendidas y vividas como una riqueza o como una carga. Si esas diferencias se respetan y se comparten son un tesoro; si se utilizan para discriminar, excluir y dominar se convierten en una lacra.
No hay educación si no se produce un ajuste de la propuesta a las características del educando. Sólo hay educación cuando un individuo concreto crece y se desarrolla al máximo según sus posibilidades. La psicología dice que es preciso acomodar la enseñanza a los conocimientos previos de los alumnos. ¿Cómo puede hacerse en un grupo actuando como si todos tuviesen los mismos datos en la cabeza, los mismos deseos e intereses en el corazón, la misma capacidad de aprendiaje?
Como en la escuela la actuación se dirige hacia un alumno tipo, los que no responden a él, se encuentran con dificultades de adaptación. No es la escuela la que se adapta a los niños sino éstos los que tienen que ajustarse al modelo que se propone o se impone en la escuela
Si la filosofía de la diversidad llega a la escuela, teórica y prácticamente, se habrá ganado en la dimensión ética, mejorará la convivencia, y los aprendizajes serán más relevantes y significativos para todos y cada uno de los alumnos y de las alumnas. Ellos y ellas tienen que hacerse también conscientes de la diversidad sin que unos entiendan que son más o menos que los otros por ser como son.
Alguna vez he realizado en la clase la siguiente experiencia con el fin de mostrar las evidencias de la diversidad y de reclamar la atención sobre la importancia de atender las peculiaridades de cada aprendiz.
Reparto a cada uno de los asistentes una naranja.. Si el grupo es muy grande se puede entregar la naranja a 10 o 12 asistentes.
Doy a los participantes la siguiente consigna: “Se trata de que contempléis con la mayor atención las características de la naranja que os ha correspondido. Que sintáis su tacto, que percibáis su olor, que observéis sus peculiaridades. Se trata también de que viváis esa naranja como algo vuestro y que, finalmente, anotéis en una hoja las características que la distinguen”.
Realizan la tarea durante cinco minutos, pasados los cuales depositan la naranja en una mesa o lugar plano en el que puedan contemplarse todas simultáneamente. Cada uno escribe en una hoja su nombre y se dirige a la mesa para identificar la naranja que ha tenido en sus manos en la primera parte. Una vez localizada, coloca debajo el papel con su nombre debajo de su naranja y se sienta de nuevo.
Finalizada la tarea de identificación quedan las naranjas sobre el papel correspondiente y se comprueba si las elecciones han sido las adecuadas.
Lo previsible es que todos identifiquen “su” naranja. Se procede entonces a un debate sobre las señales de identidad, la irrepetibilidad de los sujetos, la capacidad de identificarlos, las consecuencias de la diversidad para la educación, etc.
Las naranjas son fácilmente identificadas a pesar de ser seres inertes y de haber sido conocidas solo durante un breve tiempo. Si esto pasa con naranjas, ¿qué sucederá con personas que tienen sentimientos, valores, expectativas, inteligencia, relaciones, consciencia e historia?
Ricardo Moreno, catedrático de Bachillerato, en un libro titulado “De la buena y de la mala educacón” se burla de mis preocupaciones sobre la diversidad. Cito su conclusión: ·Y ante tantas cosas esenciales que comparten mis alumnos, las diferencias que tanto preocupan al señor Santos Guerra, sean psicológicas, culturales, nacioanles o raciales, a mí me parecen accidentales, irrelevantes, insignificantes e irrisorias. Me pasan desapercibidas. No distingo al sueco del zulú”. Pues no. Hay que distinguirlos. Cada uno apende según su capacidad, su estilo, su ritmo y su motivación para el aprendizaje. Al profesor Moreno le parece mejor soltar la lección y el que la capte, estupendo y el que no, peor para él. La resposnabilidad, al parecer, solo será suya.
Siempre la escuela ha distinguido al personal. Si no, que nos lo digan a los que éramos más castigados que otros; a los que se nos medía con distinta vara de medir ( y de golpear). Había entonces inclusión, si bien con sus exclusiones pertinentes. Pero siempre con una inclusión pretendida, aunque no siempre fuera conseguida. Siempre había alumnos más incluidos y respetados que otros, aunque hicieran las mismas travesuras. Hoy día, también se distingue al personal y se discrimina, quizá de una manera no tan declarada como antes, pero los alumnos se dan cuenta del tema. Hay unos que caen en gracia y otros que no y no digamos si en ello influye la ascendencia o la extracción social. Seguimos en un mundo competitivo y hay que favorecer la igualdad, pero no por la justicia, que también discrimina, sino por los pareceres y prejuicios que acompañan a esta maquinaria que se ha establecido como educación. De dar a cada uno lo que le corresponde, y también lo necesita, estamos muy lejos o quizá demasiado lejos con la nueva Ley de Educación.
Gracias, Miguel Ángel, sobre todo, por lo de la huella y la piel. Genial, porque “el pueblo no acaba en el olivar”.
Siguiendo con el símil médico, ya tenemos un afinado diagnóstico. Le agradecería que no se quedara ahí; termine y denos el tratamiento. Pero por favor, medidas concretas, prácticas y realistas. Gracias.
Comparto las ideas del artículo plenamente. Es obvio e incontestable que físicamente todos somos diferentes. Si en lo físico todos somos así, en lo psicológico, con todo lo que eso implica, también. Conclusión: tratar a todos por igual cuando todos somos diferentes, es aberrante.
Tomando conciencia de este principio tan simple ¡cuántas conductas e incomprensiones sociales se evitarían!
Saludos
Pues yo no solo distingo a un sueco de un zulú, sino a un alumno de otro, a una alumna de otra.
Y para distinguirlos y saber que son personas, cada una con su propia identidad, lo primero que hago es aprenderme sus nombres, de modo que cuando en la clase abro debate no me dirijo señalándoles con un “tú” o un “usted”, según venga a cuento.
Este es el inicio de una aproximación respetuosa que agradecen, puesto que entienden que para el profesor eres una persona y no “uno o una más de la clase o del montón”.
Todo ello inserto en un proceso de evaluación continua y formativa, obviando las clases magistrales y la evaluación a través los exámenes finales (a estos tienen que acudir quienes no asisten de manera regular a las clases, y sin que exista justificación a ausencia de las mismas).
Paso a paso se establece una base de confianza y de aprecio mutuos, lo que es origen de que conozca sus situaciones personales, pues muchos de ellos se acercan para explicármelas.
Con el fin de no ser excesivamente exhaustivo, cito tres casos recientes, cambiando sus nombres:
1. Una mañana, Rocío entra en el despacho indicándome que quiere hablar personalmente conmigo. Me cuenta que se ha quedado sin dinero y que no puede volver a su casa, puesto que la pareja de su madre no la admite en ella. También me explica que conoció a su padre cuando tenía 16 años y que no lo considera como tal, puesto que no se ha preocupado ni se preocupa de ella para nada. He de apuntar que Rocío fue la alumna que mejor ejercicio realizó en la primera prueba, con un alto nivel conceptual y literario; pero ahora se iba a encontrar con la difícil situación que brevemente describo. Finalmente, sabiendo de su situación, logró la calificación de sobresaliente en la asignatura que yo impartía.
2. En otra asignatura, un alumno, Ricardo, me llama la atención, puesto que siempre se sienta solo y separado de sus compañeros. Es delgado, tímido y habla muy bajito. Compruebo que en algunas clases está con el ordenador o con otros libros distintos a los de la asignatura. Le pregunto el porqué de esto; me indica que está estudiando al mismo tiempo otra carrera. Tras charlar con él, le manifiesto que atienda y no se disperse, pues le va a resultar complicado seguir de este modo la asignatura. Por otro lado, Ricardo está tremendamente obsesionado con las calificaciones. Dado que he hablado con algunos compañeros y compañeras suyos, me dicen que ellos no le discriminan en absoluto, pero que es muy difícil trabajar con una persona tan solitaria.
Un día que el conjunto de la clase ha sido invitada a una conferencia, a la que di permiso, Ricardo se quedó solo conmigo, y con cierto tacto le pregunté por su familia (trabajamos el tema del dibujo de la familia, por lo que la pregunta era pertinente). Con cierto pudor me dijo que su padre era maestro, que vivía en otra ciudad distinta a Córdoba y que “pasaba olímpicamente de él”. Entonces, comprendí las raíces de su situación.
3. Un tercer caso es el de Ana. Nada más comenzar el curso me indicó que trabajaba en la pescadería de una superficie comercial muy conocida, que estaba separada y con tres niños. Le indiqué que tomaba nota de su situación y que asistiera todo lo que le fuera posible. Así lo hizo. Curiosamente, Ana era abierta, alegre, simpática y vitalista. Para nada podía dar a entender la situación que atravesaba.
Como a lo largo del curso charlo habitualmente con los alumnos (también en función de su proximidad o confianza), al final del mismo, Ana me indicó que se había quedado sin trabajo. “¿Y qué vas a hacer ahora?”, le pregunto. Me responde que quiere ser maestra, que con lo que le paguen con la parte correspondiente al paro tiene para los dos años que le faltan tanto para sus hijos como para acabar Magisterio. A partir de entonces, esperaba que las cosas tomaran otro rumbo. Le animé y le dije que contara conmigo para que en cuarto curso le dirigiera el Trabajo Fin de Grado. Por otro lado, Ana acabó la asignatura con una alta calificación.
Para cerrar, quisiera manifestar que no sé si el señor Moreno Castillo padece algún problema grave en la vista, pues no hay que ser excesivamente listo para ver que las clases, en cualquiera de los niveles, las forman personas; no meros números o sujetos clonados.
De todos modos, y tras comprobar que el libro “De la buena y de la mala educación” se encuentra en la biblioteca de mi Facultad, acudiré para leerlo y enterarme en qué consisten esos dos modelos que nos propone para que aprendamos a cómo ser “buenos” docentes.
No sé cómo alguien puede negar o ignorar la diversidad.
Está claro para mí que cada uno aprende de una manera, con un ritmo, con un estilo propio…
Lo que pasa s que estamos acostumbrados a una práctica muy homogeneizadora de la la escuela. El mismo curriculum y de la misma mera para todos.
Hay que atender la diversidad.
Saludos cordiales.
Solo desde la convicción de cada alumno es diferente a cualquier otro se puede realizar una buena tarea. Y no me refiero solo a los superdotados y a los que tienen dificultades de aprendizaje.
Todos son diferentes y cada uno aprende su manera.
Tener mucho alumnos y alumnas en el aula dificulta la actividad exitosa.
Al comenzar el curso pienso en los alumnos que voy a tener y considero que tendré que conocer a cada uno como es.
Buen curso.
Que tal Sr Santos Guerra
Todos sabemos que tenemos nuestros propios talentos, aptitudes y habilidades que nos ayudan a entender y a transformar nuestro entorno, que no existe una persona más inteligente que otra, sino que, simplemente, sus inteligencias pertenecen a campos diferentes, y, que la educación es poder atender y desarrollar la singularidad que en potencia tiene todo alumnado como persona irrepetible que es. Lo que no podemos negar es que algunos alumnos o personas presentan necesidades educativas especiales sea en caso que se presente dificultad de aprendizaje, o también pueden presentarse alumno que capta y aprende demasiado rápido, por lo que necesita estar avanzando y aprendiendo más cosas que los demás. Para ambos casos, se debe realizar adaptaciones curriculares y buscar la metodología o estrategia de trabajo adecuada para poder satisfacer aquellas necesidades educativas especiales.
Mi pregunta es la siguiente. ¿Cuàl es su consejo si la escuela no está sensibilizada a brindar la atención a la diversidad de aprendizaje de los alumnos, si los maestros no están lo suficientemente preparados, si la metodología y las estrategias de enseñanza no son adecuadas porque el sistema educativo es para una clase social media y no para otra?
Saludos
Querido Miguel Angel. Me encanta, me encanta lo que leo, lo que piensas, cómo lo argumentas.Lo mismito pienso yo. Pero no va a llegar a la escuela porque la sociedad no piensa así, no es así.Ni a los que nos mandan, nuestros jefes,ni a los que lo tienen que poner en prática, los profesores. Conocen su materia, son inteligentes,lanzan su sabiduría desde su poltrona para quien pueda entenderla, lo demás no es su problema, no les va en su sueldo. Hay profesores que cuantos más suspendan más contentos se ponen porque su asignatura es un campo difícil, no al alcance de todos, y el no tiene la culpa.
Para mí el maestro es como más comprometido con el alumno, no con la asignatura, como si fuera el no va más en esta vida. Hablo de un maestro vocacional, preparado,implicado como ser humano tratando con seres humanos y sus complegidades.
Desgraciadamente (recuerdo a todos que nunca estoy generalizando, sólo dando mi parecer más general), enlazando con la complegidad de educar,estoy muy de acuerdo en que las vacaciones son bien necesarias y merecidas.Dado que son vacaciones, son para desconectar,mayoritariamente entiendo que no se usan para formarse, para actualizarse. La formación debe ser a cargo de la empresa, en horario laboral. Problema, los jefes no ponen ni a un sustituto en una baja.
La escuela debe educar para transformar la sociedad o es un reflejo de esta, a su servicio. Qué ocurre en otros campos sociales con la diversidad cultural, diversidad de vidas.
Caso real corto.Estoy en un semáforo caminando, calle de dos carriles,señora cruza con una niña de unos cinco años.La niña tira de la mano de su madre y le dice – Mamá está en rojo. La madre tira de ella y le empieza a reñir por frenar en mitad de la calle. Escuela, educación vial, sociedad, no viene ningún coche. ¿Qué pensará esa niña?
Problemas de que un país vaya mal. La educación.
Problemas económicos de un país. De dónde se quita primero el dinero en los presupuestos: de la educación.Dos escusas y realidades políticas.
Un abrazzo a todos.
Hay pocos que caen en la cuenta (y esto se lo oído varias veces al autor del blog) que la escuela es una institución de reclutamiento forzoso. No es igual ir a un sitio porque quieres que porque te obligan.
De modo que de esas personas que acuden a los centros escolares unas van con sumo agrada y voluntariamente y otras van obligadas por las familias y el estado. ¿Cómo va a ser igual trabajar con unos que con otros?
Una coca es ur a un concierto de Julio Iglesias porque quieres y otra es ir obligado
Querido Maestro!
Las luchas por la integración ha sido siempre mi marcada carrera sin fondo.Me he puesto metas con niños con dificultades que a lo largo de los años han demostrado la alta eficacia de las actuaciones individuales y con los objetivos adaptados a sus niveles de comprensión.Tal ha sido la eficacia que ha visto crecer a muchos de esos niños, he sentido y visto los frutos del trabajo realizado,se han integrado a la sociedad con un buen éxito, a pesar de sus dificultades.
Siempre con el mejor aliado que el tiempo!
En educación es igual de importante los conocimientos que los afectos! Apuesto porque siempre ganan las tareas en la que la premisa más importante es el sentir del corazón!
Buena lección para todos querido maestro!
Sin más me despido con un cordial saludo.
Excelente texto. Para pensar. Para actuar ahora que llega el nuevo curso.
La diversidad tiene que empapar la metodología, la evaluación y las relaciones.
Es un error tratar a todos por igual. No hay mayor injusticia que tratar de la misma manera a quien son tan diferentes.
Es cierto que hay que exigir a todos para que lleguen a los mínimos, pero no de la misma manera.
Saludos.
Coincido con Magister. Todos estamos de acuerdo en que los alumnos y alumnas son diversos. Atender desde la práctica a 25 niños/as diferentes no es nada fácil. Se nos piden a los maestros/as la utilización de soluciones eficaces, como si existieran fórmulas o estrategias estandar maravillosas. Precisamente por tal diversidad, porque no tratamos con ladrillos, manzanas, telas o máquinas no existen este tipo de soluciones generales.En el magisterio se atiende a cada niño en función de sus características individuales, tratamos de incluir a todos, aunque, si bien es cierto, no es fácil adaptar los elementos curriculares a tal variedad de intereses y necesidades. Y aunque este esfuerzo por atender a la diversidad no es el idóneo, estoy convencido que es infinitamente superior al que se realizan en otras etapas educativas, donde la rasera está en la evaluación exclusiva de conocimientos.
No puede ser el mismo traramiento para todos los alumnos/as como indica. josema, precisamente porque no le dedicamos la misma atención a todos/as en función de sus necesidades, porque wn eso va también una educación inclusiva y solidaria. Para él es un trto discriminatorio. En qué quedamos?
Importante artículo.
Habría que traducirlo todo a la práctica.
Desde aspectos administrativos hasta metodológicos. Desde la vertiente organizativa a la evaluar. En todo se ha de mostrar la atención a la diversidad.
La uniformicen, la homogeneización acba por perjudicar a todos y a todas, especialmente a los más desfavorecidos.
Saludos.
Me parece que es ingeniosa la experiencia de la naranja irrepetible, que da título al artículo. La voy a llevar a la práctica.
Creo que ilustra muy bien la idea de la diversidad del alumnado. Si una naranja no se confunde con otras, ¿qué pasará con las personas?
No sé quién es ese señor que dice que no distingue a un sueco de un zulú. Pero es evidente que si les habla a los dos en sueco y el zulú no entiende nada, da igual lo que le giga.
Ahora empieza el curso.
Cada alumno llega con unos motivos, unas capacidades y unas expectativas. No se les puede considerar un número e imponerles el mismo curriculum a todos, de la misma forma y durante el mismo tiempo.
Es un error muy grave que perjudica a los ya perjudicados por la vida.
Alguien me pide que traslade la filosofía del texto a concreciones en la escuela y en el aula.
LO he he hecho en mi libro “El pato en la escuela o el valor de la diversidad”, editado hace años por la CAM de Alicante.
No se puede en un artículo hablar de todo.
Pero sí diré que la atención a la diversidad tiene que ver con TODOS los aspectos de la organización y de la didáctica.
En los aspectos administrativos, cada familia ha de ser atendida de manera que reciba el mensaje de la escuela de manera inteligible. No es igual una familia española que una rumana o magrebí.
El profesor tiene que conocer en el aula a cada UNO de sus alumnos o alumnas. Conocerlos significa hablar con ellos, saber cómo es su familia, saber qué capacidad tienen, qué expectativas, qué intereses, qué problemas de aprendizaje…Y actuar en consecuencia.
También la evaluación requiere atención a la diversidad. Hay formas particulares de hacer la evaluación que a unos les vienen bien y a otros mal.
En definitiva, que la escuela, en todas sus dimensiones, ha de hacer un esfuerzo para atender la diversidad.
T al profesor o profesora hay que hacérselo posible. No es fácil, por ejemplo, atender la diversidad en una clase masificada.
Gracias a todos los lectores/as y comentaristas.
MAS
Haré con mil alumnos la experiencia de las naranjas.
Es una forma plástica y palpable de lo que es la diversidad de las personas ya que incluso con naranjas que son seres inertes, no se confunden unas con otras.
Me ha hecho pensar sobre la importancia de la diversidad.
No sé sómo a veces lo pasamos por alto.
Lo que pasa es que la escuela es una institución homogeneizadora. Se elabora un curriculum para todos y todos lo siguen por igual. Incluso se piensa que hacerlo de otra manera sería discriminatorio.
Por otr parte, hce falta una buena preparación para atender la diversidad.
Y una dedicación intensa.
Eso de que yo explico y el que entienda bien y el que no peor para él es un modo de fracasar,
Excelente artículo sobre un tema verdaderamente importante en la educación: la diversidad del alumnado.
Conviene recordar de vez en cuando algo que resulta tan obvio y que algunos de forma teórica y tantos de forma práctica olvida.
Quiero agradecer al autor este buen recordatorio.
Saludos.
La historia de las naranjas es una forma amena y práctica de recordarnos la diversidad del alumnos. Las naranjas son inconfundibles. ¡Qué decir de los alumnos!
Pues sí que aplica bien esas teorías el señor catedrático al que le da igual un sueco que un zulú.
Si les explica lo m,ismo y de la misma manera a los dos, no sé si alguno entenderá algo.
Me gusta el texto por lo que tiene de interpelación a las personas ue trabajamos en la educación.
Hy que llevar a la práctica las ideas que aquí se exponen. No deberían quedar en el papel sino que ser llevadas a las aulas y a los centros.
Saludos a todos los lectores y lectoras de este blog.
Y gracias al autor.