Deberíamos llevar incorporado a la mente un detector de mentiras. Pienso que ese utilísimo aparato solo se puede adquirir con la educación. Es decir, que solo quien está educado, quien ha aprendido a pensar, a discriminar, a ponderar, a comparar, a observar, a dilucidar, a sopesar, a investigar… consigue instalarse ese mecanismo tan necesario en la vida.
Digo esto porque hay muchas personas que pretenden engañarnos. Nos engañan muchas veces los políticos, utilizando el lenguaje de una manera ladina. Y así pueden hablarnos de “un avance estratégico hacia la retaguardia” para referirse a una vergonzosa huida, de un “crecimiento cero” para describir la ruina económica o de una “salida de la crisis” para decirnos que los más de cien mil nuevos parados del mes de enero son menos que los que hubo en el mismo mes del año pasado.
Se puede mentir ocultando la verdad, utilizando eufemismos para describirla, diciendo medias verdades, falseando o silenciando los hechos, utilizando ambigüedades o diciendo literalmente la verdad con intención de engañar.
Sí, se puede engañar diciendo la verdad. Lo expresa muy bien aquella historia del capitán de un barco que, un buen día (o malo, vaya usted a saber), se emborracha hasta perder la noción de la realidad. Su segundo de a bordo, que tiene que hacerse cargo del gobierno del barco, escribe esa noche en el cuaderno de bitácora:
– Nota: Hoy, el capitán se ha emborrachado.
Al día siguiente, el capitán, ya lúcido, se hace cargo del barco y de la redacción y termina su informe del día escribiendo:
– Nota: Hoy mi segundo de a bordo no se ha emborrachado.
Así había sido, ese día no había bebido, pero al decir la verdad de esa manera, manifestaba que la sobriedad era la excepción y el alcoholismo la costumbre en la vida de su segundo.
Es altamente aconsejable el libro De Thomas Cathcart y Daniel Klein “Aristóteles y un armadillo llegan a la capital” que tiene este elocuente subtítulo: ˝Las mentiras de los políticos analizadas con humor”. En una de sus interesantes ilustraciones aparecen tres políticos que están preparando un discurso para la campaña electoral. Y uno de ellos le dice a los otros:
– “Es un buen discurso… solo hay un par de puntos que necesitan un poco más de confusión”.
Efectivamente, se puede mentir oscureciendo las ideas, haciéndolas casi ininteligibles, explicando de forma oscura lo que podría ser expresado de forma meridianamente clara.
Me pregunto muchas veces por qué nos dejamos engañar con tanta frecuencia. Y siempre llego a la misma conclusión: porque no tenemos una buena educación, ya que si no fuera así, estaríamos preparados para detectar el engaño, para no ser tan crédulos, tan ingenuos, tan estúpidos.
No solo mienten los políticos. Lo hacen también los medios de comunicación, a veces de forma descarada, otras de manera sutil. Basta ver las diferencias en los titulares en periódicos de diferente ideología sobre las mismas noticias. Se diría que no están hablando de los mismos hechos. Nos engaña también, de forma a veces sibilina, la publicidad.
¿Podremos saber alguna vez lo que costó realmente el fichaje de Neymar, jugador del Barcelona Club de Fútbol? ¿Por qué no dicen la verdad ni a la primera, ni a la segunda, ni a la última? Primero cincuenta millones, después cien, después ciento treinta… Contratos y subcontratos, unos por jugar, otros por derechos de imagen, otros por productividad… Todo se enmaraña para esconder la verdad. Llega uno a pensar, al final, que la verdad ni existe.
Le pueden mentir los jefes de las empresas a los trabajadores y los trabajadores a los jefes, los profesores a los alumnos y los alumnos a los profesores, los hombres a las mujeres y éstas a los hombres en sus relaciones de pareja…
Se puede mentir con adulación descarada, falsas promesas, silencios programados, actuaciones hipócritas, argumentos falaces, restricciones mentales, comportamientos desleales, fingidos arrepentimientos, engañosos propósitos, palabras equívocas… Decía Lichtenberg: “no son las mentiras francas sino las refinadas verdades las que entorpecen la expresión de la verdad”.
Tengo en mis manos un libro titulado “El arte de no decir la verdad”, de Adam Soboczynski, un escritor polaco afincado en Berlín que es colaborador habitual del suplemento del semanario Die Zeit. En treinta y tres interesantes relatos ofrece un decálogo de conducta para desenvolverse en un mundo en el que, como él mismo advierte, “acechan las trampas y reinan las intrigas”.
Soboczynski dice, en una de sus treinta y tres historias ejemplares, que también podemos engañarnos a nosotros mismos.
Hay que formularse continuamente, yo diría que obsesivamente, cadenas de “porqués”. Hay que interrogarse sin cesar. Hay que poner en tela de juicio la información. Hay que preguntarse por qué la realidad es como es y no es de otra forma.
¿Por qué antes nos decían que había un limbo al que iban los niños y las niñas no bautizados y ahora nos dicen que ya no existe? ¿Por qué promulgan ahora una ley para mejorar la calidad de la educación quienes hacen recortes y empeoran las condiciones que permiten alcanzarla? ¿Por qué estamos sumidos en una crisis económica que ha hundido en la miseria a muchas familias? ¿Por qué dicen que la Infanta Cristina está imputada por ser quién y no por sus actuaciones indecentes? ¿Por qué nos viene ahora el cardenal Fernando Sebastián a decir que la homosexualidad es una enfemedad? ¿Por qué el señor Gallardón y el señor Rocuo (no por casualidad varones) pretenden precisamente ahora regular la práctica del aborto?… ¿Por qué…? ¿Por qué…?
Gianni Rodari, maestro y pedagogo italiano, publicó un sustancioso libro póstumo titulado “El libro de los por qué”. Dice Rodari en su hermoso libro que “el juego de los por qué es el más viejo del mundo. Incluso antes de aprender a hablar el hombre ya debía de tener en la mente. El cielo y la tierra están todavía llenos de interrogantes… El niño dispara sus por qué como una ametralladora. Sus preguntas –serias, cómicas, extrañas, divertidas, conmovedoras- caen sobre las cabezas de los padres como el pedrisco”.
Con el tiempo se va reduciendo la inquietud, se va perdiendo la curiosidad. Nos vamos adormeciendo. Einstein era un gran dormilón pero él decía que, cuando estaba despierto, estaba mucho más despierto que los demás. Algunos están dormidos.
No basta formular preguntas. Hay que buscar concienzudamente las respuestas. Hay que contestar con rigor, con exigencia, con lógica, con argumentos. No con suposiciones, intuiciones, supersticiones, revelaciones o aproximaciones interesadas.
Para que las respuestas sean rigurosas necesitamos la reflexión. Una reflexión cimentada en hechos y no en prejuicios, basada en argumentos y no en creencias. Para llegar a conclusiones valiosas tenemos que tener capacidad de análisis y de discernimiento. Tenemos que aprender a pensar. Aprender a pensar es el fruto de la verdadera educación.
Querido amigo y maestro:
«Se puede vivir perfectamente diciendo siempre la verdad».
Esta oración la he repetido muchas veces a mis alumnos/as, fruto de mi propia experiencia. Tras ella, siempre continúo con los mismos argumentos:
«Siempre hay tres opciones:
– La primera: decir la verdad, incluso cuando nos hayamos equivocado, porque rectificar es de sabios.
– La segunda: mentir, la cual no cabe en ningún caso, porque el fin no justifica los medios.
– La tercera: decir la verdad sin herir a nadie; no hay por qué dar toda información.»
Efectivamente, en la tercera opción no se viola el derecho a la intimidad de las personas. Por ejemplo, hay a quienes les preguntan por su profesión y contestan diciendo que son funcionarios. Y dicen la verdad. No tienen por qué ampliar la información afirmando que trabajan en el G.O.I. (Grupo Operativo de Investigación). Las razones son obvias.
Alguna vez, me han preguntado mis alumnos/as que por qué siempre digo la verdad. La respuesta procede de un hecho natural, del amor:
«Porque mi padre quería que siempre dijera la verdad».
Jamás he necesitado más argumentos que éste.
Hay un proverbio que dice:
«Cuando hables, procura que tus palabras sean mejores que el silencio.»
A mí me cuesta mucho mejorar el silencio. Es más, pienso que no lo logro.
Un fuerte abrazo, MÁS.
Saludos a todos/as.
Querido Juan Miguel
Ya veo que siempre eres el más madrugador de los comentaristas.
Siempre son interesantes tus aportaciones.
Debería escribir solo para provocar los comentarios inteligentes y aleccionadores que siempre siguen al artículo.
Un abrazo.
MAS
Querido Maestro!
Casi todos los sábados,da usted en el clavo con sus comentarios.Qué gran verdad es que la mentira atraviesa el país de punta a punta y en todos los ámbitos.
Yo tengo como premisa,que con la verdad se va a todas partes,y nunca me ha ido mal siguiendo este camino,pero es triste comprobar que somos pocos los que opinamos de esa manera y que los mentirosos obtienen beneficios de sus actuaciones.
Porqué regla de tres estamos metidos en este laberinto que no nos lleva a ninguna parte? Convencida estoy que la educación, las luchas,el buen ejemplo,la bondad,el buen hacer,el amor,el seguir aunque nos veamos diferentes y nos cueste más trabajo llegar, son el camino de la salvación.
A veces tengo la sensación de ser ilusa y creer en imposibles pero, » los sueños nunca desaparecen siempre que las personas no los abandonen».
Gracias por hacerme ver que las guerras se consiguen ganando batallas.
Es un placer leerle.
Sin más me despido con cordial saludo.
¡Qué difícil…!
Porque …la botella…¿está medio llena o medio vacía?
Hay hechos objetivos, pero en cuestión de creencias…
Ojalá tuviéramos ese detector, que se supone que viene en el Kit de la educación. Pero yo añadiría otros «el sentido común y la BONDAD». Así, en grande, como la voluntad de hacer siempre el bien sin mirar a quien (o mirando con cuidado…)
;-))
Gracias por estar ahí todos los sábados.
Buenos días!
Con el tiempo que hace, este saludo ¿también se podría considerar una mentira? ;)))
«Es más fácil creer que pensar con espíritu crítico» Ernst Fischer.
Incluido el artículo que a modo de ejemplo comparto, por la relación que puede tener en algunos aspectos con el tema que planteas hoy, del Blog: Despierta vivimos en una mentira.
http://despiertavivimosenunamentira.com/2013/12/10/la-manipulacion-que-viene/
Un abrazo.
Querida MJA:
He leído el texto que nos aconsejas. Comparto la inquierud que él se manifiesta.
La mano gigante que maneja los hilos, como si se tratase de marionetas que son manejadas desde arriba es inquietante y a la vez muy lúcida.
Gracias por tu comentario.
Muchos besos.
MAS.
Hoy no voy a hacer ningún comentario… :_)
Decir la verdad, ser sincero, no intentar engañar, no tergiversar la realidad, no manipular, es el camino que nos conduce a la libertad, a esa libertad interior que nos da la posibilidad de hablar alto y claro sin que tengamos que refugiarnos en expresiones controladas y matizadas… Pero surge ahora la pregunta: ¿quién desea ser libre con los riesgos que ello conlleva?
Y no es ninguna tontería lo que apunto, pues el título de uno de los libros de Erich Fromm «El miedo a la libertad» pienso que es una auténtica declaración de lo que nos acontece a los seres humanos a medida que crecemos (creo que a partir de los 7 u 8 años los niños son conscientes de que no pueden ya decir todo lo que piensan, y menos aún lo que sienten, ni estar preguntando constantemente «por qué»).
Por otro lado, Miguel Ángel, es buena la recomendación que haces del libro de Thomas Cathcart y Deniel Klein, a la que me sumo, pues siempre podemos ampliar nuestra formación con oportunas lecturas que amplíen nuestros conocimientos de los temas tratados y no quedarnos en lo que ya sabemos.
Desde las primeras elecciones democráticas, la mentira es consustancial a la política. De manera ladina a veces, pero casi siempre de forma abrupta. El problema es que este perfil se ha socializado entre la ciudadanía. Lo vemos como algo natural, consustancial a la clase política. Y esta socialización nos vuelve ciegos. Si uno de los grandes partidos está prácticamente extinguido, vía urnas, por los desmanes cometidos en sus dos últimas legislaturas, es de creer que el actual siga sus pasos, a medio plazo al menos. ¿Se instalará en España un nuevo perfil de político/a, cercano al ciudadano, de gestión transparente, eficaz y eficiente y que gobierne para todos/as? Lo dudo. Spain es diferente. Y en lo que afecta a Andalucía, la corrupción se ha vuelto absolutamente insoportable. Nunca hubiera imaginado que un sindicato de trabajadores, que no ha parado de gritar contra la corrupción de la clase política, que nos ha sacado a la calle para protestar contra medidas de tal o cual partido, pudiera a su vez corromperse de manera semejante. Creo que el camino, no obstante es que todos tengamos conciencia crítica. Y que practiquemos la ciudadanía activa, si bien rehuyendo siempre la violencia. El sistema educativo puede y debe hacer mucho por las nuevas generaciones. Si bien, desde luego, no lo ha hecho hasta ahora. Desconozco francamente si la nueva Ley permitirá que el alumnado adquiera, por fin, esas competencias que entre las generaciones de los últimos años, han estado más bien ausentes. En fin, Spain, sacudida endémicamente por la corrupción que no cesa, es diferente.
Es cierto. Tenmos que estar prevenidos.
No es fácil defenderse tanta manipulación.
Hay que pensar.
Hay que tener herramientas para saber entender el mundo las manipulaciones del poder.
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Hola de nuevo, olvidé compartir un enlace donde se sugieren unas técnicas sencillas para trabajar en el aula el pensamiento crítico, por si os pareciera interesante para ayudar a aprender a pensar a nuestro alumnado.
http://conticycorazon.com/pensamiento-critico-10-tecnicas-sencillas-para-utilizar-en-el-aula/
Un abrazo, Miguel Ángel.
Saludos a todos/as.
29 de diciembre de 2012
Mentir con la verdad (Miguel Ángel Santos Guerra)
La gran burla (Rosebud)
«La verdad es la verdad, dígala Agamenón o su porquero.
Agamenón. — Conforme.
El porquero. — No me convence.» (Juan de Mairena)
(…)
En cualquier terreno, desde lo mundial a lo mundano, ¿hasta dónde estamos dispuestos a conocer? ¿Estamos en condiciones de acceder, si eso fuera posible, de soportar el gran misterio?
(…)
Ojos que no ven, corazón que no siente: Qué es noticia? ¿Quién o quiénes la deciden? ¿Qué debe y cuándo serlo? ¿…? Y entonces aparecen vocablos y personajes que van desde los gargantas profundas pasando por los fontaneros, por los necesarios y muy sufridos daños colaterales hasta finalizar en la sacralizada cuestión de Estado.
(…)
La aldea global, sí. Pero para conocer mínimamente cierta parte de lo que te sirven como verdad cada vez hay que utilizar unas naves carísimas e inalcanzables para el común que te transporten por unas galaxias distantes que se hallan, a veces, en medio de unas nebulosas también contaminadas y la basca no tiene tiempo ni ganas de embarcarse porque no hay más años-luz que la cabezadita de rigor que te es administrada bajo focos por una caterva dominada por periodistas, políticos, y otra clase de ralea envueltos una melé pactada e interminable.
Con independencia de que sobre este tema se siga reflexionando, por el interés que encierra y ha despertado, desde un aspecto formal de colaboración deseo aportar este nombre y su trabajo que se presentan por sí solos.
Miguel Catalán González
“Miguel Catalán (Valencia, 1958) es profesor de Ética y Deontología en la Universidad UCH-CEU de Valencia. Ha publicado diversos títulos cuatro de ellos formando parte de un tratado destinado a analizar las formas de engaño, agrupados bajo el lema común de Pseudología. El primer volumen (El prestigio de la lejanía) fue sobre el autoengaño: la forma básica de engaño. El segundo (Antropología de la mentira), ponía las bases antropológicas del engaño y el tercero (Anatomía del secreto) estudiaba el secreto como forma de resguardarse de una verdad que me puede dañar. El cuarto (La creación burlada. Editorial Verbum) aparecido ahora, trata sobre el engaño metafísico y el quinto seguirá en esta misma línea y se titulará La simulación del mundo. Saldrá el año que viene. Los siguientes volúmenes estarán dedicados a la mentira política. “He calculado”, explica, “que serán unos cuatro o cinco volúmenes. Luego seguiré con la creatividad, el engaño artístico, el engaño moral, el engaño en los medios, la seducción, la mentira patológica, la mitomanía, la impostura, el fraude, el plagio, el engaño en la publicidad. Al final pretendo dar una imagen no sistemática (eso en ciencias humanas es muy atrevido) pero sí lógica, coherente, del engaño como interacción que, al mismo tiempo, sea sintético, con una idea que nos permita comprender el fenómeno en toda su amplitud, y lo más detallado posible, sabiendo que nunca podré abarcarlo todo. Porque en el engaño está todo, incluida la verdad. La verdad, sin el engaño, no es nada. Yo calculo que serán unos 20 volúmenes. Si vivo lo suficiente. Mi idea es ver las cosas como son. “Ver las cosas como son” es un propósito que ya se hizo Nietzsche para el conjunto de su tarea intelectual”.
Luis Eugenio Utrilla
Es muy fácil engañar a la ciuadanía si no está educada. Mientras más preparación tengas las personas, más difícil será darles gato por liebre. Por eso llega uns a pensar que el poder está poco interesado en la educación.
El verdadero engaño es aquel en el que el que miente tiene real intención de confundir al otro. Todas las mentiras son interesadas.
Muchas gracias, Luis Eugenio, por tus reflexiones y por compartir la interesante aportación que haces a los lectores y lectoras del blog con la obra de Miguel Catalán, tan sugerente (en lo ya publicado) y tan prometdora (en los títulos que el propio autor anuncia.
Sinceramente, gracias.
Querido Miguel Ángel:
Soy yo, somos Todos, son aquellos, los que humildemente configuran con su lectura, con su participación escrita en este blog, son todo ese conjunto – ya infinito – de personas que a lo largo de tu camino profesional y personal han podido compartir contigo tu generosidad, tu humanidad, tu cariño, tu magisterio,…..los que te damos las Gracias.
Gracias por infinitas razones. Sería, hasta cierto punto, muy impúdico decir públicamente todo lo que siento y desearía proyectar sobre tu persona.
Creo, Miguel Ángel, que en Educación – en particular – , como en la Vida, -en general – , no debe haber descubrimientos personales si no son para compartirlos.
Quizás, por todo ello, es que allá por donde voy, te difundo, es decir: TE COMPARTO. Pido a los dioses que la vida te depare una larga Ítaca junto a Lourdes y Carla.
GRACIAS
Texto para pensar, como suele suceder en este blog.
Engañar es una perversidad. Dejarse engañar es una ingenuidad que se paga caro.
De ahí la importancia de la educación, como se dice en el artículo.
A mí sorprende mucho la reiteración con la que una y otra vez nos tragamos el anzuelo…
Se puede engañar de muchas maneras, efectivamente.
Desde el poder existen más medios para hacerlo de forma convincente.
Lo que resulta más preocupante es que los ciudadanos nos dejemos engañar con tanta facilidad y frecuencia.
¿Cómo es posible que los votantes sigan apoyando a quienes están imputados e incluso acusados de delitos? ¿Qué piensan, que van a convertirse?
Querido amigo y maestro:
Cada artículo tuyo tiene un gran valor para mí. Invita a la reflexión, algo tan fundamental para la evolución humana…
Al escribir, compartes tus experiencias, tus conocimientos y tus valores, así que espero y deseo que sigas escribiendo mucho MÁS.
«Solo a los peces muertos los arrastra la corriente».
Un gran abrazo y muchísimas gracias por tus artículos y por tus palabras.
A la atención de Luis Eugenio Utrilla:
Muchas gracias por sus comentarios. Particularmente, me han resultado extraordinariamente interesantes.
Un cordial saludo.
Estimada AF:
He visto tu comentario de la semana pasada y me alegro muchísimo de que estés de nuevo por este espacio.
Permíteme subrayar la oración que escribiste y que me ha encantado, por ser sintética, a la vez que integral, dos cualidades muy difíciles de conjugar:
«El amor y los límites son los pilares sobre los que deben crecer los niños.»
Un fuerte abrazo y muchos besos.
Gracias y un fuerte abrazo para ti Juan Miguel.
¿Dónde está verdad? ¿A quién le interesa contarla? ¿Qué estamos dispuestos a hacer para encontrarla?
El engaño es el problema de unos (los que mienten) y la pereza el problema de los otros (Los que son engañados).
Vivir en la mentira es una gran desgracia. Instalarse en el engaño es una calamidad
Quiero plantear la importancia que tiene el autoengaño. Uno puede autoengañarse sobre quién es y cómo es, pero también puede autoenbgañarse creando flasas imagenes y expectativas de los demás y de la realidad.
Vivir instalado en el engaño es una inmoralidad. Esto puede pasar por pereza o por interés. Cuesta más esforarse por saber y es más doloroso hacer frente a la verdad cuando no nos agrada.
La primera forma de acabar con este juego de engañadores y engañados sería que cada uno se comprometiera con la verdad. Es decir, que dejásemos de mentir.
Unas veces lo hacemos por interés, otras por fastidiar a los demás y alguna vez hasta por costumbre.
Hay que amar la verdad.