Una ratonera en la casa

4 Ene

Estamos en plena crisis. Pero la crisis no afecta a todos por igual. Algunos hasta se han enriquecido con ella. Otros, como consecuencia del mal proceder de unos pocos, viven en la miseria.

- ¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!

Hay restaurantes carísimos que están siempre abarrotados, vacaciones de lujo por el mundo entero, Hoteles de cinco estrellas repletos de clientes, viajeros de primera clase que pagan cinco mil euros por un viaje, coches de altísima gama circulando por las carreteras de países sumidos en la pobreza… Y hay quien busca en la basura algo que llevarse a la boca, gente que pasa frío porque no puede pagar la calefacción y personas que tienen que dejar a sus hijos sin un triste juguete.

Alguien, al entrar en un restaurante y verlo abarrotado, me dijo:

– ¿Dónde está la crisis?

Pues está en otra parte. Pero está. Afecta a otras personas. Lo que pasa es que esas personas nos importan un bledo. Y les importan otro bledo a algunos políticos, más preocupados por mantenerse en el poder y enriquecerse que por ayudar a los necesitados.

Me preocupa cada vez más el tipo de sociedad que estamos construyendo. ¿Es una sociedad en la que cabemos todos? ¿O es una sociedad en la que solo unos pocos disfrutan? ¿Es una sociedad solidaria y equitativa o una sociedad injusta y cruel?

Me preocupa que las diferencias se vayan acentuando y que los pobres sean cada vez más pobres y los ricos cada vez más ricos. ¿En qué consiste entonces el progreso? ¿En que mejoren quienes ya tenían unas condiciones de vida favorables y se hundan cada vez más en la miseria los desarrapados?

Me preocupa la progresiva privatización de bienes y servicios. ¿Tiene usted dinero? Tendrá educación. ¿Tiene dinero? Tendrá salud. ¿Tiene dinero? Tendrá seguridad. ¿Tiene dinero? Tendrá medios para comunicarse y desplazarse. ¿No tiene dinero? Será un ser desgraciado en esta sociedad y no podrá tener ni educación, ni salud, ni seguridad, ni comunicación, ni futuro.

¿Es esto una selva? ¿Una selva con leyes cada vez más sofisticadas? Antes, quienes eran grandes y fuertes destruían o dominaban a quienes no lo eran. Ahora hemos creado nuevas reglas de funcionamiento: los que más saben, engañan a quienes no saben nada. ¿Para eso sirve el conocimiento?

Si cada uno mira por sí mismo (o por el pequeño círculo familiar, que esa es una forma peculiar de egoísmo compartido), ¿qué será de los más desfavorecidos?, ¿qué pasará con quienes Paulo Freire llamaba “los desheredados de la tierra”?

Leí hace tiempo una historia que quiero compartir con los lectores y lectoras por lo que tiene de aleccionadora.

Un ratón, mirando por un agujero que hay en la pared, ve al granjero y a su esposa abriendo un paquete. Sintió cierta curiosidad e, incluso, cierta emoción pensado en lo que contendría.
– ¿Qué tipo de comida podría haber allí?
Quedó aterrorizado cuando descubrió que era una ratonera.
Fue corriendo al patio de la granja para advertir a todos:
– ¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera en la casa!
La gallina, que estaba cacareando y escarbando, levantó la cabeza y dijo:
– Discúlpeme, señor ratón. Yo entiendo que es un gran problema para usted, pero a mí no me perjudica en nada, no me incomoda lo más mínimo.
El ratón fue hasta donde estaba el cordero y le dijo:
– ¡Hay una ratonera en la casa, una ratonera!

– Discúlpeme, señor ratón, pero no hay nada que yo pueda hacer, solamente pedir por usted. Quédese tranquilo que será recordado en mis oraciones.

El ratón se dirigió entonces a la vaca, y la vaca le dijo:
– Pero, ¿acaso yo estoy en peligro? Pienso que no. Es más, estoy seguro de que no.
Entonces el ratón volvió a casa preocupado y abatido para encarar a la ratonera del granjero.

Aquella noche se oyó un ruido, como el de una ratonera atrapando a su víctima. La mujer del granjero corrió para ver lo que había atrapado. En la oscuridad, ella vio que la ratonera había atrapado la cola de una cobra venenosa. La cobra mordió a la mujer. El granjero la llevó inmediatamente al hospital. Ella volvió con fiebre. Todo el mundo sabe que para alimentar a alguien con fiebre nada mejor que una sopa. El granjero agarró su cuchillo y fue a buscar el ingrediente principal: la gallina.

Como la enfermedad de la mujer continuaba los amigos y vecinos fueron a visitarla. Para alimentarlos, el granjero mató el cordero. Mas la mujer no mejoró y acabó muriendo. Y el granjero entonces vendió la vaca al matadero para cubrir los gastos del funeral.

Así que la próxima vez que escuches que alguien tiene un problema y creas que, como no es tuyo, no le debes prestar atención… piénsalo dos veces.

El problema consiste en pensar que cuando alguien oye o ve o sabe que otra personas o muchas otras personas tienen un problema no tiene que pensárselo dos veces porque no le va a pasar nada. Puede ser así en una primera instancia. Pero, a la postre, cuando se crea un mundo con reglas de funcionamiento injusto, todos vamos a ser perjudicados.

La historia ofrece una moraleja que la vida no suele corroborar. Lo que suele suceder es que el ratón cae en la ratonera y los demás animales siguen viviendo tan ricamente. Esto a la corta pero, a la larga, esas actitudes generan un perjuicio para todos.

El problema es que estamos creando una sociedad en la que cada uno mira por sí mismo. Y, cuando alguien da, es porque espera recibir algo. No me gusta la filosofía del “do ut des” (doy para que me des). Creo que la solución no está en el interés sino en la generosidad.

Si a los animales de la granja les hubiera importando el problema del ratón, es probable que hubieran solucionado su problema. De esa manera, cuando el cordero tuviera una situación de dificultad, los demás animales le hubiesen echado una mano. Pensar que los problemas de uno son de todos es una forma de crear una sociedad más solidaria.

Ya sé que es muy conocido este poema que erróneamente se atribuye a Bertolt Brech. En realidad se debe al pastor luterano alemán Martin Niemöller que lo incluyó en un sermón de Semana Santa. Es saludable recordarlo de nuevo.

“Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,/ guardé silencio,/ porque yo no era comunista,/ Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,/ guardé silencio,/ porque yo no era socialdemócrata./ Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,/ no protesté,/ porque yo no era sindicalista,/ Cuando vinieron a por los judíos,/ no pronuncié palabra,/ porque yo no era judío,/ Cuando finalmente vinieron a por mí/ no había nadie más que pudiera protestar”.

Si la nueva ley de educación perjudica a los más desfavorecidos, que protesten ellos; si la ley del aborto machaca a las mujeres, que protesten ellas; si las empresas despiden a sus trabajadores, que protesten los despedidos; si las leyes sanitarias expulsan del beneficio social a los más pobres, que protesten ellos…

Es la herencia que vamos a dejar a nuestros hijos, a nuestras hijas. ¿Cómo no nos preocupa este clima de injusticia y de insolidaridad? Hay que construir una sociedad más justa, más solidaria. Una sociedad en la que todos podamos vivir de forma digna. No solo unos pocos privilegiados. No solo unos cuantos espabilados. No solo quienes fueron favorecidos por la herencia, la suerte, el robo o el azar.

20 respuestas a «Una ratonera en la casa»

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  2. Querido Maestro!
    En primer lugar agradecerle de corazón el que dedique su tiempo a decirme unas hermosas palabras.
    Necesitamos una sociedad llena de valores,justa y solidaria.Somos casi siempre los que menos tenemos los que contribuimos de manera diaria a combatir con nuestro trabajo y nuestro esfuerzo a sembrar la semilla de la igualdad y la justicia.Será porque nos pilla tan de cerca las cosas que nos llega al corazón y nos hace actuar de inmediato.Los que están en otro escalafón no ven la realidad tan cruda que tenemos.
    Pero yo este año he prometido,y lo prometido es deuda, que voy a mirar al horizonte de manera positiva y como usted propone, con una amplia sonrisa.Es la mejor manera de no caer en el pozo del desaliento y poder seguir luchando por los derechos que todo ser humano merece y necesita.
    Entre todos podemos alcanzar las metas necesarias para vivir lo más humanamente posible.
    Seguiré sus comentarios con ganas de aprender de su sabiduría.
    Sin más me despido con un cordial saludo.

  3. La insolidaridad es el cáncer de la sociedad. Si cada uno mira por si mismo solamente, no podremos tener una sociedad justa. Saludoos.

  4. Cierto que el llamamiento al pueblo a ser solidario y sensible ante los problemas de los demás, es loable. Creo que el pueblo español es muy sensible y solidario con los necesitados, lo demuestra las últimas campañas de recogidas de alimentos que han batido todos los récords y los grupos que asisten diariamente a multitud de necesitados, como Cruz Roja, Cáritas y otros grupos que aparecen por doquier.
    Hoy da la sensación que el ciudadano que ha trabajado durante su vida, ha pagado sus impuestos y ha sido comedido en los gastos si se permite un disfrute ganado honradamente parece que hace algo impropio porque a su lado hay mucha gente que lo pasa mal. Tampoco creo que deba ser eso.

    ¿Qué nos sucede? El mal no está en los ciudadanos, el mal está en los políticos que nos dirigen: en la injusticia del sistema impositivo, en la mala distribución de la riqueza, en dejarse dominar por los intereses de los más ricos, en permitir sueldos exorbitantes para algunos y miserables para otros, él seguir permitiendo los paraísos fiscales, donde están las riquezas, el permitir las Sicavs donde se agrupan grandes fortunas pagando un uno por ciento, el dar grandes sueldos a gente que no hace prácticamente nada, como el Senado, el permitir la avaricia de los que nos proporcionan servicios básicos, en la corrupción y mal hacer que nos ha llenado de deudas que hay que pagar, en la inseguridad en el trabajo o peor la ausencia de él.
    En fin, a todo esto los que tenían que poner orden son los políticos que para eso los puso el pueblo en el poder. Por desgracia el poder no está en los políticos, se lo ha arrebatado el capital.
    También es verdad que parece, que hoy en día, no nos exponemos si, de algún modo, no nos sentimos amenazados.
    En fin, el pueblo padece los excesos y mal hacer de otros. Confiemos que esto cambie y que cada uno, a su manera, ponga su granito de arena.
    Lo expuesto es mi pensar. Saludos a todos.

  5. Querido Joaquín:
    Tus comentarios son siempre certeros y sabios. Me alegro mucho de tenerte entre los comentaristas de los artículos. Muchos comentarios son mejores que los textos de partida.
    Un abrazo y feliz Año Nuevo.
    Miguel a. Santos

  6. Bueno, las cosas no son tan simples.

    Hay familias que ahora lo pasan mal, porque cuando ganaron más de lo que les correspondía (por a burbuja de la construcción), se les subieron los humos y firmaron bajo su responsabilidad una hipoteca de 6 cifras a 40 años que ahora no pueden pagar. ¿los que fuimos prudentes y guardamos nuestro dinero teniendo que soportar cómo esta gente te restragaba por la cara su nuevo adosado, tenemos ahora que socorrerles?

    Hay otras personas que ahora lo pasan mal porque mientras otros nos dejábamos la piel estudiando 5 horas diarias para tener el día de mañana un trabajo confortable y bien remunerado, ellas prefirieron «disfrutar de la vida», pasar el día en la calle y vivir el momento (Carpe Diem). ¿Es justo que ahora les ayudemos?

    Hay una cosa muy simple de entender: se llama «responsabilidad» y básicamente consiste en tener muy claro que, la mayoría de las veces, lo que hay que hacer se parece bastante poco a lo que nos apetecería hacer.

    Habrá personas que se merezcan una ayuda, pero estoy seguro de que otras muchas, no. Deben pagar por su error. Somos mayores de edad para lo bueno y para lo malo.

    Ya está bien de demagogia, de criticar lo que otros hacen y decir lo que la gente quiere oir

  7. Estimado Pablo:
    No sé lo que quiere oír la gente, lo que sí sé es lo que yo quiero decir.
    O sea que la culpa de que haya pobres, parados, hambrientos, desahuciados, harapientos… es de ellos. No se esforzaron lo suficiente, no fueron responsables.
    Nadie más que ellos tiene responsabilidad. Quienes se han hecho multimillonarios, quienes han especulado hasta la saciedad, quienes se forraron con la burbuja inmobiliaria, quienes han robado a espuertas, quienes han gobernado de manera torpe e insensible… no tienen la culpa de nada.
    No digo que no haya personas irresponsables, no digo que no haya quien no se ha esforzado. No digo que sea igual trabajar y esforzarse que no hacerlo. He hablado muchas veces en este blog de los deberes.
    Y no sé si de lo que la gente quiere oír hablar es de solidaridad, que es de lo que habla este artículo.
    Un cordial saludo. Y gracias por participar.
    Miguel A. Santos

  8. La historia de la ratonera es bvien aleccionadora.
    No puede preocuparse uno de su cosas solamente. Los problemas de los demás también tiene que interpelarnos. Eso de «cada uno a suyo» oi «sálvese quien pueda» nos lleva a una sociedad injusta en la que solo pueden disfrutar unos pocos.
    Saludos.

  9. Pablo: no creo que este discvurso es el que quiere oir la gente sino el que refleja la realidad. Hay mucha gente hundida en la miseria porque otros les han hundido, no porque no se hayan esforzado.
    No me gusta ponerme del lado de los poderosos sino de los que sufren.
    Feliz Año a todos.

  10. La educación debería caminar por derroteros de solidaridad. Primero, debe ayudar a entender lo que pasa y POR QUÉ PASA. Y Y después debe ayudar o estimular al compromiso con los valores.
    La construcción de una sociedad mejor es responsabilidad de todos y de todas.

  11. No siempre las cosas salen como en la granja. El ratón cae en la ratonera y los demás siguen disfrutando de su pienso.
    La vida no siempre hace justicia de esa manera.
    Por eso creo que el asunto de la solidaridad debe nacer más que del miedo de la generosidad.
    Si en la granja hubiera muerto el ratón en la ratonera, la enseñanza sería la misma o m, mejor dicho, más contundente.

  12. Lo que más me preocupa es pensar en el mundo que estamos haciendo y en las leyes que lo gobiernan. Si se plantea todo el funcionamiento con los postulados de individualismo, competitividad, relativismo…será difícil convivir.
    Esto será una selva. Solo a los fuertes les interesa.

  13. El poema de Niemöller (yo creía que se debía a Bertol Brech) siempre me pareció estremecedor. Y muy alecciondor.
    La siembra de la insolidaridad acaba afectándonos a todos, aunque sea tarde.
    Cuando le toca a uno se da cuenta de lo que otros han tenido que pasar. Pero ya no hay remedio entonces si se ha sido egoísta.

  14. El artículo no tiene desperdicio.
    Esa es la cuestión esencial: ¿estamos haciendo una sociedad solidaria o estamos haciendo una selva sofisticada?
    El asunto nos debe importar por nosotros, pero también por nuestros hijos, por nuestros nietos.
    ¿Qué mundo les estamos dejando?

  15. Hay que interpelar también a quienes se dedican a fabricar, vender e instalar ratoneras.
    ¿Cómo podríamos fabricar alguna para ellos? Hablamos de cómo defendernos pero ya está bien de soportar a quienes machacan de forma sistemática a los demás.
    Saludos.

  16. Estimada Carla:
    Estoy contigo. Es importante que no caigamos en las trampas, pero es necesario conseguir que quienes las ponen no lo hagan.
    Eso se consigue con el espíritu crítico y con la valentía cívica.
    No hay que dejarse engañar. Para ello hay que abrir bien los ojos, hay que ejercitar la crítica.
    La valentía es una virtud democrática que nos hace ir a causas que de antemano sabemos que están perdidas. Pero hay que ir a ellas con fuerza y con esperanza.

  17. Comparto la preocupación del autor sobre la solidaridad.
    Me preocupa el rumbo que estamos tomando.
    Hay poca preocupación por los desfavorecidos. Parece que el lema es este: El que venga detrás que arree.
    Saludos.

  18. Creo que lo importante de la educación es educar la conciencia social. Si no, ¿para qué sirve saber muchas cosas?
    No basta estar instruidos, hace falta estar educados.
    Un cordial saludo a todos los lectores del blog.

  19. Es un texto para la reflexión.
    Y PARA LA ACCIÓN.
    No se trata solo de pensar cosas sino de hacerlas.
    Alguna vez oí al autor del blog decir que no hay conocimiento útil si no nos hace mejores personas.

  20. Estoy de acuerdo con la tesis del artículo de esta semana.
    Hay que predicar y practicar la solidarzidad.
    No se puede cultivar el egoísmo como criterio fundamental que articule una sociedad.

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