Me preocupan las actitudes sádicas en la educación. Me repugna la crueldad. El sádico hace daño intencionadamente a los demás, pero también se lo hace, probablemente sin querer, a sí mismo. Porque la violencia contra el prójimo que encierra el sadismo, envilece el corazón del agresor. Y, además, genera en los testigos una sensación de miedo y de repulsa. El sadismo lo tiñe todo de dolor y de miseria.
No me gusta que los alumnos y alumnas falten al respeto a sus profesores y menos que se ensañen con ellos haciéndoles la vida imposble. Motes ofensivos, aunque ingeniosos (a un profesor bizco le llamaban Óxido Antimonioso porque la fórmula de ese producto químico es SB203, a otro que lanzaba al hablar pequeñas partículas le apodaron Saliba Va, a una directora bajita y regordeta que caminaba por loa pasillos diciendo chisst, chisst, chisst, la llamaban La Olla Expres, a otro profesor le apodaban el Bikini porque decían que enseñaba todo menos lo principal…), burlas pesadas, amenazas intimidatorias, comportamientos groseros, agresiones de todo tipo… Resulta triste e intolerable. ¿Por qué hacer sufrir a quien tiene la tarea de ayudar y la lleva a cabo cada día con dedicación y esfuerzo?
Recuerdo que, en la escuela irlandesa a la que asistía nuestra hija Carla, había una norma que me pareció excelente y que se convirtió para ella en un hermoso hábito: Los alumnos y alumnas debían dar las gracias cada día a sus profesores y profesoras por lo que les habían enseñado. Era frecuente escuchar a los padres y a las madres: ¿le has dado las gracias hoy a tu profesor?
¿Qué decir de la violencia de los padres contra el profesorado? Acabamos de asistir en Vélez Málaga a una intolerable agresión de un padre hacia el profesor de su hijo. Una víctima es el profesor, claro está. Otra víctima de esa agresión es el hijo a quien el padre ha golpeado con su detestable ejemplo. Y víctimas somos todos los testigos de ese menosprecio a quien se dedica a tan decisiva tarea.
Tampoco me gusta ver que los profesores hacen sufrir a los alumnos y alumnas. Comparaciones, bromas, dureza, menosprecio, descalificación… Uno de los instrumentos más propicios para la tortura es la evaluación. Porque la evaluación encierra poder. Hay quien disfruta haciendo difíciles las cosas. E, incluso tendiendo trampas.
Hace algunos años, impartí un curso sobre evaluación eductiva a un numeroso grupo de docentes en la maravillosa ciudad argentina de Ushuaia. Recuerdo que, en el descanso, se acercó a mí una profesora que había acudido al curso con su hija de diez años. Durante nuestras sesiones de trabajo, la niña dibujaba o leía y en los descansos jugaba y hablaba con su mamá y con otras docentes.
Le pregunté a la niña cómo le iba en el cole. Me dijo que regular. Y luego, añadí, mediatizado por las reflexiones que había estado planteando en el curso:
– ¿Qué tal las evaluaciones y exámenes que te hace la profesora?
– Mal. Porque “la seño” nos explica los músculos y luego nos pregunta por los huesos.
No lo pudo expresar de forma más clara y más precisa. La niña denunció de una forma muy gráfica uno de los abusos más frecuentes de la evaluación. Ese afán por hacer difícil lo que podría ser fácil. Esa pretensión de convertir la evaluación en una trampa.
Hay profesores que disfrutan cuando suspenden a muchos alumnos. No entiendo bien a quien esto hace. Es como si un cirujano se alegrase cuando sale de su quirófano un cadáver. No le considero solo un incompetente sino que también le veo como un desalmado.
No me gusta tampoco ver que unos alumnos y alumnas convierten en víctimas a otros compañeros y compañeras. Me duele verque algunos acuden a la escuela a sufrir el acoso de sus iguales. Hay que tener alma de torturador para convertirse en una amenaza y para provocar un terror permanente en aquellos que, por naturaleza, podrían ser amigos.
Me duele también ver a miembros de equipos directivos que procuran complicarle la vida a los docentes y a los alumnos. No sé si piensan que han caído del cielo con la misión de hacer sufrir a los humanos. ¿Por qué tienen que vivir felizmente las personas? se preguntan. Pienso que se creen más importantes si hacen sentir la espuela del mando a quienes consideran sus inferiores jerárquicos. No entienden que la autoridad está ahí para ayudar, animar y cuidar a los demás. Han de ser facilitadores, no torturadores.
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El sadismo lo destruye todo. Esa trama de pensamientos y de acciones que machaca los demás. La escuela debería ser un crisol de relaciones encaminadas al desarrollo emocional. Un laboratorio de comunicaciones asentadas en el respeto. Un entramado de vivencias que hagan patente la dignidad humana.
Pero el sadismo solo encuentra placer en el dolor ajeno. El caso es complicar la vida a los demás. El objetivo es que la otra persona sufra. Da igual cómo. Mientras más, mejor. De ahí nace aquel diálogo retorcido entre un masoquista un sádico.
El masoquista le dice al sádico:
– ¡Pégame, por favor!
Y el sádico contesta:
– ¡Ahora, no!
Al ir hacia la Facultad he escuchado hoy en un programa de radio cómo un periodista contaba la respusta de un alumno a la pregunta siguiente: ¿tú que haces en la escuela? La rspuesta me pareció triste y alarmante: Sufrir, sufrir y sufrir.
Hay que reflexionar sobre la urdimbre de relaciones que se teje cada día en la escuela. Hay que ver cómo la estructura organizativa condiciona la comunicación. Y hay que procurar que lo nomotético y lo ididográfico se conjuguen en aras de una convivencia hermosa y feliz.
La escuela, como trasunto de una sociedad democrática, debe albergar una convivencia sentada en el respeto y la dignidad. El poder debe servir a la comunidad, los profesores querer a los alumnos y éstos respetar al profesorado. A convivir se aprende conviviendo.
Quiero brindar a todos los miembros de la comunidad educativa un lema que a mí me ha ayudado mucho en la vida: Que mi escuela sea mejor (hoy diré más feliz) porque yo estoy trabajando en ella.
Me preguntó por qué hay tantas personas interesadas en fastidiar al prójimo. Ya sé que también hay muchas que están en la actitud contraria. Habría que ver de dónde nace esa actitud sádica que hace que algunas personas disfruten viendo sufrir a los demás.
De todas las dimensiones que recoge el artículo la que más molesta es la de aquellos que están en el poder y que, desde allí, causan heridas a quienes tendrían que curar. Y para eso les pagan, no para hacer daño.
Extraordinario artículo, señor Santos. Muchas gracias.
¿Y por qué hay docentes sádicos en las escuelas?
Un saludo
Complicada pregunta, amigo Holden.
Le he dado muchas vueltas a esa pregunta.
a. Creo que habrá raíces profundas en la psicología de cada individuo, en su historia, en sus circunstancias…
b. Ottra cauda puede estar en aquella no sé si vieja o todavía actual creencia de que cuanto más se sufra más mérito se tiene.
c. La cultura también nos ha dado pistas para explicar esa dureza. Recuérdese el aforismo “La letra con sangre entra”.
d. Hay quien confunde autoridad con poder.
Habrá más explicaciones. A ver si entre todos y todas exploramos, descubrimos y evitamos tanto dolor.
Miuel A. Santos
En primer lugar, Miguel Ángel, creo que esta ocasión no has estado acertado con el título. No responde a todo el contenido de la entrada (a algunos la palabra post no le agrada). Desconozco si va con una intención que no llego a interpretar. Quizás algo relacionacionado con: lo sádico, con las relaciones de poder, con el abuso del poder o la autoridad, con la crueldad,… hubiera estado más acertado. Se me ocurre un título alternativo: ¿Por qué sufrir cuando podemos disfrutar?
Y en cuanto a la pregunta de Holden: quizás porque detrás de actitudes crueles y sádicas se escondan inseguridades, miedos, frustraciones, insatifacciones personales, cobardías, debilidades,… que se tratan de ocultar.
Ciertamente la psicología de cada persona es muy compleja, y las experiencias y circunstancias personales nos van modelando nuestro carácter.
Saludos…
Mira que he trabajado en escuelas difíciles, complicadas, deprimidas, marginales… a veces calificadas como –significativas- a modo de fuga verbal que me gusta tan poco como la palabra –post- y que de tan utilizadas se me quedan pegadas a la suela del zapato como un chicle incómodo que soportas hasta que lo rascas en el borde de cualquier acera. De lo del – recreo- como –segmento temporal de ocio- mejor ni hablar. Y mira que he conocido escasísimos casos de sadismo docente, crueldades conscientes de profesores hacia alumnos o similares por no decir ninguno, quizás, pecando de benevolencia y no identificando como tales prácticas docentes que no he aprobado como la de utilizar las notas como medio coercitivo ante los problemas de disciplina u otros.
¿Y por qué hay docentes sádicos en las escuelas?
Por la misma razón que hay seres despreciables en los entornos profesionales tan poco necesitados de semejante tipo de gentuza que por fortuna escasea tanto en educación como en justicia o sanidad, únicos espacios profesionales donde un país civilizado; capitalista, socialista o comunista, puede mostrar como espacios de excepción si realmente se considera –civilizado-.
Sí en cambio he conocido en estos medios escolares segregados (segregados por qué??? para qué???) profesores asustados, deprimidos, frustrados, perdidos hasta extremos no ahora al caso explicables que me obligan a mí mismo al silencio como única forma de respeto hacia ellos (o ellas) para no hacer clá-clá ante calificaciones de incompetencia, no valía, inutilidad profesional demasiado confundida con la personal desde entornos profesionales, sociales y humanos demasiado próximos a ellos ( y a ellas y aquí acabo con las fugas verbales de género).
Dos problemas destaco y no me alargo, las etapas educativas obligatorias son entornos educativos absolutamente diferentes a las postobligatorias en todos los sentidos y la etapa educativa primaria difiere notablemente a la secundaria en lo que a obligaciones curriculares corresponde. La escuela de un niño de cinco años no es la escuela de un adolescente de 16 años y es bueno aclarar de qué hablamos al hablar de –la escuela- la cual es presa de acciones expertas externas en exceso desde mi punto de vista. Autoridad y disciplina, motivaciones e intereses, obligaciones y normativas… para un docente contienen demasiadas variables diversas entre niños y adolescentes y más aún entre escolares obligatorios y postobligatorios. No es lo mismo y es bueno aclarar a qué nos referimos cuando hablamos de -la escuela-. Son muchas las discusiones erráticas en torno a temas de autoridad y disciplina entre profesorado de primaria y profesorado de secundaria cual si de espacios equiparables se tratara y, para más INRI, bajo supervisión experta universitaria agregando más distancias a las que ya por desgracia el propio sistema da. Soy un viejo romántico reivindicando el cuerpo único docente como única opción que con semejantes requerimientos de partida nos homologue a todos en las cuestiones de salida… y no es así… o sería mucho más caro porque la homologación claro está debería realizarse por arriba.
…Segregados por qué??? o para qué???… digo yo más arriba y… ¿de qué escuela hablamos?.
Gracias por su respuesta, señor Santos. Le agradezco enormemente el esfuerzo. Pero más que a por qué hay ‘personas’ sádicas -en la sociedad-, mi pregunta era, si son tan pocas en el universo, ¿Por qué se les permite a éstas estar en la escuela?
Javier, en mi caso, cuando hablo de escuela me refiero a todo lugar donde se va por un tiempo -voluntaria u ‘obligatoriamente’- a aprender -y/o recibir- una enseñanza: Colegio de primaria, secundaria, instituto, universidad, academia, corporación, etc.
Javier.
Coincido contigo en que, en milarga vida profesional como maestro de primaria, he visto más colegas con un trato hacia sus alumnos casi como el que le proporcionan a sus hijos que docentes sádicos y crueles, que también los hay y los habrá. Pero es que un colectivo tan numeroso hay de todo.
Quizás haya que plantearse mejor el proceso de selección. O quizás haya que plantearse qué competencias perofesionales se han de requerir en las personas que se dedican a la enseñanza y la educación.
Discrepo, sin embargo, en que los docentes de primaria y secundaria seamos iguales. Es posible que en muchos aspectos si, pero hay diferencias que nos marcan. Una, como bien apuntas, la edad de nuestros alumnos. Y eso, según la psicología evolutiva, establece diferencias desde distitas vertientes: morgológicas, psicológicas, morales, actitudinales… que repercuten en gran medida en la forma en la que nos hemos dirigir a unos y a otros. Pero es que estas diferencias se dan incluso dentro de cada etapa, no es los mismo un alumno7a de 6º de primaria que uno de 1º, o bien uno de 1º de ESO que uno de 2 de bachiller. Pero es más, las diferencias se establecen incluso entre niños con la misma edad cronológica, por eso en educación se habla de diversidad…
Pero, además, se me ocurre otra, el maestro cuando entra en la unviersidad, sabe a lo que va, al magisterio. Depués podrá o no ejercerlo, pero está claro que a unas oposicones de maestro sólo pueden aspirar maestros.
Cuando un matemático, un químico, un psicologo, un filólogo,… entra en la universidad se supone que no recibe una formación específica dirigida a la docencia. Será posteriormente, una vez finalizada el grado (licenciatura) cuando se le requeriera dicha “formación”.
Es cierto que se me puede decir que, a pesar de formaciones distintas, habrá maestros pésimos desde el punto de vista didáctico, y profesores de instituto con una magnifica pedagogía. Pero si los ponemos en una balanza habría que ver hacia donde se inclinaría…
Que cada cual “arrime el ascua a su sardina”…
De acuerdo Juan Carlos con la diversidad que citas, de ahí la poca consistencia de las recetas mágicas en nuestro entorno y la necesaria diversificación metodológica hasta el punto de tornarse improcedente una metodología eficaz en un medio X aplicada del mismo modo en otro medio Y a la vez que la frecuente -pérdida de aceite- de investigaciones externas, generalmente desde entornos universitarios, aplicadas a entornos educativos tan diferentes como puede ser un centro educativo de primaria que para más INRI es –radicalmente- diferente al centro de primaria que hay a pocos más de mil metros de distancia y en base al extracto social de procedencia u otras variables socio administrativas de muy variado pelaje.
Yo he ejercido docencia en primaria y en secundaria, más en primaria, y en la pública y la privada, más en la pública. Puedes imaginar hasta donde me lleva lo de la diversidad por no citar las distancias que también he vivido en cuanto a asesorar y practicar que ya me precipitan por la pendiente de la relatividad más que diversidad.
Lo que me ha movido a escribir es la expresión –sádica- adjudicada al profesorado. De todo hay claro está, en todos los medios, pero sinceramente no podría señalar, recordar o maldecir a un profesor/a que haya conocido así en más de treinta años de ejercicio. No he conocido sádicos, sí he conocido -pedazos de cachos- nada recomendables… pero no sádicos y, sobre todo, he conocido profesorado con plaza y obligaciones de tan grandes dificultades en los entornos educativos institucionales y obligatorios que han caído a los pies de los caballos siendo tildados de incompetentes por quienes no huelen esas aulas o situaciones que a cualquiera de nosotros nos pondrían también a los pies de los caballos. Y eso duele. Sé que no es este el motivo central de la entrada de M.Ángel pero me sensibilizo especialmente ante este tipo de cosas. Quizás ello me saque un poco del asunto, pido perdón por si acaso.
Javier.
Alguien como tú, que en un lugar como este pone nombre y apellidos, es que no tiene nada que esconder y no requiere perderse en el anonimato.
Me ha picado la curiosidad y ya le he puesto cara a tu nombre y he visto algo de tu obra. Alguien como tú me merece un gran respeto y comprendo lo de la “relatividad”.
Yo también soy bastante crítico, especialmente con lo que afecta a la docencia. A veces, en este afán crítico, me he extralimitado con los colegas, soy consciente de ello.
Y es cierto con la experiencia, mas que con la edad (porque la edad no da experiencia, sino una vida rica en experiencias) me va haciendo algo más moderado y más crítico con mis propios pensamientos. Cada vez mi respeto por los colegas docentes va aumentando, cada vez entiendo más a los que como yo, trabajamos en la enseñanza y en la educación, especialmente a aquellos que realizan su labor en condiciones más desfavorables. Pero también, cada vez soy más crítico, con los párasitos, que aunque pocos, también los hay y se han de denunciar. Quizás sádicos, tal y como afirmas no los haya, pero parásitos, amigo Javier si que existen,… y por fortuna cada vez menos.
Un placer reflexionar contigo…
Me he reído un rato con los apodos citados… Los chicos son una fuente inagotable de ingenio e imaginación…
Y todos hemos sufrido alguna vez esa crueldad sin explicación de algún maestro y nunca, por larga que sea la vida, se olvidan… Menos se olvidan las que reciben nuestros hijos. Abusos de poder, como suceden en todos los a
ámbitos de la vida…
Y me parece muy acertado el título…. Si es una de las cosas que sucede a la hora de evaluar… Se pide una cosa y se pregunta por otra… o se pregunta de tal manera que el alumno no entienda. Ni son los más, ni son los menos…. existen y siempre te los cruzas en el sistema educativo.
Este artículo de Miguel Ángel se refiere a un aspecto muy negativo que se da en la escuela, pienso que lo mismo que en otras labores directivas o de compañerismo en las empresas. El sadismo, el deshonor, la avaricia, el odio, la envidia y una larga lista de malas conductas,pienso que están presentes en todos partes porque van inherentes a la condición humana. Lo importante es librarnos de esas lacras a nivel personal y estar atentos para librar a las instituciones de semejantes individuos. Quizás a eso responde la pregunta de Holden y también la indignación global que hay frente a la corrupción en la vida política.
Yo creo que el único camino salvador frente a todo eso es el amor. La persona que ama en la escuela a sus alumnos, en la empresa a sus compañeros o subditos, automáticamente se ha liberado de todas esas miserias a las que se refiere el artículo. El problema está en ¿cómo inyectar amor en un cuerpo que está lleno de rencor, odio, desprecio, et.? Pues yo no lo sé.
Saludos a todos los participantes que creo que si manifestáis amor y comprensión.
Estimado Juan Carlos, si eres de educación física (ya no digo de gimnasia porque una vez me llamaron la atención, con razón y con cordialidad) y si andas por Jaén – Almadén, pues también te he puesto cara y te felicito por el estupendo trabajo web que tienes en la red. Espero haber acertado con la -Googleración-. Si estas artistas…
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…son alumnas tuyas pues he acertado.
La experiencia es clave, te da dominio sobre lo que manejas, te hace prudente y sobre todo humilde pues la experiencia de cada cual al fin y al cabo no deja de ser en buena medida una pequeña historia personal de errores.
Parasitismo sí que hay, no nos faltan pulgas que rascarnos desde luego. Ya podían apuntar bien los recortes por esos lares en lugar de recortar apoyos, recursos, pagas y horarios de donde más falta hace.
Un placer Juan Carlos.
Lo que encuentro muy preocupante es la falta de conciencia del modelado. Con su actitud el profesorado “enseña” y el alumnado va a repetir lo que aprenda sobre otros más débiles que, en ocasiones –que ironía- será el propio profesorado. Cuanta necesidad hay, hoy por hoy, de que el profesorado sea empático para poder enseñar empatía.
He conocido muchos docentes con estas características. Añado a las causas citadas: la falta de seguridad propia del docente, falta de equilibrio emocional, su propia visión antropocéntrica…( de la cual se deriva gran parte de su modo de hacer docencia) Hubo una profesora que me impactaba…quería mejorar su forma de evaluar…para lo cual…una clase antes de la evaluación escrita ,tomaba un “simulacro” de evaluación, y así lo llamaban los alumnos….tenían simulacro..Ese término que usamos en general, para prepararnos y saber actuar en una tragedia”….Todo dicho!.
El problema de que haya sadismo en la eescuela (por parte de los profesores) es que la edad de los escolares es todavía muy influenciable.
Y, además, son muchas horas de contacto.
Y, además, con una situación de poder privilegiada.
Una de las respuestas al sadismo tiene relación con el artículo anterior que hablaba de esa hermosa leyenda persa.Claro, el sádico es poseedor de la verdad absoluta y por tanto no quiere colaborar en llenar el océano.
Partiendo de que la familia es la primera y principal educadora y responsable, nosotros los educadores tenemos que asumir la parte que nos corresponde y, mucho más ahora. Por ello tenemos que ser consecuentes con el deber que tenemos.No somos fabricantes de coches, colaboramos en construir poco a poco personas y, en bastantes criaturas, nuestra actuación puede determinar su felicidad.
Coincido con Javier en la diferencia absoluta entre Primaria y Secundaria en cuanto a la edad. Pero el maestro, casi siempre, primero educa. El “profesor”(algunos se ofenden si les llamas maestro), casi siempre, primero enseña, materia, materia, materia y ya… no le queda tiempo para educar… porque eso es responsabilidad de la familia y de los maestros. ¿Dónde hay más problemas de convivencia? En Secundaria, claro. Porque cuando alguien llama a un alumno “adolescente”, delante de 30 compañeros “Tú eres tonto, idiota, imbécil”, ¿qué esperamos? ¿ Lo hariamos igual con nuestro hijo?
Tenemos que mejorar en empatía, en la inteligencia emocional y, sobre todo, muchísimo en el reciclaje del profesorado en Psicopedagogía.
Reconocer con humildad que cada día “Yo acierto” “Yo me equivoco” “Yo puedo cambiar” Y ese “yo” somos todos, madres, padres, alumnos, alumnas, profesores y.. por supuesto.. la administración.
Muchas gracias Profesor, como vivo en Cabra, estoy muy ilusionado en escucharle de nuevo el próximo día 30 de enero.
Estimado Javier.
Has dado en el clavo. Ya veo que el interés por las nuevas tecnologías nos une.
Saludos.
Muchos o pocos, declarados o no, en lo que sin duda hay acuerdo común es en la absoluta condena de las prácticas sádicas en los entornos escolares. Violencia física o psíquica, crueldad o voracidad docente, hasta la procacidad satirizada por F.Fellini…
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http://es.wikipedia.org/wiki/Federico_Fellini
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…en Amacord…
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http://es.wikipedia.org/wiki/Amarcord
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…con la profesora de matemáticas (la leona)…
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http://www.revistakatharsis.com/rev_ago_04_sm_cin_02.html
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…son, para todos, absolutamente condenables. Evidentemente.
Mateo señala acertadamente una penosa realidad entre el profesorado de Primaria y Secundaria en cuanto al tono -educativo- predominante en el entorno de primaria y el -instructivo- predominante en secundaria. Si en algún espacio docente podemos hallar oportuna la vieja idea del cuerpo único docente sería precisamente en las etapas educativas institucionalmente obligatorias porque entre nosotros todos sabemos que la obligatoriedad –marca carácter- .
Hace unos veinte o treinta años los grados medios entre maestros y los grados superiores entre profesores de instituto, en cuanto formación académica de partida, marcaban la diferencia entre unos y otros desde una evidencia hoy confusa pero prevalente. Los maestros-diplomados acentúan su formación pedagógica y los profesores-licenciados acentúan su formación técnica. Hoy menos que ayer, se camina lentamente hacia la homologación… pero prevalece el problema, y el problema lo es porque de hecho, en un común espacio educativo institucional y obligatorio, en realidad el profesorado no trabaja colaborativamente, coordinadamente, bajo comunes circunstancias laborales, formativas, lectivas, salariales… etc. que deberían darse en comunes circunstancias estructurales derivadas de un común espacio educativo en el cual todos ejercen.
En primaria prevalece lo emocional sobre lo conceptual, lo afectivo sobre lo pragmático, lo educativo frente a lo instructivo. En secundaria prevalecen los resultados, las calificaciones, las promociones. El currículum ordinario es fácilmente superable en un parvulario pero más complicado de sortear en secundaria a las puertas de los estudios postobligatorios. Y así hallamos iniciativas colaborativas+ en primaria e iniciativas competitivas+ en secundaria, feliz cultivo de lo emocional+ afectivo en primaria y seco cultivo formal de las competencias en secundaria… etc.
Estamos en lo mismo compañeros, pos obligatoriedades – bachilleres – universidades aparte, hoy por hoy, lo que nos une es la obligatoriedad educativa institucional y eso habría de ser homologado ya desde las condiciones de partida (formación docente inicial) para realmente poder aspirar a producciones comunes de salida en la educación e instrucción de nuestros jóvenes.
Tu espacio web para la Educación física y tus blog de clase nos unen en intereses comunes. Están muy bien Juan Carlos y con un profesorado así…
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…no hay clase que desentone. ¡¡¡¡ Aplausos ¡¡¡ .
Si un banquero es un sádico, o un oficinista, a un arquitecto, el problema no es tan grave porque no tienen menores a su cargo. Pero un profesor tiene una influencia muy grande en sus alumnos.
Una cosa es saber las causas y otra es saber (una vez reconocidos los desastrosos efectos de su proceder) cuáles son las soluciones.
Que haya un profesor sádico es como si hubiera un cirujano con la enfermedad de Parkinson.
A mi el título me parece muy pertinente. Poarque muestra muy claramente el contenido del artículo. Es decir, esa actitud que consiste en hacer difíciles las cosas, en poner trampas, en complicar las coas, en poner zancadillas. La niña argentina lo dijo muy claramente.
Estoy viendo muchos casos de autoritarismo en la dirección de los centros. Hay Directores/as que se están mostrando especialmente sádicos con algunos profesores y con los alumnos.
He hecho alusión a este fenómeno en el artículo. Creo que se sienten más del poder que de la comunidad. Lo cual no quiere decir que no haya exigencia respecto al cumplimiento y al buen hacer. Otra cosa es perseguir, machacar, discriminar.
Conozco varios casos por informes de los profesores. Lo más grave es que cuando estos han acudido a la Inspección, han visto que el Inspector se ha puesto dle lado del verdugo más que de la víctima.
Podría dar nombres, pero prefiero no hacerlo.
Me pregunto por la situación de estos docentes que se encuentran sometidos a ese poder irracional.
La solución estaría en que el resto del profesorado fuera valiente y no les dejaso solos. Si todos miran para otro lado, la solución es más difícil.
Javier.
En Educación Física, al hablar de métodos de enseñanza, solemos utilizar otro término más concreto, los estilos de enseñanza. Cuanto más participactivo sea el estilo más protagonismo tienen los alumnos en su propio proceso de aprendizaje.
Esta forma de intervención educativa trato de trasnferirla a la tutoría, al aula. No siempre es fácil, la foto muestra el poco espacio del que dispongo. Pero cuando se me pone a tiro una posibilidad trato de no desaprovecharla.
¿Por qué voy a dirigir yo el coro si lo puede hacer una alumna? ¿Por qué el profesor ha ser el protagonista? Los protagonistas son ellos y debemos cederles las “riendas”.En muchas otras ocasiones soy un puro “mando directo” (instrucción directa).
Se suele decir que los métodos no son buenos ni malos sino que depende del aplicador de los mismos. También se dice que lo ideal es adecuar cada método, intervención, procedimiento, estrategia, estilo, recurso,… a cada situación didáctica en función de sus características. Finalmente, también se dice que el uso de una variada gama de metodologías llegan a conformar un estilo de enseñanza propio donde el objetivo final ha de ser facilitar los procesos de enseñanza-aprendizaje.
Disculpad este chateo entre Javier y yo. Y Perdonad que me haya podido salir del tema que trata Miguel Ángel.
En general las direcciones escolares gravitan más sobre las cuestiones administrativas que sobre las pedagógicas. Cuando se da un buen tándem es el jefe de estudios quien se encarga de esto último y si el equipo directivo funciona con una buena secretaría y una buena AMPA los claustros dejan de ser tediosos o hipertensos como ocurre siempre que no se conjugan debidamente los factores anteriores. Es complicado, difícil. La estabilidad de las plantillas es necesaria y las posibilidades de autogestión también. Menos papeleo, menos inspección técnica y más staff , acción horizontal, acuerdos entre iguales… Parece mentira que cualquier pequeña escuela precise de tantas piezas bien engrasadas para funcionar bien. Lástima, M.Ángel, ese mal uso de la autoridad que señalas, lástima que entre nosotros caigamos en posturas autoritarias, déspotas… sin saber unirnos a tiempo para evitarlo.
Juan Carlos, qué razón llevas con lo del estilo de enseñanza, con ese particular modo de utilizar metodologías varias bajo ese particular modo de hacer de los buenos profesores que frecuentemente destaca más por un especial –tono- personal que por una concreta formación técnica. Cuando te gusta tu trabajo y dispones de razonables espacios de libertad para ejercerlo… salta la chispa y todos disfrutamos de un trabajo bien hecho, alumnos y profesores. Tampoco creo en métodos buenos o malos, sí creo en el profesorado que utiliza métodos con los que se siente bien a la vez que los utiliza de forma variada, eficaz, ajustados a los objetivos.
Perdón por el –chateo- M.Ángel, nos desviamos del tema central sin querer.
Interesante…
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http://www.desafios.edusanluis.com.ar/2013/01/la-masificacion-y-la-diversificacion-de.html
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…y que me salgo del tema. Otra vez perdón ¡¡¡
Estimado Javier:
No hay más tema central que el que queramos comentar entre todos y todas. Ha sido estupendo leeros. El diálogo sincero, respetuoso e inteligente siempre es de agradecer.
Muchas gracias por leerme y por participar.
Con la cantidad de gente buena, sana y competente que desea trabajar en la docencia, ¿por qué tenemos que soportar a otros que hacen la vida imposible a los demás en las escuelas?
Don Miguel, buenas tardes, le comento que tuve el placer de escucharlo en el Congreso de la Universidad Andrés Bello y quede maravillada con su planteamiento frente a la evaluación. Hoy estoy haciendo mi tesis en Autoevaluacion y me gustaría que usted me orientará acerca de esto con algún artículo suyo.
De antemano, muchas gracias
Siempre me he preguntado por qué ese empeño en hacer sufrir a los demás. Lo que veo es que hay, básicamente, dos tipos de personas. Unas que tratan de ayudar y otras que se empeñan en complicar, unas que pretenden hacerlo fácil y otras que quieren hacerlo difícil. Unas que quieren ver felicenes a las personas y otras que pretenden que sufran.
Imagino que las causas pueden ser múltiples, unas psicológicas y otras sociológicas.
Tratemos de ser de las que hacen la vida más feliz a los demás
Querida Ana:
Esa división en personas amables y antipáticas la veo no solo en la docencia sino en general.
Hace algunos días viajé a Chile. En el control de inmigración, la persona que revisó mi pasaporte no quería poner el sello “porque no había sitio”. “Tiene usted que renovarlo si noq uiere tener problemas”. Efectivamente, en todas las páginas hay varios sellos de visado.
Cuando salí, al entregar el pasaporte a otra persona del aeropuerto le advertí: “”Hay poco espacio”. Y con una sonrisa me dijo: “Siempre hay sitio”. Y colocó el sello en una esquina de una hoja.
Lo que para uno era un problema casi insalvable, para otro fue objeto de una pequeña broma. Uno me atendió con gesto hosco, buscando crear un problema. El otro me atendió con una sonrisa quitándole hierro al asunto.
La diferencia que tú señalas. Ahí está.
De ahí se deriva una pregunta:
¿En qué bloque me sitúo yo?
Es inadmisible que quien tiene la labor de ayudar se dediquen a hacer sufrir.
He sufrido persecución por parte de un Director. Y no me atrovo a denunciarlo orque creo que no me van a hacer caso. Y pienso que será peor si lo hago.
Es una pesadilla. También me duele que los compañeros miren para otra parte. Hay mucha cobardía.