No hay educación a distancia

18 Jun

El binomio educación/distancia está muy arraigado en la esfera pedagógica. La creación de la Universidad a Distancia consagró la idea de que se puede estudiar de forma no presencial. Los nuevos procesos de enseñanza aprendizaje on line han potenciado la posibilidad de aprender sin el contacto directo del alumno con quien enseña.

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Puede haber instrucción a distancia, pero no educación a distancia. Porque la educación exige comunicación, afecto y manifestación física del amor.

Los padres y las madres tienen la inexcusable tarea de educar a los hijos y a las hijas. Ese proceso educativo no puede desarrollarse a distancia. Para educar hay que estar, hay que relacionarse. Para educar hay que amar. Le oí decir hace poco a Carlos Díaz en México que habría que sustituir el cartesiano «pienso, luego existo» por el más certero «soy querido, luego existo». Para educar hay que relacionarse de forma persistente y amorosa.

La coyuntura actual plantea a las familias algunas trampas que pueden resultar difíciles de superar. Una de ellas es la escasa presencia de los adultos en la vida de los niños y de las niñas, bajo la presión de las exigencias laborales. La necesaria incorporación de la mujer al mundo del trabajo, dificulta la presencia de la madre en el hogar. Dadas las dificultades que tiene la economía, los horarios de trabajo suelen ser desbordantes.

Otros factores incrementan el riesgo de la ausencia. Por una parte, la elevada cantidad de tiempo que pasan los niños y las niñas en las escuelas. La escolarización obligatoria exige que los alumnos y alumnas pasen muchas horas diarias en el colegio. Cuando termina el horario escolar, se suele dedicar un tiempo añadido a realizar tareas extraescolares. Las familias han declinado en la escuela el deber de la educación de los hijos e hijas. Cuando la familia paga en la enseñanza privada, todavía se hace más explícita la delegación de funciones pedagógicas.

Existen otras circunstancias que complican la relación extensa e intensa con los hijos e hijas. La proliferación de televisores, ordenadores, ipads, ibooks…, aislan a niños y jóvenes y los convierten en modernos ermitaños. La canalización de las relaciones a través de las redes sociales favorece un contacto virtual con personalidades que no se sabe a ciencia cierta si son reales lo fingidas.

Son frecuentes las comidas en las que todos miran al televisor, absorbidos por las noticias, las series, los partidos de fútbol o los programas del corazón. Los medios de incomunicación (más que de comunicación) imponen un régimen de relación en el que se superponen las individualidades. Yo veo, tú ves, él ve. Pedro no vemos.

Los viajes son otro obstáculo. La movilidad que cada día es más intensa crea barreras espaciales y temporales cada vez más largas y poderosas. A veces, los padres y madres desean rememorar etapas de soltería sin el condicionante de los hijos/as. Para eso están los abuelos.

– Os vamos a dejar a los niños porque queremos hacer un viaje solos.

Hay hoteles que no admiten niños. ¿Cómo entienden sus dueños la relación familiar? Los niños estorban, incomodan, molestan. Los niños tienen que estar en otra parte, aislados. No solo molestan los hijos ajenos, también molestan los propios.

¿Qué comparten padres e hijos salvo el mismo techo de la vivienda? ¿De qué espacios y tiempos disponen para dialogar? ¿Qué actividades comparten? Para poder relacionarse hace falta voluntad, claro esta. Pero también hacen falta estructuras que permitan hacerlo. Querer relacionarse es una cosa. Poder hacerlo es otra.

He leído recientemente una interesante novela titulada «Los ojos amarillos de los cocodrilos». Su autora es Katherine Pancol, escritora nacida en Casablanca y afincada en París. Uno de los personajes centrales de la novela, la entrañable Joséphine, le dice a su cuñado, un importante hombre de negocios: «La gente se cree que lo importante es la calidad del tiempo que pasan con sus hijos, pero también es importante la cantidad, porque un niño no habla bajo pedido. A veces podemos pasar todo el día con él y es por la noche, en el coche, cuando vuelves a casa que, de golpe, se decide a revelar su secreto, una confidencia, una angustia».

Muchos niños les podrían decir a sus padres, permanentemente ocupados:

– ¡Nunca es un buen momento para hablarte!

Resulta paradójico que los padres dediquen topdo ese tiempo al trabajo, a las ocupaciones, a las demandas externas por el bien de sus hijos e hijas. Cuántas veces he visto que los denodados esfuerzos por ofrecerles una residencia de verano acaban en una hermosa vivienda a la que los hijos no quieren ir porque la familia les importa ya muy poco. Es una trampa terrible. Les quitamos el tiempo para darles otras cosas. Pero lo que necesitan es la presencia.

No siempre la causa de la soledad de los niños es una equivocación sacrificada de los padres. A veces es el fruto de una comodidad inaceptable. Resulta más agradable dedicarse a leer algo que «aguantar» la presión incesante del niño que quiere que le escuches, que le mires, que juegues con él, que le prestes atención. Un niño puede ser extenuante. Qué decir de varios.

Presencia es cercanía, no sobreprotección. Presencia es disponibilidad no coacción. Presencia es amor, no dominio. Los niños tienen que construir su autonomía, pero la tienen que ir desarrollando desde la confianza en aquellos a quienes tienen al lado.

Puede haber instrucción a distancia, pero no educación a distancia. Porque la educación exige comunicación, afecto y manifestación física del amor. Hay que estar con los niños y las niñas. Hay que compartir con ellos el tiempo, las actividades y las preocupaciones. Los interminables silencios acaban convirtiéndose en una barrera infranqueable para recuperar luego la palabra.

15 respuestas a «No hay educación a distancia»

  1. Casi siempre que me encuentro un niño o niña con problemas educativos busco la respuesta en la familia, y pocas veces falla la correlación entre alumno o alumna fracasando en su aprendizaje y familia fracasando en la educación. No se trata de echar toda la culpa a la familia, como muy bien dice Santos Guerra el mundo laboral es muy alienante y la conciliación familiar es una utopía (o quizás un eufemismo para hablar de lo contrario). Frases como «no sé que voy a hacer con él» o «no se puede con esta niña» esconden un fracaso grande, en ocasiones por dejación de responsabilidades del padre y la madre que prefieren un niño «tranquilo» con un capricho que un niño llorando por decirle no, por educarle poniendo límites a la conducta.
    Y mientras tanto, cada vez se le pide más a la escuela, cada día se pide que sustituyamos a la familia en un nuevo aspecto.
    Demos, por lo menos, nuestro cariño a estos niños y niñas, especialmente a quienes más lo necesitan, a quienes nos desesperan con sus conductas, a quienes parecen pasar de nosotros, porque debajo de estas actitudes suele haber un grito desesperado de petición de socorro: «¿es que nadie me vé?».

  2. Desde que comencé a leer la reflexion estaba pensando que frecuentemente se confunde enseñanza con educación, como señalas ya hacia el final del texto
    Por lo demas solo cabe coincidir en que nos educamos compartiendo experiencias con otros seres humanos, especialmente al lado de personas que nos quieren y que quieren ayudarnos en nuestra busqueda de significados

  3. Los seres humanos nacemos incompletos, a través de del contacto co los padres y el entorno vamos modulando nuestra personalidad, nuestros valores, de ahí la importancia de ese contacto positivo tanto más necesario cuanto más pequeño es el niño.
    Por desgracia, cuántos padres hay que bajo las exigencias económicas del mundo de hoy, se van al trabajo dejando a sus hijos en la cama y vuelven viendo a sus hijoa ya en la cama.
    También me pregunto, ¿habrá alguna empresa que piense en los hijos de sus trabajadores a la hora de implantarles su horario de trabajo? Alguna habrá…En la educación nos jugamos el futuro de nuestra sociedad. No obstante aceptar esto, a la hora de la verdad, van por delante los intereses económicos inmediatos, pienso yo.
    Gracias, Sr. M. Ángel, por las estupendas refexiones que nos regala cada fin de semana

  4. que buena reflexion!! me gustaria, con su permiso, usar este texto en una reunion de padres y realizar un taller de reflexion, creo que seria de gran ayuda, para que todos juntos, y de alguna manera, dejemos de pensar en que todo esta perdido, y empecemos a pensar en los mas importantes: «los niños». desde la flia, la escuela ,la sociedad. muchas gracias, sus textos son de gran ayuda en mi quehacer docente, y aveces puedo ayudar a mis colegas.

  5. Querida Estela:
    Por supuesto que puedes utilizar el texto para el trabajo con las familias. Comparto el optimismo que destila tu comentario. Un cordial saludo y gracias por leerme y por compartir con todos los lectores y las lecturas tu opinión.

  6. Hola Querido Profesor,

    Cuan cierto es todo lo que dice este artículo…me llegó profundamente.
    Me quedo definitivamente con la Educación; aquella educación cercana que involucra el contacto visual de la mirada y que transmite ese «algo invisible» , llamado amor , que permite que cualquier conocimiento sea entendido.
    También suena bien transformar ese «pienso, luego existo» …en «siento, luego existo»
    Muchos saludos y hasta la próxima…
    MPaz

  7. No hay que confundir instrucción con educación. Se puede hacer instrución a distancias. En España tenemos la UNED. Pero estoy de acuerdo con el autor de que educar es otra cosa. La educación toca el mundo de los sentimientos, de las actitudes y de los valores. Para incidir en esos ámbitos es necesaria la presencia, el afecto, la relación cercana. Lo que pasa es que no priorizamos bien los usos del tiempo.

  8. Podemos buscar todo tipo de excusas.(Por cierto, resulta difícil separar lo que es una verdadera razón de lo que es una simple excusa, aunque quien mejor sabe poner la barrera entre ambas es el hijo). Hay muchas excusas. Que si el trabajo, que si tienen que aprender a estar solos, que si no hay que atosigarles, que si están mejor entre iguales… Lo cierto es que es necesario estar a a su lado… Tienen necesidad de saber que estamos ahí, no a cien kilómnetros de distancia.

  9. Estoy de acuerdo: no hay educación si no existe comunicación. Se puede obtener información en libros, blogs, viajes, películas, etc. Pero, para que haya educación tiene, que haber personas en contacto, tiene que haber amor.

  10. Las etapas evolutivas por las que atraviesa la persona hace que en la adolescencia, por ejemplo, muchos hijos no quieran mucha presencia de los padres/madres. Eso no es importante. Y no habrá que estar tan encima porque ellos lo rechzan. Pero se puede estar de otra manera. Ellos saben muy bien cuándo los padres ESTÁN AHÍ, cuándo ESTÁN CERCA, cuando PUEDEN CONTAR CON ELLOS.

  11. Hay que estar. No se educa desde lejos. Ya sé que puede haber casos en los que la separación es inevitable por exigencias laborales. Los niños perciben muy bien cuando los padres se van y eso les duele y cuando se van porque prefieren estar fuera. Y saben también quiénes están cerca de ellos y preferirían estar ausentes. Por eso lo más impartante es el corazón.

  12. Aunque estoy de acuerdo con la totalidad de los argumentos de Miguel Ágel en su artículo, debo decir que no podemos descartar la posibilidad de que se eduque a distancia. Los expertos, pedagogos, didactas, debemos buscar esas posibilidades que, aunque difíciles, no puedo negar, ya que las estamos haciendo. ¿no nos hemos educado leyendo, sin necesidad de que el profesor está ahí presente? ¿por qué no vamos a ser capaces de llegar a una relación personal a distancia?. Poseemos las técnicas, sabemos las claves edicativas y didácticas para llegar a las personas, ¿cómo no vamos a ser capaces de educar?. Difícil, pero no imposible.

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